La adolescencia es una etapa de nuevas experiencias con los demás, las cuales, sin duda, están delimitadas por la aparición de una nueva forma de vivir y expresar la sexualidad. El deseo que siente el adolescente debe ser independiente y su mayor desarrollo intelectual le llevan a querer resolver sus propios problemas sin solicitar ayuda, aunque a veces no tenga la competencia suficiente para hacerlo, lo cual puede tener graves implicaciones para su sexualidad.
Con el comienzo de la pubertad aparece también el deseo sexual. Es un deseo diferente de todos los que hasta ese momento se habían experimentado. El deseo sexual dirige la atención y la conducta hacia otras personas, provocando la necesidad de contacto, de comunicación de conocimiento mutuo. Esta nueva adquisición será la principal responsable de que algunos adolescentes decidan iniciarse en conductas propiamente sexuales antes de estar preparados para encajar emocionalmente los que éstas suponen.
Las características de la conducta sexual de esta etapa son diferentes de las de periodos anteriores. Se trata de una conducta de mayor intensidad y mas impulsiva. Los chicos y las chicas pueden empezar a salir en pareja, iniciarse en besos y caricias de índole sexual, auto estimularse, tener fantasías homosexuales, etc. todos estos comportamientos son naturales tanto en adolescentes como en adultos y es importante que el adolescente no se sienta culpable por su práctica, ya que constituye el primer avance de lo que más adelante será una sexualidad bien desarrollada.
Curiosidad, aprendizaje, acceder al mundo de los adultos, intercambio de afectos… de alguna forma, estas sensaciones y deseos permiten desarrollar relaciones y vínculos más allá del hogar paterno, lo cual es necesario para el proceso de socialización del adolescente.
El desarrollo adecuado de habilidades de comunicación y de resolución de problemas; saber decir que no, expresar opiniones contrarias, pedir cambios y negociar con otras personas, ser capaces de establecer un grupo de amigos, conseguir citas, vencer la timidez, saber resolver los sentimientos y expresarlos correctamente, todas estas herramientas básicas en esta etapa para manejar los conflictos que en torno a la sexualidad se les van planteando
La primera vez
Les guste o no a los padres, la adolescencia es la etapa en que la mayoría de los chicos tiene sus primeras experiencias sexuales.
En general, las características del entorno social influyen en que estas primeras experiencias sexuales sean cada vez más precoces. Dicha precocidad conlleva una serie de dificultades añadidas por varios motivos. En primer lugar, se suelen dar en un momento evolutivo en el que el resto de competencias, cuyo desarrollo debe ir parejo al de la sexualidad, no se ha completado. Este hecho implica que el adolescente no sepa gestionar los sentimientos y emociones que una relación tan intima le puede producir. Al mismo tiempo, la inexperiencia y la inmadurez, así como la ausencia en muchos casos de una educación sexual adecuada, o muy mediatizada por tópicos, conducen a creencias erróneas, mitificaciones, información parcial y ambigua, miedos, dudas, etc. que en muchos casos no superan la presión del grupo de iguales y pueden desembocar en embarazos no deseados, contagio de enfermedades, relaciones ajenas a un contexto afectivo, miedos, tensiones, problemas sexuales futuros, baja autoestima, etc.
Cómo hablar de sexo con un adolescente
La alternativa no puede ser la de prohibir las relaciones sexuales sino dar información adecuada y mantener una actitud de respeto por parte de los adultos.
Este tipo de consecuencias desafortunadas tenderán a evitarse en mayor medida si se propicia en los adolescentes una aproximación a la sexualidad de manera progresiva, fomentando la idea de no tener prisa en tener relaciones sexuales completas y no obsesionándose por el aspecto puramente genital.
Es importante asimilar que la educación sexual de los hijos no se improvisa, no es cosa de un día. Quien más quien menos, todos hemos sido “victimas” de la charlita de papá y mama, encabezada casi siempre por el consabido “hija creo que hay determinadas cosas que tienes que saber, porque ya no eres una niña”
La realidad es que no existe o no debería existir una edad concreta para hablar sobre sexualidad con los hijos. No hay que esperar a la adolescencia para tener el primer encuentro comunicativo con ellos. Probablemente, a esa edad los hijos disponen ya de un alto porcentaje de información adulterada y equivoca.
Nos hacemos cargo de que no siempre es fácil hablar con los hijos acerca del sexo. En muchas ocasiones, los padres se sienten abrumados ante la expectativa de tener que informar de determinadas cosas a sus hijos menores, razón por la que muchos de ellos reciben con alivio las negativas de sus hijos a hablar de algo que “ya conocen de sobra”.
Obviamente, el hecho de que a los padres les resulte violento hablar de sexo con sus hijos no les exime de hacerlo, de ejercer su responsabilidad como formadores. Pensando en estas limitaciones, no tanto de índole intelectual cuanto emocional, se proponen una serie de pautas que pueden facilitar y orientar esta completa labor de los padres.
Informar, ¿hasta dónde?
Cuando un chico/a llega a la adolescencia, debe tener ya una determinada información sexual, como por ejemplo:
- Saber que la sexualidad es una forma de relación entre personas que supone una fuente de placer tanto físico como psíquico
- Saber que el cauce natural para tener hijos es la relación hombre-mujer
- Tener conocimientos básicos sobre los aspectos fisiológicos del aparato reproductor y los caracteres sexuales que diferencian al hombre de la mujer
- Saber lo que es la auto estimulación y la función que cumple
- Ir tomando conciencia de la importancia de implicar los sentimientos en la experimentación de la sexualidad.
Ya en la adolescencia, nuestra forma de comunicación con los hijos deberá ser más clara y especifica. Hay que tener en cuenta que a diferencia de lo que ocurría en la niñez, ahora sí van a tener la oportunidad de poner en práctica la información que reciben.
Al llegar a la adolescencia, el menor debería ser informado como mínimo de los siguientes temas:
- Es habitual, normal y saludable el inicio de cierto tipo de relaciones sexuales en la adolescencia que son consecuencia lógica del deseo sexual que se comienza a sentir
- Cualquier adolescente puede negarse a mantener relaciones sexuales: es su derecho. Recuerde a sus hijos que tienen derecho a decir no a cualquier relación sexual que no deseen y a pedir ayuda si alguien no respeta esa decisión
- La posible identidad homosexual. Hablar sobre la homosexualidad con normalidad
- La sexualidad es fuente de placer asociada a los sentimientos y al amor
- Con las relaciones sexuales pueden trasmitirse enfermedades infecciosas más o menos graves por lo que es preciso tomar medidas preventivas. Busque un momento adecuado para hablar con su hijo sobre cuáles son las enfermedades de transmisión sexual y cómo prevenirlas.
- Hacer el amor conlleva un riesgo de embarazo: esto debe estar siempre presente, para tomar las medidas apropiadas. Busque un momento adecuado para hablar con su hijo sobre las consecuencias de tener un hijo no deseado y sobre las formas de prevenirlo.
- El aborto no es un sistema de control de embarazos no deseados. Un aborto es algo muy traumático, incluso cuando las personas optan por él con libertad
- Las relaciones sexuales suelen ir acompañadas de sentimientos complejos, en la medida en que suponen mayor intimidad física
- Es aconsejable esperar a ser lo bastaste mayor y responsable para tener relaciones sexuales plenas
- Las relaciones sexuales, cuando se tienen libremente y se dispone de la madurez personal necesaria, son fuente de bienestar psicológico, por los vínculos e intercambios afectivos que facilitan.
- Cuente a sus hijos mayores cómo se enamoró por primera vez, qué sentía, lo que hacía para que se fijara en usted, etc.
Como manejar situaciones relacionadas con la sexualidad de nuestros hijos
- Cuestionar los propios miedos y tabúes
- Recoger información. A veces, aunque seamos adultos, estamos confundidos con algunas cuestiones, nos falta información
- Pensar en nuestra infancia y adolescencia y en lo que hemos echado de menos de nuestros padres en temas de sexualidad. Ser un buen modelo en cuestiones de sexualidad: mostrar respeto y hacerse respetar por la pareja, expresar afectos delante de los hijos, hablar con naturalidad de temas de sexualidad, aceptar el propio cuerpo
- Conocer a nuestros hijos: sus miedos, motivaciones, necesidades
- Comunicarnos con nuestros hijos: escucharles y atender sus demandas, establecer contacto físico con ellos
- Comprender a nuestros hijos: entender que se sienten seguros y curiosos al mismo tiempo y expresárselo
- Responderles con naturalidad y directamente, si nos preguntan con información correcta y clara, sin juzgar
- Aprovechar situaciones cotidianas quedan pie a hablar de sexo. Por ejemplo, ate la pregunta de nuestro hijo sobre los riesgos de las prácticas sexuales sin protección, intentando no sacar el tema en un momento inoportuno o si no viene a cuento
- Dar nuestro punto de vista sin imponer ya dar alternativas concretas, para ayudarles a resolver de manera clara, concreta y directa, anticipando las consecuencias positivas y negativas de su comportamiento sin coacción, chantaje emocional, ni ironía.
- Apoyarles en los errores, para que salgan adelante. No es aconsejable castigar el hecho de que reconozcan un error o nos cuenten un problema confiando en nosotros
- Elogiar y valorar las conductas sexuales con un motivo afectivo y de intercambio y respecto y el hecho de que deseen tomarse tiempo para el sexo.
(Información extraída de Cómo educar a los adolescentes: guía para padres / José́ Carlos Bermejo, Marisa Magaña, 2007)