¿Sientes dolores en tus relaciones sexuales?

El vaginismo se define como un espasmo voluntario de la musculatura del tercio exterior de la vagina, que se produce ante cualquier intento de penetración. Muchas mujeres que con este trastorno son capaces de excitarse y alcanzar el orgasmo a través del juego amoroso, siempre y cuando se excluya la penetración. La mujer no percibe la contracción muscular como dolorosa ni siente cuando se produce, por lo que no se da cuenta de la misma. Lo único que percibe es la imposibilidad o extremada dificultad para introducir algo en su vagina, como si hubiera un muro que imposibilitara la entrada. Esto ha llevado a algunas mujeres que padecen este trastorno, a plantearse que carecen de abertura vaginal. Si se intenta la penetración forzando la resistencia, se experimenta dolor. El grado de severidad del problema varía desde mujeres que no pueden someterse a revisiones ginecológicas o colocarse tampones durante la menstruación, a otros casos en los que el malestar aparece exclusivamente en las relaciones sexuales cuando se intenta el coito. Si la pareja acomoda de forma satisfactoria sus juegos sexuales y la mujer no teme que haya intentos repentinos y por sorpresa de penetración, la actividad sexual puede ser vivida de forma placentera, aunque con cierta frustración por las limitaciones existentes. En estos casos se busca ayuda profesional especialmente cuando se desea tener un hijo. En otras ocasiones, sin embargo, cuando la base fundamental de la relación sexual se coloca en el coito, las relaciones sexuales son vividas de manera insatisfactoria, pudiendo no llegar a alcanzar excitación durante el juego por preocupación o temor a lo que sucederá posteriormente ante los intentos de penetración. La relación se carga de ansiedad y es frecuente que se evite. El problema puede aparecer con las primeras relaciones sexuales por lo que en ningún momento ha sido posible el coito o puede ocurrir tras un periodo en el que la penetración se ha realizado sin problemas. Esto a veces sucede tras haber dado a luz, o después de haber sufrido alguna experiencia traumática como, por ejemplo, una violación. (información extraída de Disfunciones sexuales femeninas / M.ª José́ Carrasco, 2001)  

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¿Es el voyerismo una enfermedad mental?

Los criterios diagnósticos del trastorno de voyerismo pueden aplicarse tanto en a los individuos que en mayor o menor medida admiten libremente este tipo de parafilias como a aquellos que niegan categóricamente cualquier tendencia sexual a observar a personas desprevenidas cuando estén desnudas, desnudándose o dedicadas a realizar actividades sexuales a pesar de haber pruebas de lo contrario. Si los individuos que lo admiten explican también malestar o problemas psicosociales debido a sus preferencias sexuales voyeurísticas, entonces se pueden diagnosticar de trastorno de voyerismo. Por otro lado, si refieren que no sufren malestar, demostrado por ausencia de ansiedad, obsesiones, culpa o vergüenza por estos impulsos parafílicos, no hay un deterioro en otras áreas importantes del funcionamiento debido a sus intereses sexuales y sus antecedentes psiquiátricos o legales indican que no actúan de esa manera, entonces puede afirmarse que tienen un interés sexual de voyerismo, pero no deben ser diagnosticados de trastorno de voyerismo. Entre los individuos que no lo admiten se incluyen, por ejemplo, los que han espiado repetidamente en distintas ocasiones a personas desprevenidas que están desnudas o dedicadas a una actividad sexual pero que niegan cualquier deseo irrefrenable o fantasía relacionada con dicho comportamiento sexual y que pueden explicar que los episodios conocidos de observación de personas desprevenidas que están desnudas o en actividad sexual fueran esporádicos y no sexuales. Otros individuos pueden reconocer episodios anteriores de observación de personas desprevenidas que estaban desnudas o sexualmente activas, pero rebatir cualquier interés sexual significativo o continuado de ese comportamiento. Desde el momento en que los individuos niegan tener fantasías con la observación de terceras personas desnudas o en actividad sexual, dichos individuos también negarán sentirse subjetivamente mal o presentar deterioro en lo social debido a sus impulsos. El comportamiento voyeurístico recurrente constituye un argumento suficiente a favor del voyerismo y simultáneamente demuestra que ese comportamiento de motivación parafílica causa daño a terceras personas Espiar “recurrentemente” a personas desprevenidas que están desnudas o manteniendo relaciones sexuales (varias víctimas, diferentes en cada ocasión) puede ser interpretado, como norma general, como la presencia de tres o más víctimas en diferentes ocasiones. Un menor número de víctimas puede satisfacer el criterio siempre que se espíe a la misma victima en varias ocasiones o si hay pruebas que confirman un interés distinto o preferente en observar a escondidas a personas desprevenidas que están desnudas o en actividad sexual. Nótese que la existencia de varias víctimas, como se ha sugerido anteriormente, es condición suficiente pero no necesaria para el diagnóstico; los criterios también pueden cumplirse si el sujeto reconoce un interés sexual voyeurístico intenso. El marco temporal del Criterio A, en el que los signos o síntomas del voyerismo deben a ver persistido durante al menos 6 meses, debe entenderse como una pauta general, no como un umbral estricto, con el fin de asegurar que el interés sexual en observar a escondidas a personas desprevenidas desnudas o en actividad sexual no es meramente transitorio. La adolescencia y la pubertad generalmente incrementan la curiosidad y la actividad sexual. Con el fin de atenuar el riesgo de patologizar el interés y el comportamiento sexual que son normales durante la adolescencia puberal, la edad mínima para el diagnóstico del trastorno de voyerismo se establece en 18 años (Criterio C). Criterios diagnósticos Durante un periodo de al menos seis meses, excitación sexual intensa y recurrente derivada de la observación de una persona desprevenida que está desnuda, desnudándose o dedicada a una actividad sexual y que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables con una persona que no ha dado su consentimiento o los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. El individuo que experimenta la excitación y/o que actúa con un deseo irrefrenable tiene como mínimo 18 años de edad Especificar si: En un entorno controlado: este especificador se aplica sobre todo a individuos que viven en una institución o en otros ámbitos en los que la oportunidad de un comportamiento voyueurista es limitada. En remisión total: el individuo no ha cumplido sus deseos irrefrenables con una persona sin su consentimiento, y no ha existido malestar ni problemas sociales, laborales o en otros campos del funcionamiento durante al menos cinco años en los que ha estado en un entorno no controlado El especificador “en remisión total” no implica la presencia o ausencia continuada de vouyerismo per se, que puede estar presente después de que los comportamientos o el malestar hayan remitido. Prevalencia Los actos de voyerismo son los más frecuentes para un potencial comportamiento sexual delictivo. La prevalencia entre la población del trastorno de voyerismo se desconoce. Sin embargo, basándose en muestras no clínicas de actos sexuales voyeurísticos, la máxima prevalencia del trastorno de voyerismo a lo largo de la vida es aproximadamente el 12% en los hombres y el 4% en las mujeres. Curso y desarrollo Los hombres adultos con trastorno de voyerismo a menudo se dan cuenta por primera vez en la adolescencia de su interés por espiar a escondidas a personas desprevenidas. Sin embargo, la edad mínima para el diagnóstico del trastorno de voyerismo es de 18 años por la dificultad que entraña diferenciarlo de la curiosidad y la actividad sexual propias de la pubertad a esas edades. La persistencia del voyerismo a lo largo del tiempo no está clara. El trastorno de voyerismo, sin embargo, requiere por definición uno o más factores contribuyentes que pueden variar con el tiempo con o sin tratamiento: malestar subjetivo (p.ej., culpa, vergüenza, frustración sexual intensa, soledad), morbilidad psiquiátrica, hipersexualidad e impulsividad sexual, deterioro psicosocial y propensión a comportarse sexualmente espiando a personas desprevenidas desnudas o en actividad sexual. Por lo tanto, el curso del trastorno de voyerismo es probable que cambie con la edad., Factores de riesgo y pronóstico Temperamentales. El voyerismo es una condición previa necesaria del trastorno de voyerismo, por consiguiente, los factores de riesgo del voyerismo deberían a su vez incrementar las

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Características del trastorno somatomorfe

Estos trastornos cuya característica fundamental consiste en síntomas físicos que sugieren enfermedad orgánica, sin que haya datos demostrables de daño orgánico o mecanismos fisiológicos conocidos y donde hay una fuerte presunción o evidencia de que tras los síntomas subyacen factores psicológicos, suponen una importante fuente de pacientes y frustración al médico general, internistas y cirujanos; ello es debido a varias circunstancias: cronicidad de la sintomatología, escaso beneficio de los tratamientos, actitudes dependientes voluntaristas, querulantes, retadoras de los pacientes, siempre dispuestos a explicar, una y otra vez, con prolijidad su sintomatología. A ello se una la rotunda negativa a aceptar las raíces psicológicas de sus molestias. Por ello, estos pacientes son candidatos a la iatrogenia de los procedimientos médicos y quirúrgicos, lo que, a la larga, no hace sino agravar la situación clínica del paciente. No infrecuentemente, se trata de pacientes que, desilusionados y hostiles frente a esa iatrogenia, adoptan una actitud querulante mediante denuncias o procedimientos similares (situación especialmente frecuente para los cirujanos plásticos y maxilofaciales con las dismorfofobias). Al contrario que en los trastornos facticios (auto provocación de síntomas o signos clínicos, fiebre, ictericia, hipoglucemias, etc.) en búsqueda de una relación con el médico y, al contrario de la simulación, donde la finalidad consciente es un beneficio (cambio de estado, dinero, etc.) en los trastornos somatoformes los pacientes no tienen la sensación de controlar o producir sus síntomas. Los distintos subtipos de trastorno somatoforme son: trastorno conversivo, dolor psicógeno, hipocondriasis, trastorno dismórfico, trastorno somatoforme indiferenciado.  Todos estos trastornos psiquiátricos graves y frecuentemente requieren tratamiento especializado y coordinado o dirigido personalmente por un psiquiatra. La derivación de tales pacientes es completa y con frecuencia infructuosa. El paciente lo puede vivir como una agresión o abandono por parte del clínico o bien como una señal de su incompetencia, lo que, con frecuencia, los lleva a un cambio de consulta, siendo al final politratado o polioperado con los riesgos que eso conlleva.  La detención precoz de estos pacientes y una coordinación clínico psiquiátrica es necesaria antes de la derivación. Con frecuencia, el asesoramiento familiar, dentro de las posibilidades que la profesión permite y el paciente consciente, es útil, ya que éstos, a veces aturdidos y angustiados por los síntomas de su pariente, pueden potenciar aún más la actitud de búsqueda de otros profesionales. Trastorno somatoforme Lo más característico es la presencia de quejas somáticas múltiples en cualquier parte del cuerpo, como cefaleas, náuseas y vómitos, dolores abdominales, dificultades intestinales, fatiga, etc. Las quejas son crónicas y fluctuantes en intensidad y normalmente comienzan en la segunda década de la vida. El trastorno es más frecuente en mujeres. Las quejas son presentadas de forma imprecisa, dramática o exagerada. Es necesario buscar antecedentes de contactos con diversos médicos, a menudo con procedimientos diagnósticos y/o quirúrgicos innecesarios. A menudo, es posible la asociación con un trastorno afectivo y/o por ansiedad crónica. Asimismo, con dificultades en las relaciones interpersonales y de pareja (suelen asociar dispareunia, frigidez y dismenorrea). Típicamente son personalidades con rasgos histriónicos (Seductor-dependiente-manipulativo-emocional). El curso del trastorno es fluctuante hacia la cronicidad, siendo el pronóstico, en general, pobre. El tratamiento puede incluir a un médico internista y a un psiquiatra. El primero realizará, periódicamente diagnósticos diferenciales de la sintomatología dolorosa, que procuren una disminución de la angustia del paciente, sus familiares y el propio psiquiatra. El segundo, se proveerá de asesoramiento familiar (que evite la búsqueda de otros recursos sanitarios). Debe proporcionar también el apoyo y la progresiva comprensión de la sintomatología al paciente. Parece útil el uso concomitante de medicación psicótropa, haya o no sintomatología efectiva. Una combinación de amitriptilina (100-150 mg/día) con levopromacina (10-45 mg/día) ha resultado eficaz. No se debe olvidar el estudio del uso de medicación analgésica por parte del paciente y proceder a su desintoxicación en casos de que ésta sea necesaria. Trastorno conversivo El cuadro fundamental consiste en la pérdida o alteración de funciones que afectan, generalmente al sistema sensorio-motor. En ellos, a pesar del uso de cualquier sistema diagnostico conocido, no se aprecian datos patológicos subyacentes. Los síntomas a menudo son y simbolizan el producto de un conflicto psicológico no consciente para el individuo. La sintomatología del trastorno conversivo puede cambiar de un episodio a otro. La aparición de la clínica suele ser brusca y desencadenada a partir de un estrés psicológico. El síntoma permite al paciente mantener su conflicto oculto para él (beneficio primario), no enfrentarse con el agente estresor (beneficio secundario) y una relación estrecha con un clínico (beneficio terciario). Trastorno típicamente descrito en personalidades dependientes e histriónicas, siendo susceptible su aparición en cualquier otro tipo de personalidad en función del grado de intensidad de la angustia. La sintomatología motora más frecuente son los movimientos anormales en todas sus formas: movimientos groseros y rítmicos de la cabeza, brazos o piernas, movimientos convulsivos, astaxiabasia. La sintomatología sensorial más habitual es la anestesia asociada a la parálisis de un miembro o del hemicuerpo, siguiendo una distribución casual, no metamérica. Dentro de los órganos de los sentidos, la ceguera, total o parcial, uni o bilateral es la más habitual. Peculiar dentro de ésta es la visión tubular, en la que el campo de visión tubular, en la que el campo de visión queda limitado a un punto central de diámetro variado. La sintomatología dolorosa, en sus manifestaciones más diversas, tienden hoy en día a diagnosticarse de forma separada (como trastorno somatofore, dolor psicógeno, etc.), si bien, el mecanismo subyacente es, en la mayor parte de los casos, similar. El curso y pronóstico de la enfermedad es tan imprevisible como la sintomatología y no está sujeta a ningún patrón. Las variaciones de la misma irán en relación con el mantenimiento de los beneficios primario y secundario. En general, el pronóstico es mejor cuanto más agudo e importante ha sido la situación estresante que lo ha precipitado. Por ejemplo, tiene mejor pronóstico la parálisis de la mano derecha en tiempo de guerra en un soldado que debe ir al frente, que la misma situación de dicho sujeto en tiempo de

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¿Se nace con esquizofrenia?

La esquizofrenia se trata del trastorno psicótico más frecuente. Independientemente de razas y culturas afecta a cerca del 1% de la población. Ocurre con más frecuencia en poblaciones urbanas y en clases sociales bajas, aunque no es la pobreza lo que causa la enfermedad al condicionar su accesibilidad, evolución y posibilidades terapéuticas. Afecta por igual a ambos sexos, con una edad media de aparición entre 25-28 años. Hay una multi determinación en la aparición del síndrome esquizofrénico (genética, biológica, social, ambiental, psicológica). Se trata de un síndrome clínico, no de una enfermedad específica y su diagnóstico es un diagnóstico clínico, así como el de sus cinco sub variedades. Aunque la naturaleza de la enfermedad es desconocida, la posibilidad de realizar un diagnóstico adecuado con criterios validados es mucho más viable actualmente. Clínica La mayoría de los pacientes presentan sintomatología activa solo una pequeña parte de su vida y pasan muchos años en una fase residual durante la cual los signos clínicos identificables son mínimos. Fase prodrómica. Algunos presentan una personalidad previa típica, “personalidad presisótica” caracterizada por timidez, retraimiento, aislamiento familiar y social progresivo, dificultades de atención, concentración y rendimiento, con fracaso escolar, a pesar de tener una inteligencia normal, pérdida de interés por las tareas que desempeña previamente, frialdad afectiva y carácter huidizo, tendencia a la soledad y desinterés por la sexualidad. Hay que estar atentos si un paciente refiere esto en una consulta y debemos preguntar sobre extrañezas, rarezas, conductas sin sentido, risas inapropiadas, etc. pues será el médico de Atención Primaria quien, en muchos casos, escuche la queja de una madre, que puede aparecer marginalmente o vehiculada a través de otras quejas. La derivación al psiquiatra correspondiente es mandataria por pura prevención primaria. Fase aguda. Un paso más adelante se sitúa el cuadro agudo o primer brote esquizofrénico, que aparece sobre finales de la segunda década y principio de la tercera (15-25 años). A veces se puede identificar una causa desencadenante, pero no siempre. El cuadro agudo presenta una mezcla variable de algunos de los siguientes síntomas: Trastorno formal del pensamiento. Pensamiento ilógico, incomprensible e incoherente con: Pérdida de asociaciones. Ideas desconectadas, alternando unas y otras hasta hacerse incoherentes. Palabras nuevas realizadas con trozos de otras, incomprensibles El paciente interrumpe su discurso en mitad de una frase por diversos motivos (alucinaciones, etc.) durante segundos o minutos. Repetición de palabras o frases sin interés de cara a la comunicación Tendencia a ligarse a lo formal de la expresión con pérdida del simbolismo Pobreza del contenido. Puede hablar mucho y decir poco Trastorno del contenido del pensamiento. Delirios. Ideas, creencias, vivencias, etc. más allá de la credibilidad y que no se modifican ante evidencias en su contra. Aparecen en algunos trastornos psicóticos, aunque algunas formas específicas son particularmente frecuentes en la esquizofrenia. Cuanto más aguda es la psicosis, mayor es la tendencia a que el delirio sea desorganizado y no sistematizado. Existen diversos tipos: persecutorio, no sistematizado, de grandeza, de influencia, de referencia, etc. Trastorno de la percepción. Lo más comunes son las alucinaciones auditivas, menos olfativas y táctiles y casi nunca visuales. Las alucinaciones auditivas (voces) son percibidas como provenientes del espacio externo o de su cabeza y sentidas como reales sin posibilidad de resistirse a ellas. Pueden comentar sus actos o darle órdenes imperativas y acompañarse de ilusiones, despersonalización, desrealizacion y tener carácter corporal. Trastorno afectivo. Lo más habitual es la inestabilidad, con cambios frecuentes de uno a otro polo, la afectividad inapropiada e inmotivada, o la falta de afecto que aparece como monocorde, careciendo sus verbalizaciones del menor contenido emocional Trastorno de la conducta. Cabe cualquier conducta, desde la más extravagante e inapropiada, carente de sentido y finalidad lógica hasta conductas agresivas disruptivas. Conductas sexuales inapropiadas, infantiles, rituales, etc. todo lo imaginable, desde motivaciones de carácter delirante o alucinatorio. Los apartados descritos en una combinación variable constituyen un brote esquizofrénico que puede durar días o meses, a veces años, dependiendo de qué tratamiento siga. Muchos pacientes tienen brotes a lo largo de su vida separados por meses o años. Durante los tiempos entre brotes presentan algunos síntomas residuales, aunque algunos pacientes retornan a la normalidad entre brotes. Hay que estar atentos a los primeros signos que nos indican que comienza un nuevo brote, típicamente serán: mayor inquietud, excitabilidad, dificultad para dormir, apatía y tristeza, dificultades de concentración, anhedonia, pérdida de apetito y comienzo de conductas o gestos no habituales. Ante estos signos, de nuevo la derivación cuanto antes al psiquiatra es lo apropiado. Fase residual. Después de algunos brotes y con la lógica variación de un paciente a otro, entran en lo que se llama fase residual. Los pacientes están aislados, retirados de la vida productiva, con cierto grado de marginación social y familiar, han perdido sus amigos y trabajos, incluso por su propia falta de interés o por sus comportamientos. Su pensamiento y lenguaje es vago, sentido como vacío o absurdo por los demás. Se sienten diferentes de los demás, a veces con la idea de poseer poderes o sensibilidades especiales, acompañados de experiencias psíquicas diversas. Su apariencia personal y modales se habrían deteriorado y tendrán una actitud afectiva fría, lineal o inapropiada. Son incapaces de experimentar placer y tienen dificultades para llevar una vida autónoma con un espectro que va desde la acogida familiar, pasando por instituciones, hasta la marginación total. Ya no tienen la aparatosidad y el dramatismo de la época en que tenían brotes agudos y permanecen en esa fase durante muchos años. Éstos son los signos más comunes que se observarán en consultas de medicina primaria, en relación con sus tratamientos, efecto de éstos, problemas incurrentes, etc. La mayoría de los esquizofrénicos presentan una clara falta de conciencia de enfermedad, aunque su trastorno sea evidente para los demás. Eso hace que su tratamiento no sea fácil ni siquiera para el médico, ni para la familia a la hora de instrumentar ayudas Diagnóstico Catatónica. Muy poco frecuente en la actualidad. Predominio de la esfera motora en la sintomatología con poca o nula

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Trastornos psicosomáticos en la salud mental

Este grupo de trastornos se caracteriza por síntomas físicos causados por factores emocionales y que afectan a un único órgano o sistema, inervado por el sistema nervioso autónomo. Los cambios fisiológicos que acompañan estos trastornos son aquellos que se unen normalmente a ciertos trastornos emocionales, pero que en este caso son más intensos y mantenidos. El paciente puede no ser consciente de su estado emocional (DSM-II). Algunos ejemplos de trastornos psicosomáticos son: acné, alergias, alopecias, edema angioneurótico, arritmias, asma bronquial, jadeo asmático, cardio espasmo, diabetes mellitus, úlcera duodenal, hipertensión esencial, úlcera gástrica, cefaleas, hiperinsulinismo, hipertiroidismo, hipoglucemias, enfermedades autoinmunes, colon irritable, cefalea migrañosa, colitis mucosa, náusea, neuro dermatitis, obesidad, dismenorrea, prurito anal, piloroespasmo, enteritis regional, artritis reumatoide, dolor sacroilíaco, enfermedad de la piel, colitis espástica, taquicardias, cefalea tensional, tuberculosis, colitis ulcerosa, urticaria, vómitos, verrugas. Los autores de este libro quieren destacar por la importancia en las consultas médicas cuatro de ellos para ahondar en mayor profundidad: síndrome de hiperventilación, colon irritable, úlcera péptica e hipertensión esencial. Síndrome de hiperventilación Poco referido en la clínica para la altísima morbilidad de este trastorno. Clínicamente se manifiesta, en los casos más dramáticos, por pérdida de conciencia y en los menos por una progresiva secuencia de síntomas como vacío en la cabeza, vértigo/náuseas, zumbido de oídos, visión borrosa, parestesias. Otros síntomas pueden ser sequedad de boca, llanto o risa incontrolable. Ocasionalmente, tras la hiperventilación, le siguen períodos de apnea. A todo ello se une la aprensión y angustia. La sintomatología es fácilmente reproducible pidiendo al paciente que hiperventile durante unos minutos en la consulta. La hiperventilación es un síndrome fisiológicamente asociado a situaciones de miedo, ansiedad, dolor o rabia. El mecanismo fisiológico consiste en una alcalosis respiratoria que provoca el vaso construcción de las arterias medias del cerebro y del corazón. En el electroencefalograma se aprecia un aumento de ondas lentas de alto voltaje. La aparición de sintomatología se facilita por tres circunstancias: bipedestación, hipoglucemia y edad inferior a 35 años. Es necesario hacer un diagnostico diferencial con epilepsia, histeria, hipoglucemia, crisis vagales, infarto agudo de miocardio, síndrome de StokeAdams y arritmia cardiaca. El tratamiento de la crisis aguda es fácil: el paciente debe inspirar su propio aire preferiblemente en decúbito, ayudándose, por ejemplo, de una bolsa de plástico, hasta que remita la alcalosis. A largo plazo, resulta útil una reeducación de la dinámica respiratoria (relajación, yoga, etc.). En pacientes neuróticos puede ser necesaria una psicoterapia que ponga de manifiesto las situaciones ansiógenas o fóbicas del paciente, por lo que procede la interconsulta para la evaluación y, en su caso, la derivación al especialista. Síndrome de colon irritable Este impreciso síntoma es referido a un estado más o menos crónico durante el cual hay periodos de cambios evidentes en los hábitos intestinales, a menudo asociados con dolor y flatulencia. Supone más del 50% de las consultas realizadas a especialistas del aparato digestivo. Es necesario indicar que un buen número de pacientes diagnosticados de síndrome de colon irritable (SCI) no padecen ningún trastorno gastrointestinal, sino algún trastorno psiquiátrico como trastorno por somatización, neurosis de conversión, preocupaciones hipocondriacas como parte de una sintomatología compulsiva o caracterial más compleja. Otros son ansiosos o depresivos que hipervaloran sus molestias y se auto vigilan. En otro grupo, el síndrome lo motivan dietas inadecuadas, aerofagia o consumo de alcohol. Rara vez es la toma de laxantes o antiácidos lo que subyace tras la sintomatología intestinal. En cualquier mamífero se producen cambios del ritmo intestinal en función de sus vivencias y emociones. En los pacientes con SCI se ha encontrado una alteración fisiológica de mayor reactividad intestinal a esos cambios, fundamentalmente a expensas de un aumento del porcentaje de las ondas de bajo ritmo (tres ciclos por minuto, uno de los dos tipos de ondas intestinales). Asimismo, se ha apreciado que estos pacientes tendrían un bajo umbral al dolor por cambios en la motilidad intestinal. Aunque se ha querido describir un prototipo psicopatológico del paciente con SCI, ha sido imposible. En todos ellos son reconocibles alteraciones crónicas, ya sea en relación con la ansiedad, depresión, resentimiento y la culpa, siempre en un grado moderado. Se ha querido relacionar la diarrea con rasgos de personalidad agresivos y explosivos, y el estreñimiento con la contención de agresividad, tacañería y meticulosidad. No se ha encontrado un tratamiento eficaz para este trastorno. Los ansiolíticos y antidepresivos parecen actuar como un placebo y son los cuidados y atenciones del médico por sí mismos, los que consiguen mayor eficacia. A las personas en las que este trastorno provoca una incapacitación social o un grave deterioro de la autoimagen personal se les debería orientar a una psicoterapia clásica, por lo que deben ser derivadas, para su evaluación al escalón especializado. Úlcera péptica Una gran cantidad de estudios demuestran que los factores psicológicos afectan a la función gástrica. La influencia de estos cambios de función en la producción de úlceras no está del todo aclarada. Quizás, las áreas hiperémicas, la hipersecreción e hipermovilidad que se aprecia en personas que sufren de sentimientos de rabia, frustración o rencor, unido a la fragilidad de la mucosa, dejan el campo abierto a la acción del jugo gástrico sobre la pared. Se han desarrollado múltiples teorías acerca del perfil del paciente ulceroso, de las que la más importante es la de Alexander: una personalidad extraordinariamente dependiente, hecho inconsciente para el propio sujeto y que estaría encubierta con una aparente actitud de hiperdependencia, ambición, emprendedor y competitivo, lo que provocaría una sensación de insatisfacción crónica (“hambre crónica”) que conduciría a una hiperactividad vagal o de hiperproducción de pepsinógeno, que concluiría en hipersecreción de ácido y formación de úlceras. No hay estudios sistematizados sobre la eficacia de los tratamientos de abordaje psiquiátricos. Parece que tanto el asesoramiento para llevar un estilo de vida más familiar como las técnicas cognitivas para reducir el estrés han tenido utilidad fundamentalmente en la prevención de las recaídas. Hipertensión esencial Si bien no se ha encontrado una causa única precipitante de la hipertensión esencial (HE) han sido propuestas, sustentadas en

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¿Cómo se diagnostica la discalculia?

Algunas personas, a pesar de ser inteligentes, son negadas para los números. Operaciones tan simples como calcular el cambio después de haber pagado con un billete de 20 euros una compra de 13 euros se convierten en un atolladero. Constantemente precisan de los dedos para hacer las cuentas. La dificultad para hacer estimaciones de distancias, de tamaños, de intervalos de tiempo, etc. se convierten en un agobio que surge en cualquier momento. Las personas discalcúlicas son una nulidad para los números, un desastre para las matemáticas y ello a pesar de ser tan inteligente como cualquiera en otros campos. En cierto modo, es un problema similar a la dislexia, pero aplicado a los números. Sin embargo, es mucho menos conocido. La discalculia es un trastorno del aprendizaje que ha merecido menos interés que la dislexia, a pesar de tener una alta prevalencia y una considerable repercusión escolar, social y laboral. La confusión sobre la discalculia ya se pone en evidencia al analizar el desacuerdo en la terminología. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR) utiliza el término trastorno de las matemáticas y propone los siguientes criterios: Habilidad para las matemáticas valorada por test estandarizados, sustancialmente por debajo a la esperada por la edad cronológica, inteligencia y nivel educativo. La dificultad interfiere en el rendimiento académico o las actividades diarias que requieren el cálculo. Si hay un déficit sensorial, las dificultades para las matemáticas, exceden las que se derivarían de dicho déficit. Al igual que se apunta para la dislexia, es muy probable que el DSM 5 adopte el término discalculia, con lo que acredite de este modo dicha denominación avalada por la extensión de su uso. La heterogeneidad del conocimiento matemático ha generado diversas interpretaciones a la hora de definir el fracaso en el aprendizaje matemático. De entrada, cabe plantearse si las diversas denominaciones equivalentes a discalculia realmente significan lo mismo. Pero el problema básico no reside en la terminología utilizada, sino en el método diagnóstico utilizado y en el concepto del trastorno. Puesto que las falibilidades matemáticas se pueden valorar de forma muy diversa y amplia, según el test utilizado y el punto de corte que ha marcado el diagnóstico, se han configurado grupos de pacientes no siempre equiparables entre unos y otros estudios. La conceptualización del DSM ha causado cierta confusión, por la razón de que la habilidad para las matemáticas es un concepto poco acotado. A diferencia de la lectura, que es un proceso relativamente unitario, el manejo de las matemáticas comporta mecanismos cognitivos muy diversos; pero además las habilidades matemáticas son muy heterogéneas. No es lo mismo el cálculo mental que el aprendizaje memorístico de las tablas de multiplicar; no es lo mismo hacer un cálculo aproximado sobre el número de niños que hay en clase que aplicar la fórmula de la superficie del círculo; no es lo mismo saber y aplicar la mecánica de resolución de ecuaciones que pensar todos los días que faltan para las vacaciones. Pero incluso dentro de una misma operación matemática están implicadas habilidades distintas y no necesariamente dependientes unas de otras. Es más que probable que el DSM 5 prescinda de la ambigüedad del concepto habilidad para las matemáticas y lo sustituya por dificultades en las habilidades numéricas básicas, incluidas bajo esta idea las dificultades en la generación o comprensión de cantidades, símbolos numéricos y operaciones aritméticas básicas. Para el aprendizaje de las matemáticas, se ha propuesto la implicación de los siguientes procesos: Memoria semántica (lingüísticos): conocer y nombrar los términos, operaciones y conceptos matemáticos y descodificar problemas escritos en símbolos matemáticos, así como seguir secuencias de pasos matemáticos, contar o recordar las tablas de multiplicar. Memoria de trabajo (atencionales): copiar números o figuras correctamente, acordarse de llevar o fijarse en los signos operacionales. Habilidades perceptuales: recordar o leer símbolos numéricos o signos aritméticos y formar agrupaciones de objetos. Sentido numérico: numerosidad. En el primer aspecto, lingüístico-semántico, están desfavorecidas las personas que padecen trastorno específico del lenguaje o dislexia. Muchos niños disléxicos lamentan sus dificultades para resolver problemas porque  no entienden el enunciado; pero cuando alguien se lo sintetiza, usando un lenguaje más claro y sencillo, están salvados. Igualmente tienen dificultad para recordar los datos aritméticos (tablas de multiplicar, fórmulas matemáticas, etc.), sin embargo, cuando tienen a mano una calculadora o pueden consultar la fórmula, funcionan de maravilla. También se ha atribuido la responsabilidad a la baja memoria de trabajo, lo cual correlacionaría el fracaso matemático con el trastorno de déficit de atención/hiperactividad. Las personas con dicho trastorno tienen una memoria operativa bastante pobre. Puesto que la mayor parte de razonamientos matemáticos implica mantener en el pensamiento consciente un cierto número de datos de modo simultáneo, también en este caso no es raro que exista un fracaso en el aprendizaje y uso de las matemáticas. Un problema perceptual puede expresarse, entre otros muchos aspectos, mediante la dificultad para el reconocimiento visuoperceptivo de la forma de los números, de las alineaciones de las operaciones matemáticas y de la identificación de los signos aritméticos. Estos aspectos han quedado enfatizados en los trabajos de Rourke sobre el llamado trastorno del aprendizaje no verbal. Según este autor, una de las características del trastorno de aprendizaje no verbal, es la dificultad para el cálculo matemático, la cual estaría vinculada al déficit visuoespacial propio de trastorno. Probablemente, también influye la dificultad que tienen los sujetos afectos de trastorno de aprendizaje no verbal para incorporar y aplicar rutinas cognitivas, tan necesarias en los procedimientos aritméticos. De todos modos, se debe enfatizar la dudosa entidad del trastorno del aprendizaje no verbal como un trastorno especifico del neurodesarrollo. Una interpretación práctica idéntica a la de Rourke, pero bajo la atribución de una localización opuesta, es la que parte de la asociación de la discalculia a digrafía, dificultades de discriminación derecha-izquierda y agnosia digital. Este conjunto de síntomas se ha denominado síndrome de Gerstmann. Sin embargo, el hecho de que estos síntomas puedan aparecer combinados de modo diverso con otras manifestaciones hace improbable que dichas dificultades

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¿Cómo esta tu estado de ánimo hoy?

Si quiere saber en qué grado se encuentra su talante, su ánimo, responda rápidamente, sin reflexionar y simplemente a las preguntas. Si está de acuerdo con cada una, responda SI, de lo contrario responda NO. Anótese un punto un punto cada vez que haya dicho SI a las preguntas comprendidas entre el 1 y el 29. Desde el 30 y hasta el 72 anóteselo cuando haya respondido NO. Sume el total de puntos. Después haga un cálculo, anote el total de puntos obtenidos ante cuestiones precedidas de un asterisco y si el total sobrepasa los 5 puntos, sus respuestas no han sido muy sinceras. Su deseo es presentarse mayor de lo que es  “arreglando” un poco la realidad. Tiende a auto engañarse, desconfiando de su espontaneidad y de sus tendencias secretas. Si ha obtenido menos de 6 puntos, pase a sumar el total de sus puntos y compare con su perfil psicológico según los resultados. Nunca me he sentido tan bien como ahora Me gustaría ser periodista Olvido las cosas que me dicen Nunca hablo a los desconocidos, a no ser que ellos se dirijan a mí Bebo mucha agua diariamente Me encolerizo con facilidad y lo olvido fácilmente Hay animales que me ponen nervioso Las personas necesitan muchas explicaciones para convencerse de la verdad Me gustaría no ser tímido Es mejor no confiar en nadie Cada semana, siempre hay algún día que me siento muy excitado En mi opinión, la mayoría de las personas son capaces de mentir para conseguir alguna ventaja Me gusta la sección de sucesos en los periódicos Bastante a menudo fracaso por no decidirme a tiempo Hay personas tan autoritarias, que siento la necesidad de llevarles la contraria aun en el caso de que me parezca que tienen razón en lo que dicen Me da miedo pensar en los temblores de la tierra Soy una persona importante Reconozco que a veces me he preocupado por cosas que realmente no valían la pena El ruido me despierta fácilmente Me gusta flirtear Suele ver el lado negativo de las cosas Dicen que me pongo nervioso con facilidad No me gusta tener que esperar Me convencen fácilmente las explicaciones A veces tengo la sensación de ser inútil Me da la impresión, a veces, de tener muy sensible la parte superior de la cabeza Estoy muy preocupado por las cuestiones sexuales Creo ser más sensible que los demás y que las cosas me afectan más No me gusta aportar ninguna cantidad de dinero a ningún juego. No me gusta nadar en el mar No suele dolerme la cabeza Mi salud ha sido buena estos últimos años Nunca me he desmayado Me gusta visitar sitios nuevos Las arañas no me dan miedo Mi vida familiar es tan agradable como la de la mayoría de las personas que conozco No siempre digo la verdad * No me dan miedo las culebras Ni engordo ni adelgazo A veces tengo ganas de emplear palabras malsonantes * Tengo casi siempre un buen despertar La justicia me inspira desprecio cuando alguien criminal sale bien parado gracias a los argumentos inteligentes del abogado Me gustan las novelas de detectives y de misterio No soporto perder en el juego Creo que, para mí, lo mejor es callarme cuando me encuentro en situación desairada No me preocupan mucho las enfermedades que puedan venirme Hay muchas cosas que me interesan en mi vida normal No tengo miedo al agua A veces me encuentro con personas que pasan por expertas en una materia y que no sabían mucho más que yo acerca de ella No me da miedo el vérmelas con grandes sumas de dinero Suelo mantenerme en guardia respecto a personas que adoptan hacia mí una actitud mejor de la que esperaba Me siento a veces muy decidido a acometer cosas Soy muy sociable Creo que hay personas que exageran sus problemas con objeto de lograr la simpatía y hasta la ayuda de los demás Me gustan muchos los juegos y los pasatiempos Nunca me duele la nuca A veces me río ante una broma grosera No creo ser más nervioso que la generalidad de las personas Suelo dejar para más adelante cosas que podría hacer en el momento * Me encanta bailar Suelo dormirme sin estar atormentado por pensamientos o ideas Creo que mi memoria es buena No siempre mis costumbres en la mesa son tan buenas en casa como fuera de ella * Normalmente tengo calientes los pies y las manos Algunas veces me pongo a pensar en cosas desagradables para poder hablar luego de ellas * Enjuicio las cosas mejor que nunca A veces me da por murmurar * Si pudiera entrar en un cine sin pagar, con la certeza de que nadie se enteraría, lo haría * Estoy satisfecho en mi vida sexual A veces tengo mal humor si no me siento bien * No todas las personas que conozco me caen bien * Algunas veces me encolerizo Resultados De 50 a 72 puntos. No se encuentra en su mejor momento. Está ansioso, inhibido y se niega a sí mismo el disfrutar de muchos placeres de la vida. Está preocupado por su salud: debe, por ello consultar y comprobar el posible fundamento de sus preocupaciones. Después debe intentar poner su atención en las cosas externas a sí mismo. Se siente a veces deprimido y sin gusto por la vida. Intente descubrir de una vez para siempre las causas de esta situación y ábrase hacia el porvenir. De 20 a 50 puntos. La preocupación por sí mismo no es excesiva, sabiendo aceptar riesgos calculados. Hay veces que se muestra más angustiado de lo que está, extrañando por ello a las personas que lo rodean. Sus inquietudes desparecen fácilmente y su sentido de la adaptación social le permite encontrar el equilibrio perdido momentáneamente. En resumen: su personalidad presenta esa pequeña dosis de incertidumbre necesaria para dar prestancia a su personalidad viva y simpática. De 10 a 20 puntos. La preocupación por su propia persona es equilibrada.

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¿Cuántas personalidades puede tener una persona con trastorno disociativo?

El grupo de los trastornos disociativos constituye la parte de los cuadros clásicamente considerados como histéricos, en los que la sintomatología predominante se refiere a una alteración de las funciones normales de integración de la identidad, memoria o conciencia. Se han especulado con que los cuadros histéricos clásicos han disminuido en frecuencia a lo largo de los años, sobre todo en el caso de la personalidad múltiple, aunque esta afirmación es bastante difícil de confirmar, pues no hay suficientes datos disponibles y la publicación de casos depende, en ocasiones, más del interés que éstos despiertan que de su incidencia real. En todo caso, y prescindiendo de la personalidad múltiple, ninguna evidencia sugiere que haya habido una disminución en la incidencia del resto de los trastornos disociativos. En relación a la etiología de estos cuadros, se han llevado a cabo multitud de investigaciones tendentes a encontrar alguna alteración neurofisiológica implicada en su patogenia, relacionándose con el sistema reticular activador ascendente, las proyecciones talamocorticales y otras vías neurológicas. Los autores se pasan en los datos que aporta la hipnosis y el estudio de la dinámica inconsciente. Los fenómenos que ocurren en estado hipnótico, sobre todo la amnesia posterior del episodio y la posibilidad de la sugestión posthipnótica, que consiste en la realización por el sujeto de una orden recibida en el trance hipnótico y que el individuo lleva a cabo de modo automático y sin tener conocimiento del por qué de su acción, sugieren un mecanismo psicológico similar al que tiene lugar en los pacientes que padecen trastornos disociativos, aunque no sepamos en qué consiste exactamente. Por otro lado, se introduce la cuestión del grado de sugestionabilidad de cada sujeto, importante para determinar la facilidad para alcanzar estos estados y que es elevado en los pacientes histéricos. La cuestión básica planteada por los estudiosos de la dinámica inconsciente es el hecho de que determinados contenidos psíquicos, en determinadas circunstancias, escapan al control de la conciencia, a la que no pueden acceder de modo voluntario. Los síntomas histéricos se entenderían como el efecto que estos contenidos psíquicos ausentes de la conciencia pueden tener sobre ciertas operaciones de la mente consciente del paciente y sobre su funcionamiento corporal. Dilucidar si estos contenidos se hacen inconsciente por un proceso mental pasivo o por un proceso activo es importante a la hora de una terapéutica profunda del caso, no es relevante para entender el tratamiento de estos pacientes y se trata de una discusión que escapa a los objetos aquí propuestos. En cualquier caso, el proceso de separación de la conciencia de contenidos psíquicos se produce en ocasiones cuando el paciente afronta una situación que le sobrepasa por la ansiedad que le causa. Pero esta situación recae sobre un sujeto con conflictos intrapsíquicos importantes, que suelen tener patrones de personalidad neurótica, en el sentido de padecer un sufrimiento exagerado y poseer una menor cantidad de recursos para asumir los acontecimientos vitales estresantes. El fenómeno de la disociación explica tanto los trastornos disociativos como los conversivos y su diferenciación clínica es superficial, en función de la naturaleza de los contenidos psíquicos que han sido disociados. Todo lo dicho sirve para ambos trastornos. Cuadros clínicos Personalidad múltiple. Este trastorno consiste en la existencia de dos o más personalidades o estados de personalidad distintos, entendiendo por personalidad una forma sólida de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y el propio yo y que se manifiesta en un amplio margen de contextos sociales y personales importantes. Las distintas personalidades tienen memorias particulares, pautas de conducta y relaciones sociales individuales, aunque en algunos casos las memorias pueden compartirse en modo diverso. Las personalidades pueden conocerse o no entre sí, en todas las variaciones posibles. El paso de una personalidad a otra suele producirse abruptamente, con frecuencia en relación a situaciones de tensión. La personalidad múltiple es más frecuente en adultos, aunque suele iniciarse en ocasiones en la infancia. Aparece más veces en mujeres. Su curso es crónico, y su pronostico no es bueno, pues se trata del trastorno disociativo más serio, que supone mayores alteraciones de la función del yo y del proceso de identificación. Fuga psicógena. Este trastorno consiste en la realización de viajes repentinos e inesperados lejos del hogar o del puesto de trabajo, asumiendo una nueva identidad, con incapacidad para recordar la identidad previa, pudiendo haber perplejidad o desorientación. Después de la recuperación, hay una amnesia total del episodio. Debe destacarse un trastorno mental orgánico concomitante. Suele aparecer después de un estrés psicosocial intenso, y la ingestión de alcohol en gran cantidad puede actuar como factor predisponente. La fuga suele durar poco (horas o a lo sumo días), y la recuperación es rápida, siendo poco frecuente las recaídas. Amnesia psicógena. Se trata de una incapacidad repentina para recordar informaciones personales importantes sin que exista un trastorno mental orgánico; la alteración es de un grado que no puede explicarse como un olvido ordinario. Durante el periodo amnésico, puede haber perplejidad y desorientación, desarrollando el paciente una actividad sin propósito. Cuando el periodo de tiempo para el que existe amnesia pertenece al pasado, el individuo es consciente de la alteración de su recuerdo. Es un trastorno más frecuente en adolescentes y jóvenes, sobre todo del sexo femenino. Suele aparecer tras una crisis psicosocial intensa y la amnesia termina bruscamente. La recuperación es completa y las recaídas son poco frecuentes. Trastorno por despersonalización. La sintomatología esencial de este trastorno consiste en la presencia de episodios persistentes o recurrentes de despersonalización, suficientemente graves como para causar molestias notables. La despersonalización supone una alteración de la percepción o experiencia del propio yo, en la que cambia o se pierde temporalmente el sentido habitual de la realidad. Esto se manifiesta por una sensación de distanciamiento o de ser una especie de observador exterior del propio cuerpo y de los propios procesos mentales; también por una sensación parecida a la de ser un autómata o de estar soñando. Suele haber también una alteración extraña del ambiente que rodea al individuo. El diagnostico no

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¿Qué es el trastorno de Tourette?

El trastorno de Tourette (TT) se define por la asociación de tics motores y tics fónicos con un carácter crónico. La última versión del Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR) lo incluye dentro de la categoría genérica de trastornos de tics. Dentro de los trastornos con tics, además del TT se distinguen el trastorno crónico de tics motores o fónicos y el trastorno de tics transitorios. El DSM-IV-TR introdujo una sutil pero trascendental modificación a los criterios de la versión anterior. El DSM-IV requería que los tics generaran un notable malestar o un deterioro significativo en la vida social o laboral. La supresión de este criterio en el DSM-IV-TR ha supuesto un cambio radical en la forma de entender el trastorno. Los tics son movimientos involuntarios (o semivoluntarios, porque no se puede reprimir durante unos minutos), no propositivos, generalmente bruscos, repetitivos, no rítmicos y estereotipados que afectan a un grupo de músculos. A diferencia de otros movimientos anormales, los tics no interrumpen actividades habituales como comer con la cuchara o beber en un vaso. Es también característico que puedan persistir durante el sueño. Ciertos tics pueden ser inapreciables para un observador (por ejemplo, una contracción abdominal). Además de motores y fónicos, los tics pueden ser simples y complejos. Un tipo de tic fónico que ha alcanzado una cierta publicidad y popularidad es la brusca emisión de tacos, en general de forma socialmente intempestiva. Está bastante extendida la idea de que dicha manifestación, denominada coprolalia, es un síntoma común y obligado del TT. Esta idea se deriva de la espectacularidad de dicho fenómeno y de la divulgación popular que ha adquirido. El tic puede ir precedido de una sensación de picor, comezón o pinchazo en la zona donde se desencadena el tic. Algunos pacientes identifican claramente este pródromo. También es posible que el tic se limite simplemente a dicha sensación (tics sensoriales). Los pacientes con este tipo de tics los describen como pequeños estallidos, pinchazos, picor, burbujeo, sensación de frio, calor, collisqueo. Estos fenómenos, descritos también como una manifestación de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se dan con mayor frecuencia en el TOC asociado al TT que en el TOC aislado, lo cual induce a pensar que la naturaleza de este fenómeno está más próxima al tic que a un síntoma obsesivo. Los tics suelen agravarse en situaciones de excitación o ansiedad y pueden atenuarse hasta desaparecer totalmente durante actividades que requieren una notable concentración. Cabe mencionar el caso del Dr. Carl Bennet, un competente neurocirujano, afecto de una forma grave del TT. El neurólogo y delicioso escritor Oliver Sacks lo describía como un individuo pausado y digno, de apariencia impecable, pero tremendamente grotesco en su modo de moverse. Toda su actividad motora y su conducta se podía definir como “touretizada” a causa de la continua indiferencia de tics de todo tipo, pasos grotescos, saltos, secuencias de movimientos como dar un brinco cada cinco pasos y acto seguido tocar con la mano el suelo; todo ello aderezado con repentinas y agudas vocalizaciones, exclamaciones y frases estereotipadas. Uno puede imaginarse lo incomodos, inseguros y desconfiados que deberían sentirse los incautos pacientes que acudían a su consulta para ser intervenidos por el pintoresco y exótico doctor. Sin embargo, el Dr. Bennet, cuando estaba en el quirófano con el bisturí en sus manos, todo él era seguridad, precisión y dominio, sin que se escapara de su control el más mínimo movimiento desajustado. Algunas sensaciones físicas pueden actuar como desencadenantes o potenciador de tics, por ejemplo, usar una camisa que apriete el cuello o llevar el pelo largo cayendo sobre la cara. Igualmente puede ser un desencadenante de tics el hecho de estar junto a otra persona con tics. Los tics incluso pueden persistir, aunque de forma atenuada, durante el sueño. El tic puede controlarse voluntariamente, aunque de forma limitada. Por este motivo algunas personas con el TT lo llegan a controlar casi totalmente en situaciones socialmente comprometidas, pero pasada la situación de presión social, los tics se liberan de forma desenfrenada. Algunas personas refieren que sufren un notable aumento de tensión al reprimir los tics, que solo se alivia cuando desinhiben el control voluntario y se liberan acometiendo su retahíla de tics. Los tics motores pueden prestarse a confusión con otros movimientos repetitivos, sobre todo con las estereotipias y mioclonías. En algunas ocasiones, la distinción entre unos y otros solo es posible tomando en consideración el contexto clínico en el cual aparecen. Ciertos movimientos complejos (por ejemplo, balanceo rítmico) que muestran algunos autistas pueda interpretarse más acertadamente como una estereotipia que como un tic. En ciertos trastornos genéticos, con un fenotipo conductual especifico, se describen movimientos característicos que no deben conceptualizarse como tics. Tal es el caso del aleteo de manos en el síndrome X frágil, el movimiento de auto abrazo en el síndrome de Smith-Magenis o los movimientos del lavado de manos en el síndrome de Rett. El inicio de los tics puede ser muy precoz, antes de los 2 años, aunque lo más común es que aparezcan alrededor de los 5 años, con tendencia a incrementarse en los años siguientes a su inicio. El curso típico es ondulante, periodos de gran exacerbación que alternan con periodos oligosintomáticos. Los periodos de exacerbación suelen coincidir, aunque no siempre, con épocas de mayor ansiedad o estrés. En cuanto al curso evolutivo, los tics motores generalmente preceden al desarrollo de los tics vocales y los tics simples a menudo preceden a los más complejos. La mayoría de los pacientes presentan la máxima gravedad de los tics durante los primeros años de adolescencia y van mejorando al avanzar hacia la fase más tardía de la adolescencia o al comienzo de la edad adulta. En el DSM 5 es muy probable que el término estereotipado incluido en la definición de tic, sea eliminado con el fin de evitar que se confundan las estereotipias con los tics. También parece que se eliminará el requerimiento de un periodo libre de tics no superior a tres meses consecutivos,

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¿Cómo se comportan las personas obsesivas?

Todo el mundo está más o menos obsesionado. Todo el mundo sabe lo que son las obsesiones, ¿quién no se ha sentido alguna vez “obsesionado” por una canción escuchada en la radio? ¿Quién no se ha despertado alguna vez durante la noche con una inquietud obsesionante, familiar o profesional? En realidad, todo esto es completamente normal. La obsesión autentica sin embargo resulta siempre penosa, bien sea simplemente molesta o torturante e insoportable. Se trata de un pensamiento que asedia literalmente (“obsesión” viene del latín obsidere que significa asediar), al individuo y que a pesar de sus constantes esfuerzos no puede evitarlo. A este pensamiento va asociada siempre una sensación sumamente terrible. El verdadero obseso está dispuesto a cualquier cosa con tal de liberarse de su tortura, pero el drama está en que no lo logrará sino sometiéndose a ella. La neurosis obsesiva A veces las obsesiones aparecen en la vejez ensombreciendo los últimos años de su vida. A veces también son consecuencia de una fractura de cráneo o una conmoción cerebral. Pero, en uno u otro caso, se trata de trastornos verdaderamente excepcionales que no hacen sino expresar concretamente tendencias latentes que existían con anterioridad. Igualmente, algunas mujeres son víctimas de obsesiones por la idea de robar o de tomar fuertes dosis de alcohol, incluso de matar. Pero se trata casi siempre de personas que anteriormente han tenido ya manifestaciones del mismo tipo. Por norma general, la obsesión constituye el elemento central de una de las cuatro neurosis actualmente catalogadas: la neurosis obsesiva. Frecuentemente tales pensamientos estériles paralizan la vida intelectual: ciertos enfermos se pasan todo el tiempo repitiendo mentalmente las tablas de multiplicación o la lista de las grandes fechas de la historia del país. El obseso es también un hombre lleno de pequeñas manías. Es presa de infinitos escrúpulos. Se siente obligado a alcanzar la perfección. Y tiene que estar continuamente haciendo comprobaciones e incluso comprobaciones de comprobaciones. A veces hay quien se despierta diez o doce veces durante la noche para asegurarse de que el gas está bien cerrado. En realidad sabe perfectamente que lo está; pero influido por una obsesión irrisoria, se siente obligado por una fuerza interior a ceder. Los terribles impulsos A veces, el enfermo se siente coaccionado a un acto que le parece particularmente monstruoso. Como, por ejemplo, asesinar a alguien. Estas tendencias agresivas se llaman obsesiones impulsos. Pueden inducir al suicidio, al robo a y las diversas formas de atentado a las costumbres y especialmente al exhibicionismo. En realidad, el paso a la acción es poco frecuente, salvo en los cleptómanos. En general, es el enfermo la única víctima de sus impulsos antisociales, condenado a combatirlos. El obseso está encerrado en un círculo vicioso. Para drenar las ideas y los impulsos obsesivos, pone en marcha mecanismos de defensa que no tardarán en convertirse, a su vez en obsesivos. Son los ritos conjuratorios. A menudo, estos ritos los lleva a acostarse. La persona da vueltas alrededor de su cama, golpeando en algunos lugares las paredes, recita fórmulas mágicas, procede a ablaciones complicadas y minuciosas, mira en todos los armarios y debajo de la cama, etc. Una debilidad constitucional Este aspecto clínico poco agradable se complica con otros síntomas. El obseso se ve asaltado por dudas, remordimientos, escrúpulos que inhiben su pensamiento y paralizan su acción, además es un hombre mal adaptado a la vida en sociedad, a la vida profesional. Le falta decisión y rendimiento. Es cierto que el obseso presenta síntomas de una cierta debilidad psíquica, efecto de las luchas llevadas a cabo contra los pensamientos y los impulsos intrusos pero, en cierta medida, es también su causa. El origen de las obsesiones es en parte constitucional. Se puede decir que en la  mayoría de los obsesos, la estructura básica de la personalidad está afectada. Por lo demás, el psicoanálisis descubre fácilmente en ellos cierta dosis patológica. (Extraída información de El médico informa, 1973)

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