Trastorno de Ansiedad

El apego como vía de la instalación emocional del niño

Las emociones tienen funciones relacionadas con la supervivencia. Oatley y Johnson-Laird sostienen que hay en ellos cinco tipos de relaciones con algunas metas vitales prioritarias: apego, amor paterno, atracción sexual, disgusto y rechazo interpersonal. En el estudio del niño nos interesa especialmente la conducta de apego, que es una conducta interactiva entre el niño y el adulto responsable de la crianza. Ésa es una relación que se convierte en el primer ambiente o clima emocional que vive el niño y que le introduce en el grupo familiar y a través de este último, también en el grupo social y cultural en que la familia se desenvuelve. La familia es el primer alveolo social del niño, por tanto, su papel es esencial a la hora de que se frague la configuración de los esquemas que regularán la interacción futura del niño con su entorno. Unas buenas relaciones familiares son garantía de una adecuada adaptación social. Estas relaciones incluyen las de la pareja, las de padres e hijos y las de hijos entre sí. La familia se considera como un organismo en el que cada uno de sus elementos tiene una función o rol con consecuencias en el conjunto global. La familia ha sido especialmente estudian desde la teoría sistemática. Ésta defiende que no se pueden entender los problemas de un sujeto si no se atiende al conjunto total de la dinámica familiar. Sin embargo, antes de que un individuo llegue a percatarse de que pertenece a un grupo familiar ya ha establecido unos lazos afectivos intensos que facilitarán o dificultarán su integración en el grupo. Se ha llamado a estos lazos “apego”, “vinculo” o “urdimbre afectiva”; representan la traducción del concepto de attachement acuñado en ingles por Bowlby (1958). Es un conjunto muy próximo al de imprinting de Lorenz (1966) que ha sido utilizado para describir en la conducta animal el proceso que fija una cría a un modelo y que permite la regulación mediante modelado de la conducta de crianza. Esta especial atención ha merecido una continuada atención en el campo de la psicología como demuestra la obra de Ainsworth, Tizard, Goldfarb, Rutter, etc. El apego suele producirse respecto a la madre pero también puede ser establecido con cualquier persona que haga sus veces, ya sea varón o mujer. La época de instalación del apego oscila según los casos, pero se ha establecido que su periodo álgido está entre los nueve meses y los tres años. Esto puede interpretarse también como un periodo crítico, puesto que la mayor parte de las carencias de apego que pueden lastrar la conducta infantil posterior se centra en estos años. La función del apego parece que es garantizar la supervivencia en una etapa temprana. Además tiene un carácter reciproco: Jersild sostiene que la indefensión del niño es la que provoca la conducta de apego por parte del adulto. En definitiva, consiste en un sistema de promoción de la proximidad entre el niño y su madre o persona de referencia, lo que garantiza una conducta exploratoria en el primero, basada en la seguridad. Muy probablemente si el niño no experimentase esa necesidad de proximidad, los índices de accidentabilidad infantil se dispararían y los de supervivencia serian muy precarios. Pero esta función primaria e inicialmente biológica tiene unas consecuencias psicológicas y sociales incuestionables y entre ellas posee especial relevancia el adecuado desarrollo emocional. El niño está dotado de un sistema de respuestas emocionales básicas cuya explicitación social copia de las de la madre y busca en ésta cuál es la respuesta adecuada ante cada situación. El aprendizaje de las distintas intensidades de la reacción emocional y la interpretación de unos licitadores como agradables o desagradables se gesta en el periodo de apego a través de la persona de referencia. Tipos de apego Al estudiar los tipos de apego y las consecuencias de sus fallos, se han caracterizado tres formas de vinculación emocional: el apego seguro, el apego inseguro o ansioso, este último con dos formas: apego ansioso evitador y apego ansioso ambivalente. El apego seguro se caracteriza porque el niño echa de menos a su madre en su ausencia y se consuela con su presencia. El apego evitador tiene como elemento distintivo el que el niño echa de menos a su madre cuando falta, pero en cambio la evita cuando regresa después de una separación. El apego ambivalente consiste en que el niño presenta una alteración muy fuerte de conducta ante la separación maternal y después desarrolla manifestaciones de ira al producirse la reunión. El apego está sometido a una evolución. Se da un periodo primero en donde las conductas mutuas de madre e hijo tienen un componente gestual de proximidad física, pero a medida que el niño crece el contacto verbal, que existe desde el principio por parte de la madre, va adquiriendo un papel protagonista, sobre todo desde que el niño comienza a entender el contenido de esos mensajes y no solo su componente prosódico emocional. En particular, hay una correlación efectiva entre las habilidades sociales de los niños y la capacidad de la madre para referirse a sus propias emociones, a las de sus hijos y a las de los otros, analizando sus causas. Consecuencias del apego en la conducta emocional del niño El apego guarda una estrecha relación con el desarrollo sentimental del niño. Un apego seguro correlaciona con una adecuada adaptación sentimental, sobre todo en lo que se refiere a una expresividad emocional positiva y el desarrollo de empatía. El papel de la expresividad emocional del niño y de su madre ha sido estudiado profusamente en relación con los tipos de apego. Las madres de niños por debajo de un año suelen comunicarse emocionalmente con el hijo en una posición de cara a cara. No solo los niños imitan a sus madres, sino que las madres suelen también imitar las expresiones del niño, sobre todo las de las emociones positivas, con una inmediatez total, lo que parece que facilita la comunicación empática del niño. Es evidente que las conductas emocionales

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Pautas a seguir en la exposición a situaciones temidas

La agorafobia es una complicación frecuente del pánico. Consiste en evitar ciertos lugares como: grandes almacenes, colas, trasportes públicos, aglomeraciones o cualquier otro en el que el afectado teme que aparezcan las sensaciones temidas o del que le resulte difícil escapar u obtener ayuda. Lo más frecuente es que, al perder el temor a las sensaciones internas con los ejercicios, así que la exposición debe ser gradual. Empieza por situaciones que te produzcan ansiedad y ve avanzando hasta llegar a aquellas que consideras más difíciles de afrontar. Para ello haz un listado de las situaciones que temes y evitas, anotando en cada una el grado de dificultad o ansiedad que te puede producir y después ordénalas de menor a mayor dificultad. Una vez confeccionado el listado ve practicando, primero con las más fáciles y después con las siguientes. Incluye en la exposición todas aquellas situaciones que evitas o que afrontar con temor y ansiedad, siempre que superarlas pueda ser beneficioso para ti. Se trata de superar cualquier miedo irracional que te limite o te cree dificultades. Haz exposición a diario aunque no te encuentres muy bien, al menos una hora. Practicar en los días malos es importante, ya que te permite aprender a hacer frente al malestar sin acobardarte. Lo poco que hagas en un día malo puede resultarte mas valioso que una tarea más difícil en un “día bueno”. La hora (o más) de exposición diaria, puedes ocuparla con una sola actividad o con varias de menor duración, que supongan para ti un nivel similar de esfuerzo. Siempre que sea posible practica solo, sin acompañantes. Cuando te expongas a situaciones muy difíciles, puede acompañarte una persona con la que te sientas más seguro, pero solo las primeras veces. Debes exponerte tu solo, varias veces, a cada situación que temías o evitabas. Utiliza la motivación positiva Antes de comenzar cada práctica piensa en los beneficios que te supondrá realizar la exposición y poder superar tu problema. Fija tu atención en los progresos que vas consiguiendo, por pequeños que sean. Además de reconocer tus avances, elógiate por ellos, felicítate por tus progresos, cuenta tus logros a personas con quienes tienes confianza y hazte pequeños regalos o concesiones cuando consigas ciertos objetivos. No menosprecies los logros conseguidos, aunque sean lentos o pequeños. Aunque las tareas que llevas a cabo resulten fáciles para la mayoría de la gente, no son fáciles para ti y es más eficaz que te reconozcas el mérito de afrontarlas. Sé flexible Aunque tienes que practicar cada día, esto no quiere decir que debas conseguir necesariamente los objetivos propuestos para ese día. Lo importante es practicar, aunque a  veces el progreso sea más lento de lo que querías. Es normal y beneficioso que experimentes algo de temor o ansiedad durante la exposición. Recuerda que el programa del pánico debe estar algo activado para poder modificarlo. Si la ansiedad es demasiado elevada, ocasionalmente puedes utilizar las técnicas de control de la ansiedad aprendidas hasta reducirla y mantenerla a niveles manejables. El objetivo es hacer manejable la ansiedad, no eliminarla. Si experimentas ansiedad anticipatoria en un grado elevado y sientes el impulso de evitar la tarea, usa las técnicas que has aprendido para reducir la ansiedad, rellena un registro de pensamiento y cuando estés mas tranquilo inicia la exposición. Afronta la ansiedad Algunas personas con pánico creen que al exponerse a situaciones temidas la ansiedad subirá más, sin que la frene, hasta que les ocurra algo malo. Pero se equivocan: la ansiedad, por muy fuerte que sea, solo puede subir hasta cierto punto y después baja aunque no abandones la situación temida. Es algo parecido a lo que ocurre si lanzas una flecha al aire: por más que tenses el arco, la fecha sube hasta tal punto y después empieza a caer. Si en una situación de exposición no notas ninguna de las sensaciones temidas y no experimentas ni el menor grado de ansiedad, debes procurar unas y otras, por ejemplo, hiperventilando un poco. Otra alternativa es cambiar las condiciones de la situación a la que te expones o buscar una situación nueva; de modo que si se produzca algo de ansiedad. Practicar sin experimentar ansiedad y sin notar sensaciones puede ser útil, pero es mejor sentir algo de ansiedad y experimentar las sensaciones para aprender a hacerles frente. Debes intentar permanecer en la situación temida hasta que observes una clara reducción de la ansiedad y hasta que desparezca el posible deseo de escapar. Si a pesar de todo, abandonas una situación antes de que la ansiedad haya disminuido lo suficiente, aléjate lo menos posible, tranquilízate y vuelve a la situación de reposición lo más pronto que puedas. Repite cada tarea varias veces, a ser posible en el mismo día, hasta conseguir dos practicas consecutivas en que no hayas experimentado ansiedad o en que hayas conseguir reducir ésta de un modo rápido. Solo entonces empezarás con la siguiente tarea un poco más difícil. Si llega un momento en que no sigues progresando, debes averiguar por qué. Una razón frecuente es que la tarea elegida sea demasiado fácil en el momento presente, o que suponga un paso demasiado grande desde la tarea anterior. La solución está en buscar una actividad más fácil, intermedia entre la última tarea practicada con éxito y la que estás intentando llevar a cabo. ¿Qué hacer si aparece una crisis durante la exposición? Si ocurriese, bastaría con recordar cómo se produjo el pánico, teniendo presente que las sensaciones no son más que una exageración de las reacciones corporales normales en la ansiedad y que no son, en absoluto, perjudiciales ni peligrosas. Lo adecuado sería considerar esa crisis como una especie de pesadilla momentánea. Si experimentas una crisis o amago de crisis durante la exposición, procura permanecer en la situación hasta que disminuya la ansiedad, utilizando cualquiera de las técnicas que has aprendido. Una vez que la crisis  haya amainado, conviene seguir practicando un rato. Si abandonas la situación antes de que la crisis haya disminuido, debes alojarte

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El síndrome de Burnout: ¿estrés o no?

Entre los expertos dedicados al estudio del estrés, se ha generado mucha discusión sobre la considerada inicialmente una forma particular de estrés, como el denominado síndrome de burnout, en el sentido de si debería ser considerado una mera etapa del estrés o si, en realidad, constituye un fenómeno distinto y con características especificas propias. Entre los que apoyan esta distinción, la principal diferencia que establecen entre estos dos constructos, el estrés y el burnout, es la de que este último siempre está asociado al trabajo, a una actividad laboral y que es una respuesta de estrés que se ha cronificado o una forma de sobrevivir a las condiciones laborales adversas por parte de la persona. En este mismo sentido, diferentes estudios han encontrado otras características diferenciales entre el burnout y el estrés, como la de que el burnout no desaparece después del descanso, aunque éste sea prolongado, pues cuando la persona retorno al trabajo en poco tiempo, vuelven a aparecer todos los síntomas. Por otro lado el burnout también comporta una dimensión social o interrelacional, presente en la despersonalización, lo que no necesariamente ocurre en el estrés. En igual sentido, algunos científicos han encontrado también diferencias en los componentes fisiológicos de las respuestas implicadas en los procesos del estrés y del burnout. La definición o descripción más utilizada del burnout fue formulada por Maslach y Jackson (1981) y en ella se sugería que este síndrome estaba compuesto por tres dimensiones independientes: un estado elevado de agotamiento emocional y de despersonalización acompañado de una disminuida realización personal en el trabajo. El agotamiento emocional alude a la sensación de agotamiento, tanto físico como mental, al sentimiento de no disponer de energía para absolutamente nada, de haber llegado al límite de las posibilidades. La deshumanización se manifiesta por un contacto frio e impersonal con los usuarios de sus servicios pudiendo pasar a adoptar actitudes de cinismo e ironía en la relación con las personas, al igual que una indiferencia sobre lo que puede llegar a ocurrir a los demás. La falta de realización personal evidencia el sentimiento de insatisfacción con las actividades laborales que la persona viene realizando, el sentimiento de insuficiencia, de baja autoestima, de fracaso profesional o de desmotivación, relevando una baja eficacia en el trabajo. Los desencadenantes del burnout pueden ser múltiples y de naturaleza muy variada, lo que imprime una mayor complejidad a este síndrome. Los factores más decisivos para su desarrollo son las características propias de la organización, seguidas por las del tipo de trabajo que se realiza. En este sentido, los cambios organizacionales, el clima laboral del entorno de trabajo, el equilibrio entre responsabilidad y autonomía, la carga laboral, la burocracia, la seguridad, las normas institucionales, la equidad o las posibilidades de promoción y de recompensas se encuentran entre las más citadas. Entre las características del trabajo, por su parte, cabe resaltar los conflictos y/o ambigüedades de rol, la presión, el tipo y el tiempo de ejercicio de la profesión, el trabajo por turnos, la posible existencia de acoso laboral o la relación con los propios compañeros entre otras. Por otra parte, algunos factores o características personales pueden facilitar o retrasar el desarrollo del mismo síndrome. Entre estos factores cabe mencionar el idealismo basado en la disponibilidad de datos poco realistas sobre el tipo de trabajo, la motivación excesiva, un estilo atribuciones de control externo, las estrategias de afrontamiento empleadas, la existencia de un patrón de personalidad tipo A o la resiliencia entre otros. Entre las consecuencias patológicas o síntomas asociados al burnout, éstos pueden ser fiscos, como las jaquecas, los trastornos del sueño, los dolores óseos o musculares, principalmente en el cuello o la nuca, una disminución de la respuesta inmunitaria, una fatiga constante, los posibles problemas cardiovasculares y/o gastrointestinales o las disfunciones sexuales. Los problemas psicológicos, por su parte, pueden consistir en una dificultad de concentración, alteraciones en la memoria, lenificación del pensamiento, una reducida autoestima, labilidad emocional, impaciencia, sentimiento de insuficiencia, paranoia y hasta depresión. En cuanto a las alteraciones comportamentales entre éstas se han identificado una incapacidad para relajarse, irritabilidad, aumento de la agresividad, negligencia o escrúpulos excesivos, reducción de la iniciativa, dificultad para la aceptación de cambios o conductas de alto riesgo que pueden llegar hasta el suicidio. Entre los síntomas defensivos, se han descrito los siguientes: la tendencia al aislamiento, la pérdida del interés por el trabajo o el absentismo laboral. Aunque todos estos síntomas pueden ser similares a los observados en el caso del estrés, pueden ir acompañados de otros como los defensivos de omnipotencia, ironía y cinismo, que son típicamente característicos del burnout. Muchos de los estudios sobre el burnout se han centrado en la evolución del síndrome, existiendo un gran acuerdo entre los autores al describirlo según una secuencia de fases que empezaría por el cansancio emocional, elemento clave del burnout, que en su desarrollo y agravamiento generaría la deshumanización como defensa, llevando todo ello, finalmente, a la reducción de la realización en las actividades propias de su ocupación laboral. En todo este proceso pueden intervenir otras variables que pueden modular el desarrollo del burnout, retardándolo, acelerándolo o manteniéndolo. En este sentido, cabe considerar el apoyo profesional que el trabajador pueda o no recibir, las habilidades sociales que ha desarrollado en su vida, el tipo de trato que tiene con los clientes y el estatus social que comporta su actividad. El instrumento más utilizado  internacionalmente en las investigaciones realizadas sobre el burnout ha sido el MBI- Maslach Burnout Inventory, desarrollado por Maslach y Jackson (1986). En España, por su parte y solo por citar algunos ejemplos, se han desarrollado el CBB-Cuestionario Breve de burnout de Moreno-Jiménez, Bustos, Catalana y Miralles (1997); el CESQT-Cuestionario para la evaluación del síndrome de quemarse por el trabajo de Gil-Monte (2005) y el EPB- Efectos psíquicos del burnout de García (1995).   (Información extraída de Emociones positivas / coordinador, Enrique G. Fernández-Abascal Pirámide Madrid [2009])

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Diez personajes claves que debes conocer si sufres ansiedad

Conocer a estas 10 personas te ayudará a encontrar las claves para superar tu ansiedad. Claire Weekes Pionera en el tratamiento de la ansiedad, muy conocida por sus libros sobre el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Muchos de los libros de autoayuda sobre la ansiedad actuales continúan citando su trabajo. Autora de Autoayuda para tus nervios Edna B. Foa Profesora israelí reconocida internacionalmente en el campo de la psicopatología y el tratamiento de la ansiedad. Aborda la comprensión y el tratamiento de los trastornos mentales desde una perspectiva cognitivo-conductual. Autora de Venza sus obsesiones Reid Wilson Especialista en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Ha dedicado toda su carrera de más de 30 años para Trastornos de Ansiedad y TOC. Es director del Centro de Tratamiento de Trastornos de ansiedad y es un experto internacional en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, con libros traducidos a nueve idiomas. Autor de Detener el ruido en la cabeza: la nueva forma de superar la ansiedad y la preocupación y No entre en pánico: tomando el control de los ataques de ansiedad Helen Odessky Psicóloga clínica de Chicago especializada en ansiedad y ataques de pánico. Especialista en Terapia Cognitivo-Conductual y Terapia de Exposición, utiliza métodos basados en la investigación e imparte enseñanzas y herramientas desde la primera sesión. Es una apasionada de ayudarte a vencer el estrés y la ansiedad. Autora de Stop Anxiety from stopping you Jeffrey M. Schwartz Psiquiatra e investigador estadounidense en el campo de la neuro plasticidad y su aplicación al trastorno obsesivo compulsivo (TOC). defensor del dualismo mente/cuerpo. Brain lock es un término acuñado por Schwartz para describir el comportamiento obsesivo-compulsivo. Afirma que el TOC es resultado de un desequilibrio bioquímico que “bloquea” las funciones cerebrales en un patrón obsesivo-compulsivo. Autor de Desbloquea tu cerebro, Brain Lock David Carbonell Fundador del Centro para el Tratamiento de la Ansiedad en Chicago. Autor de The Worry Trick: how your brain tricks you into expecting the worst and what you can do about it, Outsmart your anxious brain Jonathan S. Abramowitz Psicólogo clínico estadounidense y profesor del departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Carolina del Norte. Experto en el trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos de ansiedad cuyo trabajo es muy citado.  Autor de The Family Guide to Getting Over Lee Baer Autor, psicólogo clínico, investigador y profesor clínico de psicología de la Facultad de Medicina de Harvard, con tres décadas de investigación pionera en trastorno obsesivo-compulsivo y otros trastornos de ansiedad y depresivos. Su galardonado libro Getting Control fue el primero en describir un tratamiento no farmacológico exitoso para el TOC y se ha utilizado en los principales programas de tratamiento del TOC en todo el mundo durante más de 20 años. Su libro El diablillo de la mente fue el primero en descubrir cómo reconocer y tratar los pensamientos intrusivos, violentos, sexuales y blasfemos. Charles Linden Desde su recuperación en 1996, el trabajo de Charles ha ayudado a más de 30 millones de personas. Charles y su esposa Beth fundaron la primera provisión de apoyo de salud mental en línea del mundo y crearon un programa de recuperación residencial de renombre mundial. Eduard Vieta El Dr. Eduard Vieta es profesor de Psiquiatría en la Universidad de Barcelona donde dirige el Programa de Trastornos Bipolares, líder mundial en el cuidado clínico, investigación y enseñanza de los trastornos bipolares​ y es Jefe de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona. ​ Vieta es también el director del Programa de Investigación del trastorno bipolar en el Centro de Investigación en Red de Salud Mental (CIBERSAM), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad español, y director del grupo de Trastorno bipolar del Área de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), así como Tesorero del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP).  

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Haga ejercicio según sus necesidades

El tipo de ejercicio que seleccione depende de sus objetivos. El ejercicio aeróbico es normalmente el más efectivo para disminuir la ansiedad. El ejercicio aeróbico exige una actividad sostenida de los músculos largos. Disminuye la tensión ósea y mejora el estado físico del aparato cardiovascular, es decir, la capacidad del sistema circulatorio de proporcionar oxigeno con mayor eficiencia a los tejidos y células. El ejercicio aeróbico regular disminuye el estrés y aumenta la moral. Los ejercicios aeróbicos más comunes son correr, nadar, clases de aerobic, bicicleta y caminar rápido. Mas allá de la puesta en forma aeróbica, el ejercicio debería tener otros objetivos. Si para usted es importante reforzar los músculos, debería incluir en el programa el levantamiento de pesas o el ejercicio isométrico. El ejercicio con estiramientos como el baile o el yoga, es ideal para fortalecer la flexibilidad muscular y es un buen complemento del ejercicio aeróbico. Si quiere perder peso, lo más efectivo es correr o practicar bicicleta. Si lo importa es descargar su agresión y frustración, pruebe con deportes competitivos. Finalmente, si lo único que desea es estar en contacto con la naturaleza, lo adecuado sería el senderismo o la jardinería. El excursionismo duro puede aumentar tanto la fuerza como la resistencia. A mucha gente le va bien ir cambiando el tipo de ejercicio que realiza. Practicar dos o tres formas distintas de ejercicio, en días alternos es lo que se conoce como Cross training. Esta modalidad, al ejercitar distintos grupos musculares, le ofrece la oportunidad de desarrollar una puesta en forma más equilibrada. Las combinaciones más populares son las que alternan el ejercicio aeróbico (Como correr o bicicleta tres o cuatro veces por semana) y un ejercicio de socialización (como el golf) o un ejercicio de pesas, dos veces por semana. Seguir un programa con dos tipos distinto de ejercicio evita acabarse aburriendo de cualquiera de ellos. A continuación se detallan breves descripciones de algunos de los tipos más comunes de ejercicio aeróbico. Cada tipo tiene sus ventajas y posibles inconvenientes Correr Durante muchos años correr o caminar rápido ha sido la forma más popular de realizar ejercicio aeróbico, tal vez por lo cómodo que resulta. El único equipo que se necesita son unas zapatillas de deporte y en muchos casos basta con cruzar la puerta para ponerse a ello. Correr es una de las mejores formas de ejercicio que existe para perder peso, ya que quema calorías más rápidamente. Numerosos estudios han demostrado sus beneficios para la depresión, porque aumenta los niveles de serotonina y endorfina en el cerebro. Correr disminuye la ansiedad porque metaboliza el exceso de adrenalina y libera la tensión muscular y ósea. Correr cinco kilómetros (unos 30 minutos) cuatro o cinco veces por semana ayuda, en mucho, a disminuir nuestra vulnerabilidad a la ansiedad. El inconveniente de correr es que, con el tiempo, es un ejercicio que aumenta las probabilidades de sufrir lesiones. En particular si corre sobre superficies duras, el contacto constante de las articulaciones puede producir problemas de pies, rodillas y espalda. El riesgo de sufrir lesiones se minimiza de la siguiente forma: Utilizando calzado adecuado que minimice el contacto entre articulaciones Corriendo sobre superficies blandas, preferiblemente hierba, ceniza, una pista o la zona dura de la playa. Evite el cemento siempre que sea posible, el asfalto es una superficie correcta si dispone de un buen calzado y no corre a diario. Calentando antes de empezar. Intente, durante un minuto o dos, correr muy lentamente Alternando el correr con otro tipo de ejercicio. Evite correr a diario. Si correr al aire libre representa un problema debido al tiempo, la ausencia de superficie blanda, la contaminación o el tráfico, puede invertir en una cinta automática para correr o ir al gimnasio. Para que no le resulte tan aburrido, coloque la máquina de correr delante de la televisión o de una pantalla de video. Natación La natación es un ejercicio especialmente adecuado porque utiliza muchos músculos de todo el cuerpo. Los médicos suelen recomendar la natación a personas con problemas musculares y óseos, lesiones o artritis, porque minimiza el choque de las articulaciones. No sirve para perder tanto peso como correr, pero ayuda a mantener el cuerpo más firme En cuanto a su aspecto aeróbico, lo mejor es nadar practicando el estilo libre durante veinte o treinta minutos preferiblemente cuatro o cinco veces por semana. Para un ejercicio moderado y relajante, la braza es una buena alternativa. Como regla, lo mejor es nadar en una piscina climatizada donde la temperatura del agua sea de entre 24 y 25 grados. El principal inconveniente de la natación es el elevado nivel de cloro que tiene muchas piscinas. El cloro puede ser muy irritante para los ojos, la piel, el cabello, así como para las membranas de las vías respiratorias altas. Pude contrarrestarlo en parte utilizando gafas y una pinza para la nariz. Si está de suerte, tal vez encuentre una piscina donde se utilice como desinfectante peróxido de hidrogeno u ozono. Si frecuenta una piscina con cloro, enjabónese siempre después en la ducha. Bicicleta Ir en bicicleta se ha convertido en una forma muy popular de ejercicio aeróbico en los últimos años. Mientras que comparte muchos de los beneficios de correr, es menos dañino para las articulaciones. Para conseguir beneficio aeróbico es necesario montar en bicicleta vigorosamente (aproximadamente 25 kms por hora o más en superficies planas). Cuando hace buen tiempo, ir en bicicleta puede ser muy agradable, especialmente si disfruta de alrededores bonitos y con poco tráfico o de un carril bici especialmente concebido para ello. Si el tiempo impide salir con la bicicleta necesitará una máquina estática que pueda colocar delante de la televisión o un video. Si quiere practicar la bicicleta al aire libre, deberá realizar una inversión inicial en una buena maquina. Puede pedírsela prestada a alguien hasta que se sienta seguro de gastarse un buen dinero. Asegúrese de que la bicicleta que compra está diseñada adecuadamente y tiene el tamaño correcto para usted; de lo contrario

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Guía para la práctica de meditación

A la mayoría nos cuesta distanciarnos de nuestros pensamientos y limitarnos a  experimentar el momento presente. Incluso cuando de noche caemos dormidos, experimentamos una mezcla de recuerdos, fantasías, pensamientos y sentimientos relacionados con la jornada que hemos pasado o la que queda por venir. La meditación es el única proceso que permite detenerse por completo, librarse de los pensamientos relacionados con el pasado inmediato o el futuro y simplemente centrarse en estar aquí y ahora. Tiene también efectos relajantes demostrables En 1968 el doctor Herbert Benson y sus colegas de la Harvard Medical School, calcularon las reacciones físicas de un grupo de practicantes de la meditación trascendental y descubrieron que: El latido cardiaco y el ritmo de la respiración disminuían El consumo de oxigeno descendía en un 20% Los niveles de lactosa en sangre disminuían La resistencia de la piel a la corriente eléctrica, un signo de relajación, se multiplicaba por cuatro Los modelos de las ondas del electroencefalograma cerebral indicaban un aumento de actividad alfa, otro signo de relajación. La meditación viene practicándose durante al menos 5.000 años. Tradicionalmente, los objetivos y beneficios de la meditación han sido de naturaleza espiritual: unirse a un Dios, ganar entendimiento, ganar desinterés. Mientras que hay mucha gente que sigue utilizando la meditación con fines espirituales, muchos la practican también fuera de cualquier tipo de marco religioso, tanto para el desarrollo personal como con el simple objetivo de relajarse Guía para la práctica de la meditación Busque un entorno tranquilo. Haga lo que pueda para disminuir los ruidos externos. Si resulta imposible utilice música con sonidos instrumentales suaves o sonidos de la naturaleza. El sonido de las olas del mar es una buena música de fondo Disminuya la tensión muscular. Si se siente tenso, dedique un tiempo a relajar la musculatura. Resulta útil la relajación muscular progresiva de cabeza, cuello y hombros. La secuencia que sigue, de ejercicios de cabeza y cuello, también van bien. No debería dedicar a esto más de diez minutos. En primer lugar, toque lentamente el pecho con la barbilla tres veces, luego eche tres veces la cabeza hacia atrás para estirar la nuca. A continuación, incline tres veces la cabeza sobre el hombro derecho, luego tres veces sobre el hombro izquierdo, luego dé lentamente vueltas con la cabeza en el sentido de las agujas del reloj hasta realizar tres rotaciones completas. Finalmente, dé lentamente tres rotaciones completas de cabeza en el sentido opuesto Siéntese correctamente. Siéntese en una de las dos posiciones siguientes. Estilo oriental: siéntese en el suelo con las piernas cruzadas apoyando las nalgas en un cojín o almohada. Descanse las manos sobre los muslos. Inclínese ligeramente hacia adelant4e para que el peso del cuerpo quede repartido entre los muslos y las nalgas. Estilo occidental: siéntese en una silla cómoda, de respaldo recto, con los pies en el suelo y las piernas sin cruzar, situé las manos sobre los mulos. En cualquiera de esas posiciones mantenga la espalda y el cuello rectos sin necesidad de tensarlos. No asuma una postura tensa y sin flexibilidad. Si necesita rascarse o moverse hágalo. En general, no se acueste ni apoye la cabeza, ya que podría quedar dormido Convierta la meditación en una práctica regular diaria. Aunque medite solo durante cinco minutos, es importante hacerlo a diario. Lo ideal es que busque un momento fijo para practicar la meditación. Puede ponerse una alarma o una música de fondo de veinte o treinta minutos de duración para saber cuándo le toca acabar. Si lo prefiere utilice un despertador. Después de practicar entre veinte y treinta minutos diarios durante varias semanas, podrá prolongar los periodos de meditación hasta una hora No medite con el estómago lleno o cuando esté cansado Busque un foco de atención. Los dispositivos más habituales son el propio ciclo respiratorio o un mantra. Otras alternativas son un objeto físico, como un cuadro o la llama de una vela. Asuma una actitud pasiva e imparcial. Concéntrese en lo que haya elegido como objeto de meditación, pero no se fuerce ni se tense para conseguirlo. Si se trata de un mantra o una imagen interna, preferirá cerrar los ojos. Cuando surjan distracciones no intente aferrarse a ellas ni rechazarlas con fuerza. Deje que llegue y se marchen. Luego centre de nuevo la atención en su objetivo. El proceso podría compararse a ver cómo flotan las hojas en la superficie de un riachuelo. Cada vez que su atención se distraiga de su objeto de foco, vuelva a él sin prisa. No se ponga en tela de juicio si sufre distracciones. No insista en los resultados de su meditación. Olvídese de dudas como si podrá llegar lo bastante profundo con el tiempo del que dispone. No juzgue la experiencia que haya tenido. No es necesario cuestionarse si lo hace bien o no mientras medita. Hay veces en que la meditación parece estupenda, otras mediocre y otras en las que resulta imposible meditar Déjese ir. No intente hacer otra cosa que guiar delicadamente la atención hacia el objeto de fondo. Cuando más se deje ir, más profunda será la meditación. (Información extraída de Hacer frente a la ansiedad: 10 formas prácticas de aliviar la ansiedad, los miedos y las preocupaciones / Edmund J. Bourne, Lorna Garano; traducido por, Isabel Murillo, 2019)  

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Frases para hacer frente a la ansiedad

Las frases para hacer frente a la ansiedad están  concebidas par apartar su mente de las conversaciones internas miedosas del tipo “y si…” y redireccionarla hacia una postura más confiada y cómoda en respuesta a la ansiedad. Cuando nos sentimos ansiosos, somos mucho más susceptibles de lo que nos imaginamos a las frases “y si…”. Si se sugiere frases de más apoyo más realistas y tranquilizadoras, su mente empezará también a aceptar esas ideas. “con la practica repetitiva y con el paso del tiempo, acabará internalizando sus frases para hacer frente a la ansiedad hasta tal punto de que le vengan automáticamente a la cabeza cuando se enfrente a la ansiedad y las preocupaciones”. Existen tres tipos de frases para hacer frente a la ansiedad. Frases planificadas de antemano para afrontar una situación difícil Frases para utilizar al afrontar, por vez primera, una situación difícil o temida Frases para ahuyentar sensaciones incomodas de ansiedad o pánico Frases para preparase para afrontar una situación temida Hoy estaré dispuesto a superar un poco la línea de mi zona de confort Esta es una oportunidad para aprender a sentirme cómodo con esta situación Afrontar mi miedo a…. , es la mejor manera de superar la ansiedad que siento Cada vez que decido afrontar…, doy un paso más hacia liberarme de ese miedo Si doy ahora este paso, acabaré siendo capaz de hacer lo que deseo No hay forma correcta de hacerlo. Pase lo que pase está bien Sé que me sentiré mejor la próxima vez que me encuentre en la situación Haga lo que haga, lo haré lo mejor que pueda Me elogio por ser capaz de afrontar mi miedo a… Siempre hay una manera de retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para entrar en una situación temida Lo he manejado antes y puedo manejarlo ahora Relájate y no tengas prisa. No hay necesidad de presionarse No me pasará nada grave Es correcto que le dedique tiempo. Haré solamente aquello que esté preparado hoy para hacer Estaré bien. Antes ya he salido con éxito de ello No tengo que hacerlo perfectamente soy humano Mientras lo hago puedo pensar que me encuentro en un lugar tranquilo Puedo controlar mi nivel de ansiedad y retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para sensaciones de sentirse atrapado Que no pueda salir de la situación en este momento no significa que esté atrapado. Me relajaré de momento y saldré de aquí nada La idea de estar atrapado no es más que un pensamiento. Puedo relajarme y olvidarme de esa idea Frases generales para hacer frente a la ansiedad o el pánico Puedo controlar estos síntomas o sensaciones Estas sensaciones no son más que un recordatorio de que debo utilizar más habilidades para afrontar la situación Puedo tomármelo con tiempo y esperar que pasen estas sensaciones Me merezco sentirme bien ahora mismo No es más que adrenalina…pasara en pocos minutos Pasará pronto Puedo superarlo Son solo pensamientos no realidad No es más que ansiedad, no permitiré que se apodere de mi Esta ansiedad no me hará daño, aunque no sea agradable Estas sensaciones o sentimientos no tienen nada de peligroso No necesito que estos sentimientos y sensaciones me detengan. Puedo seguir adelante No son más que pensamientos (ansiosos) nada mas ¿y qué? Anote sus frases en pequeñas tarjetas Una buena idea apara tener estas frases siempre a mano es anotar las favoritas en una pequeña tarjeta que puede llevar encima, en el bolso o cartera, o pegar en el salpicadero del coche. Siempre que sienta que se acercan los síntomas de la ansiedad, busque la tarjeta y léala. Recuerde, es necesario practicas muchas veces estas frases antes de internalizarlas plenamente. Al final, acabarán robando el sitio que ocupan las conversaciones internas temerosas y catastrofistas que mantienen en marcha la ansiedad. El esfuerzo que ponga en la práctica de estas frases merecerá la pena. Afirmaciones Las frases y las estrategias para afrontar la ansiedad, ayudan a disminuir la ansiedad del momento. Las afirmaciones sirven para el momento, aunque resultan también útiles a largo plazo. Le ayudaran a cambiar la creencia instaurada que tiende a perturbar la ansiedad. Su objetivo es ayudarle a cultivar una actitud más constructiva y fuerte hacia la ansiedad que experimente. En lugar de ser una víctima pasiva de la ansiedad, podrá cultivar una actitud de dominio activo. En lugar de sentirse inútilmente atrapado o superado por el pánico, temeroso o preocupado, podrá cultivar una actitud de mayor confianza y fe en su capacidad de superar la ansiedad. Las afirmaciones siguientes tienen como objetivo ayudarle a cambiar las actitudes y creencias básicas que contribuyen a su ansiedad. Leerlas un par de veces no sirve para marcar la diferencia. Repetirlas diariamente durante semanas  o meses, sin embargo, empezará a ayudarle a cambiar su perspectiva básica sobre el miedo en una dirección constructiva. Una forma de hacerlo es repasar la lista despacio una o dos veces al día. Reflexione sobre cada afirmación a medida que vaya leyéndolas. Incluso mejor, grabe la lista y deje unos segundos de silencio entre una y otra afirmación. Escuche luego la lista grabada cada día, relajadamente, para reforzar una actitud mas positiva y confiada hacia usted mismo y su vida. Pensamientos negativos y afirmaciones positivas para combatirlos Esto es insoportable. Puedo aprender a afrontarlo mejor ¿ y si esto sigue y no para nunca? Lo iré haciendo poco a poco. No tengo que pensar en el futuro Me siento dolido, mal posicionado respecto a los demás. A algunos nos toca andar por caminos más tortuosos que a otros. Ello no me convierte en un ser humano menos valioso aunque cumpla menos cosas en el mundo exterior ¿Por qué tengo yo que ocuparme de esto? Hay personas que parecen tener más tiempo libre para disfrutar de su vida. la vida es una escuela. Por las razones que sean, al menos por ahora, me ha tocado el camino más duro…un recorrido más complicado. Esto no me hace ser malo.

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¿Cuáles son las reacciones emocionales ante el cáncer?

Cuando una persona padece cáncer en cualquier fase de la enfermedad, sufre un fuerte impacto emocional, su funcionamiento social y laboral puede estar afectad y este malestar se extiende a su familia y amigos. El diagnostico inicial supone un shock, a muchas personas les cuesta creer que pueda ser verdad, se sienten incapaces de tomar decisiones y no saben muy bien qué hacer, surge el miedo y la resolución ante la posibilidad de una enfermedad larga, riesgo de muerte y ruptura de las metas vitales. Durante y después del cáncer es posible vivir con bienestar personal, familiar y laboral, si bien se requiere tiempo para habituarles y adaptarse a la nueva situación. Cada persona responde ante el cáncer y sus tratamientos de un modo diferente, que puede ser variable, de forma que a veces el estado emocional cambia de día en día y de hora en hora. Las reacciones más frecuentes experimentadas por la persona afectada de cáncer son una combinación de las siguientes emociones que se describen a continuación. Miedo El cáncer es la enfermedad más temida, ello se debe a que en nuestro medio social se sostienen mitos que hacen que el cáncer sea sinónimo de muerte inevitable, dolor, incapacidad, desfiguración y sufrimiento ante el que nada se puede hacer. Estas creencias son absolutamente falsas, en la actualidad los tratamientos permiten la curación de la mitad de los pacientes, en otros casos se logra controlar la enfermedad como una condición crónica y siempre se puede disponer de cuidados efectivos para eliminar o paliar el dolor, los síntomas negativos y el sufrimiento o mejorar el bienestar durante la enfermedad. En todos los casos siempre hay algo que se puede hacer. El cáncer suscita miedo pero ¿qué es lo que tiene usted? ¿Tiene miedo a morir? ¿Tiene miedo de sufrir? ¿Es el miedo de que no pueda cumplir sus objetivos vitales? ¿Tiene miedo por sus hijos? Identificar aquello que uno teme es el primer paso para poder hacerle frente. Puede preguntar y asesorarse. Compartir los sentimientos con los familiares, el equipo médico y el psicólogo constituyen una oportunidad para corregir concepciones erróneas y encontrar medios para superar los temores de una forma más eficaz. Hablar de lo que se tiene miedo, exponerse a ello directamente, es la mejor manera de superarlo. Si se siente con dificultades para hacerles frente debe consultar con el psicólogo. Incertidumbre El hecho de no estar seguro acerca de lo que puede suceder, en cuanto al pronóstico, los resultados de los tratamientos y posibles recaídas hace que muchas personas se sientan bajo la espada de Damocles. La preocupación y la rumiación acerca de posibles peligros elevan la ansiedad y puede perturbar la realización de las actividades domesticas, laborales, de ocio y la comunicación con los demás. Para hacer frente a la incertidumbre, en primer lugar se ha de reconocer cómo las dudas y la impredecibilidad producen malestar. A continuación, se han de comunicar las dudas, pedir información y contrastar pareceres con los profesionales sanitarios. Así como aceptar o reconocer que no se puede conseguir una seguridad plena, compartir estos sentimientos con los seres queridos y enfocarse a mantener las actividades valoradas que la persona estaría llevando a cabo si no estuviera pensando o dudando de forma continua. Negación Consiste en no reconocer la enfermedad, el alcance de su gravedad o las consecuencias negativas que pueda tener, debido a la aversión que suscita. Se caracteriza por no querer hablar de la enfermedad, su pronóstico, consecuencias o tratamientos, disminuir su importancia y delegar la responsabilidad en otros. Es una reacción normal a las malas noticias, la persona puede preferir ignorar, tratar de olvidar la situación y dejar que decidan otros si se siente abrumada por la información. Si es temporal y no interfiere con los tratamientos es una reacción adaptativa. Suele ser mucho más beneficioso ser consciente de los temores, expresarlo así a los profesionales sanitarios e ir asimilando la información acerca de cómo se está controlando la enfermedad y adquirir más confianza y seguridad como paso a una participación más activa en las decisiones. Tristeza y sentimientos depresivos Los pensamientos de victimización (qué desgraciado soy), de minusvaloración personal (me siento inútil) o sentimientos negativos acerca de uno mismo (me siento avergonzado de mi cuerpo), la focalización en las quejas acerca de las limitaciones o actividades que no pueden llevarse a cabo debido a la enfermedad o la renuncia  a proyectos deseados provocan estados de tristeza. La disminución de actividades sociales y laborales supone una pérdida de fuentes de gratificación y disminuye la autoestima. Con el objeto de no abrumarse por estos sentimientos, en primer lugar hay que mantener el mayor número de actividades gratificantes y que le hagan a uno sentirse bien, para ello se deben planificar y programar adecuadamente, así como alejarse de aquello que nos resulte molesto y perturbador. En segundo lugar, es efectivo comunicar las emociones y buscar el apoyo de familiares y amigos. Asimismo, hay que aprender a detectar los patrones de pensamiento negativo y sustituirlo por otros positivos que orientan hacia lo que se puede hacer para conseguir un mayor bienestar. Un 25% de los pacientes con cáncer puede desarrollar depresión. Conviene que usted se fije si ha sentido los siguientes síntomas: Tristeza continua la mayor parte del día Perdida de interés o placer en casi todas las actividades la mayor parte del tiempo Perdida o ganancia de peso significativa Enlentecimiento o inquietud y agitación casi todo el día Fatiga o perdida de energía Insomnio, despertarse muy temprano o dormir demasiado Dificultades de atención, recuerdo o toma de decisiones Sentimientos de culpa, minusvaloración personal o desesperanza Pensamientos frecuentes de muerte o suicidio, planes o intentos de suicidio Si cinco o más de estos síntomas le han sucedido casi diariamente durante las últimas dos semanas, y han sido lo suficientemente graves como para interferir con las actividades normales, entonces es necesario consultar con un psicólogo. Rabia o ira Una persona enferma con frecuencia se pregunta ¿Por qué me tiene que suceder esto

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Causas de la ansiedad en el deporte

El deporte y la competición deportiva implican una demostración pública y una evaluación social de la capacidad motriz. La práctica deportiva se puede considerar en algunos casos como una amenaza a la autoestima y puede resultar en ansiedad. En el deporte existen unos factores interpersonales y situacionales que están relacionados con la ansiedad. De la misma manera que ocurre en la ansiedad ante situaciones académicas o escolares, aquí también podríamos clasificar la mayoría de las causas en tres categorías: ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento, ansiedad cognitiva y ansiedad social. La ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento surge porque la persona que tiene que actuar experimenta una diferencia demasiado grande entre el trabajo que tiene que realizar y la posibilidad que piensa poseer. Se trata de una sobreestimación de los requisitos de la situación y de la importancia de no fracasar. El hecho de que la ansiedad sea una función de la observación del atleta mismo lleva a dos importantes contradicciones. En primer lugar, lo que percibe el atleta no tiene que corresponder con la realidad. Es posible que un atleta sea muy aventajado y tenga miedo porque sobreestima los requisitos de la situación y la importancia de fracasar o de tener éxito. La ansiedad puede aparecer en cualquier momento, cada vez que el atleta percibe una desproporción entre los requisitos y sus posibilidades. Esto quiere decir que la ansiedad puede surgir antes de la actuación cuando se espera una mala actuación; durante la actuación, cuando el atleta nota que lo está haciendo mal y podría fracasar y también después de la actuación, cuando esta es interpretada como insatisfactoria. La ansiedad surge cuando se piensa que los requisitos para la actuación son inalcanzables de forma que el atleta experimenta una disminución de la autoconfianza. Se empieza a comparar la propia actuación con un criterio. Si la norma está orientada a un fin, se trata de una ansiedad que ha surgido por uno se ha puesto una determinada meta y no es capaz de alcanzarla. Por ejemplo, un atleta quiere correr los 100 metros en menos de 10 segundos. Antes de darse la salida está ansiosa porque considera que el objetivo autoimpuesto es inalcanzable. El criterio orientado a la norma es el criterio que considera la media de las actuaciones. Por ejemplo, una gimnasta siempre realiza un salto completo hacia atrás en un determinado sentido sobre la barra. Cuando un día en un entrenamiento la barra está colocada en otro sentido, de repente siente miedo y ya no se atreve. Otro ejemplo es el del jugador de voleibol que en el último entrenamiento antes del partido saca cinco de diez veces fuera del campo. Este jugador tendrá miedo al partido y estará preocupado por el posible fracaso de sus saques. Los aspectos relacionados con el resultado y la competición en sí misma también son de interés como fuente potencial de ansiedad. La relevancia de la importancia en los partidos o de los factores situacionales para el desarrollo de la ansiedad competitiva ha sido analizada por diversos autores y la falta de certeza sobre el resultado de una competición se ha considerado como responsable de entre un 15 a 23% de la ansiedad. El deporte también puede provocar ansiedad porque significa una amplia evaluación social de la capacidad o aptitud del atleta. Los datos sobre la aptitud del atleta son el resultado de una interacción con los padres, entrenadores, otros adultos significativos, compañeros de equipo y adversarios o de una comparación directa de aptitudes con iguales. Esta comparación determina muchas veces quien empieza en el campo y quién se va al banquillo, quién está de suplente y quien compite. En el ámbito del deporte infantil y juvenil es especialmente relevante el papel que juegan los adultos significativos ya que la ansiedad se basa en las percepciones del joven deportivas y los adultos son clave para darle formas a dichas percepciones. Sarason (1980) ha definido el apoyo social como la existencia o disponibilidad de personas en las que uno puede confiar, personas que se preocupan por nosotros nos valoran y nos quieren. Un número importante de estudios han puesto de manifiesto que las personas con un alto nivel de apoyo social en sus vidas son más resistentes a los agentes estresantes. En el entorno deportivo, la mayor parte del apoyo social proviene de la relación con padres, entrenador y compañeros. Scanlan (1984) demostró como los luchadores jóvenes que se sentían presionados por sus padres para competir presentaban niveles más elevados de ansiedad precompetitiva que aquellos otros en los que no existía tal presión y que un factor adicional desencadenante de ansiedad era la preocupación acerca de la posible apreciación negativa de padres y entrenador. En lo que se refiere a los compañeros, su actitud, tanto durante los entrenamientos como durante las competiciones, puede ser una fuerte importante de ansiedad. Por ejemplo, las jugadoras de la liga española de baloncesto hacen referencia  a la responsabilidad de las compañeras como generadoras de ansiedad ya sea por la actitud individualista o de desmotivación que en ocasiones puede adoptar durante los entrenamientos frente al grupo o por el clima de grupo enrarecido, pudiendo dar lugar a la generación de conflictos. El papel del entrenador es importante. La forma en que los entrenadores estructuran la situación atlética, las prioridades de objetivos que establecen o la forma en que se relacionan con los deportistas son determinantes del resultado de la participación deportiva y pueden constituir una importante fuente de estrés para los atletas. Smoll y Smith (1989) han desarrollado un modelo de conductas de liderazgo que permite entender estas complejas interrelaciones. Dicho modelo cognitivo conductual específica que los entrenadores se comportan de una determinada manera y los deportistas perciben y recuerdan dichas conductas, desarrollando una reacción evaluativa a la conducta del entrenador en función de dicha percepción. Los factores situacionales y las variables de diferencias individuales de atletas y entrenador median tanto la conducta del entrenador como la percepción y recuerdo del deportista. La conducta del

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El malestar emocional y los trastornos psicopatológicos en el cáncer

El malestar es la experiencia emocional aversiva que impacta el funcionamiento cognitivo, conductual, social, emocional y espiritual de los pacientes con cáncer. El malestar interfiere con la capacidad de afrontar el cáncer, sus síntomas fiscos y el tratamiento medico. Los datos actuales permiten afirmar que es el efecto colateral del cáncer del que menos se informa y el más común. El estudio clásico de Zabora y cols. (2001) realizado sobre 4496 pacientes de cáncer que fueron evaluados con el Inventario de Síntomas Breves (BSI) (Derogatis, 2000) mostró que un 35% de la muestra presentaban síntomas que requerían tratamiento psicológico, fundamentalmente eran los pacientes con tumores con peor pronóstico (cáncer pulmón, cerebral, páncreas e hígado) más jóvenes, con menos estatus socioeconómico, educativo y apoyos sociales. Hegel y cols. (2007) estudiaron a 236 mujeres con cáncer de mama en estado inicial, encontrando que el 47% evaluaban su nivel de malestar en niveles clínicamente significativos, un 11% presentaban depresión mayor y un 10% trastorno de estrés postraumático. Burgues y cols. (2005) en un trabajo con 222 a las que se siguió durante cinco años, mostraron cómo casi el 50% de las mujeres con cáncer de mama tenían depresión, ansiedad o ambas en el año tras el diagnostico, el 25% en el segundo, tercer y cuarto año tras el diagnostico y un 15% en el quinto año. El 45% de las mujeres que tuvieron recaídas experimentaron depresión, ansiedad o ambas en los tres meses siguientes al diagnostico de la recidiva. Los trastornos de ansiedad y depresión estaban asociados a trastornos psicológicos previos, carencia de apoyo social, ser más joven y haber sufrido acontecimientos estresantes previos. Kissane y cols. (2004) evaluaron la morbilidad psicológica en mujeres con cáncer de mama en estudio precoz (303) y con cáncer avanzado (200) mediante una entrevista psicopatológica estructurada, medidas de auto informe para evaluar la morbilidad psiquiátrica, calidad de vida y actitud ante el cáncer. Los resultados mostraron que las mujeres con cáncer en estadios precoces con edad media de 46 años y con un promedio de 3 meses tras la cirugía tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 45%. Las pacientes con metástasis cuya media de edad era de 51 años, con 63 meses de promedio tras el diagnostico del cáncer, tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 42%; un 36,7% de las mujeres con estadios precoces presentaban trastornos del estado del humor, el 9,6% sufrían depresión mayor y  el 27,1% distimia. Depresión y cáncer La prevalencia de trastornos del estado de ánimo en el cáncer en los diferentes estudios va desde el 23 al 35%. Los factores de riesgo de depresión para los pacientes con cáncer son los siguientes: Factores de riesgo relacionados con el cáncer: Depresión en el momento del diagnostico del cáncer Deficiencia para controlar el dolor Estadio avanzado del cáncer Deterioro o presencia de síntomas físicos asociados al cáncer Cáncer de páncreas Ser soltero y padecer de cáncer de cuello o cabeza Tratamiento con ciertos fármacos tales como corticoides, procarbacina, L-asparaginasa, interferón-alfa-interleucina-2, anfotericina-B Factores de riesgo sin relación con el cáncer Antecedentes personales de depresión, falta de apoyo socia, presencia de eventos vitales estresantes (separación, jubilación, paro, etc.) Antecedentes de intento o ideación suicida Alcoholismo o abuso de drogas, padecer enfermedades simultaneas que se asocian con síntomas depresivos (como derrame cerebral o infarto de miocardio) Conviene tener en cuenta que el diagnostico de la depresión mayor en personas sanas físicamente se basa de forma importante en síntomas de insomnio, pérdida de apetito y de peso, fatiga y falta de interés en el sexo. Estos síntomas pueden deberse al proceso de enfermedad o los efectos colaterales de los tratamientos, por ello en pacientes con cáncer la depresión se identifica mejor por la intensidad del humor depresivo, la perdida de interés y placer, el grado de sentimientos de desesperanza, la culpa, la infravaloración personal y la ideación suicida Suicidio y cáncer La prevalencia del suicidio en pacientes con cáncer es superior a la de la población general. El riesgo es más alto durante los primeros meses después del diagnostico o en los momentos siguientes a recibir malas noticias, tales como una recidiva. Los suicidios son más frecuentes entre los pacientes con cáncer oral, de faringe y de pulmón, y los pacientes positivos para el VIH con sarcoma de Kaposi. Los factores de riesgo para el suicido en el paciente con cáncer son los siguientes: Antecedentes de problemas mentales, especialmente los relacionados con la conducta impulsiva, como el trastorno límite de la personalidad Antecedentes de intentos de suicidio Antecedentes de suicidio en personas muy cercanas Diagnostico de depresión Abuso de sustancias psicotrópicas Defunción reciente de su pareja, familiares o amigos Escasez de apoyo social Diagnostico de cáncer oral, de faringe o pulmón Enfermedad en estadio avanzado y con mal pronostico Confusión o deliritum Síntomas físicos mal controlados, sobre todo el dolor, astenia, problemas respiratorios, pérdida de control de los intestinos y la vejiga. Déficits en cuanto a pérdida de la movilidad, incapacidad para mantener el auto cuidado y la higiene intima, pérdida de la vista o la audición, parálisis, incapacidad de comer o tragar sin ayudas físicas o de otros. Es preciso evaluar a los pacientes con ideación suicida. El riesgo de suicidio aumenta si el paciente informa que suele pensar en suicidarse y tiene un plan para hacerlo, si dispone de los medios para ello, si la acción del plan no se puede detener una vez iniciado y si se encuentra solo o aislado. El método de suicidio más común entre los pacientes de cáncer es la sobredosis de analgésicos y sedantes, y la mayoría de los casos ocurren en el hogar. Hablar sobre el suicido no provoca o aumenta el intento de suicidio del paciente, sino que muestra a la persona que nos preocupa, le permite describir sus sentimientos y sus miedos y lo provee de un sentido de control. Se deben controlar los síntomas que contribuyen a la situación, como el dolor, y tratar la depresión, la psicosis, la ansiedad u otros factores

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