Los rasgos clínicos de la psicosis de angustia-felicidad son los siguientes:
- Angustia intensa y fluctuante
- Angustia desconfiada
- Felicidad, éxtasis y placidez
- Delirios místico-religiosos
- Preocupación por la muerte
- Alucinaciones visuales complejas
En esta psicosis la ansiedad, que es uno de los síntomas que se observa más frecuentemente no suele darse en forma pura y es habitual que aparezca junto a ideas de referencia, dando lugar a un cuadro de angustia desconfiada cursando con ideas de auto referencia frecuentemente complicada con pseudopercepciones. Así, los enfermos creen que son espiados que los vigilan, temen que serán castigados, etc.
Es frecuente que aparezcan ideas hipocondriacas, con sensación de malestar fisco y no es raro que el paciente esté intranquilo, quejándose a veces con gritos, que realice intentos de fuga y en general, viviendo su situación con intenso terror.
La angustia suele ser fluctuante, es decir, que oscile en intensidad de un momento a otro de su enfermedad, pero también que cambie a la experiencia contraria y el paciente experimente una intensa sensación de felicidad, verdaderas experiencias de éxtasis que pueden ser de felicidad plena.
Perris (1974) llama la atención sobre el hecho de que un análisis superficial puede llevar al diagnóstico equivocado de manía, pero que una adecuada observación del paciente lleva al diagnóstico correcto. De acuerdo con una serie de autores puede afirmarse que frente a la experiencia del maniaco asociada a una manifiesta intranquilidad motora, la experiencia de felicidad del enfermo cicloide es estática, calmada y placentera.
No es infrecuente que el sentimiento de felicidad de estos enfermos se acompañe de una sensación de contacto con Dios, llegándose a verdaderas experiencias de iluminación y de éxtasis pseudomístico, lo que constituye el centro de las psicosis de inspiración. En relación con estas experiencias místicas es interesante destacar, como ha mostrado Leonhard (1959) que los pacientes no se explican el origen de tales vivencias, que no pueden achacar a ninguna circunstancia, por lo que hablan de revelaciones. Los pacientes se sienten profetas, redentores, caudillos y sienten que pueden ayudar a los demás. Proclaman sus ideas con entusiasmo, hablan de forma patética y se sienten impulsados a grandes obras.
Las psicosis paranoides agudas de Kleist, en la que este autor incluye la auto psicosis expansiva con ideas autóctonas de Wernicke y la alucinosis paranoide agudo, el modo en que el paciente vive el delirio es diferente al de los cuadros de grandeza de los enfermos maniacos. Lo que Wernicke entendía por ideas autóctonas eran creencias y revelaciones que crecen repentina y bruscamente, inspiraciones debidas a Dios, los ángeles y los santos. El psicótico de inspiración se siente conmovido y extrañado y si hace cosas importantes es, no porque él tenga ese poder, sino porque le es dado por Dios. Tal como ha señalado Anderson (1938); mientras que el paciente maniaco intenta olvidar sus experiencias al curar de su fase, el paciente cicloide que ha experimentado episodios de éxtasis tiende a interpretarlos como una experiencia enriquecedora que no debe ser olvidada.
Un hecho notable que había señalado Vaillant (1964) en paciente que deben ser diagnosticados de psicosis cicloides (Perris, 1974) y que han sido confirmado por otros autores, es la existencia de una pronunciada preocupación por la muerte, un hecho que ha sido investigado por Perris y que debe ser considerado como característico de estas psicosis. La manifestación más común consiste en rumiación sobre la muerte sin ideas de suicidio, delirios sobre la muerte de parientes o en casos extremos experiencias alucinatorias visuales referentes a cuerpos muertos.
Las experiencias alucinatorias son también frecuentes y estructuradas con el cuadro alucinatorio-confusional o con las experiencias de éxtasis anteriormente descritas. Pueden darse todas las formas posibles respecto al tipo de alucinaciones experimentado y aunque seguramente son mas frecuentes las auditivas son quizás más características las visuales sobre todo si se compara con la esquizofrenia procesual.
Como ocurre con las ideas delirantes, la experiencia alucinatoria del cicloide es también diferente al del esquizofrénico. Tsutsumi et al (1967) analizaron el fenómeno alucinatorio y pusieron de manifiesto que no hay diferencias en términos de incidencia entre la esquizofrenia y la psicosis cicloides, pero que la diferencia se vuelve significativa cuando se analiza el modo de experimentar la alucinación. Estos autores estudiaron especialmente las alucinaciones olfatorias y señalaron que en los esquizofrénicos la alucinación olfatoria es vivida como si el olor procediera del propio cuerpo y fuera percibido por otras personas, mientras que en la psicosis cicloide el olor venia de afuera, de alguna parte y se asemejaba a la experiencia de las crisis uncinadas.
(Información extraída de Psicosis cicloides: (psicosis marginales, bouffées delirantes) / Demetrio Barcia, 1998)