El niño de 4 a 12 años se encuentra en una fase de su vida en la que se forma todo tipo de creencias. Pero a diferencia del adulto, la televisión le presenta no pocas parcelas de la realidad con la que todavía no ha tenido contacto directo. Además, su capacidad de discernimiento y pensamiento está en formación. Ello hace que esté en una situación de fragilidad y desventaja porque no puede comparar las creencias que le presenta la televisión y la realidad de la vida cotidiana que todavía no ha experimentado. De ahí que la televisión sea un medio propicio para inducir la formación de creencias y actitudes. Puede provocar, sin que el niño lo advierta, creencias distorsionadas y estereotipos
Los estereotipos son creencias o concepciones estandarizadas y convencionales. Son generalizaciones o presunciones que a menudo están basadas en percepciones distorsionadas pues cuando se aplican a personas presentan a éstas de forma unidimensional. Los estereotipos juegan un papel importante en los roles televisivos como agentes de socialización. La televisión presenta numerosos estereotipos y el niño, en su contacto con esos contenidos, puede desarrollar concepciones acerca de la gente que reflejen esas imágenes estereotipadas asimiladas de la pantalla.
A pesar de las apariencias, el mundo de la televisión es muy estable en cuanto a las imágenes que muestra. A pesar de que la representación de los personajes femeninos en televisión ha mejorado, sigue sin reflejar la proporción en la vida real. Así por ejemplo, en los años setenta y ochenta los personajes masculinos eran tres veces más numeroso que los de la mujer y en los años noventa seguían siendo el doble.
Por otro lado, durante los años noventa los roles de las mujeres seguían siendo menos importantes que las de los hombres y cuando las mujeres tienen roles importantes suelen darse en la comedia. La presencia de estereotipos en televisión sigue siendo muy fuerte en la actualidad. Por ejemplo, las mujeres prime time suelen ser más jóvenes que los hombres y se presentan con papeles más tradicionales y estereotipados que los hombres. Siguiendo un estudio realizado por la asociación CEACCU, en la programación infantil se dan varios arquetipos de representación de la condición femenina que se repiten con insistencia:
- La mujer como única ejecutar de las tareas del hogar
- La coquetería como cualidad más destacada del carácter femenino
- Referencias al aspecto físico femenino, realizadas por personajes masculinos
- La utilización de las mal llamadas “armas de mujer”
- Referencia a cualquier “rasgo distintivo” del sexo femenino
- Cuando se presenta una mujer ocupando algún lugar de la vida pública, fuera del ámbito privado del hogar, generalmente se ridiculiza o se deja bien patente su ineptitud.
Si los análisis pues siguen mostrando que la televisión actual todavía presenta estereotipos, la cuestión fundamental es que la investigación también ha mostrado que tales estereotipos influyen sobre las percepciones de los niños, particularmente en lo que se refiere a los estereotipos de género, entre los que destacan los roles profesionales, el aspecto físico y el matrimonio. Por ejemplo, la felicidad se asocia frecuentemente al ejercicio de determinadas profesiones y a la belleza física. Dicho de otra manera, la televisión tendería a hacer creer que ser feliz siendo obrero y feo es una aspiración difícil de lograr.
Una temática que permite ver claramente cómo la televisión puede afectar al niño en la adquisición de creencias y actitudes es la representación que hace del sexo y el alcohol. La asimilación por los niños de ese conjunto de comportamientos sexuales representados en la pantalla, puestos en evidencia por los análisis de contenido, tiene influencia sobre las creencias y actitudes construidas sobre ellos. Dada la baja probabilidad de que el niño pueda contrastar las escenas de sexualidad vistas en televisión en la vida real, suelen perdurar en ellos más tiempo las creencias de que lo que ven en televisión es real, en comparación con otros tipos de contenidos. La televisión por esta razón es un influyente inductor de creencias.
Otra creencia entre los jóvenes que ven muchas series de televisión y que ilustra la distorsión que se produce, es que estiman mayores porcentajes de gente divorciada y de hijos ilegítimos en la vida real que aquellos jóvenes que ven menos esas series. También pueden llegar a creer que las relaciones sexuales prematrimoniales y extramatrimoniales, la violación y la prostitución son más comunes en la vida corriente de lo que realmente son.
Por otro lado, los jóvenes que ven mucha televisión suelen manifestar actitudes más estereotipadas con relación a los roles sexuales. Con respecto al alcohol las creencias y actitudes están influidas también por la televisión. Por ejemplo, en una investigación se pretendía comprobar cómo afectaba el visionado de imágenes de gente bebiendo sobre las creencias de los niños acerca del alcohol. Los resultados mostraban que las intenciones de los chicos de consumir alcohol podían predecirse a partir de sus interpretaciones de los mensajes televisivos, de las conductas en casa con relación al alcohol, de sus deseos de ser como los personajes que bebían y por ultimo por las expectativas de que “beber aporta recompensa”
Otro aspecto a tener en cuenta es la influencia de la realidad televisiva sobre la realidad del niño. Numerosos trabajos han mostrado que el contenido televisivo percibido como no realista retiene menos influencia sobre las actitudes, las creencias y los comportamientos del niño que aquellos considerados como realistas. Por otro lado, los contenidos de origen real dan lugar a mayores niveles de recuerdo y de interferencia de estados psicológicos, como motivos e intenciones de las personas que aparecen en el programa.
La familia puede influir para reducir el realismo que el niño atribuye a programas ficcionales. Pero una cuestión muy importante es la que plantea qué efectos producen en el niño las imágenes en función de su carácter factual o ficcional. De manera general, las imágenes factuales le influyen más que aquella que juzga como ficticias. A pesar de que los programas de ficción también pueden tener influencia sobre él. En algún caso se ha planteado el efecto de la ficción sobre la pérdida del sentido de la realidad del televidente y sus efectos sobre el comportamiento.
Los dibujos animados construyen la imagen de que el hombre blanco es el más importante y poderoso en la sociedad y que el mundo es peligroso. Hay incluso creencias sobre los efectos que la televisión o la radio pueden tener sobre el rendimiento y los logros escolares. Así estudiar con la radio o la televisión les facilita hacer las tareas escolares al mismo tiempo. Sin embargo, algunas investigaciones no apoyaban esta afirmación.
Los niños construyen esquemas separados para informaciones adquiridas de la televisión o de su experiencia en el mundo real. Eso no impide que aquellos que perciben la televisión como realista tengan tendencia a incorporar los mensajes televisivos en sus esquemas y aspiraciones como si fuesen adquiridas directamente en el mundo real. Eso ocurre de tal modo que la televisión es una fuente de formación de creencias y actitudes en los niños susceptible de dar lugar a conductas más o menos adaptadas en la vida real. Es el caso de una investigación que ponía en evidencia que ver personajes en televisión tomando riesgos físicos influía en la voluntad de los niños de comportarse con igual riesgo. Es también el caso de otro trabajo que señala que cuando el niño muestra interés por un superhéroe de televisión, tiene tendencia a introducir el comportamiento de éste en su vida real en la comunidad. Ello nos sitúa pues en los efectos sobre la conducta.
(Información extraída de Mi hijo y la televisión / Jesús Bermejo Berros, 2006)