Trastornos Depresivos

¿De dónde vienen las enfermedades psicosomáticas? Influencia sobre el cuerpo

La palabra psicosomático tiene su origen en dos vocablos griegos que significan mente, psyckhé y cuerpo soma y fue utilizada por primera vez en 1818 por un psiquiatra alemán en un debate acerca de las causas que provocan el insomnio. Enfermedades y trastornos como el asma y la trombosis coronaria recibieron, unos años después, el nombre de psicosomáticos, ya que se pensaba que su origen residía en las alteraciones mentales de quienes la padecían. En la actualidad, con este término se designan aquellas enfermedades en las cuales los factores emocionales y físicos están relacionados de forma íntima. Esto significa que el estado de la mente que sufre cambios o trastornos emocionales afecta al organismo, originando una enfermedad física real y por tanto, manifestando síntomas y dolor también reales. Dentro de estas enfermedades se puede mencionar cefaleas, ciertas alteraciones gastrointestinales, como la úlcera o el colon irritable, el asma y muchas dolencias de la piel, como los eccemas. Incluso los accidentes, por ejemplo, los del hogar o los de tráfico, los sufren con mayor frecuencia aquellas personas que están bajo los efectos un fuerte estrés o de una fuerte alteración emocional. Las alteraciones orgánicas y psíquicas están interconectadas y así como las tensiones emocionales pueden manifestarse a través de síntomas orgánicos, del mismo modo las enfermedades físicas pueden originar trastornos psicológicos. Muchas personas sufren una depresión después de una gripe o una hepatitis e incluso enfermedades como la anemia o los trastornos glandulares pueden llevar a los pacientes a padecer alteraciones psíquicas. Influencia de la mente sobre el cuerpo Se considera que entre la mitad y los dos tercios de todos los enfermos que acuden a una consulta de medicina general sufren estrés o trastornos emocionales. En los últimos tiempos se ha comprobado que, en aquellas zonas donde existe un alto porcentaje de desempleo, el número de enfermedades de origen psicosomático también es más elevado. El cuerpo humano produce ciertas hormonas, en situaciones de ansiedad  o miedo, que actúan sobre el sistema nervioso central, que es el que rige un gran número de sensaciones y funciones, como el sueño, la actividad sexual, el movimiento muscular, el hambre, la sed, la memoria y las emociones. De esta forma, el organismo está preparado para reaccionar ante una situación de emergencia externa, estimulando los sistemas cardiovascular y respiratorio que trabajan a mayor velocidad. Al mismo  tiempo, el sistema gastrointestinal trabaja más lento, para poder facilitar un mayor aporte de sangre al cerebro y a los músculos. También se estimulan ciertas glándulas para obtener la energía adicional que podría necesitarse con la movilización de los hidratos de carbono para su uso inmediato. Por lo general, este estado solo se prolonga mientras dura la emergencia o la sensación de miedo; sin embargo, cuando la tensión emocional se prolonga causa la activación permanente de estos mecanismos y los cambios fisiológicos persisten. Todo ello puede llevar a sufrir cambios orgánicos que se convierten en patológicos. Como ejemplo de todo lo expuesto con anterioridad se puede mencionar el cambio que sufre la presión arterial; así, cuando un animal, incluyendo al hombre, se prepara para enfrentarse a una situación de emergencia se produce un aumento del esfuerzo circulatorio: el corazón late más rápido y más fuerte y la presión arterial se eleva, cambios que se prolongan hasta que se supera el estado que los ha causado. No obstante, si la presión arterial se eleva de manera repetida o continua, como respuesta al estrés emocional sostenido e ininterrumpido, puede que se produzcan cambios secundarios en los vasos sanguíneos, en los riñones y en el cerebro, que causarán un daño permanente en estos órganos. Existen estudios en los que se ha comprobado que en el 97% de los pacientes con hipertensión arterial, el origen de este trastorno es la incapacidad para dominar sus emociones. Además de la ansiedad, otras sensaciones emocionales como el miedo, la frustración, los sentimientos de culpabilidad o el estrés suelen causar alteraciones orgánicas. Por otro lado, conviene recordar que ciertos trastornos psicosomáticos tienen un origen genético. Ya que hay familias con tendencia a contraer dolencias como el asma, el colon irritable, la migraña o enfermedades de la piel. Diagnóstico y tratamiento Según la estadísticas, una elevada proporción de los pacientes (superior al 50%) que acuden a una consulta médica presentan problemas emocionales, que algunos somatizan manifestándolos como enfermedades clínicas o síntomas. Cuando una persona consulta a su médico acerca de cualquier síntoma o enfermedad, es importante que haga referencia a los cambios, contratiempos, emociones fuertes o problemas experimentados en el pasado reciente. Para establecer un diagnóstico, el médico habrá de considerar tanto los problemas de tipo emocional como los resultados de los exámenes físicos. El tratamiento a seguir estará destinado tanto a disminuir la incidencia del factor emocional como a aliviar las alteraciones orgánicas, por lo que en algunos casos puede ser necesaria la combinación de un tratamiento farmacológico con la asistencia a unas sesiones de psicoterapia para poder superar ciertas enfermedades. Se pueden reducir los sentimientos de tensión percibidos por el paciente mediante una reeducación emocional, que puede llevarse a cabo en forma conjunta por el paciente, el médico de cabecera y un psicoterapeuta. Los ejercicios de relajación y algunos cambios en la rutina diaria pueden resultar de gran utilidad en el tratamiento de enfermedades vasculares de origen psicosomático, como la presión sanguínea alta o hipertensión, que empeora con el estrés; del mismo modo, las personas que sufren cefalea tensional pueden prevenir los ataques haciendo un esfuerzo consciente para relajarse Ejercicios de respiración Es importante respirar hondo para evitar las tensiones. Para adquirir este hábito hay que acostarse o sentarse en una posición cómoda y respirar profunda y lentamente, contando y midiendo las inspiraciones hasta efectuar la mitad de las usuales en el plazo de un minuto. Se puede prolongar esta actividad rítmica durante cinco minutos, aunque si la persona se siente mareada es conveniente que la abandone. Este ejercicio debe realizarse dos veces al día, pero si se percibe que aumenta la tensión, se ha

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Conoce qué tipo de antidepresivos hay

Los antidepresivos son los medicamentos más habitualmente utilizados para el tratamiento de la ansiedad social. A pesar de que su nombre “antidepresivo” no debe llevarnos a engaño. Los antidepresivos son útiles para el tratamiento de un amplio abanico de problemas psicológicos, entre los que se halla el trastorno de ansiedad social. De hecho, parecen servir para el tratamiento de este problema independientemente de que el individuo esté o no deprimido. Existen varios tipos de antidepresivos que pueden ser útiles para el tratamiento de la fobia social. Inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) Los ISRS son a menudo el tratamiento de elección de la fobia social. De hecho, la paroxetina (Paxil) fue el primer fármaco en recibir la aprobación de la FDA para el tratamiento del trastorno de ansiedad social. La paroxetina también está disponible en una fórmula de liberación continua, comercializada con el nombre de Paxil CR. Otro ISRS aprobado por la FDA es la sertralina (Zoloft). Aunque solo dos ISRS se hayan visto oficialmente aprobados para el tratamiento del trastorno de ansiedad social, no existen evidencias de que otras medicaciones funcionen mejor o peor, para este problema, que la mayoría de los otros ISRS. En la práctica, cualquier ISRS puede ser utilizado para el tratamiento de los problemas ligados a la ansiedad social. Otros ISRS que han demostrado ser eficaces para el tratamiento del trastorno de ansiedad social son la fluvoxamina (Luvox), el citaprolam (Celexa) y el escitaprolam (comercializado con el nombre de Lexapro en los Estados Unidos y de Cipralex en Canadá). Algunas investigaciones realizadas al respecto, aunque no todas, también han puesto de relieve, en este sentido, la eficacia de la fluoxetina (Prozac) Aunque los efectos secundarios varíen levemente entre los distintos ISRS, los más comunes son náuseas, diarrea, dolor de cabeza, sudor, aumento de la ansiedad, temblores, disfunciones sexuales, aumento de peso, sequedad bucal, palpitaciones, dolor de pecho, mareo, tics, estreñimiento, aumento del apetito, fatiga, sed e insomnio. Pero uno no debe desalentarse por esta larga lista de efectos secundarios, porque la mayoría de las personas solo experimentan unos pocos efectos y también hay quienes no experimentan ninguno. Se trata de efectos muy manejables que, si bien tienden a empeorar durante las primeras semanas de tratamiento, pueden ser gestionados manteniendo la dosis baja hasta que la persona se habitúa a la medicación. Por otro lado, ciertos efectos colaterales (como, por ejemplo, el aumento de peso y las disfunciones sexuales) tienden a mantenerse a menos que se interrumpa la administración del fármaco o se reduzca la dosis. Los efectos de los ISRS empiezan a advertirse entre las dos y cuatro semanas de tratamiento y operan, según se cree, modificando la tasa cerebral de serotonina, un neurotransmisor implicado en la transmisión de información de una neurona a la siguiente. También se cree que la serotonina tiene que ver con la regulación de las emociones y otros aspectos del funcionamiento psicológico. Aunque el tratamiento con ISRS suele ser relativamente fácil de interrumpir, es más probable que la interrupción del tratamiento con paroxetina, al ser metabolizado más rápidamente por el cuerpo, genere más problemas de abstinencia. Su interrupción, en consecuencia, debe ser más gradual. Los síntomas de abstinencia más comunes durante la interrupción de la administración de paroxetina son perturbaciones del sueño, agitación, temblores, ansiedad, náusea, diarrea, boca seca, vómitos, disfunciones sexuales y sudoración. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina (ISRSN) La venlafaxina XP es el único ISRSN que, según la investigación realizada ha demostrado ser útil para el tratamiento del trastorno de ansiedad social. De hecho, la FDA lo ha aprobado para este propósito. A diferencia de lo que ocurre con los ISRS, la venlafaxina actúa tanto sobre el sistema de la serotonina como sobre el de la norepinefrina, dos sistemas que parecen estar ligados a la ansiedad y a la depresión. Son muchos los estudios bien controlados al respecto que sugieren la utilidad de la venlafaxina para el tratamiento de la fobia social, aunque, como sucede con los ISRS, su efecto tarda en presentarse varias semanas. Los informes de los efectos secundarios más habituales de la venlafaxina son sudores, náuseas, estreñimiento, pérdida de apetito, vómitos, somnolencia, dolor de cabeza, vértigos, nerviosismo, aumento de la ansiedad y disfunciones sexuales. Los síntomas de abstinencia que acompañan a su rápido abandono son perturbaciones del sueño, mareos, nerviosismo, sequedad de boca, ansiedad, náuseas, sudores y problemas sexuales. La duloxetina (Cymbalta) es otro ISRSN reciente que ha demostrado ser útil para la depresión y otras formas de ansiedad. Con excepción del único estudio publicado al respecto (Crippa et al.,2007), todavía no se han estudiado sus efectos para el tratamiento de la ansiedad social, de modo que su recomendación sería prematura Antidepresivos noradrenérgicos y serotonérgicos específicos (NaSSA) El único NaSSA específico es un medicamento llamado mirtazapina (Remeron). Como sucede con los ISRNS, la mirtazapina opera modificando las tasas de norepinefrina y serotonina. Aunque se trata de la más nueva de las familias de antidepresivos mencionados hasta ahora, algunos estudios iniciales sugieren su eficacia para el trastorno de la ansiedad social. Sus efectos secundarios más habituales son la somnolencia, el aumento de peso, la sequedad de boca, el estreñimiento y la visión borrosa. Inhibidores de la monoamminooxidasa (IMAO) Los IMAO afectan a tres sistemas de neurotransmisores del cerebro, la serotonina, la norepinefrina y la dopamina. El IMAO más estudiado para el tratamiento de la fobia social es la fenelzina (Nardil), que ha demostrado claramente aliviar los síntomas de la fobia social. Su efecto terapéutico, como sucede con los demás antidepresivos, solo empieza a notarse al cabo de varias semanas. A pesar de su eficacia, los IMAO rara vez se utilizan en la práctica clínica debido a que las restricciones dietéticas y efectos colaterales tienden a ser peores que los de los demás medicamentos. La toma de cualquier IMAO debe ir acompañado de la evitación de alimentos que contengan una sustancia llamada tiramina, entre los que cabe destacar los quesos fermentados, los extractos de carne, los plátanos muy maduros,

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¿Qué diferencia hay entre psicólogo y psiquiatra?

Uno de los aspectos más difíciles que se presentan a la hora de encontrar a un terapeuta o médico es saber dónde buscarlo. Un buen punto de partida es, en este sentido, el médico de familia, que probablemente conozca a psiquiatras, psicólogos y clínicas de la zona especializados en el tratamiento de la ansiedad. También cabe la posibilidad de llamar a los hospitales y clínicas cercanas para ver si tienen programas y ofrecen TCC (Terapia Cognitivo Conductual) o medicación para el tratamiento de la ansiedad social. Internet también es una fuente de información sobre las alternativas de tratamiento con que cuenta en las proximidades de su lugar de residencia. Otra forma de encontrar ayuda es conectar con una organización nacional que se ocupe de los problemas relacionados con la ansiedad o la TCC. La Anxiety Disorders Association of America, por ejemplo, proporciona información sobre opciones de tratamiento y grupos de autoayuda en los Estados Unidos y Canadá. La Association for Behavior and Cognitive Therapies es una organización profesional que también proporciona información sobre profesionales que tratan problemas relacionados con la ansiedad. No tema a la hora de decidir el profesional con el que trabajar, formular las preguntas que considere oportunas. Conviene, antes de comprometerse, aclarar las siguientes cuestiones: El tipo de tratamiento ofrecido. Si, por ejemplo, está interesado en un tratamiento psicológico, debe enterarse de si la persona tiene experiencia en proporcionar TCC para la ansiedad social y de desempeño. El número de sesiones habitualmente recomendadas para tratar este problema sabiendo que, sin realizar una evaluación completa, esa estimación suele ser muy imprecisa. Lo más habitual es que basten entre diez y veinte sesiones. La duración de las sesiones. Aunque lo más habitual sean sesiones de una hora, a veces son necesarios, para llevar a cabo las sesiones de exposición, periodos más largos. La frecuencia de las sesiones. Lo más habitual, en este sentido, son las sesiones semanales. El precio por sesión y el sistema de pago preferido ¿es flexible el precio? La ubicación y el entorno ¿Se lleva a cabo el tratamiento en una consulta privada? ¿en un hospital? ¿en una clínica universitaria? ¿en una clínica comunitaria? ¿en un centro de investigación? La accesibilidad del tratamiento grupal versus el tratamiento individual de la ansiedad social. Ambos enfoques probablemente funcionen ¿Quién proporciona el tratamiento? ¿un psicólogo? ¿un psiquiatra? ¿un estudiante de psicología o un residente de psiquiatría? ¿Qué experiencia tiene la persona? ¿Dónde se ha formado? ¿es adecuadamente supervisado, en el caso de tratarse de un estudiante? ¿Qué experiencia tiene su supervisor? ¿Podría concertar, si la necesitara, una visita con el supervisor? Tipos de profesionales Si está interesado en recibir una terapia psicológica, como la TCC, su terapeuta puede ser un psicólogo, un médico, un trabajador social o un profesional procedente de una amplia variedad de sustratos. Conviene recordar que, independientemente de su formación, la mayoría de los clínicos no tienen gran experiencia en el uso de la TCC para el tratamiento de los trastornos relacionados con la ansiedad. Mucho más interesante que la titulación de la persona, es su familiaridad con el tratamiento de la ansiedad social utilizando los tratamientos cognitivos basados en la exposición. Y aunque esto sea mucho más fácil de encontrar en el caso de los psicólogos, también hay que decir que la formación en terapia cognitivo conductual está llegando cada vez más a otros profesionales. Psicólogos. Los psicólogos especializados en los trastornos psicológicos suelen ser doctores en psicología clínica. La formación de un psicólogo suele incluir una diplomatura universitaria de cuatro años, seguida de cinco a ocho años adicionales. En algunos lugares, los practicantes con un master suelen considerarse también psicólogos mientras que, en otros, los clínicos con un máster se denominan de otro modo (como, por ejemplo, psicólogo asociado, psicoterapeuta, psicometría, etc.) Psiquiatra. Un psiquiatra es un médico que, después de haber completado cuatro años de estudios en la facultad de medicina, se ha especializado en el tratamiento de los problemas de la salud mental. Habitualmente, esta especialidad incluye una residencia de cinco años y puede incluir también un entrenamiento adicional. Aunque los psiquiatras son más proclives que otros profesionales a ver y tratar la ansiedad desde una perspectiva biológica, sus programas de enseñanza cada vez tienen más en cuenta la formación en TCC. Las ventajas de ser tratado por un psiquiatra, en lugar de otro tipo de profesional, incluyen la posibilidad de obtener medicación además de otras formas de terapia y de ser evaluado por un médico especialmente cualificado en reconocer las condiciones médicas que puedan estar contribuyendo al problema. Trabajador social. Los trabajadores sociales están entrenados para enfrentarse a problemas muy diversos, como ayudar a las personas a relacionarse mejor, resolver sus problemas personales y familiares y aprender a gestionar más adecuadamente las vicisitudes de la vida cotidiana. También pueden ayudar a enfrentarse mejor al estrés de un alojamiento inadecuado, el paro, la falta de habilidades sociales, los problemas económicos, la enfermedad o la incapacidad grave, el abuso de sustancias, el embarazo no deseado, etc. La mayoría de los trabajadores sociales se especializan y algunos acaban proporcionando psicoterapia en la práctica privada, un hospital o centro especializado. Aunque la TCC se halla habitualmente incluida en los programas de formación de los trabajadores sociales, los hay que, concluida su formación, siguen cursos de entrenamiento especializado en TCC. Otras profesiones. Son muchos los profesionales que pueden formarse para proporcionar TCC u otras formas de psicoterapia. Entre ellos cabe destacar a los médicos de familia, las enfermeras, los terapeutas ocupacionales, los sacerdotes u otros líderes religiosos e incluso los psicoterapeutas sin titulación formal en un campo relacionado con la salud mental. Es más importante saber si el profesional en cuestión tiene experiencia, que, si se trata de una enfermera, un médico de familia, un psicólogo, un psiquiatra, un terapeuta ocupacional, un trabajador social o un estudiante de uno de estos campos. ¿Cuánto tiempo requiere el tratamiento? El tratamiento cognitivo conductual de la ansiedad social y de desempeño suele requerir entre diez y veinte sesiones.

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¿Cómo te sientes con depresión?

Casi todas las personas se han sentido deprimidas de vez en cuando, pero si pueden seguir con sus ocupaciones y al cabo de un tiempo recuperan el placer de vivir es muy probable que no padezcan enfermedad mental alguna. La diferencia entre un decaimiento pasajero y la enfermedad mental conocida como depresión estriba en que el enfermo no puede superar el desánimo, la dolencia se hace cada vez más profunda y al cabo de un tiempo, disminuye su capacidad de desenvolverse en la vida diaria, tanto en el plano mental como en el de la funcionalidad. Existen dos tipos principales de enfermedad depresiva. La primera se denomina depresión reactiva que surge como una reacción extrema ante una emoción muy fuerte, como la muerte de un ser querido, el final de una relación amorosa o incluso una pérdida financiera. La segunda llamada depresión endógena aparece sin causas aparentes ni factores desencadenantes y se considera que está relacionada con un déficit o una alteración de los neurotransmisores. Frecuencia Si bien en la depresión endógena suelen tenerse en cuenta los antecedentes familiares, se ha comprobado de modo estadístico que alrededor de un 25% de la población, con una mayor incidencia en las mujeres, sufre un decaimiento grave en algún momento de su vida que necesita asistencia médica, aunque las manifestaciones de la enfermedad pueden no corresponderse con exactitud con los signos característicos de ésta. En algunas etapas de la vida, como pueden ser el final de la adolescencia, la menopausia femenina, la entrada en la madurez, la jubilación y en los años inmediatos a ésta, existe una mayor propensión a deprimirse. Síntomas La persona que padece una enfermedad de tipo depresivo, además de sentir una melancolía insuperable, presenta otras manifestaciones, tanto físicas como psíquicas, tales como la pérdida de energía y del apetito, tanto sexual como alimentario, insomnio y en algunos casos, indigestiones, estreñimiento y dolores de cabeza. El primer síntoma de una depresión y el más característico es una apatía general, que se percibe tanto en el trabajo como en la vida familiar y el ocio, e incluso se puede extender al cuidado personal y a la higiene. Quienes padecen depresión corren el riesgo de sufrir trastornos psicológicos graves, cuyos síntomas pueden ser una disminución de la capacidad de concentración, percepción negativa del medio exterior, sentimiento de culpabilidad y auto desprecio, delirios persecutorios o alucinaciones y pensamientos de muerte o suicidio. En ocasiones, el síntoma más evidente de la depresión es la ansiedad aguda, que genera inquietud y agitación; la intensidad de estos síntomas varía a menudo, según la hora del día. Por lo general, el paciente que sufre una depresión endógena se despierta temprano, con aspecto triste o abatido, que suele disminuir o desaparecer a medida que avanza el día. Las depresiones reactivas a menudo empeoran durante la noche. Cuando la depresión persiste durante mucho tiempo el enfermo adopta una actitud de retraimiento y suele pasar mucho tiempo tumbado en la cama Tratamiento Numerosas personas que sufren de depresión no han podido recuperarse debido a que sus familiares y amigos no supieron interpretar los síntomas. Las amenazas de suicidio siempre se deben tomar en serio y deben ser consideradas como un caso de emergencia, aun cuando hayan existido con anterioridad y se sospeche que el enfermo solo desea llamar la atención. La clase y la gravedad de los síntomas determinan el tratamiento médico, que se basa en la combinación de psicoterapia y de medicamentos, como antidepresivos y estimulantes. Estos últimos se utilizan en casos leves, mientras que los antidepresivos o tranquilizantes, que son los más prescritos por los médicos se aplican en el tratamiento de las depresión más graves. Si la depresión se presenta acompañada de ansiedad se recomienda el uso de tranquilizantes. Si hay riesgo de suicidio el médico puede aconsejar el ingreso de la persona que padece la depresión en un hospital ya que allí se puede controlar mejor, vigilar la intensidad de los síntomas y observar los resultados de la medicación y la psicoterapia aplicadas. A pesar de que las depresiones endógenas suelen ser repetitivas, los enfermos casis siempre responden bien a los tratamientos. Hay personas que desarrollan una dependencia física a los medicamentos aplicados y para otros es una costumbre, de modo que dependen de las píldoras, en las dos formas es conveniente la ayuda médica Depresión maniaca Las personas que sufren depresión maniaca experimentan estados de humor extremos y cambiantes, que no guardan relación con los posibles acontecimientos externos. Esta enfermedad tiende a ser cíclica y presenta periodos de actividad exaltada, que duran desde unas pocas horas hasta varios días o semanas, que se alternan con otras épocas de abatimiento profundo. Un fallo en la composición química cerebral, un estrés agotador o, en raras ocasiones, una infección grave pueden desencadenar una depresión maniaca. El tratamiento incluye tranquilizantes para la fase maniaca y antidepresivos para las de abatimiento. También se suele recurrir a la psicoterapia y a la terapia ocupacional. Depresión posparto Cerca del 80% de las mujeres que dan a luz experimentan una sensación de decaimiento y tristeza en los días o semanas siguientes al parto. Por lo general, esta sensación solo dura una semana; sin embargo, en algunos casos persiste y se profundiza hasta convertirse en un caso grave de depresión que requiere tratamiento. Los síntomas incluyen cansancio, angustia, sensación de fracaso en el cumplimiento de los deberes de madre, y a menudo sentimientos de agresividad hacia el bebé, que pueden estar causados por el llanto excesivo de éste: el llanto del niño provoca un sentimiento de culpa en la mujer, que no duerme bien y se vuelve irritable. Muchas veces descuida su apariencia y la de su casa, se retrae alejándose de los demás y manifiesta pérdidas de apetito y de interés sexual, insomnio y pesadillas. Ante un cuadro semejante, se debe procurar que la mujer no se canse en exceso, para lo cual resulta fundamental que perciba los cuidados y el apoyo físico y emocional tanto de su pareja como de familiares

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Síntomas de trastorno disfórico premenstrual

Las características esenciales del trastorno disfórico premenstrual son la expresión de labilidad afectiva, disfórica y síntomas de ansiedad, que se repiten durante la fase premenstrual del ciclo y que remiten alrededor del inicio de la menstruación o poco después Estos síntomas pueden acompañarse de síntomas conductuales y físicos. Los síntomas deben haber aparecido en la mayoría de los ciclos menstruales durante el último año y deben afectar negativamente al funcionamiento laboral o social. La intensidad y la expresividad de los síntomas acompañantes pueden estar estrechamente relacionadas con las características sociales y culturales de la mujer afecta, de sus perspectivas familiares y de otros factores más específicos, como las creencias religiosas, la tolerancia social y aspectos relacionados con el papel de la mujer. Típicamente, los síntomas alcanzan su cumbre alrededor del comienzo de la menstruación. Aunque no es infrecuente que los síntomas permanezcan durante los primeros días de la menstruación la paciente debe tener un periodo libre de síntomas en la fase folicular después de que comience el periodo menstrual. Aunque los síntomas nucleares son los síntomas afectivos y de ansiedad, también aparecen síntomas conductuales y somáticos. Sin embargo, la presencia de síntomas físicos o conductuales en ausencia de síntomas afectivos o de ansiedad no es suficiente para el diagnóstico. Los síntomas son de gravedad (pero no de duración) comparable a la observada en otros trastornos mentales, como el episodio depresivo mayor o el trastorno de ansiedad generalizada. Para confirmar el diagnóstico provisional, se requieren evaluaciones diarias prospectivas de los síntomas durante al menos dos ciclos sintomáticos. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014

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¿Qué sienten los pacientes con distimia?

El rasgo principal del trastorno depresivo persistente (distimia) es un ánimo deprimido que aparece la mayor parte del día, durante la mayor parte de los días, durante al menos dos años o al menos durante un año en los niños y los adolescentes (Criterio A). En este trastorno se agrupan el trastorno de depresión mayor crónico y el trastorno distímico del DSM-IV. La depresión mayor puede preceder al trastorno depresivo persistente y los episodios de depresión mayor pueden ocurrir durante el trastorno depresivo persistente. Los pacientes cuyos síntomas cumplan los requisitos del trastorno depresivo mayor durante dos años deberían diagnosticar de trastorno depresivo persistente además del trastorno depresivo mayor.  Los pacientes con trastorno depresivo persistente describen su estado de ánimo como triste o con el ánimo “por los suelos”. Durante los periodos de ánimo deprimido deben presentarse al menos dos de los siete síntomas del Criterio B. Como estos síntomas forman parte de la experiencia diaria del paciente, sobre todo en los casos de inicio temprano (ej., siempre he sido así), es posible que no se mencionen a menos que se le pregunte al individuo.  Durante el periodo de dos años (de un año en los niños o los adolescentes) cualquier intervalo sin síntomas dura como máximo dos meses (Criterio C). (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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Trastorno de desregulación disruptivo del estado de ánimo

El rasgo central del Trastorno de desregulación disruptivo del estado de ánimo es una irritabilidad crónica grave y persistente. Esta irritabilidad grave tiene dos manifestaciones clínicas relevantes, y la principal son los accesos de cólera frecuentes. Estos accesos ocurren típicamente en respuesta a la frustración y pueden ser verbales o conductuales (lo último en forma de agresividad contra objetos, uno mismo y otras personas). Deben ocurrir frecuentemente (ej., como promedio, tres o más veces a la semana) por lo menos un año y en al menos dos ambientes, como en casa y en el colegio y deben ser inapropiados para el grado de desarrollo. La segunda manifestación de irritabilidad grave consiste en un estado de animo persistentemente irritable o de enfado crónico entre los graves accesos de cólera. Este estado de ánimo irritable o enfadado deben ser característicos del niño, debe estar presente la mayor parte del día, casi a diario, y debe ser apreciable por otras personas del entorno del niño. Se debe distinguir cuidadosamente la presentación clínica del trastorno de desregulación disruptivo del estado de ánimo de las presentaciones de otras afecciones relacionadas, en particular el trastorno bipolar pediátrico. De hecho, el trastorno de desregulación disruptivo del estado de ánimo se añadió al DSM-            V para abordar las grandes dudas sobre la inapropiada clasificación y tratamiento de los niños que presentan irritabilidad crónica persistente frente a los niños que presentan un trastorno bipolar clásico (p.ej., episódico) En los niños, algunos investigadores consideran la irritabilidad grave no episódica como una característica del trastorno bipolar, aunque tanto el DSM-IV como el DSM-V exigen, para reunir las condiciones para el diagnostico de trastorno bipolar I que tanto los niños como los adultos presenten episodios delimitados de manía o hipomanía. Durante las últimas décadas del siglo XX, esta discusión entre los investigadores, de que la irritabilidad grave y no episódica es una manifestación de manía pediátrica, coincidió con un aumento significativo de las tasas con que los clínicos diagnosticaban el trastorno bipolar a sus pacientes pediátricos. Este aumento abrupto en las tasas de diagnóstico parece atribuirse a que los clínicos combinaban al menos dos presentaciones clínicas en una sola categoría. Es decir, que se habían etiquetado como trastorno bipolar en los niños tanto en las presentaciones clásicas episódicas de manía como las presentaciones no episódicas de irritabilidad grave. En el DSM-III el término trastorno bipolar se reserva explícitamente para las presentaciones episódicas de los síntomas bipolares. El DSM-IV no tenía ningún diagnostico pensado para diagnosticar a los jóvenes cuyos síntomas distintivos consistían en una irritabilidad muy marcada y no episódica, mientras que el DSM-V con la inclusión del trastorno y desregulación disruptiva del estado de ánimo ha aportado una categoría diferente para tales presentaciones.   (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association,2014)

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¿Cómo surgió el teléfono de la Esperanza y quién lo creó?

El reverendo Chad Varah, fundador de la “Ayuda por Teléfono” es un pastor lleno de humor, se diría que un personaje de Dickens. El día que asumió las funciones de su primer destino en 1935 una muchacha de catorce años acababa de suicidarse ¿Qué había pasado? Al iniciarse los síntomas de una menstruación primera, la niña no se atrevió a preguntar la causa, se atemorizó creyéndose afectada de la sífilis y se suicidó. Drama de soledad y de abandono. Si hubiera hablado a alguien, viviría. Pero no se había atrevido a informarse en el seno familiar y no hubo nadie que la escuchara ¿Cómo se actúa cuando alguien está en un apuro o atraviesa una crisis aguda? Cuando es posible saltar sobre el teléfono y pedir socorro. Chad Varah da forma a su idea y crea en 1953 Samaritans en Londres. Después sería el mundo entero el que seguirá su ejemplo. Los métodos empleados difieren de un país a otro, pero el “Teléfono de la Esperanza” responde las 24 horas del día. La duda, el enfrentamiento con la sociedad, la desesperanza y el anonadamiento no son atributos exclusivos de los otros. También a nosotros puede llegarnos ese momento, concluye Jorge Ras.

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¿Qué es la psicoterapia y cuáles son sus tipos?

La psicoterapia ha constituido desde siempre una sólida base en la práctica de la medicina. El prestigio y la autoridad del médico, del chamán o del curandero y la esperanza o la fe del enfermo son ya elementos de valor psicoterápico que intervienen en el tratamiento, aun en el caso de que ni el paciente ni el médico los utilicen conscientemente. La psicoterapia intuitiva se erige en método técnico cuando sus elementos son analizados y usados conscientemente con fines terapéuticos. Así ocurrió en el siglo XIX con el estudio y la aplicación de los fenómenos hipnóticos que culminó en la elaboración del método psicoanalítico. TIPOS DE PSICOTERAPIA Las psicoterapias pueden dividirse en superficiales o sintomáticas y profundas o estructurales, según se proponga solo la desaparición del síntoma o síntomas que molestan al paciente, o más ambiciosamente, una modificación de la estructura de la personalidad, que le permita superar sus conflictos patológicos y patógenos y desplegar mejores formas de relación consigo mismo y con los demás. Las psicoterapias superficiales utilizan técnicas de persuasión, sugestión, apoyo, explicación y catarsis para aliviar la angustia del paciente, tranquilizarlo, fomentar la confianza y seguridad en sí mismo, ofrecerle en lo posible una mejor comprensión de sus problemas, reforzar sus propios mecanismos psicológicos (apoyo) y darle una posibilidad de considerar y discutir sus conflictos en una atmósfera de comprensión y ecuanimidad. La catarsis o abreacción que interviene en mayor o menor grado en toda forma de psicoterapia, consiste en la descarga afectiva de emociones reprimidas o retenidas y se utiliza a veces, especialmente en la neurosis traumáticas, facilitándola mediante la disminución del nivel de conciencia con la inyección intravenosa de un barbitúrico para favorecer el recuerdo de la experiencia traumática y la eclosión de las emociones reprimidas. Las psicoterapias superficiales admiten técnicamente una intervención directa del psicoterapeuta en la vida del paciente, sea en forma de consejos, orientación o incluso manejo de la realidad que le envuelve. Capítulo aparte, dentro de las psicoterapias sintomáticas, corresponde a las técnicas del tratamiento conductista basadas en el manejo de los reflejos condicionados y en los conceptos de inhibición y refuerzo de la conducta. Se han aplicado al tratamiento de síntomas muy concretos (fobias, enuresis, etc.) considerándolos como hábitos que han de inhibirse creando por ejemplo circunstancias en que queden asociados a estímulos desagradables. Las psicoterapias profundas derivan todas de las técnicas y los conocimientos psicoanalíticos y basan sus efectivos madurativos de la personalidad en el insight (conocimiento claro y profundo) que va obteniendo el enfermo a lo largo del continuo esclarecimiento de sus motivaciones inconscientes, en la relación con el psicoterapeuta. En la psicoterapia profunda representan también un papel los factores curativos de las psicoterapias superficiales, como son la esperanza y el deseo de curación del paciente, los efectos sugestivos que la autoridad del psicoterapeuta puede ejercer sin proponérselo, la catarsis emocional y lo que Alexander llama “experiencia emocional correctiva” (vivencia del contraste entre las reacciones emocionales propias y las del psicoterapeuta); pero la diferencia fundamental radica en que todo esto no es la finalidad de la psicoterapia, sino fenómenos que se dan en la relación psicoterapéutica y que también son objeto de análisis y esclarecimiento. Todas las psicoterapias profundas exigen del paciente, un esfuerzo psicológico importante, lo que, unido a las exigencias de dedicación de tiempo y al coste de un tratamiento largo y continuado, limita sus posibilidades. Muchos psicoanalistas se han esforzado en perfeccionar métodos de psicoterapia de orientación analítica que, basados en los conocimientos adquiridos con la práctica del psicoanálisis, se encaminan a la obtención de resultados parecidos, si bien menos ambiciosos y completos, con menor frecuencia de sesiones o en menos tiempo total. Estas psicoterapias breves están especialmente indicadas en personas que sufren trastornos neuróticos recientes relacionados con situaciones ambientales traumáticas psicológicamente.

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¿Existen las depresiones?

¿Existen las depresiones? Es ésta una pregunta que merece la pena ser contestada ahora que tanto se habla de ellas. Es cierto que en este campo hay que enfrentarse al escepticismo conjugado del paciente, de sus familiares y a veces, hasta de su propio médico. Pero la depresión existe. Desgraciadamente, resulta a menudo difícil localizar y definir. Frecuentemente está oculta entre un conjunto de síntomas difusos y variados, o incluso es debido a causas patológicas que esconden sus signos precursores. Para el psicoanalista, la depresión es una realidad. El doctor Pasche ha dado una definición dentro de la tradición freudiana “la esencia de la depresión es la despreciación del individuo por él mismo. Todos los otros signos, según el psicoanalista, se desprenden de esta autodespreciación”. Y añade “únicamente hablamos de depresión cuando percibimos un conflicto entre el yo y el super yo, que viene causado por la pérdida de un objeto. Lo que ocurre reviste la forma de un duelo (pérdida de separación de un ser querido, pérdida de un afecto o de un ideal o desvalorización de una religión). En realidad, el objeto causante del duelo es un objeto narcisista de autoestima. La pérdida del objeto es en sí la pérdida del afecto por sí mismo. La autodeterminación entraña un sentimiento de culpabilidad y cuando el individuo llega a estar obsesionado, es cuando empieza justamente a hacer un esfuerzo por superarse y comienza a autocurarse” ¿Permite esta definición que el médico general establezca la diferencia entre una verdadera y una falsa depresión? Probablemente no, por lo cual necesitará recurrir a otros medios. Y, sin embargo, una verdadera depresión se distingue por la vivencia que se tiene de ella. Aunque el afectado no sepa exactamente lo que ha perdido, sabe que ha perdido algo. Aun en el caso de que presente todas las características exteriores de la verdadera depresión, la “falsa” carece de este autosentimiento. Ambas se entrecruzan, no obstante, en dos grandes categorías de enfermedades: las afecciones neurológicas y las endocrinas Todas estas indicaciones siguen siendo generales, por ello, el médico deberá emplear toda su “astucia” para localizar en el enfermo un síntoma que pueda considerarse como propio de una verdadera depresión. (información extraída de El médico informa, 1973)

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