Trastorno del Sueño

¿Cómo se puede detectar que una persona sufre narcolepsia?

Los rasgos esenciales de la somnolencia en la narcolepsia son las siestas diurnas recurrentes a los lapsus de sueño. La somnolencia aparece a diario, pero debe ocurrir como mínimo tres veces por semana durante al menos tres meses (Criterio A). La narcolepsia produce por lo general cataplejía, que se presenta como episodios breves (segundos o minutos) de pérdida súbita y bilateral del tono muscular que se desencadenan por las emociones típicamente por la risa y las bromas. Los músculos que se afectan pueden ser los del cuello, la mandíbula, los brazos, las piernas o todo el cuerpo, dando como resultado la oscilación de la cabeza, la caída de la mandíbula e incluso caídas totales. Durante la cataplejía, los sujetos están despiertos y son conscientes. Para cumplir el Criterio B1 (a), la cataplejía se debe desencadenar por la risa o las bromas y debe aparecer al menos varias veces al mes cuando el trastorno no se trata o existir desde tiempo atrás. La cataplejía no debería confundirse con la “debilidad” que ocurre en el contexto de las actividades deportivas (fisiológicas) o exclusivamente tras desencadenantes emocionales infrecuentes como el estrés o la ansiedad (lo que sugieren una posible psicopatología). Los episodios que duran horas o días y los que no desencadenan por emociones probablemente no son de cataplejía, como tampoco lo son los de rodar por el suelo con risa histérica. En los niños, cuando se acerca el inicio, la cataplejía genuina puede ser atípica y afectar primeramente a la cara, produciendo muecas o descensos de la mandíbula con protusión de la lengua. Por otra parte, la cataplejía se puede presentar también en forma de hipotonía de bajo grado, lo que produce un paso tambaleante. En estos casos, el Criterio B1 (b) se puede cumplir en los niños o los adultos en los 6 meses siguientes después de un inicio rápido. La narcolepsia-cataplejía casi siempre es el resultado de la pérdida de las células productoras de hipocretina hipotalámica (orexina) que causa deficiencia de la hipocretina. La pérdida de células es probablemente de origen auto inmunitario y aproximadamente el 99%% de los sujetos afectados es portador del HLA-DQB1*06:02 antes de hacer una punción lumbar para evaluar la inmunorreactividad de la hipocretina-1 del LCR. Raramente aparecen niveles bajos de hipocretina-1 en el LCR en ausencia de cataplejía, principalmente en jóvenes que podría desarrollar una cataplejía más tarde. La medida de la hipocretina-1 en el LCR representa el gold standard, excepto si existen trastornos graves asociados que puedan interferir con la prueba. También se puede realizar un estudio polisomnográfico del sueño nocturno seguido también de un TLMS para confirmar el diagnóstico (Criterio B3). Estos test se deberían realizar una vez que el individuo ha abandonado todas las medicaciones psicotrópicas y tras dos semanas con suficiente tiempo de sueño (documentado por diarios de sueño o por actigrafía). La corta latencia de los movimientos rápidos de los ojos (REM) durante la polisomnografía es suficiente para confirmar el diagnóstico y para cumplir el Criterio B3. Alternativamente, el resultado del TLMS debe ser positivo y mostrar una latencia media de sueño menor o igual a 8 minutos y dos o más periodos REM al inicio del sueño en 4 o 5 siestas. Cuando la somnolencia es grave, pueden aparecer conductas automáticas y el individuo puede continuar sus actividades de manera semiautomática, como abotargado, sin memoria ni consciencia. Aproximadamente el 20-60% de los sujetos presenta alucinaciones hipnagógicas vividas antes de dormir o al quedarse dormidos o alucinaciones hipnopómpicas justo después de despertarse. Estas alucinaciones son distintas de la actividad mental onírica no alucinatoria y menos vivida que aparece al comienzo del sueño en los durmientes normales. Las pesadillas y los sueños vividos son también frecuentes en la narcolepsia, como el trastorno del comportamiento del sueño REM. Aproximadamente, el 30-60% de los sujetos presenta parálisis del sueño o al quedarse dormidos o al despertarse, que les mantiene despiertos pero incapaces de moverse o de hablar. Sin embargo, muchas personas con sueño normal también refieren parálisis del sueño, especialmente en presencia de estrés o de privación del sueño. Puede haber ingesta nocturna. La obesidad es frecuente. La interrupción del sueño nocturno con frecuentes despertares cortos o largos es habitual y puede ser incapacitante. Los sujetos pueden parecer dormidos o se duermen en la sala de espera o durante el examen médico. Durante la cataplejía, los sujetos se pueden desplomar en la silla y presentar lenguaje mal articulado o párpados caídos. Si el clínico tiene tiempo de comprobar los reflejos durante la cataplejía, éstos están abolidos, un hallazgo importante que distingue la cataplejía genuina del trastorno de conversión. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Cómo dormir cuando tienes insomnio?

La actividad diaria produce un cansancio físico y mental y para recuperar las energías consumidas, es necesario dormir cierto número de horas cada día. Cada persona necesita diferente cantidad de horas de sueño. La mayoría de los adultos duermen algo menos de ocho horas, en tanto que los ancianos necesitan menos horas. Los niños, hasta cumplir el primer año de vida, duermen unas 16 horas de cada 24; a partir de los 18 meses las pautas de sueño del niño varían, y hacia los tres años dejan de dormir después de las comidas y se despiertan más temprano Los sueños Se desconoce con exactitud que origina los sueños, aunque según algunos estudios, si no se deja de soñar a una persona durante varias noches, se muestra irritable, inquieta y no puede concentrarse ni realizar tareas cotidianas; después, cuando se la deja dormir con tranquilidad, sueña más, como si necesitara recuperar los sueños perdidos. La acción de soñar demuestra que la actividad mental continúa mientras se duerme, aunque luego no se tenga la conciencia de haber soñado o no se recuerde lo soñado. Cada periodo de sueño tiene distintas fases, así durante la fase de movimiento rápido de los ojos, REM, llamada también paradójica, las ondas eléctricas cerebrales son más rápidas que en los periodos de sueño denominado ortodoxo. La frecuencia cardiaca, la respiración y la presión arterial experimentan fluctuaciones rápidas durante el sueño paradójico; la mayoría de los  músculos están relajados por completo, los reflejos están ausentes, los varones pueden experimentar erecciones y la sangre fluye con más rapidez en el cerebro y de manera más lenta en los músculos. Durante la fase ortodoxa del sueño las ondas cerebrales son amplias y lentas y aumenta el flujo sanguíneo hacia los músculos, facilitando la recuperación física. Ritmo del sueño El organismo humano regula la alternancia entre el sueño y la vigilia mediante una especie de reloj biológico, que indica la necesidad de un periodo de sueño diario. Resulta difícil modificar el ritmo biológico del sueño, lo que puede comprobarse cuando una persona viaja a zonas del mundo en las que existe una diferencia horaria con respecto a la suya inicial. Cuando una persona duerme, su cerebro puede ser estimulado por sensaciones físicas, como los cambios de temperatura o las sensaciones originadas por los sueños. Los sonidos y la luz son otros factores que influyen en el sueño. Los sonidos monótonos o los rítmicos y continuos como el producido por las ruedas del tren o por la lluvia, o una temperatura templada, inducen a la relajación y al sueño; por el contrario, una iluminación repentina, como el destello de un relámpago, puede interrumpir el descanso de una persona dormida. Con respecto al descanso, debe tenerse en cuenta el consumo de ciertos medicamentos o drogas, ya que algunas sustancias químicas y fármacos, como las anfetaminas, dificultan el sueño, mientras que los somníferos o el alcohol, entre otros, producen somnolencia. Insomnio Los adultos padecen insomnio con frecuencia, que puede manifestarse de diferentes maneras, ya sea como dificultad para conciliar el sueño o en las repetidas interrupciones de éste. El insomnio está causado, en muchos casos, por las preocupaciones, la tensión y la depresión, aunque también pueden causarlo el dolor, un medio ambiente incómodo o desconocido, la necesidad de orinar con frecuencia y numerosas enfermedades y trastornos, como la disnea, el asma o una indigestión. Las consecuencias se padecen durante el día siguiente, ya que la falta de sueño, conlleva la somnolencia, la falta de concentración y la irritabilidad. Existen muchas formas de combatir el insomnio, que consisten en esencia en facilitar la relajación antes de acostarse o en lograr un cansancio físico y las condiciones ambientales adecuadas para conseguir un sueño reparador. Cualquier dificultad para dormir que persista durante más de dos semanas debe ser comunicada y consultada con el médico para procurar identificar y tratar las posibles causas subyacentes. Los somníferos y los tranquilizantes deben ser considerados como un último recurso para resolver el problema, ya que producen adicción, y si no se toman a dosis adecuadas, pueden ejercer un efecto residual que ocasione somnolencia durante la vigilia. Sin embargo, existen situaciones de estrés y de tensión que requieren el uso de estos fármacos. Pero es importante administrarlos durante un corto periodo de tiempo, bajo prescripción médica y sin exceder las dosis adecuadas. Cómo evitar el insomnio Reducir el consumo de té, café y alcohol Evitar cenar tarde y en exceso Beber un vaso de leche caliente antes de acostarse Pasear al aire libre por la noche o al anochecer, el ambiente exterior ayudará al sosiego Realizar ejercicios físicos durante el día, porque el sedentarismo es el peor hábito para inducir al sueño Tomar un baño tonificante poco antes de acostarse No pensar en el trabajo ni en los problemas al ir a dormir Mantener relaciones sexuales satisfactorias Asegurarse de que el dormitorio tenga una temperatura agradable, entre 18 y 20º C Cuando una persona se encuentra inquieta y no puede dormir por la noche, le conviene levantarse y leer, mirar la televisión o realizar cualquier actividad antes de quedarse en la cama El sueño de los niños En general, los niños duermen cuando tienen sueño y durante el tiempo que necesitan. Cuando son pequeños no pueden inhibir el sueño ni despertarse de forma deliberada, ya que para ellos no existe el concepto del día ni de la noche. Cuando un bebé se despierta por la noche es recomendable no acudir de inmediato a su lado ni tomarlo en brazos, ya que en la mayoría de los casos el niño vuelve a dormirse enseguida; sin embargo si el llanto continúa puede ocurrir que el niño esté incómodo o se encuentre mal. El hábito de que el niño duerma en la cama de los padres es muy difícil de abandonar, por lo que es aconsejable evitarlo. Hacia el segundo años de vida es común que los niños sufran pesadillas y se despierten de forma brusca, gritando o llorando. En esos casos es importante

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¿Cuáles son las parasomnias?

Pesadillas Las pesadillas son sueños de contenido terrorífico que ocurren generalmente durante el sueño MOR. Estas ensoñaciones que causan miedo en el sujeto van acompañadas de un incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo, aunque menor si éste se compara con el incremento observado en aquellas personas que sufren terrores nocturnos. En el caso de las pesadillas, el despertar que se genera es completo. Además, una vez despierta la persona es capaz de contar con detalle el contenido específico del sueño En relación a la frecuencia y la prevalencia del trastorno, la mayoría de los estudios indican que las pesadillas se producen a cualquier edad, aunque son más comunes en la infancia, especialmente entre los tres y los seis años. En el caso de los niños, la frecuencia por sexo es igual, mientras que en los adultos es más frecuente que en mujeres. Los criterios diagnósticos según el DSM-IV para las pesadillas se recoge de esta manera: Despertares repetidos durante el sueño nocturno o la siesta con un recuerdo detallado de los sueños amenazantes, que suelen estar asociados a peligros de supervivencia, seguridad o autoestima. Estos despertares generalmente ocurren durante la segunda mitad de la noche El sujeto se despierta orientado y en estado de alerta Esta alteración provoca un conflicto clínicamente significativo o un deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes de funcionamiento del sujeto La alteración no está asociada a otro trastorno mental (delirios, estrés postraumático, etc.), ni es un efecto psicofisiológico directo del consumo de sustancias o de un trastorno médico Sintomatología. Uno de los síntomas más característicos del trastorno es la ansiedad, la cual a su vez va acompañada de una reacción motora brusca que puede provocar el despertar en el niño. Una vez despierto, el niño presenta un contacto normal con la realidad y tiene la sensación de haber soñado con una amenaza inmediata; la ansiedad tiende a desaparecer rápidamente. Entre los posibles factores causales, se ha observado que, en situaciones de estrés, así como episodios traumáticos aumentan la frecuencia y la severidad de las pesadillas. Terrores nocturnos Los terrores nocturnos son ensoñaciones terroríficas que suelen producirse en el primer tercio de la noche, en las fases III o IV del sueño. El trastorno se caracteriza por episodios de ansiedad y temor inmenso en los que el niño se despierta de forma brusca habitualmente gritando y llorando. Además, la ansiedad se acompaña de taquicardia, sudoración, dilatación de las pupilas, enrojecimiento de la piel y aumento del tono muscular. Los criterios diagnósticos del DSM-IV para los terrores nocturnos son los siguientes: Despertares bruscos recurrentes durante el sueño, frecuentemente durante el primer tercio de la noche e iniciados con un grito de pánico Miedo intenso y signos de activación autonómica (taquicardia, hiperventilación, etc.) Falta de respuesta a los intentos de los demás para que el sujeto se calme Los episodios provocan un conflicto clínicamente significativo o un deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes de funcionamiento del sujeto El trastorno no es un efecto psicofisiológico directo del consumo de sustancias o de un trastorno médico. Durante un episodio de terror nocturno, el paciente usualmente se sienta en la cama sin responder a estímulos externos. Cuando el sujeto se despierta, generalmente no suele recordar lo ocurrido; en caso de que recuerde algo de su contenido, éste no suele ser muy elaborado (Estivill, 1994). Después de 20 minutos aproximadamente el niño vuelve a dormirse de nuevo. Generalmente, a la mañana siguiente el niño no recuerda el episodio. Los terrores nocturnos son más frecuentes en niños que en adultos. Suele aparecer entre los 4 y los 12 años y desaparecer espontáneamente en la adolescencia. Por lo que respecta a la distribución por sexos, algunos estudios apuntan que el trastorno es más frecuente en mujeres que en hombres. Algunos estudios han planteado que el trastorno podría tener una base hereditaria ya que se ha observado que la mayoría de los sujetos con terrores nocturnos tiene familiares que también sufren de sonambulismo o de terrores nocturnos. Además, el estrés y la fatiga son dos factores que parecen incrementar la aparición de los terrores nocturnos en aquellos niños hereditariamente predispuestos Por otro lado, también se ha observado que la frecuencia de los terrores nocturnos aumenta con el alcohol, la administración de determinados fármacos depresores del sistema nervioso, así como episodios de privación de sueño y de fiebre Sonambulismo El sonambulismo es un trastorno que ocurre generalmente en el primer tercio de la noche, durante las fases III y IV del sueño de ondas lentas. Los criterios diagnósticos del DSM-IV para el sonambulismo son: Episodios repetidos de levantarse de la cama durante el sueño para deambular, normalmente durante el primer tercio del periodo de sueño principal Durante el episodio el sujeto está pálido y con la mirada fija, no responde a los intentos de los demás para interrumpir la deambulación o comunicarse con él y solo puede ser despertado con notable dificultad. A la mañana siguiente, la persona no recuerda nada sobre el episodio Minutos después de despertar del sonambulismo no hay deterioro de la actividad mental o de la conducta (aunque puede haber un corto periodo de confusión o desorientación) Los episodios provocan un conflicto clínicamente significativo o un deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes de funcionamiento del sujeto El trastorno no es un efecto psicofisiológico directo de una sustancia o de un trastorno médico El trastorno es más común en niños que en adultos, no encontrándose diferencias con respecto al sexo. Se estima, que aproximadamente un 15% de los niños tiene un episodio de sonambulismo alguna vez, y el 3% suele presentar episodios frecuentes (Navarro y Espert, 1994). Por lo que respecta a la frecuencia, algunos estudios indican que en torno a un 25% de los niños muestra un episodio de sonambulismo por año, y que un 10% lo sufre al menos una vez a la semana (Buela-Casal y Sierra, 1996b) Sintomatología. Los episodios de sonambulismo suelen durar unos diez minutos durante los cuales el sujeto

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Efectos del trastornos del ritmo circadiano

Dentro de los trastornos del ritmo circadiano se incluyen aquellos trastornos que están causados por una alteración o modificación del ritmo sueño-vigilia. Los criterios diagnósticos del DSM-IV para los trastornos del ritmo circadiano son: Persistente alteración en el patrón de sueño manifestada por somnolencia excesiva o insomnio, como consecuencia de un desajuste entre el horario de sueño y el ritmo circadiano Esa alteración provoca un conflicto clínicamente significativo o un deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes de funcionamiento del sujeto Esta alteración no está asociada ni a un trastorno de sueño ni a un trastorno mental El trastorno no es un efecto psicofisiológico directo del consumo de sustancias o de un trastorno médico JET LAG El síndrome del Jet Lag es un trastorno que aparece normalmente al viajar en avión atravesando diversas zonas horarias. El principal problema asociado a este trastorno es que el sujeto no consigue dormir cuando quiere debido a que el sueño se produce en momentos inapropiados y también se producen momentos de vigilia en periodos no adecuados (Miró y Buela-Casal, 1994). Por ello, los sujetos con este trastorno del sueño presentan quejas de cansancio, somnolencia a horas inapropiadas, alteraciones gastrointestinales, cefaleas, malestar general, dificultades para conciliar el sueño, despertares durante la noche y a primera hora de la mañana, alteraciones del apetito, etc. La severidad y duración de los síntomas del trastorno va a depender de los siguientes factores: Número de horas horarias cruzadas Dirección de vuelo (este u oeste) El horario de salida y de llegada La ritmicidad biológica circadiana Diferencias individuales para adaptarse a los cambios de horario La duración de estos síntomas puede oscilar entre 4 y 5 días. El trastorno afecta a sujetos de cualquier edad, aunque a partir de los 50 años los síntomas son más acusados. En el caso de los vuelos orientales (donde los días se acortan) los síntomas son mas marcados, ya que el ciclo circadiano se ve reducido a menos de 24 horas. Por el contrario, en vuelos occidentales la severidad de los síntomas es menor ya que el día se alarga y el ciclo circadiano de 24 horas se ve aumentado. SUEÑO RETRASADO Y SUEÑO ADELANTADO La característica principal del sueño retrasado es que la fase de sueño del ritmo circadiana aparece atrasada en relación con el horario normal de acostarse; así, el sujeto cuando se acuesta no se duerme, y al levantarse se encuentra con sueño. Este trastorno es bastante frecuente entre los adolescentes, los cuales durante los fines de semana o las vacaciones se acuestan a altas horas de la madrugada. Cuando regresan a la escuela se van a la cama temprano, pero no consiguen dormir, de forma que al día siguiente tienen problemas para despertarse. Cuando llega el fin de semana vuelven a repetir el mismo horario. En cuanto al sueño adelantado ocurre lo contrario, estos pacientes se levantan pronto por la mañana y se acuestan pronto, puesto que a última hora de la tarde ya se sienten somnolientos.  INSOMNIO POR PAUTA IRREGULAR DEL CICLO SUEÑO-VIGILIA Dentro de esta categoría se incluirían aquellos sujetos que no tienen un horario regular mínimo en cuanto a la hora de acostarse; entre los que cabe destacar los trabajadores por turnos, estudiantes universitarios, etc. que de forma periódica se ven obligados a alterar el ciclo normal de sueño-vigilia. Como consecuencia, se observa una pérdida del rendimiento y del nivel de atención durante el trabajo. Además, se observan algunas alteraciones del sueño, principalmente en la fase MOR y en la fase II del sueño (Buela-Casal 1990b). TRASTORNO DEL SUEÑO RELACIONADO CON UN CICLO DIFERENTE A 24 HORAS Este tipo de personas presentan un ritmo de sueño-vigilia que no sigue las 24 horas habituales, produciéndose una disincronía con el horario habitual del ambiente del sujeto. Cuando el ritmo se acerca a 180 grados de desplazamiento con el ambiente, el sujeto se encontrará muy somnoliento durante el día y muy activado por la noche. Posteriormente de forma gradual, el ritmo se irá sincronizando con el horario estándar, hasta alcanzar la sincronía total y a partir de entonces comienza nuevamente la desincronización (Buela-Casal 1990b). (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)  

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¿Cómo actuar en el medio a la oscuridad?

Muchos niños no tienen que vivir ciertas experiencias atemorizantes, como ser intervenido quirúrgicamente. En cambio, todos se enfrentan a la oscuridad cuando se acuestan a dormir por la noche. La frecuencia diaria de exposición a la oscuridad posibilita adoptar medidas para prevenir la aparición el miedo y facilita la terapia con formato de juego. El dormitorio infantil Cuanto más agradable sea el ambiente donde duerme el niño mayor es la probabilidad de que descanse plácidamente y no aparezcan respuestas emocionales negativas Luz Conciliar el sueño implica pasar del estado de vigilia o alerta al de reposo. Para disminuir el grado de activación se retiran estímulos externos como luminosidad. Si el niño protesta al apagarle la luz se reduce progresivamente la intensidad lumínica mediante un regulador eléctrico o por medio del grado de abertura de la puerta de su habitación. También se puede enchufar un pequeño piloto que esparce una tenue luminosidad o regalar una atractiva linterna para que la tenga encima de la mesilla de noche. Estas ayudas se retiran sin prisa, pero sin pausa. Ruido Ruidos elevados o cambios bruscos de volumen interfieren el sueño. Una persona traspuesta después de cenar en el sofá se despierta en el intermedio de la película cuando la televisión varía el ritmo y la intensidad del sonido para captar la atención del espectador antes de la publicidad. Tampoco es conveniente acostumbrar al niño a dormir en condiciones artificiales de silencio absoluto, de modo que cualquier ruido insignificante le despierte. Por el contrario, sones familiares y débiles tranquilizan al niño que se siente acompañado. Los ruidos monótonos, como el de un programa nocturno de radio o el de un motor de coche a velocidad constante inducen sueño. Las nanas son canciones de ritmo lento y repetitivo como un eterno ritornelo. Condiciones climáticas “Mantas: prendas de abrigo con las que los niños duermen cuando sus padres tienen frío”. El exceso de calor dificulta el sueño. Además, la temperatura corporal infantil suele ser más elevada. Es preferible una única manta ligera, flexible, mullida y que transpire. Una sugerencia práctica es colocar un termómetro visible en el dormitorio lejos del alcance del niño. La temperatura recomendada oscila entre 18º y 20º C y la humedad entre el 40 y el 70%. La habitación debe estar bien ventilada a la hora de acostarse el niño Cunas y camas La seguridad es muy importante. La distancia entre los barrotes de la cuna ha de ser corta para impedir que el niño introduzca la cabeza y se asfixie. No resultan aconsejables camas demasiadas estrechas o altas. Durante la noche un niño puede cambiar de posición unas veinte veces, permaneciendo vigilante si tiene miedo a caerse. Está indicado dormir sobre una superficie dura, en un colchón de calidad, con una almohada que no sea muy gruesa Decoración Colores clares facilitan el sueño, por ejemplo, azul celeste. Los elementos decorativos, papel pintado, cuadros, cortinas, han de referirse a temas infantiles. Si no está contraindicado, como en caso de asma, las alfombras amortiguan el sonido y constituyen un espacio idóneo para el juego. El mobiliario se elige en función de la edad del niño. (extraído de Miedos y temores en la infancia : ayudar a los niños a superarlos / Francisco Xavier Méndez, 2005)    

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Síndrome de Pickwick signos y síntomas

El síndrome de Pickwick es otro de los trastornos de sueño relacionados con la respiración. El trastorno es relativamente raro, existiendo a veces dificultades para diferenciarlo de la apnea del sueño. Los sujetos con síndrome de Pickwick son pacientes muy obesos, somnolientos, hipoventilados y con pulmones y cambios de fuerza respiratorios normales; por su parte, los pacientes con SAOS son obesos y presentan pautas respiratorias durante el sueño como resultado de un colapso en las vías aéreas superiores. Sin embargo, a pesar de sus similitudes, una diferencia importante que se establece entre ambos trastornos es que hay casos con pacientes con SAOS que no son obesos (Chiang, 1990). La sintomatología característica de este síndrome incluye obesidad, somnolencia e hipoventilación. Además, los pacientes afectados por este trastorno presentan otros síntomas entre los que cabe destacar (Chiang,1990): Disminución de la capacidad pulmonar Ventilación desigual Modificación del PH de los gases sanguíneos arteriales A pesar de la importancia de estos síntomas es importante tener en cuenta que el paciente puede recuperar su normalidad si reduce su peso corporal (para una mayor información de este síntoma véase Chiang, 1990). (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)

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¿Cuáles son los trastornos del sueño relacionados con la respiración?

Los criterios diagnósticos del DSM-IV para los trastornos del sueño relacionados con la respiración se reflejan en: Alteración del sueño manifestada por una excesiva somnolencia o insomnio provocado por un trastorno respiratorio asociado al sueño (apnea obstructiva o central o hipoventilación alveolar central) El trastorno no está asociado a trastornos mentales, ni es un efecto psicofisiológico directo del consumo de sustancias o de un trastorno médico que no sea respiratorio. Síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) La apnea del sueño es un trastorno que se define como un intervalo de 10 segundos como mínimo de duración durante el cual no existe intercambio de aire a través de las vías aéreas superiores. El índice de severidad se establece en función del número de apneas/hipopneas por hora de sueño considerándose patológico más de 10 episodios por hora de sueño. La mayoría de los episodios son cortos (10-30 segundos), aunque en algunos casos pueden llegar a durar hasta 60 segundos. La prevalencia del trastorno aumenta con la edad, siendo más común en los varones que en mujeres, ya que se considera que ciertos factores hormonales protegen a la mujer frente a este trastorno. En las mujeres, el trastorno suele aparecer después de la menopausia. Además, la mayoría de los estudios demuestran que la mayor cantidad de apneas tiene lugar durante la fase de sueño MOR. Uno de los principales problemas asociados a este trastorno es que puede pasar desapercibido durante muchos años, llegando a producir graves consecuencias físicas Tipos de apnea A partir de los estudios polisomnográficos se han distinguido tres tipos de apnea: a) apnea obstructiva del sueño, definida como un cese del flujo aéreo, aunque los movimientos respiratorios torácicos y abdominales se mantienen normales; b) apnea central caracterizada por un cese del flujo aéreo y ausencia de movimientos respiratorios torácicos y abdominales, y c) apnea mixta que es una combinación de las dos anteriores Sintomatología A la hora de establecer el diagnóstico de SAOS es importante realizar una distinción entre los síntomas manifestados durante el día y los síntomas manifestados durante la noche SÍNTOMAS DIURNOS Somnolencia diurna. Es uno de los síntomas que más deteriora la calidad de vida de estos pacientes afectando seriamente sus relaciones sociales, familiares y profesionales. La mayoría de los pacientes informan quedarse dormidos mientras ven la televisión, leen, etc., es decir, realizando tareas aburridas o monótonas. Características de la personalidad. Determinados estudios han planteado la existencia de alteraciones en la personalidad y en el carácter como consecuencia del déficit de sueño nocturno Cambios en la función cognitiva. La apnea es uno de los trastornos del sueño que más deteriora la ejecución cognitiva de los pacientes. Se han observado déficit en memoria y aprendizaje verbal, además de déficit en las llamadas funciones ejecutivas Cambios en el estado emocional. El SAOS es uno de los trastornos que más afecta la calidad de vida de los pacientes, provocando elevados niveles de ansiedad, así como cambios en el estado de ánimo. Sin embargo, a pesar de que la sintomatología depresiva se ha relacionado con la apnea del sueño, hay un gran desacuerdo en la mayoría de los estudios con respecto a su prevalencia real en este trastorno del sueño Problemas sexuales. Algunos pacientes con SAOS presentan problemas sexuales (por ej. Disminución del deseo sexual y en algunos casos impotencia) SÍNTOMAS NOCTURNOS Cambios en la arquitectura del sueño. Los cambios en la arquitectura del sueño es uno de los síntomas más característicos de este trastorno. Los cambios más frecuentes son una reducción marcada o ausencia de las etapas 3 y 4 de sueño de ondas lentas y de la etapa de sueño MOR y un aumento de las etapas 1 y 2 de sueño Sueño interrumpido. La presencia de despertares nocturnos es un síntoma característico de este trastorno. Sin embargo, un aspecto muy observado durante la entrevista clínica es que la mayoría de los pacientes informan no ser conscientes ni de la frecuencia ni de la intensidad de estos despertares Es más frecuente en hombres que en mujeres y más común en personas de mayor edad, así como en personas con un incremento de peso. Se produce por una vibración del tejido blando de la vía aérea superior. En los pacientes con SAOS el ronquito es muy fuerte y en muchos casos puede provenir de la adolescencia. A la hora de evaluar este síntoma, es muy importante entrevistar a la pareja del paciente ya que en la mayoría de los casos es el cónyuge el que observa la presencia de apneas, las cuales describe como períodos de silencio que acompañan al ronquido. Actividad motora durante el sueño. La actividad motora durante el sueño es uno de los síntomas más frecuentes asociados a la apnea del sueño y uno de los más observados por el compañero de cama Asfixia durante el sueño. Algunos pacientes con apnea durante la noche se despiertan sobresaltados debido a la falta de oxígeno que presentan. Entre las causas más importantes de la apnea del sueño caben destacar las siguientes: Disminución anormal en el diámetro de las vías aéreas superiores, debido a alteraciones estructurales a infiltraciones de grasa en las vías aéreas superiores o a ambas cosas Función anormal de las vías aéreas superiores. En este caso, se han observado pacientes que presentan ciertas anomalías en la función de la faringe, como un incremento en el colapso de la faringe, o una anormal función de los músculos dilatadores de la misma. SÍNDROME DE PICKWICK Es otro de los trastornos del sueño relacionados con la respiración. El trastorno es relativamente raro, existiendo a veces dificultades para diferenciarlo de la apnea del sueño. Los sujetos con síndrome de Pickwick son pacientes muy obesos, somnolientos, hipoventilados y con pulmones y cambios de fuerza respiratoria normales; por su parte, los pacientes con SAOS son obesos y presentan pausas respiratorias durante el sueño como resultado de un colapso en las vías aéreas superiores. Sin embargo, a pesar de sus similitudes, una diferencia importante que se establece entre ambos trastornos es que

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¿Cómo combatir el insomnio?

El estrés y el insomnio constituyen uno de los círculos viciosos más frecuentes y perjudiciales de la agitada vida moderna, ya que las tensiones alteran la capacidad de conciliar el sueño y a su vez el insomnio genera más tensión, por lo que tanto el cuerpo como la mente se enfrentan con menos defensas a los problemas cotidianos. La importancia del sueño reside en que durante éste, mientras se descansa, tiene lugar una especie de limpieza y de reestructuración mental, así como una liberación de tensiones inconscientes, provocadas por la continua represión de los impulsos y los deseos que se experimentan durante la vigilia. En consecuencia, las personas que duermen mal o poco suelen sufrir notorios fallos de memoria, irritabilidad, depresión, lentitud de reacción y un deterioro de la percepción y del sentido de la realidad. Las investigaciones sobre el sueño han puesto de manifiesto que, para que éste sea adecuadamente reparador, es necesario que sea suficiente en duración y que se realice sin interrupciones. Se ha experimentado con individuos a los que se despertaba de forma reiterada, interrumpiendo repentinamente su sueño, y éstos han presentado luego síntomas de angustia, confusión y dificultades de coordinación. CÓMO COMBATIR EL INSOMNIO Las personas que padecen de insomnio deberían procurar ciertas comodidades que les facilitaran un descanso reparador. Una de ellas consiste en elegir un lugar y una postura adecuados para dormir. Una cama dura mantiene la columna vertebral en posición correcta mientras que una cama demasiado blanda, aunque pueda dar una falsa sensación de comodidad, perjudica los músculos de la espalda y del cuello. También resulta importante la elección de la almohada, ya que algunas, demasiado gruesas, son inadecuadas para la posición de las vértebras cervicales y dificultan la respiración durante el sueño. Una infusión de tila o melisa o un vaso de leche caliente endulzado con una cucharada de miel o de melaza ayudan a conciliar el sueño. El triptófano, uno de los aminoácidos esenciales contenido en la leche, facilita la producción de serotonina por parte del organismo, una sustancia fundamental para el sueño. Por el contrario, tanto fumar como tomar café u otro tipo de estimulantes antes de dormir mantienen el estado de vigilia, por lo que es aconsejable que los insomnes eviten estas costumbres. Una de las formas más características en que se presenta el insomnio consiste en dormirse con relativa facilidad y luego despertarse al poco rato. Lo mejor, en estos casos, es levantarse y realizar alguna actividad, en vez de permanecer en la cama obsesionándose por no poder conciliar el sueño. La falta de relaciones sexuales, así como una carencia afectiva, resultan una causa frecuente de tensión nerviosa, y pueden generar un insomnio como primer síntoma de un estado depresivo. En estas circunstancias, lo más adecuado sería intentar resolver dichas carencias, o bien consultar a un especialista en los trastornos del sueño. También pueden ser nocivos algunos cambios en los hábitos previos al descanso. Por ejemplo, el simple hecho de trasnochar varias noches seguidas puede perjudicar al sueño de las personas que no están acostumbradas a hacerlo, a pesar de que se encontrarán mucho más cansadas y aparentemente tendrán más ganas de dormir. Para algunas personas, la lectura es una ayuda para reposar el espíritu y les ayuda a conciliar el sueño. Por el contrario, para otras, el esfuerzo de atención y la actividad mental contribuyen más a desvelar que a adormecer. Algunos sostienen, por otra parte, que conciliar el sueño requiere cierto esfuerzo de concentración para relajarse y desechar las preocupaciones cotidianas, mientras que otros intentan llegar a la hora de dormir con el mayor cansancio posible. En resumen, todo depende de la costumbre o de la rutina más asimilada por cada persona, si bien resulta evidente que todo periodo de cambios provoca ciertos trastornos con consecuencias en el funcionamiento del organismo. EL EJERCICIO FÍSICO Y LA DIETA El ejercicio físico es importante para producir un cansancio saludable que acreciente los deseos de dormir. Sin embargo, no conviene practicarlo en los momentos previos a acostarse, debido a que la excitación que provoca puede resultar negativa. Por otra parte, una dieta pobre en vitaminas del grupo B y en minerales como calcio, cinc, magnesio y manganeso puede provocar insomnio. Esto puede solucionarse tomando una cucharada de levadura de cerveza o un caso de leche cada día. Cabe tener en cuenta que la hipoglucemia o bajo nivel de azúcar en la sangre, que se presenta en las mujeres, también puede ser causa de la aparición o el agravamiento del insomnio. Pero paradójicamente, consumir mucho azúcar blanco puede sobreexcitar los mecanismos neutralizadores del exceso, y provocar un mayor descenso del nivel de azúcar ENFERMEDADES QUE PROVOCAN EL SUEÑO Existen ciertas dolencias que, de forma directa o indirecta, son causas de somnolencia Quizás no se puede considerar que la enfermedad del sueño sea propiamente un trastorno que modifica negativamente las funciones del sueño, ya que se produce debido a un accidente: el organismo es invadido por cierto tipo de tripanosomas. El síndrome de Pickwick es una dolencia que se caracteriza por provocar un estado de somnolencia permanente acompañado de espasmos musculares, faciales cianóticas e insuficiencia cardiaca derecha. Por lo general, se presenta en personas con tendencia a la obsesidad y con ciertas afecciones respiratorias. También se puede observar somnolencia como síntoma de la osteomielitis enfermedad producida por estafilococos u otras bacterias que se introducen en el organismo y provocan una infección local en los huesos o en la médula ósea. Muchos psiquiatras consideran como estados de sueño, ciertos estados que dependen de causas diversas, como la amnesia cerebral, la anestesia, la asfixia, la hipertemia, el coma, la narcolepsia, la insolación, la inanición, el hipnotismo, la senilidad o la ingestión de sueros neurotóxicos. Todos estos casos presentan alteraciones celulares y secreciones internas, en particular de la glándula tiroidea, que libera hipnógenos en la sangre, cuya función es desintoxicante y reparadora. Otros estados o enfermedades que suelen provocar la somnolencia son la diabetes, los neoplasmas, la sífilis, la insuficiencia hepática y

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¿Qué es la narcolepsia y en qué consiste? Sus síntomas

La narcolepsia o síndrome narcoléptico es un trastorno del sueño caracterizado por una tendencia anormal del sueño. El trastorno está formado por cuatro síntomas que forman la denominada “tétrada narcoléptica”: somnolencia diurna excesiva, cataplexia, parálisis del sueño y alucinaciones de hipnagógicas. El trastorno suele comenzar en la adolescencia con la aparición de somnolencia excesiva apareciendo el resto de síntomas años después. Una vez iniciado el trastorno, se mantiene durante toda la vida. Sin embargo, a medida que se va incrementando la edad, los pacientes muestran una disminución de la eficiencia del sueño nocturno y un incremento de la somnolencia diurna. No hay diferencias entre hombres y mujeres y normalmente aparece entre la segunda y la tercera década de vida, siendo muy infrecuente que ocurra antes de los cinco años o después de los cincuenta. Síntomas más conocidos del trastorno del sueño Los cuatro síntomas más frecuentes de este trastorno del sueño son los siguientes: SOMNOLENCIA. Es el síntoma que más impacto tiene en el paciente. Consiste en periodo de sueños cortos durante el día que se presentan de forma súbita. En la mayoría de los casos estos ataques de sueño se observan en situaciones de rutina, aunque también puede ocurrir en situaciones en las que la persona está haciendo alguna actividad como caminar, conducir, hablar, etc. CATAPLEXIA. Son episodios caracterizados por una disminución o pérdida del tono muscula repentina que suele aparecer ante emociones intensas como la risa, la cólera, el llanto, etc. La pérdida del tono muscular puede ser global o parcial. La duración de los episodios es corta (máximo de dos minutos) y el sujeto no pierde la conciencia. La musculatura más frecuentemente afectada es la de la cara, mandíbula, cuello y ocasionalmente el tronco y las extremidades. PARÁLISIS DE SUEÑO. Se define como episodios transitorios en los que la persona pierde la capacidad para moverse o hablar durante la transición entre la vigilia y el sueño. Durante este tiempo, el paciente no puede mover las extremidades o abrir los ojos. La duración de estos episodios puede ir desde unos segundos a varios minutos, terminando con un movimiento vigoroso de los ojos o al ser tocado. ALUCINACIONES HIPNAGÓGICAS. Se caracterizan por percepciones vividas y aterrorizantes que se producen cuando el paciente está dormido. Pueden ser visuales, auditivas y táctiles, aunque las más frecuentes son las visuales Para explicar la causa de la narcolepsia se han formulado tres hipótesis explicativas: inmunológicas, neuroquímicas y neuropatológicas (para obtener una descripción más detallada véase Navarro, 1990) (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)

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¿Cuáles son los tres tipos de insomnio?

El insomnio es un trastorno del sueño que se caracteriza por una reducción de la capacidad de dormir como consecuencia de factores psicológicos, biológicos y/o ambientales. Según el momento de la noche en que aparece el problema puede ser de tres tipos: De inicio, cuando existe dificultar para iniciar el sueño, con una latencia de sueño superior a 30 minutos De mantenimiento, caracterizado por despertares que se producen a mitad de la noche, con una duración superior a 30 minutos y De última hora, que implica un despertar precoz por la mañana con menos de 6,5 horas de sueño. Además, para tener una relevancia clínica, los síntomas deben presentarse tres o más veces por semana durante más de un mes. El insomnio es más frecuente en mujeres y ancianos, así como en personas que presentan problemas psicológicos como depresión y ansiedad. Tipos de insomnio El insomnio primario incluye tres subtipos: a) psicofisiológico ; b/ ideopático y c/por percepción inadecuada del estado de sueño Insomnio psicofisiológico. Está caracterizado por un nivel elevado de activación psicofisiológica asociado al inicio del sueño. En la mayoría de los casos, se ha observado que puede estar relacionado con factores ambientales tales como el dormitorio, la cama o determinadas conductas previas al dormir, de tal manera que el paciente duerme mejor cuando no está rodeado de estos factores. Existe una serie de factores que pueden ayudar a establecer el diagnóstico de este tipo de insomnio.  Algunos de los más importantes son: Paciente mejora una excesiva preocupación por el insomnio Cada noche realiza grandes esfuerzos para tratar de conciliar el sueño. Se ha observado que la persona puede dormirse sin problemas cuando no realiza este esfuerzo. El sueño mejora cuando el paciente duerme en ambientes diferentes al sueño Aunque el insomnio comienza durante un periodo de estrés, se mantiene un largo periodo de tiempo aunque el episodio de estrés haya finalizado Insomnio ideopático. Este tipo de insomnio originado en la infancia se define como una incapacidad para mantener un sueño adecuado Insomnio por percepción inadecuado del estado de sueño. Suele denominarse también insomnio subjetivo o experiencial. Se caracteriza por quejas sobre la deficiencia del sueño que no se ven corroboradas en el polisomnograma. Una segunda clasificación utilizada es la que distingue entre insomnio transitorio o insomnio persistente. El transitorio está provocado por diferentes factores, entre los que cabe destacar: alteraciones ambientales, cambios de horarios por viajes, alguna enfermedad pasajera, ansiedad, etc. Este tipo de insomnio se caracteriza por una dificultad para empezar a dormir, una dificultad para mantener el sueño o la presencia de despertares prematuros durante la madrugada. En la mayoría de los casos, el insomnio suele tener una duración de días o semanas. En el segundo caso, el insomnio crónico se puede presentar meses o años de evolución; el punto de corte se suele situar en tres o cuatro semanas. Se caracteriza por despertares frecuentes y dificultad para reanudar el sueño, aunque se diferencia en su duración y presenta una latencia de sueño prolongada. Entre las causas más comunes pueden citarse: dolores, dificultad para respirar, úlceras, asma y otros. El insomnio puede ser también secundario: a determinados trastornos psiquiátricos (depresión, ansiedad, etc.), alteraciones médicas (dolor), consumo de alcohol y otras sustancias, factores ambientales y otras alteraciones del sueño entre las que destaca: la apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas, movimiento periódico de las piernas, parasomnias, etc. Alguno de los factores que se han planteado como posible causa del insomnio son los siguientes: Síndrome de apnea del sueño Movimiento periódico de las piernas Síndrome de piernas inquietas Depresión y otros trastornos psiquiátricos Realizar conductas incompatibles con el sueño como por ejemplo leer o ver la televisión en la cama, hacer ejercicio físico antes de dormir, etc. Malos hábitos alimenticios: consumo de café, tabaco, té, chocolate, antes de dormir Abuso de fármacos, alcohol y drogas Hipersomnia ideopática Es un trastorno que se caracteriza por una somnolencia diurna excesiva que no puede explicarse por un déficit de sueño nocturno. El trastorno aparece entre los 15-20 años y una vez que se establece puede mantenerse a lo largo de toda la vida. A partir de los 50-55 se ha observado que la intensidad de los síntomas disminuye. Los síntomas más frecuentes son los siguientes: Somnolencia diurna, la cual es más intensa durante la realización de tareas monótonas o aburridas. Ataques de sueño Comienzo de sueño normal, salvo en algunos casos que aparecen dificultades para conciliar el sueño Sueño nocturno muy profundo Dificultades para despertarse Dolores de cabeza Alteraciones sexuales Trastornos psicológicos depresivos y neuróticos Hipersomnia recurrente El síndrome de Kleine-Levin es un trastorno del sueño que se caracteriza por episodios de somnolencia durante el día, que puede variar semanas, desapareciendo de forma espontánea. El síndrome suele comenzar en la adolescencia, siendo además más frecuente en varones que en mujeres. Aunque su etiología es más bien desconocida, el 50% de los casos, se han encontrado, días antes de la aparición del primer episodio de hipersomnia, procesos gripales o infecciones de las vías aéreas superiores. Los síntomas más frecuentes son: Episodios de hipersomnia que pueden aparecer de forma abrupta o gradual y que pueden llevar al paciente a dormir más de veinte horas diarias Deshibición sexual Hiperfagia (consumo de grandes cantidades de comida en un periodo corto de tiempo) Irritabilidad Depresión Alucinaciones La desaparición de estos síntomas suele producirse después de unos días. El periodo asintomático suele ser variable, oscilando aproximadamente desde unos días o semanas hasta varios meses; durante este tiempo la conducta de estos pacientes es normal y con el tiempo estos episodios disminuyen en frecuencia, duración o intensidad. Hipersomnia postraumática Es un trastorno del sueño que ocurre como resultado de una lesión que afecta al sistema nervioso central. Entre los síntomas más frecuentes del trastorno destacan: Somnolencia diurna, la cual es más intensa después de la lesión Cefaleas Déficit de memoria Fatiga Dificultad de concentración (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)

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