La psicosis según la definición de la Real Academia de la Lengua Española es una enfermedad mental caracterizada por delirios o alucinaciones, como la es esquizofrenia o la paranoia. Las psicosis se clasifican en psicosis sintomáticas, orgánicas o tóxicas, y psicosis funcionales. Las primeras se deben a un proceso de desorganización lesional o tóxica de los tejidos cerebrales, mientras que las segundas carecen de causa desconocida y son el objeto principal de las discusiones entre psiquiatras organicistas y funcionalistas.
Psicosis sintomáticas
Este grupo abarca todos los trastornos mentales de tipo psicótico que surgen como consecuencia de una afectación lesional o tóxica del cerebro. Se caracterizan por una sintomatología confusional en los casos agudos y transitorios, y por una desestructuración demencional de la personalidad en los casos de evolución crónica. Su curso agudo o crónico depende directamente de la naturaleza aguda o crónica de la afectación original. Se incluyen aquí los síndromes asociados a traumatismos cerebrales, trastornos seniles y arterioscleróticos, lesiones sifilíticas tardías, alteraciones neurológicas crónicas de causa dudosa o desconocida, intoxicación alcohólica, toma de algunos medicamentos, trastornos de la nutrición y trastornos del metabolismo y las glándulas de secreción interna. Es evidente que se trata de un grupo de enfermedades muy amplio en el que se encuentran la medicina interna, la neurología y la psiquiatría y en el que el papel de ésta tiene a menudo un carácter secundario.
Psicosis funcionales
Tienen mayor interés psiquiátrico que las anteriores, por cuanto constituyen enfermedades graves de la personalidad sin causa orgánica apreciable y son el verdadero banco de pruebas de toda teoría psicopatológica. Según un criterio puramente clínico y descriptivo se clasifican en psicosis esquizofrénica y psicosis maniacodepresiva. Es interesante la observación de que uno y otro tipo de psicosis inciden con más frecuencia en las llamadas personalidades psicóticas, sin que ello quiera decir que toda personalidad pre psicótica haya de abocar necesariamente a la enfermedad psicótica. La personalidad pre esquizofrénica se caracteriza por un biotipo asténico (predominio de los diámetros longitudinales sobre los transversales, pecho hundido y perfil de pájaro) y un psicótico esquizoide (introversión, insociabilidad, extravagancia).
Psicosis esquizofrénica
La esquizofrenia es una enfermedad mental que aparece generalmente en la pubertad o juventud y que se caracteriza por un trastorno global de la personalidad, que afecta al pensamiento, al lenguaje, la afectividad y la conducta en general, y por su tendencia a la evolución crónica con desorganización progresiva de la personalidad. Su incidencia llega al 1% de la población general. La cuarta parte de los ingresos en los hospitales psiquiátricos corresponde a esquizofrénicos, quienes ocupan el 60% de las camas de los hospitales. Los síntomas más peculiares y llamativos son el bloqueo psíquico, la experiencia de algo insólito y amenazador presente en el ambiente y que pronto cristaliza en ideas delirantes y alucinaciones y lleva al uso de neologismos personales y extravagantes, porque el lenguaje normal no permite expresar una experiencia tan fuera de lo habitual. También son típicos el sentimiento de perplejidad y los trastornos de la afectividad, que van desde la incongruencia emocional al aislamiento y la indiferencia. La conducta suele ser extravagante e incomprensible si no se aborda a través del conocimiento de las vivencias personales y delirantes del enfermo. En general se distinguen cuatro variedades de esquizofrenia. La esquizofrenia simple tiene un inicio precoz y se caracteriza por su mayor tendencia a la cronicidad y su pobreza sintomática, limitada a la esfera afectiva y a las quejas hipocondriacas. La hebefrenia es parecida a las anteriores, de la que se distingue por el aspecto “estúpido” del paciente y por seguir un curso aun más grave y desintegrador. En la esquizofrenia catatónica predominan los síntomas psicomotores: el enfermo está totalmente aislado del mundo, no habla ni reacciona a los estímulos y puede permanecer largos periodos en posición estatuaria, conservando la postura en que se le deja. La esquizofrenia paranoide es la más frecuente; su comienzo suele ser insidioso y más tardío y en su sintomatología predominan las ideas delirantes de autorreferencia y de persecución. Por lo general se presenta en personas que ya manifestaban rasgos paranoides en su carácter.
Psicosis maniaco-depresiva
Es una forma de psicosis que difiere mucho de la esquizofrenia tanto por su sintomatología como por su evolución. En efecto, la sintomatología se caracteriza por accesos de manía o de depresión de duración breve que pueden alternarse o bien sucederse como crisis repetidas de un mismo tipo. Entre las diversas crisis se intercalan periodos lúcidos que se caracterizan por una normalidad aparente y una duración variable, que puede llegar a ser de años e incluso del resto de la vida en ciertos casos que solo sufre una única crisis de tipo maniaco o depresivo. La edad de presentación de la primera crisis suele ser por término medio más tardía que la de inicio de la esquizofrenia. Se está de acuerdo en que los factores hereditarios y constitucionales son más evidentes en la psicosis maniaco-depresiva que en la esquizofrenia.
Tratamiento de la psicosis
El tratamiento de las psicosis orgánicas es fundamentalmente el de su enfermedad causal, secundado por una terapéutica psicofarmacológica sintomática. En cuanto a las psicosis funcionales, se han producido cambios radicales en las últimas décadas, que han revolucionado el panorama psiquiátrico. Las técnicas terapéuticas actuales se dividen en tratamientos biológicos, farmacoterapia, psicoterapia y tratamiento institucional y pueden asociarse entre sí en distintas formas. El tratamiento biológico más empleado es el electrochoque que a pesar de practicarse mucho menos que hace unos años, sigue teniendo sus indicaciones, especialmente en las depresiones graves con peligro de suicidio. Los psicofármacos se utilizan con buenos resultados. Las técnicas psicoterápicas son variadas y van desde la simple psicoterapia de apoyo, que ayuda a algunos enfermos a controlar sus síntomas y a mantener un equilibrio suficiente para seguir una vida socialmente útil, hasta la psicoterapia profunda de tipo psicoanalítico encaminada a conseguir una modificación duradera de las estructuras psicológicas del psicótico. El tratamiento institucional, que comenzó como un intento de humanización del ambiente de los antiguos manicomios, para convertirlos en verdaderos hospitales psiquiátricos, ha adquirido gran importancia y se ha llegado a la creación de las comunidades terapéuticas, que tienden a responsabilizar a los enfermos de su propia vida en la institución y a reinsertarlos en la sociedad.