El desdoblamiento de la personalidad no es exactamente una enfermedad, sino más bien el signo de varias enfermedades mentales, muy diferentes entre sí. Como su nombre indica, este fenómeno no concierne a la unidad de la personalidad. Es decir, a la consciencia – que se posee normalmente – de tener una individualidad propia única, insustituible. Con otras palabras, la suma de los diferentes factores que hacen que cada uno de nosotros pueda decir “Yo”, sin ambigüedad. La ruptura de esta unidad de la personalidad adopta un carácter diferente según las diversas enfermedades de que procede. Por ejemplo, en ciertos delirios llamados paranoides, el enfermo está convencido de que existen en él dos seres completamente diferentes, cada uno con su propia vida. Describe sus actos y sus pensamientos como si le fueran extraños, impuestos desde el exterior por algún otro.
Del hecho, es otro “yo” que actúa y que aparece, en el curso del análisis hecho por el médico como la parte de su personalidad que normalmente está sumergida en el subconsciente. Estos delirios van a menudo acompañados de otras manifestaciones morbosas, que definen entonces una enfermedad llamada esquizofrenia.
En otros enfermos, por el contrario se da una sucesión en el tiempo de dos personalidades diferentes. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los “estadios segundos” de la epilepsia, de la histeria o en las psicosis maniaco-depresivas. Los histéricos son siempre los que presentan más a menudo este síntoma; muy útil para el psiquiatra porque le permite diagnosticar la afección de su paciente. La forma más frecuente de estos desdoblamientos sucesivos en el tiempo es el sonambulismo. El sujeto dormido se levanta y camina. Sin dudar, con la mirada fija, es insensible a lo que se interponga en su camino. Hace, sin embargo, ciertas cosas que le son habituales. Puede incluso hablar. Pero es excepcional que realice actos graves, como un homicidio.
Pasado un cierto tiempo, el sonámbulo vuelve a acostarse y continúa su sueño. A la mañana siguiente no se acuerda de nada. Sin embargo, la realización de exploraciones médicas puede hacer resurgir en la memoria del enfermo alguno de los actos realizados en el trascurso de la crisis.
Un estado muy próximo a este sonambulismo (generalmente histérico) se da en los sujetos hipnotizados. En este caso, el “dormido” no se encuentra sometido a su subconsciente, sino a una persona (el hipnotizador), ante la cual manifiesta una perfecta docilidad. Ejecuta las órdenes recibidas no solo durante su sueño, sino incluso después de despertar (y sin saber por qué). Así, por ejemplo, un sujeto hipnotizado a quien durante su sueño se le ha dicho: “Cuando despierte, usted irá a lavar el coche”, va efectivamente a lavarlo, movido por un irresistible impulso, en cuanto sale de su hipnosis
Finalmente, ciertos desdoblamientos de la personalidad afectan la imagen del cuerpo se trata de la “autoscopia”: el enfermo experimenta la existencia de su propio cuerpo como si estuviera fuera de él, como si lo viera reflejado en un espejo. Este otro cuerpo puede ser completo o reducirse a una parte; así, el enfermo ve a veces en el exterior uno de sus órganos profundos: el cerebro, el corazón, por ejemplo.
Pero, aunque de hecho a veces ocurre que el sujeto ve verdaderamente a su doble como si existiera, lo más frecuente es que el desdoblamiento se reduzca a una simple sensación: el enfermo tiene la impresión de tener otro yo a su lado, pero sabe que es él mismo, el que está ahí y no ningún otro.
El desdoblamiento de la personalidad puede observarse, al margen de toda enfermedad mental en individuos sanos. Tales incidentes pueden, en efecto, producirse en estado de adormecimiento o en periodos de gran fatiga. También la tristeza, la idea de la muerte, parecen favorables a la eclosión de este trastorno.
(Información extraída de El médico informa, 1973)