Si en algo se caracteriza el pensamiento de estas personas es por una pertinaz, insistente y rutinaria insistencia en NO OLVIDAR determinadas sensaciones, pensamientos, actos, sucesos, que por una u otra razón constituyen precisamente el amplio abanico de causas a las cuales ellos atribuyen su problema.
Esa insistencia en no olvidar no es meditada y consciente, es simplemente automática. Lo que supone que se ejecuta de modo poco consciente, dedicando amplísimos periodos de tiempo a recrearse en imágenes y recuerdos, o bien reproduciendo sensaciones, para comprobar una y otra vez que su mal persiste y está ahí y ellos no pueden seguir en ese estado.
El olvido es necesario para la mente. Quien no olvida no puede atender a los aspectos nuevos de la realidad, que le ayuden a valorar los acontecimientos de otro modo. A veces el olvido es muy difícil, como por ejemplo en una situación de olvido. Sin embargo, por mucho que se quiera a una persona que se pierde, llega un momento en el cual es necesario tener algunos momentos en el que el ser humano olvide que no está. Ello no supone en absoluto que sea necesario borra real recuerdo. Sí parece preciso, sin embargo, a través del tiempo acostumbrarse a vivir de forma que cada sensación, acto o pensamiento no haga referencia a la persona que no está. Siendo fácil, es necesario diseñar otro modo de vida que implique volver a hacer cosas agradables, sin llenarse de culpa por ello.
La evitación
Otra característica esquemática del comportamiento de las personas ansiosas y/o depresivas, es la tendencia a la evitación.
En los ansiosos, evitación significa no afrontar las situaciones que generan ansiedad y como consecuencia no permanecer en ellas. Si es un fóbico, evitará cualquier objeto o situación que motive su sintomatología. Si es un obsesivo, evitará cualquier acto que previamente no lleve implícito el ritual o la compulsión. Si es una ansiedad generalizada, evitará la distracción. Si es un hipocondriaco, evitará despreocuparse de su dolencia, etc. y todos ellos evitarán afrontar anticipadamente con el pensamiento estas situaciones. En realidad actuarán contrariamente.
En los depresivos se evitará evitación a cualquier estimulo agradable, grande o pequeño, para no avergonzarse por “sentirse bien” siquiera un momento. Esta evitación que se manifiesta no solo en los actos, se presenta cognitivamente aludiendo imágenes e idea, así como sensaciones que el sujeto prevé que le causará malestar.
La preocupación
La tercera característica notable y destacada es desde luego la Preocupación. Si la energía psíquica es algo limitado que podemos usar para atraer aspectos positivos de la vida, las personas ansiosas y depresivas la utilizan únicamente para preocuparse en exclusiva por los aspectos más angustiosos, negativos y tristes de sus propias respuesta, de las de los demás y de las de la sociedad en general.
La desorganización
Producida acaso por su desinterés por todo lo que no sea sufrimiento y su pena permanente y circular. Desorganización que se observa en su propio pensamiento y que se da también en los otros dos sistemas de respuestas.
Estilo perceptivo no centrado en el presente
La última característica que define a estas personas es un estilo perceptivo centrado en el pasado y en el futuro que, por supuesto, elude sistemáticamente el presente. Los acontecimientos de pasado y futuro dan toda la interpretación vital a su existencia, lo que hace difícil que valoren cualquier valoración o cambio positivo de su presente, de forma que les sea útil y valioso.
Pensamientos des adaptativos
En las personas con ansiedad sucede que no solo utilizan en exceso el pensamiento circular, sino que se suma a este hecho la realidad de que muchos de sus pensamientos, partiendo de premisas ciertas, terminan en conclusiones erróneas.
Una vez detectados nuestros pensamientos erróneos más comunes, según las técnicas de evaluación expuestas es preciso valorar si en el pensamiento personal e individual de tipo circular en el que nos vemos reflejados se encuentra alguna distorsión cognitiva.
Si ello sucede, además de utilizar el esquema circular anti-ansiedad debemos eliminar los pensamientos erróneos flexibilizando más nuestras creencias y expectativas, con razonamientos más lógicos ¿qué evidencia tengo de que mis creencias sobre mí mismo, el mundo y los demás son ciertas? ¿Hasta qué punto esas creencias están condicionando mi forma de estar en el mundo?
Cómo cazar los pensamientos erróneos
Si hubiera una sola regla a dar en este caso, sería algo así como domina tu tendencia a la exageración. Leonor I. Lega y Ellas nos hablan del no puedo “soportantitis”, como una de las expresiones más graficas y afortunadas al respecto para “darnos cuenta” de que dedicamos mucha más energía psíquica a elaborar nuestras quejas que a descubrir cómo soportarlas y enfrentarlas. En ese sentido funciona el “¿Y qué?”
Hay que enseñar a nuestros hijos que el aburrimiento, la tristeza, el cansancio, el abatimiento, el desanimo son emociones normales que los humanos debemos aprender a reevaluar de otros modos mas flexibles y menos polarizados. Lo no adaptativo es EXAGERARLAS.
El maniqueísmo o tendencia a evaluar todo como bueno o malo nos perjudica mucho y supone que deseemos un Mundo armónico, equilibrado, justo, perfecto y bueno de forma permanente. Las personas e incluso el mundo inmaterial de las cosas, parece que debemos aspirar porque por algo nos educan para ello, a esa siempre inalcanzable perfección y si no lo logramos es catastrófico.
La táctica más útil al respecto pudiera ser reducir la tendencia a la exageración de todo lo malo que nos ocurre en la vida y tratar de iniciarnos en el aprendizaje lento, difícil y tortuoso, pero sumamente eficaz de valorar los aspectos pequeños, positivos y agradables de uno mismo, del mundo y de los demás. Se trata en concreto de iniciarse en un aprendizaje hacia una mayor flexibilidad y tolerancia que nos permita, de la misma manera que proponíamos para los síntomas, OLVIDAR lo malo y penoso que nosotros mismos, el mundo o los demás nos presenten en la vida: RESISTIR lo inevitable procurando no huir y luego volver a olvidar y NO PREOCUPARNOS tanto de los fallos propios y ajenos, volviendo a empezar a olvidar lo malo, practicando lo bueno, lo pequeño y lo agradable siempre que podamos y sea posible.
Esta actitud nos puede hacer aprender quizá que nosotros mismos, el mundo y los demás, somos buenos y malos y desde luego sumamente erróneos. Tolerémonos y aceptemos lo posible y responsabilicemos y pidamos responsabilidad sobre lo inaceptable, asumiendo y resistiendo aquello que no nos guste, no deseemos pero que es real y es cierto.
El pensamiento y la emoción
No solo es lo raciona el ámbito en el cual se manifiestan y producen nuestras vivencias. Probablemente es mucho más intenso y confuso nuestro mundo emocional. Cuando una persona se siente incómoda, su pregunta más inmediata suele ser ¿qué me sucede, que me ocurre, por qué, etc.? o preguntas de contenido similar y semejante, en un intento de buscar la causalidad.
Esta actuación suele ser automática, poco reflexiva y genera automáticamente estados emocionales negativos. Una estrategia mucho más fructífera que tratar de entender ¿Qué me pasa o por qué? Es preguntarse ¿Cómo me hace sentir esta o aquella situación?
La razón es simple: preguntando por qué, pongo en marcha mecanismos de auto observación de sensaciones corporales o cognitivo e incluso conductuales de forma poco objetiva, auto-implicándome en la emoción, sensación o percepción que siento y logrando por ello sentir mucho esas vivencias, pero sin poder explicármelas.
Por el contrario, si me pregunto ¿cómo me siento en esa situación? Y trato de apaciguar la tendencia a la exageración y el tremendismo que caracteriza al ser humano, pudiera ser que lograra disminuir o anular los amplificadores atencionales de una observación excesivamente autorreferente.
Para ser más conscientes de que nuestras emociones son mucho menos innatas de lo que pensamos y de que están sumamente influencias por el medio estimular, es bueno y fructífero adoptar ese nuevo esquema de autoanálisis personal, flexibilizando nuestra auto observación del qué me pasa, al ¿Cómo me hace sentir esa situación? Actuando así el cambio es mucho menos difícil, lo que en absoluto significa que sea fácil
(Información extraída de Un método científico para afrontar el miedo y la tristeza / Amado Ramírez Villafañez, 1995)