Cuidar y Cuidarse: El Equilibrio para Evitar el Agotamiento
Una de las principales dificultades con que suelen tropezar los cuidadores es que no dan casi importancia al cuidado de su propia salud y bienestar, cuando es evidente que, si enferma o se sobrecarga mental o físicamente, no podrá cuidar de sus seres queridos. Básicamente, el cuidador tiene que vigilar sus emociones negativas, el estrés al que está sometido y su propio estado físico y mental. Manejo de sus emociones negativas El cuidado de otra persona durante un tiempo prolongado produce emociones negativas en todos los cuidadores. Es normal que en muchas ocasiones se sientan desanimados, tristes, enfadados o asustados. Muchos suelen pasar por alto esas emociones y van dejando que esos sentimientos vayan acrecentándose y envolviendo cada vez mas su estado de animo cotidiano. Con el tiempo, pasan la mayor parte del día malhumorados, deprimidos o desesperanzados. Cuando aparecen estos sentimientos, es conveniente intentar manejarlos, encontrar formas que nos ayuden a convertirlos en episodios pasajeros, de tal manera, que impidamos que se vayan instaurando en nuestras vidas. Manejo de algunas emociones negativas del cuidador Tristeza. Repase las actividades que le gusten y procure incluir alguna de ellas en su rutina cotidiana (por ejemplo, leer, escuchar música, hablar por teléfono, etc.) Desanimo. Plantéese vivir el día a día haciendo lo mas agradable posible cada momento e intente aceptar lo que no puede cambiar Enfado. Dese un respiro y procure alejarse temporalmente de la situación. Respire profundamente varias veces. Procure centrar su enojo en la enfermedad y no en la persona Miedo. Planifique lo que puede hacer en el caso de que ocurra algo peor Culpabilidad. Procure centrarse en las cosas que hace bien. Plantéese metas específicas y realistas. A pesar de intentar seguir estas y otras sugerencias, muchos cuidadores tienen dificultades para manejas esas emociones, bien porque son demasiado intensas, bien porque se han mantenido durante mucho tiempo y están demasiado instauradas. En estos casos, es conveniente buscar asesoramiento profesional que le proporcione medios específicos para manejarlas Señales que indican la necesidad de ayuda profesional Abuso de alcohol o de medicamentos para los nervios Pérdida o aumento de peso significativos Depresión, desesperanza Ideas de suicidio o de querer morirse Episodios repetidos de pérdida de control físico o emocional Ignorar o tratar mal a la otra persona Manejo del estrés Todas las personas están sometidas a situaciones que les producen cierto grado de estrés. El estrés forma parte de la vida de todo el mundo y nuestro cuerpo está preparado para enfrentarse a él. Sin embargo, cuando es demasiado intenso y se prolonga en el tiempo, no solo provoca malestar, sino que puede provocar enfermedades o agravar las que ya se padecen. Por ello, es conveniente disponer de estrategias que nos permitan controlar el estrés al que nos sometemos. Existen dos formas de controlar el estrés: Limitando el nivel de exigencia y la exposición a situaciones que lo provocan: Es conveniente que determine las exigencias a las que tiene que atender. Y que valore hasta qué punto puede afrontarlas cotidianamente. Todos podemos enfrentarnos a obligaciones muy exigentes durante periodos cortos de tiempo, pero si se alargan, acaban provocando estrés crónico en quien lo hace. Por eso es conveniente que en situaciones de cuidado prolongado valore lo que las circunstancias le están exigiendo de usted y que busque alternativas para descargarse parcialmente de alguna de sus obligaciones Aprendiendo a ajustar nuestra valoración de lo que sucede a lo que realmente está pasando: nuestro organismo no responde a los hechos objetivos, sino a las interpretaciones que hacemos de lo que nos sucede. En situaciones que nos afectan mucho emocionalmente, podemos exagerar sus consecuencias y responder como si fueran más graves de lo que realmente son. En esas circunstancias, resulta de ayuda buscar información que le permita contrastar sus impresiones con alguna persona de su confianza, también puede ayudarle a mantener una visión mas realista y a sentirse menos presionado. El cuidado de su propio estado físico y mental Uno de los aspectos que más fácilmente suelen descuidarse cuando se está inmerso en el cuidado de otra persona es el propio estado físico. La alimentación, el respeto de los periodos de descanso y el descenso en la actividad física son los aspectos que más fácilmente suelen descuidarse. Es muy frecuente que los cuidadores se planteen como prioridad esencial el cuidado y bienestar del otor y descuiden el propio. El cuidado de otra persona es una labor muy exigente que requiere un esfuerzo importante por parte del cuidador. Son muchos los familiares que han dado tanto de sí que han acabado agotados, han tenido que claudicar y renunciar al cuidado del familiar por incapacidad. Algunas pautas de cuidado básicas para mantener el buen estado físico y mental serían: Alimentación. Los alimentos nos proporcionan la energía necesaria para enfrentarnos a las exigencias del día a día. Procure seguir un horario regular de comidas y mantener una dieta equilibrada; las carencias y desequilibrios nutricionales nos debilitan y a la larga producen trastornos en el cuidador que pueden dificultar su labor Sueño. En los periodos de descompensación, la persona puede estar despierta durante toda la noche y requerir la atención del cuidador. Si bien estas alteraciones deben remitir con el tratamiento adecuado y con una higiene del sueño apropiada, cuando esta situación se prolonga más allá de unos días es necesario buscar alternativas que le permitan descansar. Establecer turnos con otras personas se hace imprescindible en esas circunstancias. Aunque no se perciba remuneración alguna, cuidar de otra persona es un trabajo. Nadie puede trabajar durante las 24 horas de día todos los días del año sin que su salud mental y física se resienta. Es absolutamente imprescindible que el cuidador tenga momentos de respiro, que disponga de tiempo para descansar y dedicarlo a sí mismo. Es necesario programar el descanso periódico del cuidador y poder aprovechar ese tiempo para ver a amigos o para disfrutar de actividades de ocio que le resulten gratificantes. Solicitar la colaboración de otros familiares, amigos, utilizar servicios de la comunidad o pagar
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