Nombre del autor:Eva María Galán Sempere

Las rabietas en el niño

Pedir, reclamar, exigir implican en el niño un mínimo de agresividad. El pequeño tiene a veces ataques de rabia. Grita, patalea, se debate en todos los sentidos cuando no obtiene lo que desea. Entre los dos y tres años, el niño se vuelve más antagónico, más irascible. Algunos atacan a otros niños, muerden, arañan, tiran de los cabellos. Después, hacia los cuatro años, el niño que muerde se calma. Expresa su agresividad a través de las palabras y menos a través de gestos. Generalmente, los niños son más agresivos que las niñas, rivalizando en imaginación cuando inventan juegos violentos. Afortunadamente, con la edad, se instala cierta moderación. Desafortunadamente para los padres, algunos niños continúan mostrándose irascibles. Pegan a sus compañeros y a veces a los adultos, rompen todo lo que cae en sus manos, sus juguetes y los de los demás, ante la más mínima contrariedad. Son niños que, según los psiquiatras, no soportan la frustración. En algunos casos de gran intolerancia a la frustración, el niño puede entrar en verdaderas crisis de rabia por el más mínimo motivo, como por ejemplo porque no encuentra un juguete que está buscando. El niño empieza a dar puñetazos, patadas a diestro y siniestro y a veces acaba por dañarse a sí mismo, por ejemplo golpeándose la cabeza contra la pared. Nos podemos imaginar hasta qué punto tales explosiones de cólera pueden dejar a los padres desconcertados. Cuando un niño va haciéndose mayor y no se calma, cuando tiende a ponerse en posiciones extremas por una simple advertencia o reprimenda, podemos hablar en estos casos de trastorno del comportamiento. Al hacerse mayor, si los trastornos del comportamiento persisten, habrá otras incidencias. Al niño le costará mucho adaptarse a normas sociales y por lo tanto a integrarse en la escuela, relacionarse con otros niños, hacer amigos o expresar sus emociones tanto si son positivas como negativas. Le costará proyectarse en el tiempo, expresado solo deseos momentáneos. Frágil, poco seguro de sí mismo, será incapaz de cuestionarse o asumir la responsabilidad de una falta. Muy dependiente de su entorno, buscará el conflicto permanentemente, como si quisiera castigar a su entorno por su propia falta de autonomía. En algunos niños, el dominante ansioso estará también presente, pudiéndose traducir en trastornos obsesivos, fobia escolar, la aparición de tics, etc. Algunas formas de trastorno del comportamiento no se manifiestan de entrada mediante la agresividad sino a través de una inhibición muy fuerte. El niño se encuentra la mayor parte del tiempo en un estado amorfo, evita las relaciones con los demás. De inteligencia normal, sin embargo, fracasa en la escuela, como paralizado cuando tiene que esforzarse en pensar. El niño se muestra muy dependiente de su entorno. La clasificación americana de las enfermedades distingue diferentes tipos de trastorno del comportamiento: los trastornos del comportamiento con hiperactividad, falta de atención, impulsividad, los trastornos del comportamiento en los que el niño infringe sistemáticamente las normas y reglas sociales, tanto en casa como en la escuela y los trastornos del comportamiento en los que el niño se muestra particularmente hostil y desafiante. Una última categoría, el trastorno explosivo intermitente que designa cóleras patológicas en las que el niño es incapaz de resistirse a impulsos agresivos espectaculares, totalmente desproporcionados con respecto al factor desencadenante. Estos trastornos coexisten con trastornos de conducta y trastornos de oposición. ¿Cuántos niños padecen un trastorno del comportamiento? Los trastornos del comportamiento son uno de los motivos más frecuentes de consulta en psiquiatría infantil. El trastorno oposicionista con desafío afectaría del 2 al 10%, incluso al 16% de niños y adolescentes de la población general. Antes de entrar en la pubertad, son más los varones que las niñas, más o menos dos niños por niña, los que padecen este tipo de trastorno. Pero pasada la pubertad, la tendencia es a la inversa. No existen estudios sobre el trastorno explosivo intermitente en el niño. Es más frecuente que este tipo de trastorno empiece en la adolescencia con un predominio masculino. El trastorno de la conducta es uno de los diagnósticos mas establecidos en los servicios de psiquiatría. Resulta difícil dar cifras, en razón de los métodos de evaluación utilizados que pueden variar de un servicio a otro. Además, los niños y los adolescentes se contabilizan casi siempre juntos, aunque exista una diferencia notoria entre los trastornos que aparecen en la infancia o en la adolescencia. Según los estudios se estima que del 6 al 16% de varones menores de dieciocho años padecen un trastorno de conducta y en niñas en la misma franja de edad solo del 2 al 9%. El reparto proporcional es de cinco varones por una niña. La proporción de niños es mucho más elevada antes de los diez años de edad. ¿Por qué algunos niños son más violentos que otros? Pueden ser varias las causas que expliquen un comportamiento agresivo, incluso auto agresivo. Frecuentemente se menciona el carácter. Mi hijo pequeño tiene un carácter de mil demonios mientras que los otros son más manejables dicen a veces los padres. El carácter, aunque puede entrar en la comprensión del niño, no justifica todo el trastorno. El hecho de que un niño continúe mostrándose violento mas allá de los cinco, seis años puede ser debido a ciertas carencias educativas, como por ejemplo la falta de autoridad por parte de los padres, por una permisiva excesiva o a la inversa por una actitud demasiado rígida que predispone al niño. En algunos casos, un cambio de actitud, una organización familiar diferente podrán aportar una ligera mejora. En otros casos, la actitud de los padres y el contexto educativo no son la causa. Algunos niños al hacerse mayores siguen mostrándose agresivos, incapaces de hacer amistad con otros niños, de adaptarse al marco escolar, de respetar un mínimo de reglas y disciplinas, sin que el origen de este trastorno sea realmente explicable. Estos niños tienen un fracaso escolar masivo y están en oposición constante con cualquier forma de autoridad. La causa de estos trastornos es multifactorial. La agresividad puede ser

Las rabietas en el niño Leer más »

¿Cómo afecta el ruido, la luz, la temperatura y el colchón a la hora de dormir?

Los factores del entorno tales como el ruido, la temperatura de la habitación, la luz y la comodidad del colchón pueden interferir en el sueño. Una cama confortable en una habitación tranquila y oscura, libre de temperaturas extremas, no necesariamente garantiza un sueño profundo; sin embargo, cualquier alteración en estas condiciones del entorno es probable que interfiera en el sueño normal. La sensibilidad a estos factores varía entre las personas. Mientras que algunas se pueden adaptar prácticamente a cualquier entorno para dormir, otras presentan insomnio transitorio cuando están en un entorno que no les resulta familiar. El ruido que causa un niño que llora, el ronquido de quien comparte cama o el tráfico de la calle pueden retrasar el inicio del sueño o provocar despertares. El umbral para despertarse es más bajo en la fase 1, más alto en las fases 3-4 y variable en la fase REM. Cuan significativo sea el estimulo auditivo influye en este umbral, por ejemplo, un padre reciente se despertará más fácilmente por el llanto de un niño que un ruido de la calle. El umbral para despertarse disminuye con la edad y tal vez esto pueda explicar el aumento de la prevalencia del insomnio de mantenimiento en la vejez. Un nivel de ruido suficiente para despertar una persona de 70 años provoca tan solo un cambio transitorio a un sueño más ligero en otra de 25. Aunque las personas se pueden habituar al ruido del tráfico de la calle, su sueño permanece más ligero y superficial. El incremento de la sensibilidad subjetiva a los ruidos del insomne guarda relación con su mayor activación automática y su estado crónico de hipervigilancia. Aunque no hay una temperatura ideal de la habitación igual para todo el mundo, la exposición a temperaturas extremas interfiere en el sueño normal. Una habitación calurosa aumenta los despertares nocturnos, reduce el sueño REM y el sueño delta, causa más movimientos corporales y cambios de fases del sueño y empeora la calidad del sueño. Aunque las dificultades para dormir no están tan asociadas a una habitación fría, una disminución de la temperatura de la habitación por debajo de los 12º provoca sueños más desagradables y más sueños emocionales. La temperatura corporal también influye en el sueño. Las personas que duermen mal frecuentemente dicen tener más calor que las que duermen bien, lo cual es consistente con su elevada temperatura corporal observada a lo largo del ciclo de 24 horas. El enfriamiento de rebote que sigue al aumento de temperatura activo o pasivo favorece el sueño, y este descenso de la temperatura se produce con más prontitud después de un aumento pasivo que con el aumento activo de la temperatura. Este fenómeno explica en parte por qué los insomnes no deben hacer ejercicio físico intenso en las 3-4 horas previas al sueño, mientras que pueden tomar un baño caliente hasta dos horas antes de acostarse. Un exceso de luz y un colchón que no sea lo bastante cómodo son dos factores adicionales del entorno que pueden alterar el sueño. Aunque la firmeza del colchón es una cuestión de preferencias personales, un colchón demasiado rígido puede ocasionar dificultades para dormir en los que tienen artritis, mientras que otro que sea demasiado blando puede ser problemático para pacientes con dolor de espalda. Unas condiciones de excesiva luminosidad pueden dificultad el sueño prácticamente a cualquiera, y este factor por sí solo puede exacerbar la ya de por si alta prevalencia de insomnio en los trabajadores nocturnos que intentan dormir de día. Varios cambios simples pueden reducir el impacto del entorno físico en las conductas para dormir. En primer lugar, es especialmente importante asegurarse de que la habitación puede quedarse totalmente a oscuras, con persianas que eviten que la luz de la calle o del día entre por la ventana. La colocación estratégica de cortinas o el cambio de iluminación global por la de luces puntuales puede reducir la luz indeseada en algunos contextos. Por otro lado, aquellos individuos cuyo insomnio es a causa del jet lag, del trabajo nocturno u otras interferencias circadianas pueden encontrar alivio en la terapia lumínica. Usar el ruido de fondo de un ventilador o un ruido blando de una radio puede enmascarar ruidos más intrusivos. Los tapones de los oídos reducirán el nivel de ruido, del mismo modo que una habitación más aislada. La temperatura se regula mas fácilmente si se usan mantas para un entorno frio o con aire acondicionado en una habitación calurosa. Un colchón excesivamente blando se puede reafirmar colocando una tabla debajo, aunque puede que sea necesario reemplazarlo por otro. No hace falta decir que las personas que duermen en su propia casa tienen más control sobre el entorno en el que duermen que aquellos que están en una institución u hospitalización. Los compañeros de cama pueden necesitar adaptarse a las preferencias del otro, pero la mayor parte de estos cambios en el entorno son bastante fáciles de adoptar. Contrariamente, el control personal sobre el entorno en el que se duerme en situaciones de ingreso se encuentra reducido y las alteraciones atribuibles al ruido, la luz, la temperatura de la habitación o un colchón incomodo son extremadamente prevalentes en estas situaciones. (Información extraída de Insomnio: asistencia y tratamiento psicológico / Charles M. Morin, 1998)  

¿Cómo afecta el ruido, la luz, la temperatura y el colchón a la hora de dormir? Leer más »

Programa para el autocontrol en el caso del exceso de comida

Primer paso. Información sobre los alimentos y las calorías. En todas las librerías y kioscos usted podrá adquirir recetas sobre una alimentación racional y calorías obtenidas en cada alimento. Habrá que comprarlas y calcular, al final del día, la cantidad de calorías absorbidas y habrá también que informarse claramente antes de empezar el tratamiento. De esta manera, antes de tomar algún alimento, uno puede considerar que en lugar de este trozo de chocolate, podrá tomarse un filete con ensalada. Segundo paso. Observación y registro del comportamiento alimenticio. Se puede comer de todo, se puede combinar a discreción toda clase de platos. Se ha observado que la limitación a algunos pocos alimentos provoca a menudo terribles sensaciones de hambre, lo que hace imposible el autocontrol. A este punto se debe fijar un objetivo de disminuir medio kilo de peso por semana. Este objetivo, muy modesto, se basa en el hecho de que la sensación de hambre que aparece cuando se limitan drásticamente los alimentos dificulta el autocontrol. Tercer paso. Reducción de las situaciones alimenticias. Habrá que definir un solo lugar en la vivienda en donde se coma. No se podrá comer nada fuera de ese lugar. Así se pretende conseguir que la comida, se haga más difícil porque hay que dirigirse a este lugar cada vez que se desea comer. Además, cuando se come, solo se debe comer. Las actividades agradables que se suelen ejercer durante la comida, por ejemplo, ver televisión, leer, etc. intensifican la comida, es decir, incrementan la frecuencia de las comidas. Cuarto paso. Reducción del tiempo dedicado a las comidas. Ahora se limitarán las pequeñas comidas intermedias. Todo lo que se quiere comer habrá de tomarse durante las tres comidas previamente establecidas. Si usted no logra desistir tan rápidamente de todas las comidas intermedias entonces coma pero hágalo a la hora y en el lugar previamente fijados Quinto paso. Interrupción de la cadena de comportamientos “comida”. La cadena de comportamientos define una variedad de formas de comportamiento sucesivas en el sentido de un comportamiento específico que es el “comer”. Por ejemplo: si piensa en un pedazo de tarta en la nevera, el individuo se levanta y va a la cocina, se dirige hacia la nevera, abre la nevera, coge la tarta, corta un pedazo de tarta, se sienta con el pedazo de tarta en la mano, come. Esta cadena de comportamientos puede subdividirse en varios pasos. Por supuesto que resulta más difícil interrumpirla poco antes del último paso que al principio. Cuanto más larga sea la cadena, tanto más fácilmente aparecen reacciones de autocontrol. Existe la posibilidad de alargarla artificialmente. Por ejemplo: Conservando los alimentos de manera que su acceso sea difícil No conservando alimentos preparados y listos para comer; solo se deberían de conservar en casa alimentos que tardan en ser preparados o cocidos Comprando alimentos solo para una comida Sexto paso. Intensificación de formas de comportamiento incompatibles con la comida. Estas actividades ayudan a reducir la alimentación. Se trata de: leer, escribir, llamar por teléfono, ver televisión, ir de paseo, caricias, jugar, deporte, etc. Estas actividades habría que ejercerlas en el momento en que usted desea comer. Lo importante es que a usted le guste ejercerlas y posiblemente las haya aplazado para que ofrezcan aun más atractivos. Por supuesto que este programa solo se destina a servir de directriz pudiendo por tanto ser individualmente modificado. Sin embargo, contiene las estrategias esenciales para el fomento del autocontrol. Durante toda esta actuación usted jamás se debe olvidar de seguir con su grafica, para que pueda conseguir la información de retorno necesaria para sus progresos. Se puede elaborar programas parecidos para otros problemas, por ejemplo el fumar o el beber. (Información extraída de Stress y conflictos: métodos de superación: entrenamiento psico-fisiológico práctico para, directivos, médicos, psicólogos, psiquiatras, profesores y asistentes sociales / Gunther K. M. Huber; con la colaboración de Dorothea Huber-Krist, Angelika Wagner, Nicola Sclubach; [traducido por Anneliese Mosch Fernández], 1980)

Programa para el autocontrol en el caso del exceso de comida Leer más »

Tipos de laxantes y enemas

Como pauta general, el tratamiento médico se desarrolla en dos fases: una fase inicial de desimpactación o limpieza fecal y una fase de mantenimiento. El objetivo fundamental de la primera es conseguir una completa evacuación de las heces retenidas, a fin de que el recto comience a recuperar su tamaño y tono muscular. La desimpactacion se realiza por vía rectal, mediante la administración de una serie de enemas de acción enérgica. Solo cuando los enemas resultan ineficaces o cuando el niño manifiesta un fuerte rechazo ante ellos se recurre a los laxantes orales en dosis elevadas, hasta conseguir una limpieza fecal efectiva. La duración de este periodo y la cantidad de enemas o laxantes empleados varía en función del grado de retención, pero no suele exceder de dos semanas. Una vez vaciado el colon, comienza la fase de mantenimiento, durante la cual se recomienda la ingesta diaria de laxantes para promover una evacuación intestinal regular, por lo menos una vez al día, y prevenir así la reacumulación fecal y la formación de heces duras. Su duración oscura entre los 3 y 6 meses, aunque en los casos de estreñimiento pertinaz esta fase puede prolongarse hasta un año. La mayoría de los médicos proporcionan también ciertas pautas dietéticas. Gran parte de los protocolos de tratamiento incorporan instrucciones sobre hábitos de defecación, con la recomendación de que el niño se siente en el retrete una o dos veces por día, después de las comidas. Tipos de laxantes Se han descrito cuatro tipos básicos de laxantes: laxantes de masa, lubricantes y emolientes, laxantes osmóticos y laxantes estimulantes. Según advierte Valancogne, no deben confundirse los laxantes con los purgantes, los primeros están destinados a producir heces hidratadas y bien torneadas que sean fáciles de expulsar, mientras que los segundos suelen provocar episodios diarreicos. El Diccionario terminológico de ciencias medicas (Masson, 1992) define los laxantes como preparados o medicamentos que ejercen una acción purgativa suave y actúan sin irritar el intestino. Los laxantes de masa son compuestos generalmente elaborados a base de sustancias coloideas de gran poder hidrófilo y no digerible que proporcionan la formación de heces voluminosas, aunque blandas y de fácil evacuación. No estimulan la motilidad intestinal, ni irritan la mucosa. Se obtienen a partir de macromoléculas vegetales: las fibras alimentarias, las algas marinas, la acacia y el traganto o las plantas mucilaginosas. Estos últimos representan muy bien a los laxantes de masa, el mucílago es una sustancia vegetal viscosa, semejante a la goma, que se encuentran en las raíces de la malva y el malvavisco, y en las semillas de lino, membrillo, liquen, salep y otras. Los niños con mega recto e hipo sensibilidad pueden verse beneficiados con los laxantes de masa, ya que al aumentar el volumen fecal que entra en el recto es más probable que se activen los reflejos recto anales y se potencie la sensibilidad rectal. Su mayor inconveniente estriba en que algunas veces producen distención cólica. Los laxantes de masa pueden resultar eficaces para corregir el estreñimiento moderado durante la fase de mantenimiento pero en la fase inicial lo normal es recurrir a laxantes o enemas más potentes para asegurar una total evacuación de las heces retenidas y conseguir que el colon y el recto queden limpios de residuos fecales. Los denominados lubricantes y emolientes, como el aceite de parafina, vaselina o glicerina, son laxantes digeribles. Su acción consiste en retrasar el proceso de absorción de agua, favoreciencia la hidratación y reblandecimiento de las heces en mayor medida que los laxantes de masa, al tiempo que facilitan el paso del bolo fecal debido a su efecto lubricante. El aceite mineral ha sido y sigue siendo recomendado para ablandar las heces almacenadas y prevenir su endurecimiento futuro, a pesar de los efectos secundarios mencionados por algunos autores. Los laxantes lubricantes se pueden administrar por vía oral o rectal. La administración rectal se realiza a base de enemas y supositorios. Por su acción humidificante y reblandeciente, Valancogne (1995) incluye en este grupo a la antraquinona, producto de oxidación del antraceno que da origen a los denominados laxantes antraquinónicos, preparados a base de ruibarbo, sen, aloe y cáscara. Los catárticos salinos y azucarados configuran el grupo de los laxantes osmóticos. Se caracterizan porque son escasamente absorbidos en el tracto intestinal y retienen el agua en el colon. Entre los primeros se encuentran las sales de sodio, magnesio y potasio que además de retener el agua en la luz del colon, aumentan el peristaltismo y la presión basal. Por sus efectos se consideran purgantes de acción intermedia, a medio camino entre los laxantes y los drásticos Por último, los laxantes estimulantes o irritantes, actúan directamente sobre las células de la mucosa intestinal. Aumentan el peristaltismo, modifican el trasporte del agua y los electrolitos, con disminución de la absorción y aumento de las secreciones y estimulan la defecación. Los más comunes son: aceite de ricino o de castor. El abuso de estas sustancias puede llegar a dañar el plexo mientérico. A pesar de sus riesgos es preciso recurrir a estos agentes en caso de estreñimiento grave o cuando los laxantes más suaves no funcionen. El bisacodilo y en especial el sen son los más recomendados en la pediatría. El sen ha demostrado ser un laxante muy eficaz para establecer una defecación regular, se deriva de las hojas, frutos y folículos de varias especies de leguminosas del género Casia. Su efecto sobre el intestino grueso tiene lugar entre las 6 y 24 horas posteriores a su ingestión, éste es un aspecto que debe tenerse en cuenta antes de ingerir una nueva dosis. Clayden y Agnarsson (1991) asegura que el sen es un método muy útil para corregir el estreñimiento, siempre que se adopten las siguientes precauciones: Administrar los laxantes después de haber conseguido una evacuación completa de las heces retenidas. En caso contrario, se puede producir un cólico abdominal y un aumento del ensuciamiento por rebosamiento. Ingerir únicamente una dosis diaria o en días alternos Utilizar el laxante durante el tiempo necesario

Tipos de laxantes y enemas Leer más »

Perfil psicológico del ludópata

Es difícil construir el perfil de la hipotética personalidad del jugador patológico típico, porque todos los intentos han dado como resultado el hallazgo de una serie de rasgos que suelen darse frecuentemente cita, pero que, por su matiz dispar, y aun paradójico, no han permitido diseñar una personalidad pre mórbida especifica. Hay ingredientes constitutivos de la psicología del jugador que se detallan a continuación: En el plano afectivo instintivo o impulsivo, el ludópata es una persona fuertemente dotada pero también descontrolada de impulsos. Se ha detectado que el juego modifica o incrementa el nivel de activación neurofisiológico del cerebro, mediante la liberación de sustancias como la serotonina o los opiáceos endógenos, según afirman investigadores como Blaszczynsky (1986) y ello ha hecho pensar que el ludópata adolece de una carencia de nivel adecuado de activación en su sistema nervioso central que trataría de compensar con el juego. En definitiva, el ludópata se siente instado a la realización de conductas que tienden a llenar un estado de vacío, de hipotonía o de insatisfacción instintiva mediante la obtención fácil de sensaciones compensatorias. Es como la define Zuckerman, un buscador de sensaciones, siendo la búsqueda de sensación de constructo afectivo-instintivo, de naturaleza probablemente biológica, e incluso genética, integrado por varios factores psíquicos, cuales son el gusto por el riesgo, la búsqueda de acción, la desinhibición y la susceptibilidad al aburrimiento. En cuanto al estilo vivencial cognitivo-afectivo, el jugador patológico suele albergar un patrón de pensamiento de tipo mágico-fantasioso, tal vez como consecuencia de su incompetencia para el manejo adulto de la realidad y de las frustraciones que conlleva, optando por dar curso a sus desmedidos deseos y ambiciones a través de la fantasía, que incluye los mitos y la superstición como recursos. Tal vez sea este patrón de pensamiento, como sostienen Corney y Cummings (1985), el que aplicando al juego de azar, permite diferenciar especialmente al jugador patológico del ocasional. Así como el pensamiento lógico, principal atributo de la madurez, es el pensamiento objetivo y racional por excelencia, basado en la capacidad de diferenciación entre lo intenso y lo externo, entre el yo y el no yo, entre la realidad y la fantasías, e independiente del substrato afectivo-instintivo de la persona, el pensamiento mágico, connatural en el ser humano, se fundamenta en lo irracional, se origina en la falta de conocimiento o experiencia racional satisfactoria y campea en el niño y a su vez persiste en las personas inmaduras y en los pueblos primitivos como fermento inspirador de sus mitos y supersticiones. Para el niño, el adulto inmaduro o para los pueblos primitivos, el pensamiento en efecto, se vuelve flexible, acomodaticio y sumiso a sus conveniencias instintivo-afectivas. El pensamiento deja de ser entonces un medio de aprehensión de la realidad, en el sentido zubiriano, para ser, un instrumento de impresión de realidad; o a lo sumo, en él, la aprehensión de la realidad, la intelección sentiente, en lugar de atenerse a un criterio lógico, basado en preceptos sistematizados con arreglo a su propia esencia y modo, pasa a un libre creación, a una reconformación de las notas reales, en un movimiento intelectivo cuyo fruto es entonces no ya el perceptor, sino el factor, el ficto, que no es, advierte Zubiri, ficción de realidad, sino realidad en ficción: no se finge la realidad, sino que se finge que la realidad sea así. La intelección pasa de lógica a fantástica, el pensamiento lógico se trasforma en mágico. Una de las características más llamativas del jugador es su capacidad ideo plástica para, sin pasar por el tamiz de la censura racional, plegarse a sus tendencias hedonistas, que son para él la única realidad. El jugador adquiere y desarrolla su pensamiento a partir de una fuente interna subjetiva de información. Se tiene más en cuenta a sí mismo que al entorno, su impaciente deseo de felicidad le condicionan de tal modo el intelecto que le convierten en un órgano excretor de fantasías. Podría decirse del jugador que es la persona cuyos deseos transforman sus pensamientos en falacias y estas una vez instaladas en su mente con derecho a realidad son adoptados como parapetos defensivos frente a la posible impugnación superyoica, para así propiciar la dedicación impune a su más dilecta pasión, el juego. Los usuarios inveterados del juego desarrollan una serie peculiar de mitos y supersticiones: Los mitos. Por su condición de pensamiento irracional, su carácter estereotipado y su resistencia a la argumentación lógica, podrían equipararse a las mitologías que Sarró (1972) describió en los enfermos delirantes. Entre las referidas mitologías se encuentran: La negación de realidad del consumo excesivo de juego, en cuya virtud el jugador sostiene jugar lo normal, negando en todo caso cualquier insinuación de desmesura. La subjetivación del resultado, que admite al menos tres posibles mecanismos de distorsión perceptiva: La ilusión del control sobre el resultado del juego de azar, lo que induce a pensar al ludópata que puede desarrollar estrategias mediante las cuales será capaz de manipular, influir o al menos confiar en el resultado final de la apuesta; o lo que es lo mismo: la ilusión de control le induce al ludópata a sobrevalorar sus posibilidades de éxito en virtud de un mecanismo de contaminación subjetiva de la lógica, o de lo que podría llamarse la “lógica desiderativa” (“hace mucho que no me toca, luego me tiene que tocar” o “estoy en buena racha de suerte, luego tengo que aprovechar”) La negación de realidad del resultado (fracasos y dependencia), por cuyo mecanismo el jugador aun admitiendo sus excesos, se hasta de contar con un balance positivo en su haber, gracias a su presunta habilidad para escapar como apunta Wagenaar (1988), a las leyes de la probabilidad del azar, minimizando sus fracasos o incluso convirtiéndoles en casi éxitos y sobrevalorando sus triunfos; así como por otro lado alberga la ilusión de poder controlar volitivamente el juego, excluyendo la idea de la dependencia o esclavitud. La interpretación autorreferencial o atribuciones del resultado, en cuya virtud el ludópata se siente tan artífice de su

Perfil psicológico del ludópata Leer más »

Evaluación de la sintomatología depresiva en esquizofrenia

Se presentan diferentes instrumentos dirigidos a evaluar sintomatología depresiva en psicosis según una perspectiva dimensional. Esta aproximación facilita cuantificar la intensidad y la frecuencia de los principales síntomas que constituyen el trastorno. Esto favorece llevar a cabo una descripción del cuadro clínico mucho más compleja e individualizada, facilitando la evaluación longitudinal, la selección de técnicas de tratamiento y el establecimiento de criterios de las técnicas terapéuticas aplicadas. Existen algunos instrumentos de evaluación psicopatológica de la esquizofrenia que también incluyen síntomas que evalúan la dimensión afectiva. Entre ellos destacan la Escala de evaluación psiquiátrica breve (BPRS) y la Escala de los síntomas positivos y negativo (PANSS). Escala de evaluación psiquiátrica breve (BPRS) La Brief Psychiatric Rating Scale (BPRS) es una entrevista semiestructurada con gran predominancia de síntomas afectivos. La versión más conocida y usada es la de los 18 ítems, aunque existe una versión breve de 10 y otra expandida de 24. Esta escala se dirige a evaluar gravedad psicopatológica mediante una escala tipo Likert de 7 puntos. Contiene seis ítems que evalúan la dimensión depresiva: preocupación somática, ansiedad psíquica, auto desprecio y sentimientos de culpa, ansiedad somática, humor depresivo y enlentecimiento psicomotor. En una meta análisis de la BPRS de 18 ítems se encontraron cinco factores centrales: síntomas positivos, síntomas negativos, resistencia, activación y afecto, formada esta última por los ítems de ansiedad psíquica, sentimientos de culpa, humor depresivo y preocupación somática. Otro meta análisis con la versión extendida de 24 ítems halló una estructura similar en el factor afectivo, pero sustituyendo la preocupación somática por tendencia suicida. En cuanto a sus propiedades psicométricas y según una magnifica revisión de Lako et al. centrada en promediar las características psicométricas de varios instrumentos de medición de la depresión en esquizofrenia en un conjunto de 48 publicaciones, se refieren los siguientes datos de fiabilidad para la subescala de la depresión de la BPRS. Escala de síndromes positivos y negativo (PANSS) La Positive and Negative Syndrome Scale destaca por ser un instrumento de amplísima difusión que también recoge fenomenología depresiva. Entre entrevista permite evaluar dimensionalmente tres áreas psicopatológicas de la esquizofrenia mediante 30 ítems. Los síntomas de la dimensión afectiva se encuentran distribuidos en la subescala de la psicopatología general de 16 ítems. Cada síntoma debe ser puntuado en una escala de gravedad de 7 puntos según la última semana. Los estudios dirigidos a contrastar la validez factorial de la PANSS han encontrado un modelo pentagonal compuesto por los factores de síntomas positivos, negativos, desorganizados/cognitivos, excitación y depresión/ansiedad. Los síntomas que suelen conformar el factor depresión/ansiedad corresponden a los ítems de depresión, sentimientos de culpa y ansiedad, aunque otros estudios también han incluido las preocupaciones somáticas y la tensión motora. Es interesante contrastar que el estudio de Emsley et al (2003) analizó la estructura factorial de la PANSS en una muestra de primeros episodios de psicosis, en lugar de la acostumbrada muestra de pacientes con esquizofrenia crónica, consiguiendo separar el factor depresión/ansiedad en dos, uno para ansiedad y otro para depresión. Aunque la PANSS está más focalizada en las dimensiones psicóticas de la esquizofrenia, también es una herramienta útil para evaluar otras áreas psicopatológicas de los trastornos psicóticos como la depresión y la ansiedad. No obstante, resulta recomendable incluir otras medidas específicas para la depresión que permitan refinar la evaluación de este constructo tan rico con matices. Las escalas enfocadas en la evaluación cuantitativa de la dimensión depresiva, haciendo énfasis en aquellas que han sido ampliamente utilizadas en el ámbito de la esquizofrenia. La mayoría de las escalas disponibles fueron diseñadas para la evaluación de la dimensión depresiva en el contexto de los trastornos afectivos, no psicóticos, lo que puede afectar a la validez de la medida por el posible solapamiento entre síntomas depresivos y síntomas negativos o los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos. Son las siguientes: Escala de depresión de Calgary para la esquizofrenia (CDSS) Es una escala hetero aplicada para adultos diseñada para evaluar sintomatología depresiva en el contexto de la esquizofrenia, mejorando así los problemas de validez encontrados en otros instrumentos de evaluación de la depresión no específicos para la psicosis. Contiene un total de nueve síntomas puntuados en una escala de gravedad de 4 puntos según las dos últimas semanas: humor depresivo, desesperanza, autodespreciación, ideas culpables de referencia, culpa patológica, depresión matutina, despertar precoz, ideación de suicidio y un ítem de depresión observada. Ofrece una puntuación dimensional total de gravedad (0-27) y un punto de corte orientativo de posible presencia de trastorno depresivo (puntuación igual o superior a 5). Un aspecto muy relevante de la CDSSS es que sus ítems están muy centrados en la vivencia cognitiva de la depresión. Escala de evaluación de la depresión de Hamilton (HDRS) Es probablemente la escala heteroadministrada mas difundida teniendo también un gran protagonismo en los estudios con muestras de pacientes esquizofrénicos. La versión de 17 ítems es la más usada y contiene los siguientes síntomas: humor deprimido, sensación de culpabilidad, suicidio, insomnio precoz, insomnio medio, insomnio tardío, trabajo y actividades, inhibición, agitación, ansiedad psíquica, ansiedad somática, síntomas somáticos gastrointestinales, síntomas somáticos generales, síntomas genitales, hipocondría, pérdida de peso y conciencia de enfermedad. Escala de evaluación de la depresión de Montgomery-Asberg (MADRS) Es una escala heteroaplicada concebida como medida sensible al cambio en pacientes con trastorno depresivo. Se estructura en diez síntomas evaluados según una escala de gravedad tipo Likert de 7 puntos. Los ítems abarcan las siguientes áreas: tristeza observada, tristeza declarada por el paciente, tensión interna, sueño reducido, apetito reducido, dificultades para concentrarse, lasitud, incapacidad para sentir, pensamientos pesimistas y pensamientos suicidas. La puntuación posible es de 0 a 60 puntos. De 0 a 10 se considera ausencia de depresión. Los síntomas que conforman la MADRS están muy focalizados en el estado de ánimo y la experiencia cognitiva de la depresión. Escala de evaluación de la melancolía de Bech-Rafaelsen (BR-MES) Es una escala heteroadministrada basada en la HDRS concebida para evaluar y cuantificar sintomatología grave de la depresión. Evalúa 11 áreas: actividad social e intereses, humor disminuido, trastornos

Evaluación de la sintomatología depresiva en esquizofrenia Leer más »

Pautas a seguir en la exposición a situaciones temidas

La agorafobia es una complicación frecuente del pánico. Consiste en evitar ciertos lugares como: grandes almacenes, colas, trasportes públicos, aglomeraciones o cualquier otro en el que el afectado teme que aparezcan las sensaciones temidas o del que le resulte difícil escapar u obtener ayuda. Lo más frecuente es que, al perder el temor a las sensaciones internas con los ejercicios, así que la exposición debe ser gradual. Empieza por situaciones que te produzcan ansiedad y ve avanzando hasta llegar a aquellas que consideras más difíciles de afrontar. Para ello haz un listado de las situaciones que temes y evitas, anotando en cada una el grado de dificultad o ansiedad que te puede producir y después ordénalas de menor a mayor dificultad. Una vez confeccionado el listado ve practicando, primero con las más fáciles y después con las siguientes. Incluye en la exposición todas aquellas situaciones que evitas o que afrontar con temor y ansiedad, siempre que superarlas pueda ser beneficioso para ti. Se trata de superar cualquier miedo irracional que te limite o te cree dificultades. Haz exposición a diario aunque no te encuentres muy bien, al menos una hora. Practicar en los días malos es importante, ya que te permite aprender a hacer frente al malestar sin acobardarte. Lo poco que hagas en un día malo puede resultarte mas valioso que una tarea más difícil en un “día bueno”. La hora (o más) de exposición diaria, puedes ocuparla con una sola actividad o con varias de menor duración, que supongan para ti un nivel similar de esfuerzo. Siempre que sea posible practica solo, sin acompañantes. Cuando te expongas a situaciones muy difíciles, puede acompañarte una persona con la que te sientas más seguro, pero solo las primeras veces. Debes exponerte tu solo, varias veces, a cada situación que temías o evitabas. Utiliza la motivación positiva Antes de comenzar cada práctica piensa en los beneficios que te supondrá realizar la exposición y poder superar tu problema. Fija tu atención en los progresos que vas consiguiendo, por pequeños que sean. Además de reconocer tus avances, elógiate por ellos, felicítate por tus progresos, cuenta tus logros a personas con quienes tienes confianza y hazte pequeños regalos o concesiones cuando consigas ciertos objetivos. No menosprecies los logros conseguidos, aunque sean lentos o pequeños. Aunque las tareas que llevas a cabo resulten fáciles para la mayoría de la gente, no son fáciles para ti y es más eficaz que te reconozcas el mérito de afrontarlas. Sé flexible Aunque tienes que practicar cada día, esto no quiere decir que debas conseguir necesariamente los objetivos propuestos para ese día. Lo importante es practicar, aunque a  veces el progreso sea más lento de lo que querías. Es normal y beneficioso que experimentes algo de temor o ansiedad durante la exposición. Recuerda que el programa del pánico debe estar algo activado para poder modificarlo. Si la ansiedad es demasiado elevada, ocasionalmente puedes utilizar las técnicas de control de la ansiedad aprendidas hasta reducirla y mantenerla a niveles manejables. El objetivo es hacer manejable la ansiedad, no eliminarla. Si experimentas ansiedad anticipatoria en un grado elevado y sientes el impulso de evitar la tarea, usa las técnicas que has aprendido para reducir la ansiedad, rellena un registro de pensamiento y cuando estés mas tranquilo inicia la exposición. Afronta la ansiedad Algunas personas con pánico creen que al exponerse a situaciones temidas la ansiedad subirá más, sin que la frene, hasta que les ocurra algo malo. Pero se equivocan: la ansiedad, por muy fuerte que sea, solo puede subir hasta cierto punto y después baja aunque no abandones la situación temida. Es algo parecido a lo que ocurre si lanzas una flecha al aire: por más que tenses el arco, la fecha sube hasta tal punto y después empieza a caer. Si en una situación de exposición no notas ninguna de las sensaciones temidas y no experimentas ni el menor grado de ansiedad, debes procurar unas y otras, por ejemplo, hiperventilando un poco. Otra alternativa es cambiar las condiciones de la situación a la que te expones o buscar una situación nueva; de modo que si se produzca algo de ansiedad. Practicar sin experimentar ansiedad y sin notar sensaciones puede ser útil, pero es mejor sentir algo de ansiedad y experimentar las sensaciones para aprender a hacerles frente. Debes intentar permanecer en la situación temida hasta que observes una clara reducción de la ansiedad y hasta que desparezca el posible deseo de escapar. Si a pesar de todo, abandonas una situación antes de que la ansiedad haya disminuido lo suficiente, aléjate lo menos posible, tranquilízate y vuelve a la situación de reposición lo más pronto que puedas. Repite cada tarea varias veces, a ser posible en el mismo día, hasta conseguir dos practicas consecutivas en que no hayas experimentado ansiedad o en que hayas conseguir reducir ésta de un modo rápido. Solo entonces empezarás con la siguiente tarea un poco más difícil. Si llega un momento en que no sigues progresando, debes averiguar por qué. Una razón frecuente es que la tarea elegida sea demasiado fácil en el momento presente, o que suponga un paso demasiado grande desde la tarea anterior. La solución está en buscar una actividad más fácil, intermedia entre la última tarea practicada con éxito y la que estás intentando llevar a cabo. ¿Qué hacer si aparece una crisis durante la exposición? Si ocurriese, bastaría con recordar cómo se produjo el pánico, teniendo presente que las sensaciones no son más que una exageración de las reacciones corporales normales en la ansiedad y que no son, en absoluto, perjudiciales ni peligrosas. Lo adecuado sería considerar esa crisis como una especie de pesadilla momentánea. Si experimentas una crisis o amago de crisis durante la exposición, procura permanecer en la situación hasta que disminuya la ansiedad, utilizando cualquiera de las técnicas que has aprendido. Una vez que la crisis  haya amainado, conviene seguir practicando un rato. Si abandonas la situación antes de que la crisis haya disminuido, debes alojarte

Pautas a seguir en la exposición a situaciones temidas Leer más »

Patrones de las fases del sueño

La cantidad de sueño de fases 3 y 4 y sueño REM en personas de sueño normal parece disminuir a medida que aumenta la edad. La cantidad real de sueño de onda lenta se identifica depende del criterio de amplitud utilizado. Cuanto menor sea la amplitud exigida, una porción mayor de sueño se considerará como sueño de onda lenta. Por ejemplo, si se exige una amplitud mínima de 50 micro voltios, los adultos jóvenes normales permanecen al 22% del tiempo que duermen en sueño de onda lenta, mientras que en los durmientes normales de edad avanzada tienen el 12%. En otros estudios que utilizaba un criterio de amplitud inferior, los individuos de 3 a 29 años permanecían el 19-23% del periodo de registro en sueño de onda lenta. Esta cantidad disminuía en los sujetos de los cinco siguientes grupos de edad (de 30 a 79 años) hasta el 13, 10,8. 5 y 6% respectivamente. Webb quien eliminó la amplitud en sus criterios de puntuación, observó una media del 21% de sueño de onda lenta en una muestra de adulto jóvenes normales, mientras que los sujetos de 50-60 años tenían un 20% de sueño de onda lenta. El porcentaje de sueño REM también cambia con la edad. En niños de 3 a 5 años se halló que el 30% de su sueño nocturno corresponde a sueño REM. Este porcentaje disminuye al 28% entre los 6 y los 9 años y al 26% entre los 10 y los 29 años. Durante los siguientes 20 años, el sueño REM se mantiene un 25% para luego disminuir al 22% entre los 50 y 69 años. A partir de los 70 años, solo el 18% corresponde a la fase REM. Así, el sueño REM disminuye con la edad, sobre todo durante las tres primeras décadas de la vida. Algunos investigadores han considerado que la disminución del sueño REM refleja tanto cambios normales relacionados con la edad, como cambios patológicos en la integridad funcional del cerebro independientes de la edad. Se ha descubierto que el sueño REM es un índice fisiológico del grado de deterioro intelectual. Se han observado correlaciones significativas entre el sueño REM y el funcionamiento cognitivo medido por test en pacientes con síndrome orgánico cerebral o retraso mental, así como en individuos normales de edad avanzada. La cantidad de sueño de fase 1 o somnolencia parece aumentar progresivamente a medida que se avanza en la edad. Los niños pequeños permanecen el 2% de su sueño nocturno en esa fase, cantidad que aumenta hasta más del 6% en personas mayores y por encima del 8% en ancianos. Existen pocas coincidencias entre los estudios que comparan los porcentajes de las fases del sueño en sujetos de control y en insomnes. En dos estudios, los individuos que dormían poco tenían un porcentaje menos de sueño REM que los controles aunque presentaban el mismo número de periodos REM. En otro estudio, los insomnes tenían un porcentaje más alto de sueño de fase 4 que los sujetos de control, mientras que en otros tres estudios tenían porcentajes más bajos. Por último, se observa que los insomnes y los individuos normales tienen porcentajes similares en las fases del sueño. Aunque el porcentaje de sueño REM    no difería significativamente entre los dos grupos, los insomnes mostraban una mayor variabilidad de una noche a otra en esta fase del sueño. Dos estudios analizaron la relación entre los insomnes y los normales utilizando la técnica multivariada de análisis discriminativo que evalúa múltiples variables. Ambos estudios consiguieron clarificar correctamente a los insomnes  y a los normales, incluyendo medidas de la eficacia del sueño y de las fases del sueño. En cuanto a las fases del sueño, en los dos estudios se observó que solo las variables relacionadas con la fase REM eran útiles en la discriminación entre los dos grupos. En uno de los estudios, eran útiles en la discriminación entre los dos grupos. En uno de los estudios, los insomnes se diferenciaban de los sujetos normales por tener menos minutos en total pero, sin embargo, un mayor porcentaje de sueño REM. En el otro estudio el sueño de los insomnes se caracterizaba por tener la fase REM mas fragmentada y por aparecer en mayor proporción al principio de la noche.   (Información extraída de Evaluación y tratamiento del insomnio / Anthony Kales, M. D., Joyce D. Kales, M. D., 1991)  

Patrones de las fases del sueño Leer más »

¿Cómo puede uno resistir el acoso sexual?

La responsabilidad del acoso sexual siempre recae en el perpetrador y en la organización que permite que el acoso sexual tenga lugar, no en la persona que es objeto del acoso Transmite una actitud profesional. El acoso es a menudo frenado de repente respondiendo al acosador con una actitud profesional Desanima la conducta acosadora y anima la conducta apropiada. El acoso también puede pararse de repente moldeando la conducta del acosador. Tus reacciones ante el acosador pueden animar la conducta profesional y desanimar los flirteos o la conducta sugerente. Si el profesor acosador sugiere que regreses después de las clases para revisar tu trabajo sin que seáis molestados, establece los límites con seguridad. Dile al profesor que te sentirás mas a gusto discutiendo tu trabajo durante el horario lectivo. Mantente en tu objetivo. Cíñete a los temas que tratáis. El acosador debería entender rápidamente el mensaje de que insistes en mantener una relación profesional. Si el acosador insiste, no te culpes. Eres responsable solo de tus propias acciones. Cuando el acosador insiste, puede ser apropiada una respuesta más directa: “Profesor, querría mantener nuestra relación sobre una base estrictamente profesional, ok?” Evitar estar a solas con el acosador. Si estas siendo acosado por tu profesor pero necesitas alguna orientación sobre la preparación de tu trabajo, acércate a él o ella después de clase, cuando otros estudiantes están alrededor, no en privado, durante las horas de tutoría. También puedes ir acompañado de un amigo que espere fuera del despacho mientras consultas al profesor. Guarda un registro. Haz un registro de todos los incidentes de acoso para utilizarlo como documentación en el caso de que decidas hacer una denuncia oficial. El registro debería incluir lo siguiente: Donde tuvo lugar el incidente La fecha y la hora Lo que ocurrió, incluyendo las palabras exactos que se pronunciaron, si puedes recordarlas Como te sentiste Los nombres de los testigos Habla con el acosador. Puede ser incomodo tratar el asunto directamente con el acosador, pero hacerlo coloca al ofensor sobre la noticia de que eres consciente del acoso y quieres pararlo. Puede resultar de ayuda enmarcar tu enfoque en términos de una descripción de las acciones ofensivas especificas, tus sentimientos sobre la conducta ofensiva y lo que tu querrías que hiciera el ofensor. Tener una charla con el acosador puede ponerle freno. Si el acosador niega las acusaciones, puede ser necesario llegar más lejos de las acciones. Escribe una carta al acosador. Anota en un papel un registro de la conducta ofensiva y pon en conocimiento del acosador que el acoso debe parar. Tu carta podría: Describir lo que ocurrió Describir cómo te sientes Describir lo que te gustaría que hiciera el acosador (Quiero que dejes de hacer comentarios sexistas sobre mi) Busca apoyo. El apoyo de personas en las que confías puede ayudarte a través del proceso de resistir el acoso sexual. Hablar con otros te permite expresar tus sentimientos y recibir apoyo emocional, estimulo y consejo. Además, puede reforzar tu causa si tienes la oportunidad de identificar y hablar con otras personas que han sido acosadas por el ofensor. Pon una denuncia. La ley exige a las empresas y organizaciones que respondan de manera razonable de las denuncias de acoso sexual. En las empresas grandes, se designa un funcionario para que se haga carga de estas quejas. Organiza una cita con este funcionario para discutir tus experiencias. Consúltale sobre los procedimientos de reivindicación en la organización y sobre tu derecho a la confidencialidad. Pon a su disposición, el registro de las fechas de los incidentes, lo que ocurrió, cómo te sentiste por ello, etc. Busca soluciones legales. El acoso sexual es ilegal y perseguible. Si estás considerando acciones legales, consulta a un abogado que esté familiarizado con estos casos. Puedes tener derecho a recibir las pagas atrasadas a que se te restaure tu empleo y a daños y perjuicios. Es necesario preguntarse qué podemos hacer todos para moldear la sociedad de manera que el sexo no se utilice mas como instrumento de poder, coacción y violencia.   (Información extraída de Sexualidad humana / Spencer A. Rathus, Jeffrey S. Nevid, Lois Fichner-Rathus; traducción, Roberto Leal Ortega; revisión técnica, prologo y adaptación, Félix López, 2005)

¿Cómo puede uno resistir el acoso sexual? Leer más »

Características de los dependientes emocionales

Se pueden dividir en tres áreas relevantes del ser humano y de las personas afectas de este problema como son el área de las relaciones de pareja, de relaciones con otras personas y el de la autoestima y estado anímico. Como es obvio, no es preciso que se cumplan todas y cada una de las siguientes características para poder afirmar que alguien sufre de dependencia emocional. Área de las relaciones de pareja Necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constante hacia él Deseos de exclusividad en la relación Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa Idealización del objeto Relaciones basadas en la sumisión y la subordinación Historia de relaciones de pareja desequilibradas Miedo a la ruptura Asunción del sistema de creencias de la pareja Área de las relaciones con el entorno interpersonal Deseos de exclusividad hacia otras personas significativas Necesidad de agradar Déficit de habilidades sociales Área de autoestima y estado anímico Baja autoestima Miedo e intolerancia a la soledad Estado de ánimo negativo y comorbilidades frecuentes Área de las relaciones de pareja Sin lugar a duda, ésta es el área más relevante y manifiesta en los dependientes emocionales. También es el contexto más frecuente en el que están inmersos a pesar de que pueden tener situaciones de soledad, más o menos deseada o incluso relaciones de pareja ficticias, como determinados noviazgos por internet o a distancia, que son mas fruto de su propia ilusión que de la realidad. Las características de los dependientes emocionales que se producen dentro de las relaciones de pareja: Necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constancia hacia él. Es la expresión de la necesidad psicológica que el dependiente tiene hacia su pareja. Se puede traducir en deseos constantes del hablar con él, llamadas continuas al teléfono, mensajes de texto en el móvil, apariciones inoportunas en lugares como el trabajo o el gimnasio, realizar cualquier actividad junto a la otra persona sea de trabajo o de ocio, ser incapaz de hacer algo solo sin sentir la necesidad de tener contacto con la pareja, etc. Los dependientes describen en ocasiones esta sensación como de “hambre” de la pareja, una necesidad insaciable que recuerda a la de los adictos a sustancias. La reacción de los objetos suele ser de agobio. Esto puede traer consecuencias de diferentes tipos, como puede ser la ruptura precoz de la relación, o la más frecuente, la demarcación de límites estrictos. Poco a poco, la pareja restringe las continuas invasiones del dependiente basándose en amenazas mas o menos explicitas, con lo que a éste no le queda más remedio que aceptar las reglas y contenerse en su afán desmedido del otro. Es muy usual también que los objetos aprovechen este tipo de ocasiones en el que el agobio es muy evidente para establecer sus reglas generales sobre la relación, afirmando, por ejemplo, que su idea es la de tener una pareja libre o abierta o que simplemente son amigos. El dependiente aceptará estas reglas muy a su pesar. Por tanto, a nivel conductual el dependiente puede no aparentar esta necesidad excesiva hacia la otra persona, pero sin duda la está sintiendo con toda su fuerza como algo que le impulsa hacia ella y que produce un torrente de ideas obsesivas alrededor de la pareja.   Deseos de exclusividad en la relación. La exclusividad se extiende aquí en ambos sentidos, en el del propio dependiente, que voluntariamente se aísla en mayor o menor medida de su entorno para dedicarse por entero a su pareja y en el del anhelo de que el objeto haga lo propio. No obstante, esto último le resulta más difícil por la reacción de la pareja, que en lugar de participar en esa burbuja imaginaria en la que ambos se fusionarían y se distanciarían de los demás, intentará marcar sus propias pautas. Existe una modalidad de dependencia emocional en la que el sujeto que la padece sí consigue imponer sus deseos al otro. Obviamente, la exclusividad es una de las reglas que se imponen consiguiendo que la pareja se aísle casi por completo de su entorno. Si hubiera alguna frase que pudiera ilustrar con claridad los deseos de exclusividad del dependiente emocional hacia su pareja, podría ser “yo soy solo para él y el es solo para mi, nosotros nos bastamos mutuamente”. La exclusividad aparecerá también en las relaciones con otras personas significativas. Por ejemplo, los dependientes emocionales se encuentran más cómodos en las relaciones de amistad con una sola persona perdiéndose en las situaciones de grupo   Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. Es una de las características más frecuentes y mas observables por el entorno social, entre otros motivos porque éste está directamente afectado al sentirse minusvalorado o simplemente despreciado. El dependiente emocional considera a su pareja el centro de su existencia, el objeto predilecto de su atención, el sentido de su vida. no habrá nada más importante, incluyéndose a sí mismo o incluso a sus hijos. Si la pareja considera que algo debe hacerse se hará sin dudar, si ella piensa que habría que mudarse de casa o que el dependiente debería cambiar de trabajo, también se procederá a hacerlo porque la otra persona es lo más importante. Ocupará continuamente el pensamiento con él, reproduciría sus frases, se esperará con exceptuación cualquier gesto, movimiento o palabra porque el objeto se habrá convertido en lo más importante y necesario de la vida, pasado todo lo demás a un segundo plano mucho más discreto.   Idealización del objeto. El dependiente suele idealizar enormemente a su pareja a lo largo de la relación a pesar de ser consciente con el paso del tiempo de sus defectos. El objeto representa todo aquello que no tiene el dependiente, como es seguridad en sí mismo, auto aprecio y una posición de superioridad sobre los demás; por esto supone su tabla de salvación, la persona a la que tiene que aferrarse para encontrar lo que le falta. Esta carencia, la del afecto de los demás y la de su propia

Características de los dependientes emocionales Leer más »