Trastorno de Ansiedad

Viviendo con TEPT: Cómo Superar el Estrés Postraumático

El trastorno por estrés postraumático es el nombre que se le ha asignado al conjunto de manifestaciones perdurables en el tiempo que muestran muchas personas después de haber vivido un acontecimiento traumático severo. El trastorno hace su aparición después de una experiencia traumática. Esta experiencia puede haber ocurrido muy recientemente, como mínimo hace un mes o puede haber ocurrido muy atrás en el tiempo, como, por ejemplo, en la infancia. Se trata siempre de experiencias que en el momento en que ocurrieron causar un fuerte impacto emocional. La mayoría de las personas que sufre este tipo de problemas experimentó un miedo muy intenso, una gran sensación de horror y una profunda sensación de desamparo. Cuando se habla de acontecimiento traumático no nos referimos a cualquier tipo de acontecimiento que pueda resultarnos mas o menos aversivo. Son experiencias traumáticas severas, experiencias que, aunque afectan a un número muy elevado de personas en todo el mundo, suelen ser excepcional en la historia vital de un ser humano. Se trata de experiencias tan extremas que nuestro sistema psicológico se ve desbordado. Lo pueden sufrir, por ejemplo, las victimas de accidente de tráfico, víctimas de catástrofes naturales, violación, abusos físicos o psicológicos en la infancia, violencia doméstica, terrorismo, secuestros o víctimas de guerra. Haber sido víctima de alguna experiencia como las anteriores no necesariamente lleva a sufrir un trastorno por estrés postraumático. Se ha estimado que solamente una cuarta parte de los que experimentan una experiencia traumática severa acaba sufriendo un trastorno por estrés postraumático. El grado de amenaza a nuestra integridad personal, física y psicológica que ha supuesto la experiencia traumática es un factor relevante para que se desarrollen reacciones postraumáticas duraderas. Las personas con trastorno por estrés postraumático manifiestan señales de que hay una elevación de la actividad fisiológica, lo que se puede apreciar en las siguientes manifestaciones: un estado de alerta mas o menos permanente sin que exista ningún peligro aparente, problemas para conciliar y mantener el sueño, respuestas exageradas de sobresalto, dificultad para concentrarse, irritabilidad y ataques de ira. Se trata de un estado de hiperactividad psicofisiológica que interfiere de forma importante con la capacidad de concentración y con el rendimiento cognitivo. Cuáles son los síntomas El trastorno por estrés postraumático es un problema psicológico que se manifiesta en múltiples parcelas. Se trata de una reacción psicológica de cierta complejidad porque produce cambios muy importantes en nuestro funcionamiento psicológico, social, laboral y personal. Muchos de estos cambios ayuden resultar muy difusos y vagos, pero provocan un intenso malestar e interfieren seriamente con el funcionamiento global de las personas afectadas. Por todo ello, en muchas ocasiones, las personas que lo padecen sienten que no pueden explicar con facilidad lo que está ocurriéndoles y pueden ser totalmente incapaces de reconocer el problema y su origen durante mucho tiempo. Además, el trastorno también puede resultar difícil de identificar y entender por parte de las personas mas cercanas al afectado, que desean ayudar y no saben qué esta ocurriendo ni cómo ofrecer ayuda. Impotencia y frustración son dos sensaciones muy habituales en la cadena de afectados por este tipo de trastorno. Poder delimitar y define el problema es una cuestión nuclear tanto para el proceso de recuperación de quien lo padece como para todos aquellos que intervienen en el proceso de ayuda de la persona afectada. Para definir el trastorno resulta de gran utilidad tratar de agrupar el amplio conjunto de manifestaciones que lo caracterizan bajo unos pocos “rótulos” generales que pueden resultar muy esquemáticos, pero que nos permiten poner un cierto orden en la amalgama de sensaciones y sentimientos que experimenta la persona afectada. Uno de dichos rótulos es lo que denominamos fenómenos de reexperimentación. Un trastorno por estrés postraumático se caracteriza porque la persona que lo sufre, aunque no lo desea, siempre revive o recuerda de alguna forma la experiencia traumática que desencadenó el problema actual. El fenómeno de la reexperimentación de lo ocurrido se diferencia del fenómeno del recuerdo normal porque en la reexperimentación los recuerdos de las experiencias traumáticas ocurren de forma involuntaria, no deseada y desencadenan emociones muy desagradables que perturban el funcionamiento del individuo. La reexperimentación puede tomar distintas formas. En algunas ocasiones, la persona evoca la situación traumática de forma tal que entra en un estado psicológico, emocional y fisiológico tan intenso que le lleva a comportarse como si la experiencia estuviese sucediendo de nuevo, perdiendo el contacto con el presente. Éste es el caso de los llamados flashbacks. En otras ocasiones las personas tienen pesadillas recurrentes relacionadas con el trauma que son fácilmente identificables por un observador externo dado el comportamiento manifestado mientras se está durmiendo. Otros experimentan recuerdos recurrentes, intrusos y perturbadores del acontecimiento traumático. Algunas personas experimentan un intenso malestar cuando se ven expuestas a estímulos internos o externos que recuerdan o simbolizan de algún modo el evento traumático. Ese malestar puede ser psicológico (terror) y/o fisiológico (sudoración, aumento de la tasa cardiaca y de la respiración). Por tanto, uno de los síntomas mas frecuentes del Trastorno por estrés postraumático es la reexperimentación de la experiencia. Esto significa que estamos reviviendo de alguna forma la experiencia traumática a pesar de que ésta ya haya pasado y estemos “a salvo”. Existen distintas formas de revivir lo ocurrido, entre ellas las siguientes: Pensamos repetidamente y de forma persistente en lo ocurrido, incluso cuando no lo deseamos hacer o cuando intentamos detener esos pensamientos o recuerdos Tenemos sueños terroríficos relacionados con todo lo que ocurrió y fue tan traumático para nosotros. Además, estas pesadillas desencadenan en nosotros sentimientos muy similares a los que en su momento provocó el acontecimiento traumático. Estamos despiertos y tenemos la sensación de que estamos volviendo a vivir la experiencia viendo o escuchando las mismas cosas que en su momento ocurrieron. Cuando nos exponemos a situaciones que nos recuerdan la experiencia traumática, sentimos una fuerte reacción emocional: miedo, rabia, angustia, etc. Cuando nos exponemos a situaciones en la que algo nos recuerda la experiencia vivida, manifestamos una fuerte reacción fisiológica, como, por

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Modelo de Humphreys y Revelle: activación y motivación

Humphreys y Revelle (1984) han propuesto un modelo en el que sugieren que individuos reaccionan de forma diferente a distintos factores estresantes dependiendo de la naturaleza de la tarea que se esté realizando, no solamente en función de las diferencias de ansiedad, sino también de motivación y extraversión. El modelo incorpora dos sistemas: activación y esfuerzo. La primera se contempla como una dimensión conceptual definida como el factor común a varios indicadores de alerta. El segundo sería el estado motivacional generalmente interpretado como “trabajar duro” y se incrementaría cuando la tarea es importante y difícil o existen incentivos para trabajar mejor. Los autores del modelo consideran la existencia de dos tipos de tareas o habilidades. El primero (denominado SIT) requiere una “transferencia mantenida de información”, pero no se requiere una retención aplicable de la misma. El segundo tipo, denominado “de memoria a corto plazo” (STM) requiere un mantenimiento de la información en una situación utilizable o la recuperación de la información en una situación utilizable o la recuperación de la información que no ha sido utilizada durante un periodo de tiempo corto. El rendimiento en tareas de tipo SIT se incrementaría al hacerlo la activación fisiológica, mientras que el rendimiento en tareas de tipo STM se vería reducido. El componente motivacional resulta especialmente importante en este modelo. La motivación es un constructo que se ha utilizado para describir y explicar diferencias en la intensidad y dirección de la conducta. La motivación de ejecución, tal y como se ha entendido tradicionalmente, sería la comparación subjetiva del rendimiento ante una tarea concreta con una norma de efectividad máxima. No se trataría simplemente de una mera exploración, de una inspección del ambiente, sino de una búsqueda dirigida hacia la solución de los problemas planteados (Pelechano, 1973). Según el planteamiento de Humphreys y Revelle (1984) el rendimiento de los sujetos con un grado de motivación alto sería mas elevado que el de los sujetos con un bajo grado de motivación en aquellas tareas que presentasen una dificultad moderada y que se relacionase con las habilidades del tipo SIT. La dimensión introversión/extroversión también seria de importancia. Eysenck (1976,1981) ha sugerido que la principal diferencia entre introvertidos y extrovertidos se encontraría en la activación basal. Esta hipótesis predice que la ejecución de los introvertidos y extrovertidos podría modificarse en forma diferente por manipulaciones de las activaciones. Según Humphreys y Revelle (1984) se podría establecer una relación mas especifica con los estados de impulso, sin considerar el componente de sociabilidad de la introversión/extroversión de los sujetos. El concepto de impulso podría interpretarse en términos de un energetizador o activador inespecífico de la conducta o como un facilitador en el establecimiento de conexiones. Las interacciones entre nivel impulsivo y conducta serían complejas, pudiendo existir factores facilitadores o perturbadores de la ejecución (Pelechano, 1975). Parece que al menos durante las mañanas los individuos con un nivel impulsivo bajo estarían mas activados que los que presentan un nivel impulsivo alto, ejecutando mejor en tareas de tipo SIT y peor en las del tipo STM. La situación se invertiría por la tarde. En cuanto a la ansiedad la situación seria mas compleja. Un incremento de ansiedad somática puede llevar a una mayor activación y a la mejora de la ejecución en tareas SIT. A la inversa, la ansiedad cognitiva, se relacionaría con la motivación de evitación y con una reducción del esfuerzo, produciendo normalmente una disminución del rendimiento en este tipo de tareas. Los resultados obtenidos por algunos autores que han estudiado la relación entre distintos componentes de la ansiedad y ejecución en jugadores de voleibol y baloncesto, se podrían explicar, al menos parcialmente, según estas consideraciones (Parfitt y Hardy, 1987; Parfitt 1988) y un estudio experimental llevado a cabo mediante un protocolo de ejercicio en cicloergómetro se ha comprobado que los niveles elevados de activación incrementan la cantidad de recursos de tipo SIT. Aunque el modelo Humphreys y Revelle (1984) ofrece interesantes perspectivas al abrir la posibilidad de relacionar diferentes dimensiones de la personalidad con la ejecución y el rendimiento, aun no se ha realizado una investigación experimental detallada que permita comprobar la validez y utilidad del mismo. Especialmente problemático al respeto resulta el hecho de que se basa parcialmente en una serie de supuestos difíciles de confirmar, como son el que los recursos sean limitados y pueden compartirse entre dos o mas tareas o que la curvilinearidad, cuando está presente, puede derivarse de las acciones opuestas de dos o más procesos monotónicos. Existe un factor inherente al modelo, que lleva a albergar dudas sobre su posible aplicación al campo del rendimiento deportivo. Se asume que la interrelación entre distintas capacidades de ejecución puede expresarse en términos de las demandas sobre los recursos de tipo SIT y STM, lo que llevaría implícito que todas las tareas podrían describirse en términos de sus requerimientos de uno u otro tipo. Parece improbable en el campo del deporte, que todas las tareas puedan definirse en un espacio bidimensional. (información extraída de Ansiedad, estrés y deporte / Sara Márquez Rosa, 2004)

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¿En qué puede ayudar la hipoterapia?

La hipoterapia tal y como indica su terminología, esta actividad tiene un carácter terapéutico. Esta tipología consiste en animar al jinete a que realice diferentes ejercicios pie a tierra y sobre el caballo en forma de juegos. Tales ejercicios, combinados con el movimiento tridimensional y rítmico del animal, permiten trabajar aspectos físicos, psicológicos, emocionales y sensoriales del jinete, en función de las necesidades particulares que planteé. Hay que buscar juegos y ejercicios con los que sea posible realizar diferentes movimientos, posturas y sonidos, a fin de que todo ello ayude a desarrollar de manera integral los distintos aspectos de la persona. Dependiendo del perfil del jinete, el plan de centrado se centra en secuencias encaminadas a lograr los objetivos generales marcados inicialmente por el equipo multidisciplinar. Los planes de trabajo suelen realizarse trimestralmente, aunque el terapeuta evalúa el progreso cada mes. Se establecen objetivos específicos a corto plazo y a medida que se van cumpliendo se van integrando nuevos ejercicios o variantes de las actividades iniciales, que se centran en un solo ámbito o en varios, en función de los objetivos. En ocasiones, todo este trabajo se realiza de manera involuntaria, ya que el caballo, por medio de su movimiento y su presencia, nos aporta diferentes estímulos al que nuestro cuerpo responde sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, el movimiento del caballo ya proporciona por sí mismo una relajación o estimulación de los músculos y articulaciones del jinete. Además, el ritmo producido por el paso del animal ejerce un vaivén en la pelvis y el tronco del jinete que le transmite una sensación muy similar al caminar de las personas. Mientras el movimiento y el calor del cuerpo del animal ayudan a relajar toda la parte física del jinete, se puede llevar a cabo ejercicios para estimular aspectos que nos interese trabajar o reforzar: ejercicios sensoriales, logopédicos, afectivos o lúdicos. Equipo humano En hipoterapia, el jinete no dirige al caballo, sino que este es dirigido por un auxiliar ecuestre con conocimiento en este ámbito. Se encarga de controlar, dirigir el ritmo y la dirección del caballo siguiendo las directrices del terapeuta. Su función es esencial, ya que proporciona seguridad, calma y confianza al animal. El terapeuta dirige la sesión. Su posición es cercana al jinete para darle seguridad y confianza a la vez que marca la secuencia de los ejercicios. Es esencial contar con un equipo multidisciplinar que se reúna de manera periódica para llevar a cabo diferentes evaluaciones iniciales y de control. Debe estar formado por distintos profesionales: médicos, fisioterapeutas, psicólogos, educadores o trabajadores sociales, logopedas, etc. Este equipo debe planificar un trabajo integral de la persona, que incluya todos los aspectos de nuestro jinete; así, el trabajo es mas completo y los beneficios se multiplican. Estos especialistas pueden estar presentes en todas las sesiones o bien participar solo puntualmente en ellas cuando se necesite un soporte especifico relacionado con su área de conocimiento. El terapeuta o los especialistas que intervendrán directamente en la sesión harán una primera evaluación del jinete para familiarizarse con él y conocer sus particularidades antes de iniciar la sesión. Esta evaluación previa es muy importante, ya que nos dice si el jinete está animado y listo para empezar, o tal vez cansado, dolorido y muy enfadado. Dependiendo de su estado en el momento de comenzar la sesión, los ejercicios serán unos u otros. Monta gemelar En la monta gemelar, también conocida como backriding o Bobath, el terapeuta monta en el caballo y se sitúa detrás del jinete. Se recurre a esta posición cuando el jinete tiene dificultad para controlar su tronco y el terapeuta le sirve de ayuda o apoyo para mantener el equilibrio y fortalecer la musculatura de la zona. A medida que el jinete gana fuerza en su tronco y mejora el equilibrio, el terapeuta reduce el tiempo de la monta gemelar. Equipo para el caballo Dependiendo del trabajo planificado, existen diferentes opciones de preparación del caballo, en función de estos factores: el perfil y las necesidades del jinete, la comodidad de nuestro caballo o bien el objetivo de la sesión. A menudo, se requiere usar algunos equipos complementarios para el caballo, por ejemplo, el cinchuelo o una montura adaptada. Asimismo, por lo general, se emplea la cabezada con una cuerda para que el auxiliar pueda controlar el caballo durante la sesión. Cuando el terapeuta considera necesario hacer determinadas actividades encaminadas a que el jinete empiece a tomar el control del caballo, se recurre también a la brida. Ejemplo práctico Se muestra un ejemplo de plan de trabajo inicial de hipoterapia para una persona con autismo. Cada persona requiere un plan de trabajo individualizado que no debe extrapolarse a otros casos Reconocer los colores Ámbitos. Contenido cognitivo. Físico Objetivos específicos: Distinguir los aros por colores Reconocer y nombrar los colores Relacionar elementos del mismo color Actividades: Colocar los aros en los palos del mismo color Agarra el aro del color que el terapeuta indica Nombra el color del aro que el terapeuta muestra Trabajar el manejo del caballo Ámbitos: emocional, psicológico, contenido cognitivo, físico Objetivos específicos: Cepillar de forma autónoma al caballo Preparar al caballo sin ayuda Llevar al caballo pie a tierra Actividades: Reconocer los elementos de cepillado Cepilla el caballo de manera adecuada Elige el cepillo adecuado para cada zona del caballo Reconoce las guarniciones del caballo Aprende el orden adecuado de colocación de las guarniciones Conduce el caballo por diferentes obstáculos Trabajar el vínculo afectivo Ámbitos: emocional, psicológico Objetivos específicos: Fomentar el contacto táctil y visual con el caballo Fomentar el contacto táctil y visual con el terapeuta y el auxiliar Actividades: Acariciar el caballo Abrazar al caballo Mantener contacto visual con el caballo Acariciar, abrazar y mantener contacto visual con el terapeuta Aprender a controlar las emociones durante la sesión Ámbitos: emocional, psicológico Objetivos específicos: Reconocer las propias emociones Actividades: Busca el motivo que ha desencadenado una emoción Ayuda a reconducir la emoción expresada (información extraída de Equinoterapia terapias asistidas con caballos / textos, Cristina Cañadas

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Planificación de la terapia asistida con animales

Una de las partes fundamentales a la hora de realizar cualquier tipo de intervención o tratamiento es la planificación de las sesiones o actividades, de cara a obtener los mejores resultados posibles con los usuarios. Al trabajar con personas y animales, la planificación se vuelve mas complicada al tener que manejar mayor tipo de variables que pueden condicionar la evolución de una sesión o la finalización previa al tiempo esperado. Un animal no es una persona y como tal no se puede trabajar con él de a misma forma, lo que provoca que las sesiones deben ser entrenadas para que el animal sepa en todo momento cuál es el siguiente movimiento o comportamiento deseado y así poder llevar a cabo un aprendizaje poco a poco, tanto del animal como de los usuarios, al mismo tiempo que se habitúan el uno al otro. La manera más fácil de llevar a cabo una correcta intervención es preparando un plan de adiestramiento adecuado a través de un mapa de actividades done manejar con mayor precisión el comportamiento del animal. El comportamiento final que se busca en el animal deberá conocerlo el propio terapeuta a través de múltiples variables, como pueden ser la colocación del animal antes de comenzar la actividad, la forma de sentarse, identificar el estado o nivel de excitación, entorno, los propios usuarios, etc. Teniendo en cuenta el nivel de dificultad que tiene trabajar con animales, el entrenamiento al que se someterá deber ser lo mas parecido a la intervención que va a realizar y consiguiendo de manera satisfactoria o con amplio margen de ejecución el comportamiento que se busca. El contexto es importante en cualquier tipo de sesión, incluyendo al propio terapeuta, que a través de su cuerpo se convierte en una señal hacia el animal. Por otra parte, el lugar debe ser de fácil control y los ejercicios deben ser realizados en diferentes emplazamientos para garantizar la ejecución independientemente del contexto donde se realice. Perfeccionar el comportamiento o dividirlo en tareas mas sencillas será la manera ideal de entrenamiento para un animal de terapia. Además, la repetición incluso habiendo aprendido la secuencia, refuerza su ejecución y garantiza una mayor fiabilidad en su comportamiento La selección de un animal para terapia Son muchos los animales que pueden ser seleccionados para llevar a cabo una actividad de terapia asistida con animales, aunque, en su mayoría, los mas utilizados, tanto por costes económicos como por facilidad de adiestramiento, son perros y gatos. Otros que se pueden usar son: peces, caballos, conejos, pájaros, hámsteres y otros animales de granja Los animales de terapia son especialmente seleccionados, cuentan con unas aptitudes apropiadas y son educados con unas habilidades específicas, necesarias para conseguir mantener el estimulo motivacional del animal durante toda la sesión terapéutica o educativa, comportándose de manera tranquila y equilibrada. Para la utilización de un animal de terapia se deben seguir una serie de principios básicos: Debe evitarse que sufra abuso, dolor o malestar, tanto física como mental En todo momento, deben proporcionarse los cuidados sanitarios adecuados Todos los animales deben disponer de un guiar tranquilo donde pasar tiempo alejados de sus tareas profesionales Los especialistas deben poner en práctica procedimientos de prevención sanitaria Las interacciones con usuarios deben estar estructuradas de tal manera que permitan mantener la capacidad del animal para servir de agente terapéutico Nunca debe permitirse que un animal esté sometido a una situación de abuso o estrés Si una intervención resulta indebidamente estresante para el animal, el terapeuta debe suspender la sesión o la interacción Los terapeutas que empleen animales de terapia deben permitir que los animales disfruten de momentos de descanso varias veces al día A los animales viejos y a aquellos otros que deban afrontar un estrés elevado, deben reducirle progresivamente el tiempo dedicado a la actividad o eliminarla por completo. También debe prestarse atención a la transición del animal cuando comienza la fase, ya que hará que se sienta mejor En una situación en la que el usuario, ya sea intencionadamente o no, abuse del animal, tienen que respetarse las necesidades básicas de éste, incluso en el caso de que ello implique poner fin a la relación del animal con el usuario     (Información extraída de Terapia ocupacional en geriatría María del Carmen Rodríguez Martínez, Abel Toledano González, Uxía Bermúdez Bayón, 2019)

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Organizar la agenda, las tareas y los tiempos

La sobreocupación mantenida en el tiempo puede ser una importante fuente de estrés a la que muchos les es difícil sustraerse por el tipo de trabajo que desempeñan y que les tiene agobiados y de mal humor. Algunos se ven lanzados al ritmo de vida que caracteriza al patrón tipo A y que puede suponer un riesgo de enfermedad coronaria. Un modo de afrontar el estrés en estos casos es reorganizar tempos y tareas de manera que podamos reducir la sobreocupación laboral y adoptar un estilo de vida que nos permita ocuparnos de otras muchas cosas que también nos importan en la vida. Los días tienen solo 24 horas: guía práctica para planificar y dar sentido “no va a dar tiempo” es una expresión que en la vida laboral y personal está asociada a menudo a la experiencia de estrés. Pero el tiempo no se detiene, corre inexplorablemente en días que solo tienen 24 horas y podemos perderlo tratando de meternos prisa y de precipitarnos para ganarlo. “no sé por dónde empezar” o empezar una tarea y sin terminarla, pasar a otras sin concluir ninguna también puede ser una fuente de estrés, precipitación, enfado y ansiedad que puedo afrontar con una adecuada gestión de las actividades y tiempos. Utilizo una adecuada planificación, organización y gestión de la agenda diaria para programar el tiempo disponible y dar sentido a mi actividad, que es un modo de dárselo a mi vida también. La agenda me puede ayudar a lograr un buen ajuste entre tiempo disponible y tareas y entre esfuerzo realizado y esfuerzo obtenido, a redistribuir las cargas de trabajo, a evitar la sobrecarga por acumulación de tareas y demandas imprevistas y dar vueltas a la cabeza sin sentido y sin saber por dónde empezar y a qué darle prioridad, el sentimiento de urgente y de insatisfacción, a aumentar mi motivación, a reducir el cansancio y la ansiedad y a incrementar mi eficacia y eficiencia Tomo en consideración los objetivos que quiero alcanzar con las actividades que planifico y los valores que dan sentido a mi actividad diaria y a mi desempeño profesional Anoto la víspera las tareas fijas y habituales del día siguiente, tanto del ámbito domestico como del ámbito laboral y social: compras, despachos de gestiones, reuniones de trabajo, entrevistas, visitas. Hoy dormiré mejor y mañana aprovecharé más el tiempo Sitúo en momentos fijos del día los trabajos rutinarios y habituales. Cuando se trata de actividades complejas, programo la realización gradual de tareas parciales, lo cual me facilita finalizar la actividad en los tiempos fijados y disfrutar la sensación de haberlas completado Priorizo actividades, tal vez con adhesivos o con colores diferentes, según sean obligatorias, muy importante, importantes y menos importantes, para asignarles el tiempo correspondiente y no malgastar tiempo y esfuerzo en tareas triviales, lo que sería una fuente de estrés añadida a la carga de la propia tarea Planifico de manera realista y proporcionada, de acuerdo con el tiempo disponible, con mis posibilidades y recursos, y con los del equipo humano con el que trabajo. Establezco un adecuado equilibrio entre las tareas que asumo y los recursos humanos y materiales con los que cuento. Equilibrio tareas fáciles con aquellas otra que exijan mayor esfuerzo Considero la posibilidad de que surjan imprevistos que podrían ser prioritarios y obligarme a reconsiderar la planificación del día Considero la posibilidad de que alguna de las actividades planificadas no pueda realizarse para tener previstas las alternativas No asumo actividades o responsabilidades que no me corresponden. Digo asertivamente no a demandas que no puedo o no quiero asumir Hago una cosa cada vez y no todo al mismo tiempo, focalizando la atención y la energía en el aquí y en el ahora de esa cosa y no en las cosas que no he podido hacer o que me quedan todavía por atender. Experimento la satisfacción por lo que voy completando y evito dejarme llevar por la urgencia y el agobio Evito dispersarme saltando de una cosa a otra sin concluir ninguna de ellas En la realización de las tareas y en particular de aquellas que me resultan más desagradables, práctico la relajación, la respiración abdominal y la atención consciente y plena. No postergo, no dejo para mañana las actividades inaplazables y que pueda hacer hoy, evitando así la acumulación progresiva de asuntos pendientes, los atrasos y la sobrecarga permanente que supone “no sacar el trabajo adelante” y sentirme ineficaz. Me ayudo con monólogos orientados a la acción: “cuando antes me lo quite mejor, ahora tengo unos minutos disponibles y los voy a aprovechar para evitar dilaciones” Al mismo tiempo, después de priorizar, decido qué actividades se pueden postergar para otro día y cuáles incluso pueden dejarse sin hacer sin que ocurra nada Hago previsibles y predecibles las actividades de la agenda. Establezco marcas e hitos que señalen con suficiente antelación las fechas límite y las tareas prioritarias en el horizonte temporal para evitar que me “cojan por sorpresa” actividades y tareas que debería haber previsto y tal vez he olvidado Reviso mi planificación y compruebo el ajuste tiempo-tarea logrado y aquellas actividades que tenía previstas o que me apetecía hacer pero que no he podido resolver por falta de tiempo Compruebo el grado de eficacia de motivación y de satisfacción logrado en las actividades realizadas y el impacto de lo que hecho en mi calidad de vida Aprendo a vivir cada jornada que ya no vuelve, disfruto cada día con el balance de los resultados logrados y me digo monólogos de reconocimiento por ello, porque eso hará mas probable que mañana sea también una buena jornada, puede que con carga, pero menos estresante. Pausas para poner a punto las herramientas Para poner a punto las herramientas de trabajo y para ponerme yo mismo a punto, compruebo cada día mi nivel de activación y rendimiento optimo y acompaso el ritmo de trabajo con pausas periódicas cuando compruebo que he rebasado ese nivel, que tengo fatiga y que mi rendimiento desciende a pesar de los

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Decálogo para el manejo de la ansiedad en el autismo

Estos diez tipos os ayudarán a cómo gestionar la ansiedad a las personas que padecen autismo No hay milagros La primera lección que hay que aprender en el camino de ayudar a la persona con autismo a manejar y aliviar su ansiedad es que es un proceso y no precisamente fácil. Se debe comenzar por aceptar que la ansiedad puede estar presente en sus vidas y ser realistas sobre si podremos reducirla o aliviarla. Aceptar la realidad de la situación estresante es también una estrategia de afrontamiento. Hay que evitar equiparar la palabra afrontamiento a “dominio”, por eso es preferible el término “manejar”, puesto que puede significar minimizar, evitar, tolerar, aceptar las condiciones estresantes. Merece la pena hacer el esfuerzo porque el impacto en la calidad de vida de la persona suele ser muy significativo. Ser proactivo, no reactivo Ante la pregunta, ¿qué puedo hacer cuando la persona ya esta descontrolada y la ansiedad la ha invadido? O si la pregunta se la hace la persona con autismo: ¿qué puedo hacer cuando ya estoy descontrolado o la ansiedad me ha invalidado? La respuesta es: poca cosa, demasiado tarde. En esta situación solamente queda apagar el incendio como ose pueda, “poner parches”, intentar clamarse o calmar a la persona con autismo. Estas estrategias reactivas, por lo general, no impiden que vuelvan a darse nuevas crisis en el futuro. Bien al contrario, suelen empeorar las cosas. Si cometemos el error de utilizar siempre estrategias puramente reactivas una vez la crisis se desata, la persona no tiene oportunidad de aprender estrategias proactivas de regulación de las propias emociones  y de pactar con su mundo social y sensorial de una manera más efectiva y apropiada. La sensación para todos es la de andar sobre tierras movedizas: en cualquier momento nos engulle. Y la tensión sostenida que eso genera es muy alta y pasa factura. Se recomienda prever posibles situaciones de riesgo y actuar preventivamente. Una buena (auto) regulación emocional requiere identificar qué es lo que podemos modificar o aprender antes para reducir los niveles de ansiedad Mantener la calma Cuando la persona con autismo se altera, grita, se niega a hacer lo que le pedimos, patalea, se ofusca, es fácil que nuestra paciencia se ponga a prueba y no siempre superemos esa prueba. En ese caso, primera recomendación, siempre que sea posible: no perder los nervios ni el control nosotros también. Posiblemente, tendremos todos los números para que la situación empeore y no solucionemos nada, acabemos todos mal, angustiados y cada vez con menos energía. Recordemos que, cuando hablamos de tratamiento para la ansiedad, estamos hablando de una carrera de fondo y no de los cien metros liso. No obligar a la persona con autismo por la fuerza bruta y porque sí a enfrentarse a situaciones ansiógenas El discurso que tiene que adaptarse, nuestro mundo es así y tiene que aprender a vivir en él, no es una estrategia inteligente ni efectiva. Probablemente, se intensifique y empeore la sintomatología ansiosa. Tampoco es recomendable el discurso de: Es superior a él, no podemos hacer nada. Lo mejor es dejarlo tranquilo. Recordemos la protección excesiva versus la protección adaptativa. Ni tanto ni tan calvo. Partimos de la base de que no hay una intencionalidad por parte de la persona con autismo para molestarnos o provocarnos con sus miedos. Así como tampoco desean generar pena ni manipularnos para que lo hagamos todo por ellos. No forcemos, pero demos herramientas de aprendizaje, estrategias de afrontamiento No reforzar la ansiedad y los miedos Puede suceder, con el tiempo y por condicionamiento, que lleguen a aprender que determinados comportamientos disruptivos, manifestaciones de la ansiedad, les facilitan el premio gordo: evitar la situación aversiva, que los protejamos y no tener que enfrentarse a lo que les angustia. Las manifestaciones de la ansiedad se convierten en un refuerzo. No importa lo que siento, solucióneme el problema Cuando las personas sin autismo están ansiosas o tienen un mal día, suelen encontrar útil ventilar el problema y expresar cómo se siente. De hecho, la psicoterapia en población sin autismo está pensada para analizar qué siente la persona y darle herramientas para sentirse mejor. No es eso lo que necesita una persona con autismo. Cuando la persona con autismo se siente estresada y se le pregunta qué siente, normalmente no es capaz de responder a esta pregunta, incluso se incrementa el comportamiento perseverante y repetitivo, aumentando el deseo de estar solo y la sensación de ansiedad. Lo que requiere es que se le ayude a resolver el problema de manera operativa. Soluciones prácticas  para problemas inmediatos. Para calmarla es de imperativo legal ofrecerle soluciones lógicas con un lenguaje claro y sin ambigüedades. Aceptar incondicionalmente a quien debemos ayudar Quien experimente ansiedad es posible que se sienta fuera de control y que diga o haga cosas que no nos gustan, nos decepcionen, asusten o nos contraríen. Regla de oro: no personalizar nada de lo que sucede o de lo que nos digan. La persona con autismo tiene que sentir que puede confiar en nosotros, a pesar de que pueda no agradarnos su comportamiento, y tiene que sentir que lo atendemos y cuidaremos en cuanto esté en nuestras manos No esperar a que el tiempo solucione los problemas Excepto en el caso de conflictos evolutivos transitorios como determinadas fobias evolutivas, al igual que muchas enfermedades médicas, las perturbaciones afectivo-emocionales tienden a cronificarse si no se abordan y cortan a tiempo. En este caso, el “no dejes para mañana lo que puedas prevenir intervenir hoy” es crucial para una buena evolución del conflicto emocional. No abordar todas las situaciones ansiógenas No es realista plantearnos el poder abordar TODAS las situaciones que generan estrés o ansiedad. Es necesario priorizar en función de los siguientes criterios: Situaciones que puedan suponer un daño o peligro físico para la persona con autismo y/u otras personas Situaciones que generan un alto nivel de sufrimiento emocional y, en ocasiones, físico como en el caso de la hiperactividad sensorial Situaciones que obstaculizan otros aprendizajes,

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El suicidio como lección de salud pública

Durante años, la gente no moría de cáncer sino de una larga enfermedad y uno no se suicidaban, sino que moría en condiciones que aun se están investigando. El cáncer fue saliendo del ámbito de lo privado por una mezcla de frecuencia epidemiológica y visibilidad en personas conocidas que lo fueron haciendo público. Sin embargo, el suicidio le ha costado más realizar este proyecto, hasta el punto de que cuando alguien famoso fallecía por esta causa en ocasiones pasaba a formar parte de una iconografía pop mas o menos misteriosa, y no ha tenido un rol de visibilizarían como el que ha podido tener el cáncer u otras causas de muerte. Epidemiológicamente, los datos no son comparables y aunque lo fueran en términos de cantidad, tal vez no deberían serlo por las diferencias en su etiología y en los engranajes internos de funcionamiento y desencadenamiento, pero sí es cierto que desde los años previos a la pandemia se venia produciendo un proceso de priorización del suicidio en la agenda política sobre temas de salud. Tras la pandemia, y con el importante aumento de fallecimientos por suicidio, especialmente entre la población joven, la importancia de hablar sobre el tema ha adoptado diversas formas: desde s comparación con la pandemia de COVID 19, hasta el señalamiento de condiciones biológicas que serian las desencadenantes del suicidio, pasando por otros abordajes que vinculaban con mayor o menor acierto los vaivenes socioeconómicos y las cifras de suicidio Hay dos formas de visibilizar: exponer o abrazar. Sacar el suicido a un escaparate para que la gente lo vea, o reconocerlo como una cosa que no es un asunto exclusivo de la persona con ideación suicida, sino de toda la comunidad en su conjunto. Sobre la base de estas dos opciones, se puede responder a la pregunta que desde hace unas décadas ronda algunos ámbitos de la salud publica ¿es el suicidio un problema de salud pública? Si se estima que lo que determina su consideración como tal es la existencia de un elevado número de casos, su alto peso en la mortalidad de la población entenderemos que la forma de visibilizarlo en exponerlo en la plaza pública para que la población entienda que es un problema importante. Individual pero importante. Por otro lado, si creemos que el suicidio es un problema de salud pública porque evidencia un cruce de caminos entre lo individualmente biográfico y lo socialmente relevante, entre la vivencia individual y la necesidad de hacernos cargo de los sufrimientos de manera colectiva, entonces creemos que hay que visibilizar el suicidio, pero como una manera de buscar una salida conjunta, señalando sus causas no para trazar la ausencia de alterativas o para justificar una conducta, sino para plantear intervenciones que mejoren las condiciones de vida de la gente y hagan ver que existen futuros para una vida que merece la pena ser vivida. En mayo de 2022 el Gobierno de España puso en funcionamiento la línea de atención a la conducta suicida, un número gestionado por una entidad privada sin animo de lucro y señalado como el producto más tangible de la previamente anunciada estrategia de salud mental de dicho Gobierno. El número se puso en marcha unos meses después de que se supiera que en 2020 se había alcanzado el récord de suicidios consumados registrados, con un total de 3.941 casos. Medidas como este teléfono desempeñan una labor de primera atención, algo inmediato, pero su utilidad es limitada si después falla lo demás; el suicidio ha saltado a la arena de la acción política en un momento en que las redes de salud mental hacían agua y su capacidad para asegurar esa atención posllamada era menor. Considerar el suicidio como un asunto individual es algo que en ocasiones está relacionado con otra gran pregunta en torno a este fenómeno; ¿todos los suicidios están vinculados con un trastorno psiquiátrico? ¿cuántos lo están? No se trata tanto de sacar la balanza y cuantificar con exactitud el número de suicidios consumados, que coexistían con un sufrimiento psíquico diagnosticable, sino de ver cómo se pueden desarrollar intervenciones que abarquen desde el punto final de la ayuda puntual en el momento necesario hasta las medidas mas proximales de mejora estructural de las condiciones de vida, pasando por todas aquellas intervenciones que hacen que el acompañamiento y la red de seguridad que son los servicios públicos estén ahí más allá de lo hiperagudo y actuando siempre de forma bien coordinada con el resto de recursos fundamentales.   (Información extraída de Malestamos : cuando estar mal es un problema colectivo / Javier Padilla, Marta Carmona, 2022)

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El caballo como terapeuta

En las terapias asistidas con caballos, el caballo forma parte indispensable del equipo de trabajo. Al montar sobre él, el jinete se beneficia de su movimiento, calor corporal y textura, mientras que la imagen del animal, el carácter y el lenguaje favorecen el establecimiento de vínculos afectivos entre ambos. Estos vínculos son muy importantes en la terapia, ya que son los que permiten obtener beneficios a nivel global de la persona. Por ello, la elección del caballo será al azar, sino que buscaremos aquellos ejemplares que presenten una serie de cualidades específicas para asegurarnos de que las terapias se desarrollen adecuadamente. La elección del caballo para terapias se basa en dos características esenciales que hay que valorar: el físico del animal y su carácter. Físicamente es muy importante que el caballo se encuentre en óptimas condiciones para realizar las terapias y en caso de que observemos alguna molestia debemos consultarlo con el veterinario para tomar la decisión pertinente. Al mismo tiempo, nos aseguraremos de que el cuerpo del animal está proporcionado y muscularmente preparado para la actividad que va a realizar. Su paso, trote y galope deben ser regulares y equilibrados. Otro aspecto que cabe destacar es la comodidad sobre su torno en los diferentes aires, ya que esta característica permitirá al jinete sentirse más seguro. Dependiendo de las necesidades de nuestros jinetes buscaremos una medida de altura u otra; como norma general, no debe superar 1,60m para permitir al equipo multidisciplinar trabajar cómodamente con el jinete: sujetar sus extremidades, dar soporte al tronco e intercambiar objetos para los ejercicios. Si lo creemos conveniente, también se puede trabajar con ponis sobre todo si el jinete es un niño pequeño, pues un animal mas bajo facilita el llevarlo pie a tierra, cepillarlo y montarlo, en especial cuando los objetivos de trabajo se centran en aspectos psicológicos, comunicativos o emocionales. Es bueno que el caballo tenga entre 10 y 18 años de edad, ya que su etapa de madurez es más estable a nivel emocional y tiene experiencia con todo tipo de jinetes. Para las terapias se necesitan caballos de carácter tranquilo y dócil, que puedan transmitir al jinete esa sensación. Es importante que el caballo haya vivido un amplio abanico de experiencias para que sea más adaptable y en caso de que no sea así, debemos proporcionarle todo tipo de estímulos que le ayuden a sentirse seguro y a estrechar vínculos con la persona o las personas que trabajarán con él. El entrenamiento En el entrenamiento del caballo de terapia debemos introducir diferentes estímulos para trabajar su adaptabilidad y para que aprenda a confiar en la persona que va a estar con él durante las sesiones. Si se establece un fuerte vinculo caballo-terapeuta, la comunicación entre ambos será fluida y sencilla, es decir, con un simple gesto o sonido del terapeuta, el caballo entenderá si debe detenerse o avanzar. Los pasos esenciales son: Paso 1. Vinculo caballo-terapeuta El caballo debe conocer perfectamente a la persona con la que va a trabajar, y confiar en ella. La confianza debe ser mutua, por ello llevarán a cabo unos primeros paseos juntos: cepillado, salir a comer hierba, visitar su establo o campo, etc. Paso 2. Trabajo conjunto El terapeuta debe conocer todas las facetas de su caballo: cómo es pie a tierra, montado, cómo se enfrenta a los miedos, como actúa en situaciones de tensión, cuándo se siente seguro, etc. Paso 3. Entrenamiento del equino Se diseña un plan de trabajo pie a tierra y sobre el caballo, que responda a las necesidades del animal y también lo prepare para responder al trabajo al cual vamos a destinarlo. Este entrenamiento se basa en el trabajo de figuras, cambios de ritmo y la introducción de diferentes elementos de uso cotidiano que puedan suponer una amenaza para el desarrollo de la sesión (ej. Paraguas, cochecitos de bebé, bolsas de plástico) Paso 4. Sensibilización al material de terapia Es importante que el caballo de terapia conozca de cerca el material que se va a usar en las sesiones: aros, conos, canastas, pelotas, pañuelos, barras, etc. Debe haber trabajado con estos y otros materiales previamente. También es imprescindible acostumbrarle a la presencia de otros elementos: sillas de rueda, bastones, caminadores, muletas y todo aquello que pueda crearle una inseguridad. Otro trabajo consiste en observar diferentes situaciones que pueden alertar al caballo y provocarlas de manera controlada mediante ejercicios en el entrenamiento: improvisar la presencia de perros, cochecitos de bebé, alboroto, lluvia. Paso 5. Sensibilización sobre el caballo Para este ejercicio, se requiere contar con un auxiliar ecuestre que simule llevar a cabo una sesión en la que el jinete adquiere posturas que incomoden al caballo; por ejemplo, estirarse sobre su grupa, tocarle las orejas o la monta gemelar. También podemos simular gritos, lloros, movimientos bruscos y otras situaciones que se pueden dar en una sesión. Paso 6. Trabajo de desconexión El caballo necesita momentos en los que poder “desconectar” de su trabajo rutinario. Debemos descubrir aquello que le guste y ofrecérselo como recompensa por su esfuerzo. Si le gusta estar suelto para saltar y brincar o bien prefiere salir a pasear por la montaña, detenerse a comer hierba, etc. Es muy importante garantizarle periódicamente este tiempo para que mantenga un buen equilibrio emocional. (información extraída de Equinoterapia terapias asistidas con caballos / textos, Cristina Cañadas Guerrero; ilustraciones. Myriam Ferrón; fotografías, Nos i Soto, Thinkstock; dirección editorial, María Fernanda Canal., 2018)  

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Etapas del duelo

Las etapas del proceso duelo por las que una persona pasa tras la pérdida de un ser querido han sido descritas por muchos autores. Aquí se definen las cinco descritas por Elisabeth Kübler-Ross en su libro “Sobre la muerte y los moribundos (1969). Las etapas son las siguientes: La negación Consiste en el rechazo consciente o inconsciente de los hechos o la realidad de la situación. Este mecanismo de defensa busca amortiguar el shock que produce la nueva realidad para dejar solo entrar en nosotros el dolor que estamos preparados para soportar. Se trata de una respuesta temporal que nos paraliza y nos hace escondernos de los hechos. La frase que podría resumir la esencia de esta etapa es “esto no me puede estar pasando a mi”. En este primer momento, el mundo pierde sentido y nos abruma. Nos preguntamos cómo podemos seguir adelante. No es que estemos negando que la muerte o la pérdida se hayan producido sino que nos invade un sentimiento de incredulidad de que la persona que amamos no la veremos nunca más. Los sentimientos de esta etapa nos protegen brindando a nuestro cuerpo y mente un poco de tiempo para adaptarse a esta nueva realidad sin la persona fallecida. Luego el doliente comienza a sentirse como si lentamente estuviera despertando, recordando lo suceso progresivamente. La ira Si bien los sentimientos de enojo estarán presentes con distinta intensidad durante todo el proceso de duelo, es en esta etapa donde la ira toma el protagonismo dirigiéndose este enojo al ser querido fallecido, a nosotros mismos, a familiares, amigos, objetos inanimados e inclusive a personas extrañas. Se siente un resentimiento hacia la persona que nos ha dejado causando un inmenso dolor en nosotros, pero este enojo se vive con culpa haciéndonos sentir más enojados aun. La frase que podría contener la esencia de esta etapa es ¿Por qué yo? ¡No es justo! ¿Cómo puede sucederme eso a mí? Esta comprensión del por qué de las cosas puede ayudarte a encontrar cierta paz Puedes preguntarte ¿Dónde ha estado Dios cuando me sucedía esto? La psiquiatría Elisabeth Kübler-Ross, explica que es importante que los familiares y amigos del doliente dejen que éste exprese libremente su ira sin juzgarlo o reprenderlo ya que este enojo no solo es temporal sino que es necesario. Debajo de esta ira ilimitada se encuentra el dolor producido por esta pérdida. Si somos capaces de identificar esta ira y expresarla sin temores podremos comprender que ella es parte del proceso de curación. Para eso se pueden emplear diversos métodos de expresión como escribir una carta al ser fallecido para expresar tu enojo, establecer un dialogo imaginario con ellos para compartir tus sentimientos, hablar con un amigo o familiar, realizar ejercicios físicos o bien practicar la meditación como un camino para calmar y canalizar estas emociones abrumadoras. La negociación La etapa de negociación puede ocurrir antes de la pérdida, en caso de tener a un familiar con enfermedad terminal, o bien después de la muerte para intentar negociar el dolor que produce esta distancia. En secreto el doliente busca hacer un trato con Dios u otro poder superior para que su ser querido fallecido regrese a cambio de un estilo de vida reformado. Este mecanismo de defensa para protegerse de la dolorosa realidad no suele ofrecer una solución sostenible en el tiempo y puede conducir al remordimiento y la culpa interfiriendo con la curación. Se desea volver a la vida que se tenía antes de que muriera el ser querido y que éste vuelva a nosotros. Se concentra gran parte del tiempo en lo que el doliente u otras personas podrían haber hecho diferente para evitar esta muerte. Las intenciones de volver al tiempo atrás es un deseo frecuente en esta etapa para así haber reconocido a tiempo la enfermedad o evitar que el accidente sucediera. La frase que resume esta etapa es ¿Qué hubiera sucedido si…? nos quedamos en el pasado para intentar negociar nuestra salida de la herida mientras pensamos en lo maravilloso que sería la vida si éste ser querido estuviera con nosotros. Esta fase del duelo suele ser la más breve de todas las etapas ya que se trata del último esfuerzo para encontrar alguna manera de aliviar el dolor por lo que supone un trabajo agotador para la mente y el cuerpo al tener que lidiar con pensamientos y fantasías que no coinciden con la realidad actual. Por eso es importante conectarse con las personas y actividades del presente siguiendo una rutina que le brinde a tu mente la comodidad de realizar tareas regulares. La depresión Si siente tristeza, miedo e incertidumbre ante lo que vendrá. Sentimos que nos preocupamos mucho por cosas que no tienen demasiada importancia mientras que levantarse cada día de la cama se siente como una tarea complicada. Estos sentimientos muestran que el doliente ha comenzado a aceptar la situación. La frase que contiene la esencia de esta etapa es Extraño a mi ser querido, ¿Por qué seguir? En esta etapa la atención del doliente se vuelve al presente surgiendo sentimientos de vacío y profundo dolor. Se suele mostrar impaciente ante tanto sufrimiento sintiendo un agotamiento físico y mental que lo lleva a dormir largas horas. Además, la irritabilidad y la impotencia toman un gran protagonismo ya que durante esta etapa se enfrente a la irreversibilidad de la muerte. Si bien el doliente siente que esta etapa durará por siempre es importante considerar que la depresión de este proceso de duelo no es sinónimo de enfermedad mental, sino que se trata de una respuesta adecuada a una gran pérdida por lo que las emociones de la depresión deben ser experimentadas para sanar. Sé paciente contigo mismo y recuerda que sentir esta depresión es la manera de salir de ella. La aceptación El doliente llega a un acuerdo con este acontecimiento trágico gracias a la experiencia de la depresión. Esta etapa no significa que estamos de acuerdo con esta muerte, sino que la pérdida siempre será una parte

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El papel de la respiración en el pánico

La respiración es necesaria para sobrevivir. Cuando tomas aire, tus pulmones separan de él el oxigeno que pasa a la sangre, donde es trasportado por la hemoglobina que lo distribuye por todo el cuerpo para ser utilizado por las células. Como resultado de esa utilización por las células, se produce un producto de desecho llamado anhídrido carbónico que pasa también a la sangre, es trasladado a los pulmones y desde allí se expulsa al tirar el aire Así cada vez que respiras se produce el siguiente proceso: Tomas aire que llega a tus pulmones En los pulmones el oxigeno del aire pasa a la sangre, que lo lleva a todas las células del cuerpo Las células toman ese oxigeno, lo utilizan y liberan un producto de desecho; el anhídrido carbónico El anhídrido carbónico es trasportado por la sangre a los pulmones Al expulsar el aire de tus pulmones, expulsas el anhídrido carbónico La hiperventilación Si respiramos demasiado rápido o tomamos demasiada cantidad de aire aumenta el nivel de oxigeno en la sangre porque tomamos mas oxigeno del que gastamos. Así se produce el estado de hiperventilación definido como respiración demasiado intensa o frecuente, para las necesidades del organismo en un momento dado. La hiperventilación produce una serie de alteraciones físcas, destacando las siguientes: Disminuye el anhídrido carbónico en la sangre Reduce el contenido acido de la sangre, haciéndola más alcalina Ambas llevan el estrechamiento de ciertos vasos sanguíneos, lo que disminuye la cantidad de sangre que lleva a diversas zonas del cerebro y del resto del cuerpo También se produce un aumento de retención de oxigeno en la sangre, que tiene el efecto de disminuir la llegada de oxigeno a determinados lugares, incluyendo diversas áreas del cerebro. Todo lo anterior puede producir una serie de sensaciones internas, siendo las más comunes las siguientes: Disminución de oxigeno en ciertas áreas del cerebro: mareo, confusión, sensación de ahogo, visión borrosa, sensación de irrealidad Disminución de oxigeno en otras partes del cuerpo: aumento del latido cardiaco, hormigueo, pinchazos en las extremidades, escalofríos, manos o pies fríos y húmedos. En ocasiones: rigidez muscular o sensación de ahogo, atragantamiento o asfixia Esfuerzo que supone hiperventilar: calor, sofoco y sudor mantenimiento de los músculos del tórax estirados y tensos durante mucho tiempo. Cansancio, agotamiento, dolores intercostales, sensación de opresión o tirantez o incluso dolores intenso en el pecho La hiperventilación es una reacción normal de nuestro organismo cuando se activa la ansiedad o el pánico, o si hacemos ejercicio físico. Cuando experimentamos una reacción de alarma acompañada de ejercicio físico intenso no se producen la mayoría de las sensaciones típicas de hiperventilación porque el exceso de oxigeno es consumido mediante el ejercicio. Los pacientes con pánico suelen hiperventilar sin darse cuenta, sobre todo si lo hacen ligeramente durante largos periodos de tiempo. En muchos de estos casos, se produce un aumento de oxigeno y un descenso de anhídrido carbónico, compensados, que no llega a producir síntomas; pero que puede actuar “como el vaso lleno que es colmado por unas gotas”. Es decir, la hiperventilación puede mantenerse en un nivel tal, que un leve incremento de esta puede desencadenar las sensaciones temidas. Pero hay  que tener en cuenta, que la hiperventilación no supone ningún peligro. De hecho, se utiliza en los tratamientos más eficaces para superar el pánico. Además la hiperventilación no desencadena el pánico. Solo da lugar a sensaciones que pueden malinterpretarse como señal de peligro. Recuerda que lo que da lugar al pánico es la interpretación catastrofista de esas u otras sensaciones internas, que crees que indican un peligro inminente. Esa percepción de peligro es la que hace que se active el sistema de alarma y que aumenten las sensaciones y se inicie el círculo vicioso del pánico.     (Información extraída de Cómo superar el pánico (con o sin agorafobia) programa de autoayuda / Elia Roca, 2009)

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