Bajo este epígrafe del DSM-IV-TR se encuentra la eyaculación retardada y la aneyaculación; como puede haber orgasmo sin eyaculación, parece lo más adecuado el título de trastorno orgásmico, ya que, en cierta forma, existe una equivalencia con la anorgasmia femenina. A pesar de todo, el DSM-IV-TR establece los mismos criterios diagnósticos para ambos cuadros.
Es una obviedad que uno de los fines de la sexualidad es la reproducción, por lo tanto, mal le iría a la especie humana si no dispusiera de un mecanismo eyaculatorio difícilmente maleable. Hay que pensar, desde un punto de vista evolucionista, que la selección natural habrá pulido dicha mecanismo de tal forma que los casos de fracaso eyaculatorio sean una excepción. De hecho, solo un 0,4% de las consultas al IASP obedecen a ese motivo. Seguramente por esta causa, las investigaciones realizadas a tal efecto son escasas y se tiende a equiparar los dos cuadros (aneyaculación y eyaculación retardada) en el mismo apartado y a entenderlos como un continuo del mismo proceso. Sin embargo, la experiencia clínica revela que ambas entidades no parecen tener mucho que ver, sobre todo desde el punto de vista de la etiología y del pronóstico.
Definición
Si en el caso de la EP se ha visto cómo algunos autores han establecido márgenes temporales a la hora de definirla, no existe ese paralelismo en la eyaculación retardada. Tampoco se han postulado criterios según el número de empujes en el coito. Por tanto, no existen unos niveles objetivos de tiempo a partir de los cuales se pueda hablar de demora eyaculatoria.
Es bastante más fácil definir la aneyaculación pues como su nombre indica, sería la imposibilidad de eyacular tras una estimulación erótica adecuada. En todo caso, no deja de ser una mala definición, toda vez que se especifica lo que se entiende por estimulación erótica adecuada. Pero sin entrar en discusiones filosóficas, hay que tener en cuenta la presencia o no de la sensación orgásmica, pues, aunque infrecuente, se dan casos donde no hay fluido eyaculatorio y la impresión orgásmica persiste. Por otra parte, hay ocasiones donde la emisión seminal no se corresponde con la percepción subjetiva del orgasmo. Quizá por eso, ya en el DSM-III-R se hablaba de orgasmo masculino inhibido y no de aneyaculación. Como se ha citado, en el DSM-IV-TR se ha cambiado por la denominación de trastorno orgásmico masculino, el cual debe cumplir los siguientes criterios:
- Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal, en el trascurso de una relación sexual que el clínico, teniendo en cuenta la edad del individuo, considera adecuada en cuanto a tipo de estimulación, intensidad y duración
- El trastorno provoca malestar acusado o dificultades en las relaciones interpersonales
- El trastorno orgásmico no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I (excepto otra disfunción sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica.
Obviamente, en la definición no se tiene en cuenta a las personas con eyaculación retrógrada que pueden percibir la sensación del orgasmo y no expulsar el liquido seminal, el cual pasa por la vejiga urinaria y se mezcla con la orina. Esta situación, junto con la eyaculación sin orgasmo placentero y la eyaculación asténica (cuando el liquido seminal no sale propulsado, sino de forma babeante) deben diagnosticarse como trastornos sexuales no especificados.
Los trastornos de la eyaculación se dividen en alteraciones por exceso (eyaculación precoz) y por defecto. Estas últimas se clasificarán en función de la fase eyaculatoria afectada:
- Aneyaculación, si existe alteración de la fase de emisión
- Eyaculación retrógrada, si la alteración es de la fase uretral
- Eyaculación asténica, cuando está afectada la fase de expulsión
Según otros autores, la anorgasmia propiamente dicha sería la ausencia de orgasmo en presencia de eyaculación. A diferencia de lo que pudiera pensarse, el nivel de excitación de los afectados puede ser excelente. De hecho, la erección casi nunca se ve perjudicada; sin embargo, el placer alcanza unas cotas de las cuales no es capaz de dispararse y el paciente no detecta sensaciones premonitorias de que la eyaculación va a ocurrir. Generalmente, se encuentra excesivamente atento, evaluando un posible cambio en su respuesta que sirva de desencadenante para eyacular y ya se agobia a medida que pasa el tiempo, hasta alcanzar unos niveles de ansiedad que mantienen el bloqueo eyaculatorio.
Alteraciones orgánicas
- Obstrucción de las vías seminales, generalmente debido a agenesia de vesículas seminales u obstrucción de los conductos eyaculadores, lo que suele suceder como consecuencia de procesos infecciosos.
- Pérdida o disminución de la movilidad de las vías semianales, debido a la alteración mecánica o farmacológica de la inervación responsable de la eyaculación. Entrarían en este apartado las lesiones medulares, las mielopatias, la neuropatía diabética y la neuropatía alcohólica, además de todos los fármacos y drogas que interfieren en la inervación. El 95% de los afectados por lesiones medulares altas padecen trastornos eyaculatorios. El orgasmo es raro debido a la insensibilidad y a veces tras la estimulación erótica aparece una hiperreflexia autonómica (sudoración, hipertensión, cefaleas, etc.) que algunos lesionados experimentan como placenteras por condicionamiento clásico. En las lesiones medias la erección refleja puede permitir, en teoría, la penetración, pero no existirá eyaculación ni orgasmo. Hay que tener presente que el centro responsable de la eyaculación se corresponde con los niveles L1 y L2. En las lesiones bajas el orgasmo y eyaculación son posibles, si bien, ésta no va acompañada de propulsión del líquido seminal. Es común sentir el orgasmo como una sensación placentera en la parte baja del abdomen y en la región interna de los muslos.
- Problemas hormonales. La hiperprolactinemia se ha descrito como responsable de este trastorno en algunas ocasiones, y se retorna a la normalidad tras el tratamiento adecuado
- Causas iatrogénicas, como la cirugía abdominopelviana, la lifadenectomía retroperitoneal, la resección transuretral, etc.
Factores psicológicos
Resulta más difícil precisar los factores psicológicos que inciden en la aparición del trastorno. Masters y Johnson destacan un alto grado de rigidez religiosa, el desprecio hacia la pareja, el deseo de no tener hijos y la aparición de un suceso traumático (el adulterio, el fallo de un contraceptivo y el hecho de ser sorprendido en el momento del coito)
Apfelbaum destacaba que el origen del trastorno se debía a una ausencia de deseo, así la persona no termina eyaculando porque en el fondo, existe una falta de interés. Pero la experiencia propia no se corresponde en absoluto con lo descrito. De hecho, no es infrecuente la observación de casos con tasas de deseo muy elevadas que tras sucesivos fracasos, eluden las relaciones como mecanismo de evitación para no afrontar nuevos desengaños.
Kaplan afirma que la eyaculación retardada aparece en personas incapaces de dejarse llevar debido a sentimientos de agresividad ante su pareja. Sin embargo, muchos de los pacientes con esta disfunción no parecen ajustarse a este esquema.
Haslam centra el origen del problema en el miedo a dejar embarazada a la pareja, a una posible homosexualidad encubierta y en el resultado de haber usado el coito interrumpido como método anticonceptivo.
Carlos Kustenoff ha propuesto la teoría que denomina “síndrome de la erección precoz” en la que considera que la causa radica en una excesiva rapidez al obtener la erección de forma que el paciente justo al inicio de la relación sexual, evoluciona de forma brusca hacia la fase de meseta con un nivel bajo de excitabilidad que no le permite avanzar hasta el orgasmo. Por el contrario, para Rowland el individuo con eyaculación retardada presenta dificultad para mantener la erección, menor satisfacción en pareja, escasa preocupación por eyacular rápido, baja frecuencia sexual, más problemas de salud, excitabilidad subjetiva baja e igual frecuencia masturbadora que el grupo control.
Entre los pacientes del IASP se encuentras características psicológicas muy distintas de unos pacientes a otros y poco o ningún parecido con la muestra de Rowland. No obstante, en la mayoría de ocasiones se aprecian suposiciones acerca de no ser un buen amante, actitudes sexuales negativas, déficit de habilidades sociales para seducir, auto estimulación poco común o ausente, trastorno obsesivo compulsivo, traumas relacionados con la sexualidad, incapacidad de concentración en fantasías o en la relación y estilo de apego evitante.
Casi todas las eyaculaciones retardadas obedecen a cuestiones psicológicas, donde la ansiedad de ejecución puede ser la responsable última del retraso eyaculatorio o el factor mantenedor del proceso. No obstante, cabe destacar que hombres con eyaculación retardada, claramente de origen psicógeno en ocasiones no presentan ninguna característica que se pueda catalogar como patológica y no se atisba ni tan siquiera un mínimo de respuesta ansiosa ante el coito.
(Información extraída de Introducción a la sexología clínica / Manuel Lucas Matheu, 2007)