Casi todas las personas se han sentido deprimidas de vez en cuando, pero si pueden seguir con sus ocupaciones y al cabo de un tiempo recuperan el placer de vivir es muy probable que no padezcan enfermedad mental alguna.
La diferencia entre un decaimiento pasajero y la enfermedad mental conocida como depresión estriba en que el enfermo no puede superar el desánimo, la dolencia se hace cada vez más profunda y al cabo de un tiempo, disminuye su capacidad de desenvolverse en la vida diaria, tanto en el plano mental como en el de la funcionalidad.
Existen dos tipos principales de enfermedad depresiva. La primera se denomina depresión reactiva que surge como una reacción extrema ante una emoción muy fuerte, como la muerte de un ser querido, el final de una relación amorosa o incluso una pérdida financiera. La segunda llamada depresión endógena aparece sin causas aparentes ni factores desencadenantes y se considera que está relacionada con un déficit o una alteración de los neurotransmisores.
Frecuencia
Si bien en la depresión endógena suelen tenerse en cuenta los antecedentes familiares, se ha comprobado de modo estadístico que alrededor de un 25% de la población, con una mayor incidencia en las mujeres, sufre un decaimiento grave en algún momento de su vida que necesita asistencia médica, aunque las manifestaciones de la enfermedad pueden no corresponderse con exactitud con los signos característicos de ésta.
En algunas etapas de la vida, como pueden ser el final de la adolescencia, la menopausia femenina, la entrada en la madurez, la jubilación y en los años inmediatos a ésta, existe una mayor propensión a deprimirse.
Síntomas
La persona que padece una enfermedad de tipo depresivo, además de sentir una melancolía insuperable, presenta otras manifestaciones, tanto físicas como psíquicas, tales como la pérdida de energía y del apetito, tanto sexual como alimentario, insomnio y en algunos casos, indigestiones, estreñimiento y dolores de cabeza.
El primer síntoma de una depresión y el más característico es una apatía general, que se percibe tanto en el trabajo como en la vida familiar y el ocio, e incluso se puede extender al cuidado personal y a la higiene.
Quienes padecen depresión corren el riesgo de sufrir trastornos psicológicos graves, cuyos síntomas pueden ser una disminución de la capacidad de concentración, percepción negativa del medio exterior, sentimiento de culpabilidad y auto desprecio, delirios persecutorios o alucinaciones y pensamientos de muerte o suicidio.
En ocasiones, el síntoma más evidente de la depresión es la ansiedad aguda, que genera inquietud y agitación; la intensidad de estos síntomas varía a menudo, según la hora del día. Por lo general, el paciente que sufre una depresión endógena se despierta temprano, con aspecto triste o abatido, que suele disminuir o desaparecer a medida que avanza el día.
Las depresiones reactivas a menudo empeoran durante la noche. Cuando la depresión persiste durante mucho tiempo el enfermo adopta una actitud de retraimiento y suele pasar mucho tiempo tumbado en la cama
Tratamiento
Numerosas personas que sufren de depresión no han podido recuperarse debido a que sus familiares y amigos no supieron interpretar los síntomas. Las amenazas de suicidio siempre se deben tomar en serio y deben ser consideradas como un caso de emergencia, aun cuando hayan existido con anterioridad y se sospeche que el enfermo solo desea llamar la atención.
La clase y la gravedad de los síntomas determinan el tratamiento médico, que se basa en la combinación de psicoterapia y de medicamentos, como antidepresivos y estimulantes. Estos últimos se utilizan en casos leves, mientras que los antidepresivos o tranquilizantes, que son los más prescritos por los médicos se aplican en el tratamiento de las depresión más graves.
Si la depresión se presenta acompañada de ansiedad se recomienda el uso de tranquilizantes. Si hay riesgo de suicidio el médico puede aconsejar el ingreso de la persona que padece la depresión en un hospital ya que allí se puede controlar mejor, vigilar la intensidad de los síntomas y observar los resultados de la medicación y la psicoterapia aplicadas.
A pesar de que las depresiones endógenas suelen ser repetitivas, los enfermos casis siempre responden bien a los tratamientos. Hay personas que desarrollan una dependencia física a los medicamentos aplicados y para otros es una costumbre, de modo que dependen de las píldoras, en las dos formas es conveniente la ayuda médica
Depresión maniaca
Las personas que sufren depresión maniaca experimentan estados de humor extremos y cambiantes, que no guardan relación con los posibles acontecimientos externos. Esta enfermedad tiende a ser cíclica y presenta periodos de actividad exaltada, que duran desde unas pocas horas hasta varios días o semanas, que se alternan con otras épocas de abatimiento profundo.
Un fallo en la composición química cerebral, un estrés agotador o, en raras ocasiones, una infección grave pueden desencadenar una depresión maniaca. El tratamiento incluye tranquilizantes para la fase maniaca y antidepresivos para las de abatimiento. También se suele recurrir a la psicoterapia y a la terapia ocupacional.
Depresión posparto
Cerca del 80% de las mujeres que dan a luz experimentan una sensación de decaimiento y tristeza en los días o semanas siguientes al parto. Por lo general, esta sensación solo dura una semana; sin embargo, en algunos casos persiste y se profundiza hasta convertirse en un caso grave de depresión que requiere tratamiento.
Los síntomas incluyen cansancio, angustia, sensación de fracaso en el cumplimiento de los deberes de madre, y a menudo sentimientos de agresividad hacia el bebé, que pueden estar causados por el llanto excesivo de éste: el llanto del niño provoca un sentimiento de culpa en la mujer, que no duerme bien y se vuelve irritable. Muchas veces descuida su apariencia y la de su casa, se retrae alejándose de los demás y manifiesta pérdidas de apetito y de interés sexual, insomnio y pesadillas.
Ante un cuadro semejante, se debe procurar que la mujer no se canse en exceso, para lo cual resulta fundamental que perciba los cuidados y el apoyo físico y emocional tanto de su pareja como de familiares y amigos.
Si la alteración del estado de ánimo de prolonga, se debe recurrir al médico.
(Información extraída de Guía médica familiar, 1994)