Trastorno de Ansiedad

Haga ejercicio según sus necesidades

El tipo de ejercicio que seleccione depende de sus objetivos. El ejercicio aeróbico es normalmente el más efectivo para disminuir la ansiedad. El ejercicio aeróbico exige una actividad sostenida de los músculos largos. Disminuye la tensión ósea y mejora el estado físico del aparato cardiovascular, es decir, la capacidad del sistema circulatorio de proporcionar oxigeno con mayor eficiencia a los tejidos y células. El ejercicio aeróbico regular disminuye el estrés y aumenta la moral. Los ejercicios aeróbicos más comunes son correr, nadar, clases de aerobic, bicicleta y caminar rápido. Mas allá de la puesta en forma aeróbica, el ejercicio debería tener otros objetivos. Si para usted es importante reforzar los músculos, debería incluir en el programa el levantamiento de pesas o el ejercicio isométrico. El ejercicio con estiramientos como el baile o el yoga, es ideal para fortalecer la flexibilidad muscular y es un buen complemento del ejercicio aeróbico. Si quiere perder peso, lo más efectivo es correr o practicar bicicleta. Si lo importa es descargar su agresión y frustración, pruebe con deportes competitivos. Finalmente, si lo único que desea es estar en contacto con la naturaleza, lo adecuado sería el senderismo o la jardinería. El excursionismo duro puede aumentar tanto la fuerza como la resistencia. A mucha gente le va bien ir cambiando el tipo de ejercicio que realiza. Practicar dos o tres formas distintas de ejercicio, en días alternos es lo que se conoce como Cross training. Esta modalidad, al ejercitar distintos grupos musculares, le ofrece la oportunidad de desarrollar una puesta en forma más equilibrada. Las combinaciones más populares son las que alternan el ejercicio aeróbico (Como correr o bicicleta tres o cuatro veces por semana) y un ejercicio de socialización (como el golf) o un ejercicio de pesas, dos veces por semana. Seguir un programa con dos tipos distinto de ejercicio evita acabarse aburriendo de cualquiera de ellos. A continuación se detallan breves descripciones de algunos de los tipos más comunes de ejercicio aeróbico. Cada tipo tiene sus ventajas y posibles inconvenientes Correr Durante muchos años correr o caminar rápido ha sido la forma más popular de realizar ejercicio aeróbico, tal vez por lo cómodo que resulta. El único equipo que se necesita son unas zapatillas de deporte y en muchos casos basta con cruzar la puerta para ponerse a ello. Correr es una de las mejores formas de ejercicio que existe para perder peso, ya que quema calorías más rápidamente. Numerosos estudios han demostrado sus beneficios para la depresión, porque aumenta los niveles de serotonina y endorfina en el cerebro. Correr disminuye la ansiedad porque metaboliza el exceso de adrenalina y libera la tensión muscular y ósea. Correr cinco kilómetros (unos 30 minutos) cuatro o cinco veces por semana ayuda, en mucho, a disminuir nuestra vulnerabilidad a la ansiedad. El inconveniente de correr es que, con el tiempo, es un ejercicio que aumenta las probabilidades de sufrir lesiones. En particular si corre sobre superficies duras, el contacto constante de las articulaciones puede producir problemas de pies, rodillas y espalda. El riesgo de sufrir lesiones se minimiza de la siguiente forma: Utilizando calzado adecuado que minimice el contacto entre articulaciones Corriendo sobre superficies blandas, preferiblemente hierba, ceniza, una pista o la zona dura de la playa. Evite el cemento siempre que sea posible, el asfalto es una superficie correcta si dispone de un buen calzado y no corre a diario. Calentando antes de empezar. Intente, durante un minuto o dos, correr muy lentamente Alternando el correr con otro tipo de ejercicio. Evite correr a diario. Si correr al aire libre representa un problema debido al tiempo, la ausencia de superficie blanda, la contaminación o el tráfico, puede invertir en una cinta automática para correr o ir al gimnasio. Para que no le resulte tan aburrido, coloque la máquina de correr delante de la televisión o de una pantalla de video. Natación La natación es un ejercicio especialmente adecuado porque utiliza muchos músculos de todo el cuerpo. Los médicos suelen recomendar la natación a personas con problemas musculares y óseos, lesiones o artritis, porque minimiza el choque de las articulaciones. No sirve para perder tanto peso como correr, pero ayuda a mantener el cuerpo más firme En cuanto a su aspecto aeróbico, lo mejor es nadar practicando el estilo libre durante veinte o treinta minutos preferiblemente cuatro o cinco veces por semana. Para un ejercicio moderado y relajante, la braza es una buena alternativa. Como regla, lo mejor es nadar en una piscina climatizada donde la temperatura del agua sea de entre 24 y 25 grados. El principal inconveniente de la natación es el elevado nivel de cloro que tiene muchas piscinas. El cloro puede ser muy irritante para los ojos, la piel, el cabello, así como para las membranas de las vías respiratorias altas. Pude contrarrestarlo en parte utilizando gafas y una pinza para la nariz. Si está de suerte, tal vez encuentre una piscina donde se utilice como desinfectante peróxido de hidrogeno u ozono. Si frecuenta una piscina con cloro, enjabónese siempre después en la ducha. Bicicleta Ir en bicicleta se ha convertido en una forma muy popular de ejercicio aeróbico en los últimos años. Mientras que comparte muchos de los beneficios de correr, es menos dañino para las articulaciones. Para conseguir beneficio aeróbico es necesario montar en bicicleta vigorosamente (aproximadamente 25 kms por hora o más en superficies planas). Cuando hace buen tiempo, ir en bicicleta puede ser muy agradable, especialmente si disfruta de alrededores bonitos y con poco tráfico o de un carril bici especialmente concebido para ello. Si el tiempo impide salir con la bicicleta necesitará una máquina estática que pueda colocar delante de la televisión o un video. Si quiere practicar la bicicleta al aire libre, deberá realizar una inversión inicial en una buena maquina. Puede pedírsela prestada a alguien hasta que se sienta seguro de gastarse un buen dinero. Asegúrese de que la bicicleta que compra está diseñada adecuadamente y tiene el tamaño correcto para usted; de lo contrario

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Guía para la práctica de meditación

A la mayoría nos cuesta distanciarnos de nuestros pensamientos y limitarnos a  experimentar el momento presente. Incluso cuando de noche caemos dormidos, experimentamos una mezcla de recuerdos, fantasías, pensamientos y sentimientos relacionados con la jornada que hemos pasado o la que queda por venir. La meditación es el única proceso que permite detenerse por completo, librarse de los pensamientos relacionados con el pasado inmediato o el futuro y simplemente centrarse en estar aquí y ahora. Tiene también efectos relajantes demostrables En 1968 el doctor Herbert Benson y sus colegas de la Harvard Medical School, calcularon las reacciones físicas de un grupo de practicantes de la meditación trascendental y descubrieron que: El latido cardiaco y el ritmo de la respiración disminuían El consumo de oxigeno descendía en un 20% Los niveles de lactosa en sangre disminuían La resistencia de la piel a la corriente eléctrica, un signo de relajación, se multiplicaba por cuatro Los modelos de las ondas del electroencefalograma cerebral indicaban un aumento de actividad alfa, otro signo de relajación. La meditación viene practicándose durante al menos 5.000 años. Tradicionalmente, los objetivos y beneficios de la meditación han sido de naturaleza espiritual: unirse a un Dios, ganar entendimiento, ganar desinterés. Mientras que hay mucha gente que sigue utilizando la meditación con fines espirituales, muchos la practican también fuera de cualquier tipo de marco religioso, tanto para el desarrollo personal como con el simple objetivo de relajarse Guía para la práctica de la meditación Busque un entorno tranquilo. Haga lo que pueda para disminuir los ruidos externos. Si resulta imposible utilice música con sonidos instrumentales suaves o sonidos de la naturaleza. El sonido de las olas del mar es una buena música de fondo Disminuya la tensión muscular. Si se siente tenso, dedique un tiempo a relajar la musculatura. Resulta útil la relajación muscular progresiva de cabeza, cuello y hombros. La secuencia que sigue, de ejercicios de cabeza y cuello, también van bien. No debería dedicar a esto más de diez minutos. En primer lugar, toque lentamente el pecho con la barbilla tres veces, luego eche tres veces la cabeza hacia atrás para estirar la nuca. A continuación, incline tres veces la cabeza sobre el hombro derecho, luego tres veces sobre el hombro izquierdo, luego dé lentamente vueltas con la cabeza en el sentido de las agujas del reloj hasta realizar tres rotaciones completas. Finalmente, dé lentamente tres rotaciones completas de cabeza en el sentido opuesto Siéntese correctamente. Siéntese en una de las dos posiciones siguientes. Estilo oriental: siéntese en el suelo con las piernas cruzadas apoyando las nalgas en un cojín o almohada. Descanse las manos sobre los muslos. Inclínese ligeramente hacia adelant4e para que el peso del cuerpo quede repartido entre los muslos y las nalgas. Estilo occidental: siéntese en una silla cómoda, de respaldo recto, con los pies en el suelo y las piernas sin cruzar, situé las manos sobre los mulos. En cualquiera de esas posiciones mantenga la espalda y el cuello rectos sin necesidad de tensarlos. No asuma una postura tensa y sin flexibilidad. Si necesita rascarse o moverse hágalo. En general, no se acueste ni apoye la cabeza, ya que podría quedar dormido Convierta la meditación en una práctica regular diaria. Aunque medite solo durante cinco minutos, es importante hacerlo a diario. Lo ideal es que busque un momento fijo para practicar la meditación. Puede ponerse una alarma o una música de fondo de veinte o treinta minutos de duración para saber cuándo le toca acabar. Si lo prefiere utilice un despertador. Después de practicar entre veinte y treinta minutos diarios durante varias semanas, podrá prolongar los periodos de meditación hasta una hora No medite con el estómago lleno o cuando esté cansado Busque un foco de atención. Los dispositivos más habituales son el propio ciclo respiratorio o un mantra. Otras alternativas son un objeto físico, como un cuadro o la llama de una vela. Asuma una actitud pasiva e imparcial. Concéntrese en lo que haya elegido como objeto de meditación, pero no se fuerce ni se tense para conseguirlo. Si se trata de un mantra o una imagen interna, preferirá cerrar los ojos. Cuando surjan distracciones no intente aferrarse a ellas ni rechazarlas con fuerza. Deje que llegue y se marchen. Luego centre de nuevo la atención en su objetivo. El proceso podría compararse a ver cómo flotan las hojas en la superficie de un riachuelo. Cada vez que su atención se distraiga de su objeto de foco, vuelva a él sin prisa. No se ponga en tela de juicio si sufre distracciones. No insista en los resultados de su meditación. Olvídese de dudas como si podrá llegar lo bastante profundo con el tiempo del que dispone. No juzgue la experiencia que haya tenido. No es necesario cuestionarse si lo hace bien o no mientras medita. Hay veces en que la meditación parece estupenda, otras mediocre y otras en las que resulta imposible meditar Déjese ir. No intente hacer otra cosa que guiar delicadamente la atención hacia el objeto de fondo. Cuando más se deje ir, más profunda será la meditación. (Información extraída de Hacer frente a la ansiedad: 10 formas prácticas de aliviar la ansiedad, los miedos y las preocupaciones / Edmund J. Bourne, Lorna Garano; traducido por, Isabel Murillo, 2019)  

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Frases para hacer frente a la ansiedad

Las frases para hacer frente a la ansiedad están  concebidas par apartar su mente de las conversaciones internas miedosas del tipo “y si…” y redireccionarla hacia una postura más confiada y cómoda en respuesta a la ansiedad. Cuando nos sentimos ansiosos, somos mucho más susceptibles de lo que nos imaginamos a las frases “y si…”. Si se sugiere frases de más apoyo más realistas y tranquilizadoras, su mente empezará también a aceptar esas ideas. “con la practica repetitiva y con el paso del tiempo, acabará internalizando sus frases para hacer frente a la ansiedad hasta tal punto de que le vengan automáticamente a la cabeza cuando se enfrente a la ansiedad y las preocupaciones”. Existen tres tipos de frases para hacer frente a la ansiedad. Frases planificadas de antemano para afrontar una situación difícil Frases para utilizar al afrontar, por vez primera, una situación difícil o temida Frases para ahuyentar sensaciones incomodas de ansiedad o pánico Frases para preparase para afrontar una situación temida Hoy estaré dispuesto a superar un poco la línea de mi zona de confort Esta es una oportunidad para aprender a sentirme cómodo con esta situación Afrontar mi miedo a…. , es la mejor manera de superar la ansiedad que siento Cada vez que decido afrontar…, doy un paso más hacia liberarme de ese miedo Si doy ahora este paso, acabaré siendo capaz de hacer lo que deseo No hay forma correcta de hacerlo. Pase lo que pase está bien Sé que me sentiré mejor la próxima vez que me encuentre en la situación Haga lo que haga, lo haré lo mejor que pueda Me elogio por ser capaz de afrontar mi miedo a… Siempre hay una manera de retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para entrar en una situación temida Lo he manejado antes y puedo manejarlo ahora Relájate y no tengas prisa. No hay necesidad de presionarse No me pasará nada grave Es correcto que le dedique tiempo. Haré solamente aquello que esté preparado hoy para hacer Estaré bien. Antes ya he salido con éxito de ello No tengo que hacerlo perfectamente soy humano Mientras lo hago puedo pensar que me encuentro en un lugar tranquilo Puedo controlar mi nivel de ansiedad y retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para sensaciones de sentirse atrapado Que no pueda salir de la situación en este momento no significa que esté atrapado. Me relajaré de momento y saldré de aquí nada La idea de estar atrapado no es más que un pensamiento. Puedo relajarme y olvidarme de esa idea Frases generales para hacer frente a la ansiedad o el pánico Puedo controlar estos síntomas o sensaciones Estas sensaciones no son más que un recordatorio de que debo utilizar más habilidades para afrontar la situación Puedo tomármelo con tiempo y esperar que pasen estas sensaciones Me merezco sentirme bien ahora mismo No es más que adrenalina…pasara en pocos minutos Pasará pronto Puedo superarlo Son solo pensamientos no realidad No es más que ansiedad, no permitiré que se apodere de mi Esta ansiedad no me hará daño, aunque no sea agradable Estas sensaciones o sentimientos no tienen nada de peligroso No necesito que estos sentimientos y sensaciones me detengan. Puedo seguir adelante No son más que pensamientos (ansiosos) nada mas ¿y qué? Anote sus frases en pequeñas tarjetas Una buena idea apara tener estas frases siempre a mano es anotar las favoritas en una pequeña tarjeta que puede llevar encima, en el bolso o cartera, o pegar en el salpicadero del coche. Siempre que sienta que se acercan los síntomas de la ansiedad, busque la tarjeta y léala. Recuerde, es necesario practicas muchas veces estas frases antes de internalizarlas plenamente. Al final, acabarán robando el sitio que ocupan las conversaciones internas temerosas y catastrofistas que mantienen en marcha la ansiedad. El esfuerzo que ponga en la práctica de estas frases merecerá la pena. Afirmaciones Las frases y las estrategias para afrontar la ansiedad, ayudan a disminuir la ansiedad del momento. Las afirmaciones sirven para el momento, aunque resultan también útiles a largo plazo. Le ayudaran a cambiar la creencia instaurada que tiende a perturbar la ansiedad. Su objetivo es ayudarle a cultivar una actitud más constructiva y fuerte hacia la ansiedad que experimente. En lugar de ser una víctima pasiva de la ansiedad, podrá cultivar una actitud de dominio activo. En lugar de sentirse inútilmente atrapado o superado por el pánico, temeroso o preocupado, podrá cultivar una actitud de mayor confianza y fe en su capacidad de superar la ansiedad. Las afirmaciones siguientes tienen como objetivo ayudarle a cambiar las actitudes y creencias básicas que contribuyen a su ansiedad. Leerlas un par de veces no sirve para marcar la diferencia. Repetirlas diariamente durante semanas  o meses, sin embargo, empezará a ayudarle a cambiar su perspectiva básica sobre el miedo en una dirección constructiva. Una forma de hacerlo es repasar la lista despacio una o dos veces al día. Reflexione sobre cada afirmación a medida que vaya leyéndolas. Incluso mejor, grabe la lista y deje unos segundos de silencio entre una y otra afirmación. Escuche luego la lista grabada cada día, relajadamente, para reforzar una actitud mas positiva y confiada hacia usted mismo y su vida. Pensamientos negativos y afirmaciones positivas para combatirlos Esto es insoportable. Puedo aprender a afrontarlo mejor ¿ y si esto sigue y no para nunca? Lo iré haciendo poco a poco. No tengo que pensar en el futuro Me siento dolido, mal posicionado respecto a los demás. A algunos nos toca andar por caminos más tortuosos que a otros. Ello no me convierte en un ser humano menos valioso aunque cumpla menos cosas en el mundo exterior ¿Por qué tengo yo que ocuparme de esto? Hay personas que parecen tener más tiempo libre para disfrutar de su vida. la vida es una escuela. Por las razones que sean, al menos por ahora, me ha tocado el camino más duro…un recorrido más complicado. Esto no me hace ser malo.

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¿Cuáles son las reacciones emocionales ante el cáncer?

Cuando una persona padece cáncer en cualquier fase de la enfermedad, sufre un fuerte impacto emocional, su funcionamiento social y laboral puede estar afectad y este malestar se extiende a su familia y amigos. El diagnostico inicial supone un shock, a muchas personas les cuesta creer que pueda ser verdad, se sienten incapaces de tomar decisiones y no saben muy bien qué hacer, surge el miedo y la resolución ante la posibilidad de una enfermedad larga, riesgo de muerte y ruptura de las metas vitales. Durante y después del cáncer es posible vivir con bienestar personal, familiar y laboral, si bien se requiere tiempo para habituarles y adaptarse a la nueva situación. Cada persona responde ante el cáncer y sus tratamientos de un modo diferente, que puede ser variable, de forma que a veces el estado emocional cambia de día en día y de hora en hora. Las reacciones más frecuentes experimentadas por la persona afectada de cáncer son una combinación de las siguientes emociones que se describen a continuación. Miedo El cáncer es la enfermedad más temida, ello se debe a que en nuestro medio social se sostienen mitos que hacen que el cáncer sea sinónimo de muerte inevitable, dolor, incapacidad, desfiguración y sufrimiento ante el que nada se puede hacer. Estas creencias son absolutamente falsas, en la actualidad los tratamientos permiten la curación de la mitad de los pacientes, en otros casos se logra controlar la enfermedad como una condición crónica y siempre se puede disponer de cuidados efectivos para eliminar o paliar el dolor, los síntomas negativos y el sufrimiento o mejorar el bienestar durante la enfermedad. En todos los casos siempre hay algo que se puede hacer. El cáncer suscita miedo pero ¿qué es lo que tiene usted? ¿Tiene miedo a morir? ¿Tiene miedo de sufrir? ¿Es el miedo de que no pueda cumplir sus objetivos vitales? ¿Tiene miedo por sus hijos? Identificar aquello que uno teme es el primer paso para poder hacerle frente. Puede preguntar y asesorarse. Compartir los sentimientos con los familiares, el equipo médico y el psicólogo constituyen una oportunidad para corregir concepciones erróneas y encontrar medios para superar los temores de una forma más eficaz. Hablar de lo que se tiene miedo, exponerse a ello directamente, es la mejor manera de superarlo. Si se siente con dificultades para hacerles frente debe consultar con el psicólogo. Incertidumbre El hecho de no estar seguro acerca de lo que puede suceder, en cuanto al pronóstico, los resultados de los tratamientos y posibles recaídas hace que muchas personas se sientan bajo la espada de Damocles. La preocupación y la rumiación acerca de posibles peligros elevan la ansiedad y puede perturbar la realización de las actividades domesticas, laborales, de ocio y la comunicación con los demás. Para hacer frente a la incertidumbre, en primer lugar se ha de reconocer cómo las dudas y la impredecibilidad producen malestar. A continuación, se han de comunicar las dudas, pedir información y contrastar pareceres con los profesionales sanitarios. Así como aceptar o reconocer que no se puede conseguir una seguridad plena, compartir estos sentimientos con los seres queridos y enfocarse a mantener las actividades valoradas que la persona estaría llevando a cabo si no estuviera pensando o dudando de forma continua. Negación Consiste en no reconocer la enfermedad, el alcance de su gravedad o las consecuencias negativas que pueda tener, debido a la aversión que suscita. Se caracteriza por no querer hablar de la enfermedad, su pronóstico, consecuencias o tratamientos, disminuir su importancia y delegar la responsabilidad en otros. Es una reacción normal a las malas noticias, la persona puede preferir ignorar, tratar de olvidar la situación y dejar que decidan otros si se siente abrumada por la información. Si es temporal y no interfiere con los tratamientos es una reacción adaptativa. Suele ser mucho más beneficioso ser consciente de los temores, expresarlo así a los profesionales sanitarios e ir asimilando la información acerca de cómo se está controlando la enfermedad y adquirir más confianza y seguridad como paso a una participación más activa en las decisiones. Tristeza y sentimientos depresivos Los pensamientos de victimización (qué desgraciado soy), de minusvaloración personal (me siento inútil) o sentimientos negativos acerca de uno mismo (me siento avergonzado de mi cuerpo), la focalización en las quejas acerca de las limitaciones o actividades que no pueden llevarse a cabo debido a la enfermedad o la renuncia  a proyectos deseados provocan estados de tristeza. La disminución de actividades sociales y laborales supone una pérdida de fuentes de gratificación y disminuye la autoestima. Con el objeto de no abrumarse por estos sentimientos, en primer lugar hay que mantener el mayor número de actividades gratificantes y que le hagan a uno sentirse bien, para ello se deben planificar y programar adecuadamente, así como alejarse de aquello que nos resulte molesto y perturbador. En segundo lugar, es efectivo comunicar las emociones y buscar el apoyo de familiares y amigos. Asimismo, hay que aprender a detectar los patrones de pensamiento negativo y sustituirlo por otros positivos que orientan hacia lo que se puede hacer para conseguir un mayor bienestar. Un 25% de los pacientes con cáncer puede desarrollar depresión. Conviene que usted se fije si ha sentido los siguientes síntomas: Tristeza continua la mayor parte del día Perdida de interés o placer en casi todas las actividades la mayor parte del tiempo Perdida o ganancia de peso significativa Enlentecimiento o inquietud y agitación casi todo el día Fatiga o perdida de energía Insomnio, despertarse muy temprano o dormir demasiado Dificultades de atención, recuerdo o toma de decisiones Sentimientos de culpa, minusvaloración personal o desesperanza Pensamientos frecuentes de muerte o suicidio, planes o intentos de suicidio Si cinco o más de estos síntomas le han sucedido casi diariamente durante las últimas dos semanas, y han sido lo suficientemente graves como para interferir con las actividades normales, entonces es necesario consultar con un psicólogo. Rabia o ira Una persona enferma con frecuencia se pregunta ¿Por qué me tiene que suceder esto

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Causas de la ansiedad en el deporte

El deporte y la competición deportiva implican una demostración pública y una evaluación social de la capacidad motriz. La práctica deportiva se puede considerar en algunos casos como una amenaza a la autoestima y puede resultar en ansiedad. En el deporte existen unos factores interpersonales y situacionales que están relacionados con la ansiedad. De la misma manera que ocurre en la ansiedad ante situaciones académicas o escolares, aquí también podríamos clasificar la mayoría de las causas en tres categorías: ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento, ansiedad cognitiva y ansiedad social. La ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento surge porque la persona que tiene que actuar experimenta una diferencia demasiado grande entre el trabajo que tiene que realizar y la posibilidad que piensa poseer. Se trata de una sobreestimación de los requisitos de la situación y de la importancia de no fracasar. El hecho de que la ansiedad sea una función de la observación del atleta mismo lleva a dos importantes contradicciones. En primer lugar, lo que percibe el atleta no tiene que corresponder con la realidad. Es posible que un atleta sea muy aventajado y tenga miedo porque sobreestima los requisitos de la situación y la importancia de fracasar o de tener éxito. La ansiedad puede aparecer en cualquier momento, cada vez que el atleta percibe una desproporción entre los requisitos y sus posibilidades. Esto quiere decir que la ansiedad puede surgir antes de la actuación cuando se espera una mala actuación; durante la actuación, cuando el atleta nota que lo está haciendo mal y podría fracasar y también después de la actuación, cuando esta es interpretada como insatisfactoria. La ansiedad surge cuando se piensa que los requisitos para la actuación son inalcanzables de forma que el atleta experimenta una disminución de la autoconfianza. Se empieza a comparar la propia actuación con un criterio. Si la norma está orientada a un fin, se trata de una ansiedad que ha surgido por uno se ha puesto una determinada meta y no es capaz de alcanzarla. Por ejemplo, un atleta quiere correr los 100 metros en menos de 10 segundos. Antes de darse la salida está ansiosa porque considera que el objetivo autoimpuesto es inalcanzable. El criterio orientado a la norma es el criterio que considera la media de las actuaciones. Por ejemplo, una gimnasta siempre realiza un salto completo hacia atrás en un determinado sentido sobre la barra. Cuando un día en un entrenamiento la barra está colocada en otro sentido, de repente siente miedo y ya no se atreve. Otro ejemplo es el del jugador de voleibol que en el último entrenamiento antes del partido saca cinco de diez veces fuera del campo. Este jugador tendrá miedo al partido y estará preocupado por el posible fracaso de sus saques. Los aspectos relacionados con el resultado y la competición en sí misma también son de interés como fuente potencial de ansiedad. La relevancia de la importancia en los partidos o de los factores situacionales para el desarrollo de la ansiedad competitiva ha sido analizada por diversos autores y la falta de certeza sobre el resultado de una competición se ha considerado como responsable de entre un 15 a 23% de la ansiedad. El deporte también puede provocar ansiedad porque significa una amplia evaluación social de la capacidad o aptitud del atleta. Los datos sobre la aptitud del atleta son el resultado de una interacción con los padres, entrenadores, otros adultos significativos, compañeros de equipo y adversarios o de una comparación directa de aptitudes con iguales. Esta comparación determina muchas veces quien empieza en el campo y quién se va al banquillo, quién está de suplente y quien compite. En el ámbito del deporte infantil y juvenil es especialmente relevante el papel que juegan los adultos significativos ya que la ansiedad se basa en las percepciones del joven deportivas y los adultos son clave para darle formas a dichas percepciones. Sarason (1980) ha definido el apoyo social como la existencia o disponibilidad de personas en las que uno puede confiar, personas que se preocupan por nosotros nos valoran y nos quieren. Un número importante de estudios han puesto de manifiesto que las personas con un alto nivel de apoyo social en sus vidas son más resistentes a los agentes estresantes. En el entorno deportivo, la mayor parte del apoyo social proviene de la relación con padres, entrenador y compañeros. Scanlan (1984) demostró como los luchadores jóvenes que se sentían presionados por sus padres para competir presentaban niveles más elevados de ansiedad precompetitiva que aquellos otros en los que no existía tal presión y que un factor adicional desencadenante de ansiedad era la preocupación acerca de la posible apreciación negativa de padres y entrenador. En lo que se refiere a los compañeros, su actitud, tanto durante los entrenamientos como durante las competiciones, puede ser una fuerte importante de ansiedad. Por ejemplo, las jugadoras de la liga española de baloncesto hacen referencia  a la responsabilidad de las compañeras como generadoras de ansiedad ya sea por la actitud individualista o de desmotivación que en ocasiones puede adoptar durante los entrenamientos frente al grupo o por el clima de grupo enrarecido, pudiendo dar lugar a la generación de conflictos. El papel del entrenador es importante. La forma en que los entrenadores estructuran la situación atlética, las prioridades de objetivos que establecen o la forma en que se relacionan con los deportistas son determinantes del resultado de la participación deportiva y pueden constituir una importante fuente de estrés para los atletas. Smoll y Smith (1989) han desarrollado un modelo de conductas de liderazgo que permite entender estas complejas interrelaciones. Dicho modelo cognitivo conductual específica que los entrenadores se comportan de una determinada manera y los deportistas perciben y recuerdan dichas conductas, desarrollando una reacción evaluativa a la conducta del entrenador en función de dicha percepción. Los factores situacionales y las variables de diferencias individuales de atletas y entrenador median tanto la conducta del entrenador como la percepción y recuerdo del deportista. La conducta del

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El malestar emocional y los trastornos psicopatológicos en el cáncer

El malestar es la experiencia emocional aversiva que impacta el funcionamiento cognitivo, conductual, social, emocional y espiritual de los pacientes con cáncer. El malestar interfiere con la capacidad de afrontar el cáncer, sus síntomas fiscos y el tratamiento medico. Los datos actuales permiten afirmar que es el efecto colateral del cáncer del que menos se informa y el más común. El estudio clásico de Zabora y cols. (2001) realizado sobre 4496 pacientes de cáncer que fueron evaluados con el Inventario de Síntomas Breves (BSI) (Derogatis, 2000) mostró que un 35% de la muestra presentaban síntomas que requerían tratamiento psicológico, fundamentalmente eran los pacientes con tumores con peor pronóstico (cáncer pulmón, cerebral, páncreas e hígado) más jóvenes, con menos estatus socioeconómico, educativo y apoyos sociales. Hegel y cols. (2007) estudiaron a 236 mujeres con cáncer de mama en estado inicial, encontrando que el 47% evaluaban su nivel de malestar en niveles clínicamente significativos, un 11% presentaban depresión mayor y un 10% trastorno de estrés postraumático. Burgues y cols. (2005) en un trabajo con 222 a las que se siguió durante cinco años, mostraron cómo casi el 50% de las mujeres con cáncer de mama tenían depresión, ansiedad o ambas en el año tras el diagnostico, el 25% en el segundo, tercer y cuarto año tras el diagnostico y un 15% en el quinto año. El 45% de las mujeres que tuvieron recaídas experimentaron depresión, ansiedad o ambas en los tres meses siguientes al diagnostico de la recidiva. Los trastornos de ansiedad y depresión estaban asociados a trastornos psicológicos previos, carencia de apoyo social, ser más joven y haber sufrido acontecimientos estresantes previos. Kissane y cols. (2004) evaluaron la morbilidad psicológica en mujeres con cáncer de mama en estudio precoz (303) y con cáncer avanzado (200) mediante una entrevista psicopatológica estructurada, medidas de auto informe para evaluar la morbilidad psiquiátrica, calidad de vida y actitud ante el cáncer. Los resultados mostraron que las mujeres con cáncer en estadios precoces con edad media de 46 años y con un promedio de 3 meses tras la cirugía tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 45%. Las pacientes con metástasis cuya media de edad era de 51 años, con 63 meses de promedio tras el diagnostico del cáncer, tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 42%; un 36,7% de las mujeres con estadios precoces presentaban trastornos del estado del humor, el 9,6% sufrían depresión mayor y  el 27,1% distimia. Depresión y cáncer La prevalencia de trastornos del estado de ánimo en el cáncer en los diferentes estudios va desde el 23 al 35%. Los factores de riesgo de depresión para los pacientes con cáncer son los siguientes: Factores de riesgo relacionados con el cáncer: Depresión en el momento del diagnostico del cáncer Deficiencia para controlar el dolor Estadio avanzado del cáncer Deterioro o presencia de síntomas físicos asociados al cáncer Cáncer de páncreas Ser soltero y padecer de cáncer de cuello o cabeza Tratamiento con ciertos fármacos tales como corticoides, procarbacina, L-asparaginasa, interferón-alfa-interleucina-2, anfotericina-B Factores de riesgo sin relación con el cáncer Antecedentes personales de depresión, falta de apoyo socia, presencia de eventos vitales estresantes (separación, jubilación, paro, etc.) Antecedentes de intento o ideación suicida Alcoholismo o abuso de drogas, padecer enfermedades simultaneas que se asocian con síntomas depresivos (como derrame cerebral o infarto de miocardio) Conviene tener en cuenta que el diagnostico de la depresión mayor en personas sanas físicamente se basa de forma importante en síntomas de insomnio, pérdida de apetito y de peso, fatiga y falta de interés en el sexo. Estos síntomas pueden deberse al proceso de enfermedad o los efectos colaterales de los tratamientos, por ello en pacientes con cáncer la depresión se identifica mejor por la intensidad del humor depresivo, la perdida de interés y placer, el grado de sentimientos de desesperanza, la culpa, la infravaloración personal y la ideación suicida Suicidio y cáncer La prevalencia del suicidio en pacientes con cáncer es superior a la de la población general. El riesgo es más alto durante los primeros meses después del diagnostico o en los momentos siguientes a recibir malas noticias, tales como una recidiva. Los suicidios son más frecuentes entre los pacientes con cáncer oral, de faringe y de pulmón, y los pacientes positivos para el VIH con sarcoma de Kaposi. Los factores de riesgo para el suicido en el paciente con cáncer son los siguientes: Antecedentes de problemas mentales, especialmente los relacionados con la conducta impulsiva, como el trastorno límite de la personalidad Antecedentes de intentos de suicidio Antecedentes de suicidio en personas muy cercanas Diagnostico de depresión Abuso de sustancias psicotrópicas Defunción reciente de su pareja, familiares o amigos Escasez de apoyo social Diagnostico de cáncer oral, de faringe o pulmón Enfermedad en estadio avanzado y con mal pronostico Confusión o deliritum Síntomas físicos mal controlados, sobre todo el dolor, astenia, problemas respiratorios, pérdida de control de los intestinos y la vejiga. Déficits en cuanto a pérdida de la movilidad, incapacidad para mantener el auto cuidado y la higiene intima, pérdida de la vista o la audición, parálisis, incapacidad de comer o tragar sin ayudas físicas o de otros. Es preciso evaluar a los pacientes con ideación suicida. El riesgo de suicidio aumenta si el paciente informa que suele pensar en suicidarse y tiene un plan para hacerlo, si dispone de los medios para ello, si la acción del plan no se puede detener una vez iniciado y si se encuentra solo o aislado. El método de suicidio más común entre los pacientes de cáncer es la sobredosis de analgésicos y sedantes, y la mayoría de los casos ocurren en el hogar. Hablar sobre el suicido no provoca o aumenta el intento de suicidio del paciente, sino que muestra a la persona que nos preocupa, le permite describir sus sentimientos y sus miedos y lo provee de un sentido de control. Se deben controlar los síntomas que contribuyen a la situación, como el dolor, y tratar la depresión, la psicosis, la ansiedad u otros factores

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Elementos clave de las constelaciones familiares

Los elementos clave en la aplicación práctica de las constelaciones son las siguientes: La persona que es constelada. Es aquella que desea resolver sus problemas psicológicos, fiscos o de cualquier tipo. Los representantes. Son los miembros del grupo elegidos para representar a los familiares de la persona que es constelada y los cuales no guardan ningún vinculo familiar con ella El facilitador o constelado. Es la persona que guía la constelación. El facilitador se conecta a una energía superior denominada la “energía del espíritu”. A través de dicha energía es guiado para restablecer el equilibrio en las relaciones familiares. Al inicio de la constelación, la persona que es constelada expresa en el grupo, en voz alta y de forma breve, en qué consiste su problema, el coordinador o facilitador le hace una serie de preguntas acerca de la estructura de su familia, solicitándole información acerca de los acontecimientos relevantes como abortos, fallecimientos prematuros, violencia familiar, exclusiones de miembros de la familia y otros datos que considere importantes. A continuación la persona que es constelada elige, entre los miembros del grupo, a aquellos que representarán a sus familiares y a él mismo. El facilitador decide qué miembros de la familia serán representados. Estos pueden ser contemporáneos o no de la persona que constela (es decir, estar vivos o haber fallecido). Los miembros de la familia representados pueden remontarse a cuantas generaciones recuerde la persona que es constelada y considere conveniente el facilitador. También se pueden elegir participantes para que representen el inconsciente, una enfermedad, la ocupación laboral o un acontecimiento trágico como un accidente. El facilitador coloca a cada uno de los representantes en una posición y orientación dentro de la sala. Una vez que las personas han sido colocadas, se hace una primera toma de conciencia de esta distribución que constituye la imagen que el constelado tener acerca de su familia. Después de esta toma de conciencia, el facilitador pregunta a los representantes cómo se sienten física y emocionalmente en dichas posiciones. Luego se continúa con la constelación, los representantes se mueven libremente por el espacio, guiados por una conciencia colectiva que les permite sentir tal como lo hicieron las personas a las que representan. A su vez el facilitador va guiando la constelación dirigida por una energía superior. Cuando se llega a la colocación final o solución, el constelado toma su lugar en la constelación. En este momento, la constelación culmina con la pronunciación de una serie de frases que tiene un cierto carácter ritual y cuyo objetivo es dar claridad y equilibrio a las relaciones familiares. ¿Cómo afectan los problemas familiares a nivel psíquico y físico? Las constelaciones familiares defienden que existen determinados acontecimientos en las familias que rompen los “órdenes del amor” (abortos, infidelidades, muertes trágicas o prematuras, asesinatos, embarazos no deseados, no aceptación por parte de la familia, suicidios, agresiones, abusos). Estos acontecimientos se transfieren a generaciones posteriores en forma de enfermedades, problemas psicológicos, económicos o relacionales. Esta herencia se transmite a través del inconsciente colectivo, una energía superior mediante la cual están conectados todos los miembros de la familia. Este inconsciente colectivo trasciende al espacio y al tiempo, es decir, se traslada por las generaciones familiares, incluso desde fallecidos a vivos. De esta manera, el origen de los problemas que presenta una persona en la actualidad se retrotrae a las circunstancias traumáticas o conflictos no resueltos de sus antecesores, que son la causa primigenia. Es la ruptura de los órdenes del amor lo que altera el equilibrio en el sistema familiar. Por lo tanto, el objetivo de las constelaciones es restablecer dicho orden para que la persona pueda recuperar su bienestar. ¿Qué son los órdenes del amor? Según Hellinger, el buen funcionamiento familiar está regido por el cumplimiento de los órdenes del amor. Éstos son los siguientes: El derecho a la pertenencia. El sistema familiar vela por la integridad del clan, impidiendo cualquier intento de exclusión u olvido. Todos los miembros de una familia tienen el mismo derecho a pertenecer por igual y ser aceptados dentro de la misma. Cuando una persona es rechazada, una energía superior designa a un ser más joven para representar a la persona excluida, con el propósito de que sea vista y aceptada de nuevo en el sistema familiar El equilibrio entre las pérdidas y las ganancias. Hellinger defiende el equilibrio entre dar ya recibir en todos los aspectos de nuestra vida. cuando no hay un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos, el sistema lo compensa sobre la propia persona u otros miembros de la familia. Si un individuo obtiene un beneficio económico desmesurado, este se equilibrará con una pérdida financiera ya sea en su propia persona o en sus sucesores. Lo mismo ocurre en las relaciones sentimentales, si alguien inicia una relación dando más de lo que recibe o recibiendo más de lo que aporta a nivel sentimental, esta descompensación puede traer consecuencias a todo el sistema familiar, ya que habrá una tendencia a reclamar este acto El rango u orden. Según Hellinger (2009) existe una jerarquía dentro del sistema familiar que otorga a cada miembro su lugar de acuerdo con la antigüedad con la que dicho miembro formaba parte del grupo. Los miembros que han nacido con anterioridad tienen prioridad respecto a los que han nacido después. Cada miembro de la familia debe ocupar un determinado lugar respecto a los otros miembros en el que encuentre respeto y aceptación. Además cada miembro deberá asumir una serie de responsabilidades con relación a los demás. La razón por la que la persona hereda los conflictos de sus antecesores yace en reintroducir en el sistema al miembro que ha sido excluido por la familia o por una vivencia traumática y en equilibrar los órdenes del amor. A través de los cambios de posición que el facilitar lleva a cabo entre los representantes y de las frases sanadoras, se reestructura el orden en la familia y se consigue la reconciliación familiar. Este efecto se propaga en el tiempo

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Mindfullness o conciencia plena para personas con cáncer

El mindfullness o conciencia plena consiste en prestar atención de forma activa o reflexiva, en el momento presente sin realizar juicios de valor. Es una experiencia contemplativa, se trata de observar sin valorar, aceptando la experiencia tal y como se da. Asimismo se trata de separar los hechos de los pensamientos y tomar distancia de uno mismo. Las características principales del entrenamiento en mindfullness son: La habilidad para mantener una atención sostenida y focalizada, no dispersa y fragmentada hacia aquello que se elija a propósito Centrarse en el aquí y en el ahora. Se trata de no perder la experiencia presente en sustitución de lo que tendría que suceder, lo que se vivió o lo que sucederá. Conocimiento o consciencia de los pensamientos, emociones/pensamientos y sensaciones corporales, abriéndose a la experiencia y los hechos. El centrarse en lo que sucede y se siente en el momento presente permite la exploración y captación de los detalles de la experiencia directamente, sin la suplantación de pensamientos, representaciones y descripciones lingüísticas. La persona que contempla una puesta de sol solo es capaz de percibir en la medida en que es capaz de mantenerse abierto a las cosas que le sugiere esa escena. Esta observación debe guiarse, en lo principal por ella misma. Dejando que unas sensaciones lleven a otras de forma natural Se trata de experimentar sensaciones, sentimientos y pensamientos sin verse dominados por ellos, sino evitarlos, negarlos o rechazarlos. La aceptación/no aversión y renuncia al control directo. No se busca que la persona controle sus sensaciones, reacciones, pensamientos o emociones sino que los experimente tal y como se producen. No se trata de reducir el malestar, las preocupaciones, el miedo, la ira o la tristeza, sino de experimentarlo como tales; en todo caso el efecto que pudiera producirse sobre esas emociones será de naturaleza indirecta. Se trata de dejarse ir a través de la experiencia sin valoración. No puede experimentarse plenamente algo que se desea que sea otra cosa. Dejar ir. Prestar atención a las sensaciones en la exploración corporal y en la respiración puede conducir tras un tiempo a divagar y llevar la atención a otros contenidos, a veces ansiogenos, positivos o neutrales. Se trata de regresar al objeto de atención y dejar ir los contenidos distractores Se trata de ser, no de hacer. No se trata de lograr ningún estado especial de relajación, bienestar, paz u otro, ni meta alguna. Todo intento de llegar a un estado deseado o que se debería alcanzar, se contradice con el mindfullness. El modo ser significa que la persona explora y se hace consciente de las cosas, sus sensaciones y emociones por sí mismas, sin juzgarlas por su utilidad. Hacer consciente la manifestación de un problema en el cuerpo. Al concentrarse en situaciones estresantes, relaciones interpersonales y emociones, se exploran y captan los efectos en el cuerpo y las sensaciones corporales, lo que permite romper los efectos de los pensamientos y las reacciones automáticas y comprender los sucesos adecuadamente Los procedimientos y ejercicios concretos son muy diversos. Se puede introducir con ejercicios sencillos, como es centrar la atención y explorar las sensaciones al comer una uva pasa, para explicar los principios fundamentales. Un ejercicio básico es el de la exploración corporal, puede comenzar eligiendo un lugar tranquilo para concentrarse, tumbarse sobre la espalda, cerrar los ojos. Llevar la atención a las sensaciones corporales, centrar la atención en la respiración, dándose cuenta de los movimientos en el abdomen, a continuación cuando inspire debe llevar la atención al pie izquierdo y sucesivamente ir expandiendo la atención a las distintas zonas del cuerpo. Si la persona se distrae, ha de darse cuenta y dirigir la atención de nuevo al propio cuero. Al final debe atender al cuerpo como totalidad. Este ejercicio se ha de practicar diariamente dos veces durante 10 o 15 minutos, llevando un registro. Estos ejercicios se pueden combinar con el yoga o ejercicios de flexibilidad. Posteriormente se puede llevar la atención a sonidos, pensamientos, sentimientos y situaciones.   (Información extraída de Tratamiento psicológico en pacientes con cáncer  / Cruzado Rodríguez, Juan Antonio, 2010)  

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Test conductuales para las personas con agorafobia

El Test de Evitación Conductual (TEC) más ampliamente utilizado es uno en que el sujeto intenta ascender a través de una jerarquía de situaciones crecientemente temerarias y que requiere un mayor contacto íntimo con el objeto temido. Por ejemplo, se le puede requerir al sujeto que permanezca a una cierta distancia de una serpiente, después que permanezca al lado de un tanque que contenga la serpiente, después que toque a una serpiente llevando un guante grueso en la mano y a través de varios pasos intermedios, acabar con la serpiente encima de él. Es posible elaborar un escalonamiento Guttman, de la jerarquía de situaciones de manera que todos los sujetos que consigan realizar un ítem determinado de la jerarquía pueda también conseguir todos los ítems más fáciles. De esta manera, es posible registrar el número de ítems realizados antes y después del tratamiento y obtener una medida directa de la conducta fóbica. Además, las medidas del estado subjetivo del sujeto y de la activación fisiológica pueden ser realizadas durante el trascurso del test conductual de manera que los componentes de la ansiedad puedan ser medidos antes y después del tratamiento y puedan así evaluarse los cambios. La mayoría de los mayores grupos de investigación que investigan sobre la agorafobia han intentado usar alguna forma de test conductual, pero no se ha elaborado hasta la fecha ningún método que sea plenamente satisfactorio. Los miedos de los agorafóbicos no caen dentro de una dimensión universal que sea trasladable a un escalonamiento tiempo Guttman. Los pacientes temen diferentes cosas e incluso si temen un grupo común de situaciones, pueden no coincidir en el ordenamiento de tales situaciones en función del miedo que puedan provocarles. Además, las situaciones que los agorafóbicos temen son complejas y no pueden ser controladas fácilmente, de manera que el examen de tales miedos supone una pérdida de tiempo y una fuente de error. Se han intentado diferentes abordajes, Emmelkamp y sus colaboradores basaron su medida conductual en el tiempo que los pacientes se mantenían alejados de un lugar seguro. Ellos pedían al paciente que se mantuviera fuera de su casa o del hospital tanto tiempo como les fuera posible sintiéndose tranquilos y sin tensión. Este tiempo era considerado como una medida de miedo. La medida ha probado ser sensible a los efectos del tratamiento en los estudios que este grupo ha llevado a cabo. Sin embargo, la medida tiene al menos dos desventajas: la primera es que el tiempo invertido fuera de casa no es lo esencial en el caso de la agorafobia, tan solo está relacionado con el problema del paciente. En general, cuanto más tiempo estén los pacientes fuera de casa, con más probabilidad se puede esperar que se hayan alejado de ella y con más probabilidad pueden haberse enfrentado a situaciones difíciles y temerarias. Sin embargo, esto no tiene por qué ser siempre así. La segunda desventaja en esta forma de examen es que el paciente sea enseñado a permanecer en el exterior hasta que empiece a sentirse incomodo o tenso y tenga que volver al sitio seguro rápidamente. Estas instrucciones son simples. Es muy probable que muchos pacientes se sientan tensos e incómodos durante gran parte del tiempo y por lo tanto tiendan a sentirse así antes de que abandonen su casa para realizar el test conductual. Por lo tanto, los pacientes deben tomar la decisión de forma inevitable sobre el nivel de tensión o incomodidad que es aceptable para ellos mismos y para el terapeuta. No se trata simplemente de la presencia o ausencia de tensión. Tal valoración puede sin duda verse fácilmente alterada por las características implícitas en la situación, y por esta razón, cualquier cambio observado después del tratamiento podría reflejar no tan solo reducciones en la evitación fóbica sino también alteraciones en la valoración que realice el paciente respecto a lo que está preparado para tolerar antes de que él califique sus sensaciones como tensión. Los autores de este libro obtuvieron una jerarquía de situaciones fóbicas de cada paciente. Esta jerarquía intentaba representar la total variedad de situaciones fóbicas desde las más fáciles hasta las más difíciles y luego fueron utilizadas como la base de un test conductual individual. La jerarquía fue elaborada pidiendo primero a cada paciente que describiera dos situaciones en una de las cuales se sintiese totalmente relajado mientras que la otra debe ser la situación más difícil que él/ella pudiera imaginar. Después se le pedía al paciente que elaborara un intervalo entre estas dos situaciones y describiera una tercera situación que ocupara la posición central dentro de la dimensión de miedo. Después él/ella proporcionaría dos situaciones centrales entre el límite superior e inferior de la mitad de la dimensión original, y así hasta que se elaborara una jerarquía de 15 ítems. Después el paciente debía confirmar que los 15 ítems elaborados de tal manera estuvieran distribuidos en un orden de dificultad ascendente y que ningún aspecto significativo de su miedo hubiera sido omitido. Si alguno se hubiera omitido, se intentaría sustituir uno de los ítems existentes por otro de la fobia. También se intentó asegurar que antes de que comenzase el tratamiento, el paciente pudieses llevar a cabo tres o cuatro ítems de la jerarquía, dejando así espacio para una deterioración significativa o por el contrario una mejora. Esta jerarquía fue utilizada después como base para un test conductual real en las situaciones descritas por el paciente. Jerarquía del test conductual de un agorafóbico Estar en casa con los niños y hacer los quehaceres domésticos Caminar hasta la tienda más próxima a fin de comprar algo en un momento tranquilo del día y retroceder Coger el autobús solo, recorrer tres paradas y volver andando a casa Ir sola en el autobús hasta el centro de una ciudad y volver en autobús Caminar hasta la tienda más próxima a fin de comprar algo en un momento concurrido del día y tener que hacer cola para apagar Ir sola en el autobús hasta el centro, comprar sola durante

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Trastorno de evitación en la infancia

Este trastorno que se distribuye homogéneamente en diferentes edades y recuerda a la fobia social de los adultos, se caracteriza por la excesiva evitación del contacto con personas desconocidas durante un periodo de tiempo superior a seis meses e interfiere en las relaciones sociales con los compañeros de juego o de colegio. Todo ello está unido a un claro deseo de afecto y de aceptación de uno mismo ante los demás. No son infrecuentes otros trastornos de ansiedad asociados (como la ansiedad excesiva). A su vez, los niños afectados por este trastorno tienden a intensificar las relaciones con personas del entorno próximo (familia, amigos, etc.). Hay un mayor predominio femenino en los niños afectados por este cuadro clínico, que tiende a manifestarse en torno a las 12-13 años. Los criterios diagnósticos de este trastorno son: Evitación excesiva del contacto con personas desconocidas, que es lo suficientemente grave como para interferir en las relaciones sociales con los compañeros Deseo de mantener relaciones interpersonales con gente conocida (miembros de la familia y amigos). Relaciones cálidas y satisfactorias con los miembros de la familia y otros parientes Edad de 2,5 años como mínimo Este trastorno se diagnostica solo a partir de los 2,5 años. A una edad más temprana, puede tratarse simplemente del temor evolutivo normal a las personas extrañas al niño. Con arreglo a las dimensiones de la personalidad, estos niños suelen ser inseguros, tímidos, con poca confianza en sí mismos y poco asertivos. La timidez de estos niños va más allá de las reservas naturales que muchos niños muestran en las primeras fases de las relaciones sociales con desconocidos. Desde la perspectiva del desarrollo, el trastorno de evitación es un mantenimiento del temor a los extraños que aparece en la segunda mitad del primer año y que tiende a reducirse gradualmente a partir de los 12-18 meses. Como consecuencia de este trastorno, los niños pueden tener dificultades para adquirir las habilidades sociales necesarias en el proceso de adaptación a un ambiente que les resulta a estas edades enormemente cambiante. El aislamiento social y la depresión pueden ser consecuencias de este trastorno. Si bien el curso evolutivo es muy variable y depende de las diferentes situaciones de socialización, no son infrecuentes en la vida adulta los déficits de asertividad o incluso las fobias sociales. Se trata de un trastorno poco frecuente que no aparece como tal en los estudios epidemiológicos infantiles y que se solapa con otros trastornos de ansiedad. El grado de conocimiento del curso, evolución y respuesta al tratamiento de este trastorno es escaso. Por todo ello se ha puesto en cuestión la validez diagnóstica de este trastorno.   (información extraída de Trastornos de ansiedad en la infancia / Enrique Echeburúa Odriozola, 2006)

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