¿Cómo combatir el insomnio?

El estrés y el insomnio constituyen uno de los círculos viciosos más frecuentes y perjudiciales de la agitada vida moderna, ya que las tensiones alteran la capacidad de conciliar el sueño y a su vez el insomnio genera más tensión, por lo que tanto el cuerpo como la mente se enfrentan con menos defensas a los problemas cotidianos.

La importancia del sueño reside en que durante éste, mientras se descansa, tiene lugar una especie de limpieza y de reestructuración mental, así como una liberación de tensiones inconscientes, provocadas por la continua represión de los impulsos y los deseos que se experimentan durante la vigilia. En consecuencia, las personas que duermen mal o poco suelen sufrir notorios fallos de memoria, irritabilidad, depresión, lentitud de reacción y un deterioro de la percepción y del sentido de la realidad.

Las investigaciones sobre el sueño han puesto de manifiesto que, para que éste sea adecuadamente reparador, es necesario que sea suficiente en duración y que se realice sin interrupciones. Se ha experimentado con individuos a los que se despertaba de forma reiterada, interrumpiendo repentinamente su sueño, y éstos han presentado luego síntomas de angustia, confusión y dificultades de coordinación.

CÓMO COMBATIR EL INSOMNIO

Las personas que padecen de insomnio deberían procurar ciertas comodidades que les facilitaran un descanso reparador. Una de ellas consiste en elegir un lugar y una postura adecuados para dormir.

Una cama dura mantiene la columna vertebral en posición correcta mientras que una cama demasiado blanda, aunque pueda dar una falsa sensación de comodidad, perjudica los músculos de la espalda y del cuello. También resulta importante la elección de la almohada, ya que algunas, demasiado gruesas, son inadecuadas para la posición de las vértebras cervicales y dificultan la respiración durante el sueño.

Una infusión de tila o melisa o un vaso de leche caliente endulzado con una cucharada de miel o de melaza ayudan a conciliar el sueño. El triptófano, uno de los aminoácidos esenciales contenido en la leche, facilita la producción de serotonina por parte del organismo, una sustancia fundamental para el sueño. Por el contrario, tanto fumar como tomar café u otro tipo de estimulantes antes de dormir mantienen el estado de vigilia, por lo que es aconsejable que los insomnes eviten estas costumbres.

Una de las formas más características en que se presenta el insomnio consiste en dormirse con relativa facilidad y luego despertarse al poco rato. Lo mejor, en estos casos, es levantarse y realizar alguna actividad, en vez de permanecer en la cama obsesionándose por no poder conciliar el sueño.

La falta de relaciones sexuales, así como una carencia afectiva, resultan una causa frecuente de tensión nerviosa, y pueden generar un insomnio como primer síntoma de un estado depresivo. En estas circunstancias, lo más adecuado sería intentar resolver dichas carencias, o bien consultar a un especialista en los trastornos del sueño.

También pueden ser nocivos algunos cambios en los hábitos previos al descanso. Por ejemplo, el simple hecho de trasnochar varias noches seguidas puede perjudicar al sueño de las personas que no están acostumbradas a hacerlo, a pesar de que se encontrarán mucho más cansadas y aparentemente tendrán más ganas de dormir.

Para algunas personas, la lectura es una ayuda para reposar el espíritu y les ayuda a conciliar el sueño. Por el contrario, para otras, el esfuerzo de atención y la actividad mental contribuyen más a desvelar que a adormecer. Algunos sostienen, por otra parte, que conciliar el sueño requiere cierto esfuerzo de concentración para relajarse y desechar las preocupaciones cotidianas, mientras que otros intentan llegar a la hora de dormir con el mayor cansancio posible.

En resumen, todo depende de la costumbre o de la rutina más asimilada por cada persona, si bien resulta evidente que todo periodo de cambios provoca ciertos trastornos con consecuencias en el funcionamiento del organismo.

EL EJERCICIO FÍSICO Y LA DIETA

El ejercicio físico es importante para producir un cansancio saludable que acreciente los deseos de dormir. Sin embargo, no conviene practicarlo en los momentos previos a acostarse, debido a que la excitación que provoca puede resultar negativa.

Por otra parte, una dieta pobre en vitaminas del grupo B y en minerales como calcio, cinc, magnesio y manganeso puede provocar insomnio. Esto puede solucionarse tomando una cucharada de levadura de cerveza o un caso de leche cada día.

Cabe tener en cuenta que la hipoglucemia o bajo nivel de azúcar en la sangre, que se presenta en las mujeres, también puede ser causa de la aparición o el agravamiento del insomnio. Pero paradójicamente, consumir mucho azúcar blanco puede sobreexcitar los mecanismos neutralizadores del exceso, y provocar un mayor descenso del nivel de azúcar

ENFERMEDADES QUE PROVOCAN EL SUEÑO

Existen ciertas dolencias que, de forma directa o indirecta, son causas de somnolencia

Quizás no se puede considerar que la enfermedad del sueño sea propiamente un trastorno que modifica negativamente las funciones del sueño, ya que se produce debido a un accidente: el organismo es invadido por cierto tipo de tripanosomas.

El síndrome de Pickwick es una dolencia que se caracteriza por provocar un estado de somnolencia permanente acompañado de espasmos musculares, faciales cianóticas e insuficiencia cardiaca derecha. Por lo general, se presenta en personas con tendencia a la obsesidad y con ciertas afecciones respiratorias.

También se puede observar somnolencia como síntoma de la osteomielitis enfermedad producida por estafilococos u otras bacterias que se introducen en el organismo y provocan una infección local en los huesos o en la médula ósea.

Muchos psiquiatras consideran como estados de sueño, ciertos estados que dependen de causas diversas, como la amnesia cerebral, la anestesia, la asfixia, la hipertemia, el coma, la narcolepsia, la insolación, la inanición, el hipnotismo, la senilidad o la ingestión de sueros neurotóxicos. Todos estos casos presentan alteraciones celulares y secreciones internas, en particular de la glándula tiroidea, que libera hipnógenos en la sangre, cuya función es desintoxicante y reparadora.

Otros estados o enfermedades que suelen provocar la somnolencia son la diabetes, los neoplasmas, la sífilis, la insuficiencia hepática y el embarazo.

SOMNÍFEROS

Cuando se combina el estrés y el insomnio se puede caer en la tentación de recurrir a los somníferos para conciliar el sueño. No obstante, esta aparente solución suele agravar el problema.

Por una parte, el sueño inducido por los somníferos no es igual que el natural y además se altera el equilibrio entre las distintas fases, por cuanto disminuye el sueño ligero y no se cumple la función reparadora del sueño.

Por otra parte, el organismo aumenta rápidamente su tolerancia a los somníferos y al cabo de poco tiempo su consumo habitual puede traer como consecuencia una seria dependencia. Superar este hábito obsesivo por tomar somníferos suele ser una tarea ardua y angustiosa, generalmente acompañada de un insomnio aún más grave del que se intentaba combatir.

LA SIESTA

Después de comer una breve siesta puede ayudar a superar el insomnio, ya que facilita la relajación general y la conciliación del sueño nocturno. Se ha difundido la creencia de que hacer la siesta dificulta dormir por la noche, pero lo cierto es que la interrupción de las actividades cotidianas facilita la relajación que es un ejercicio que conviene practicar antes de acostarse o al sufrir la ansiedad producida por el insomnio. Dicho de otra manera, la relajación inducida o practicada es eficaz para eliminar el insomnio.

La cultura popular también ha sostenido que dormir la siesta perjudica la digestión. Sin embargo, ésta es una idea equivocada, pues la causa de que mucha gente se despierte de una siesta con sensación de pesadez o de embotamiento depende del tipo de comida que haya ingerido. Prácticamente, todas las personas sienten sueño después de una comida abundante, como consecuencia de las sensaciones de pesadez y de torpeza subsiguientes. Si se ha comida de forma abundante es preferible dormitar sentado en un sillón y no acostarse y hundirse en un sueño pesado.

(extraído de Guía Médica Familiar, 1994)

 

 

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