Qué no hacer si tu niño se hace pipi en la cama
Aquellos padres que creen que su hijo se sigue haciendo pis en la cama porque es muy vago y no pone de su parte, no se esfuerza, piensan, en consecuencia, que lo que hay que hacer es reñirle y castigarle para conseguir que haga las cosas bien y deje así de mearse de una vez. El castigo, tal cual se entiende normalmente, es una estrategia absolutamente ineficaz de disciplinar a los hijos. A corto plazo puede ser muy útil a los adultos, pues mediante la utilización del mismo, conseguimos que el niño haga inmediatamente lo que queremos que haga o deje de hacer lo que nos molesta. Por esta razón muchos padres la utilizan como primera estrategia cada vez que quiere cambiar el comportamiento de su hijo en un área determinada. A largo plazo, sus efectos son mucho menos positivos: el comportamiento no deseado vuelve a aparecer una y otra vez en ausencia del agente causante y además produce una gran cantidad de efectos secundarios. Así, crea, resentimiento en el niño castigado y también en los padres. Por otra parte, el niño se va acostumbrando al castigo y tenemos que recurrir a castigos más fuertes para conseguir lo que inicialmente conseguíamos con un castigo menor, con lo que se produce una escalada por una y otra parte: el niño hace más veces lo que no queremos que haga, lo cual provoca un castigo mas intenso y esto le lleva a un peor comportamiento.. Un aspecto mucho mas serio del castigo, sobre todo si éste forma parte de azotes o presentación de cualquier otro elemento punitivo, es que el niño puede llegar a aprender que, mediante este sistema, puede conseguir que los demás lo que él quiere.- Este riesgo es todavía más grave en el caso de aquellos padres que pegan o castigan a sus hijos cuando éstos se pelean entre sí: la contradicción aquí es obvia: “porque eres violento con tu hermano te pego. Soy violento contigo para que tus dejes de ser violento. O sea, aprende la lección, si alguna vez quieres conseguir algo de otro: sé violento”. Este es el doble mensaje que le enviamos y que el niño capta y aprende en muchas ocasiones. Todos estos “efectos secundarios” ocurren en los niños que se hacen pis y no debiera haber ningún niño con este problema que por él mismo fuera castigado. Y cuando hablamos de castigo, hablamos de todas sus variantes: poner en evidencia de cara a los hermanos, reñir, pegar, etc. Con ello, lo único que conseguiremos es que el niño esté mas nervioso y en consecuencia produzca más orina, y si no tomamos otras precauciones, que se haga más cantidad de pies, o se lo haga más veces. Si el castigo no es conveniente, tampoco lo es una permisividad excesiva, el dar por sentado que el niño se tiene que hacer pis y liberarle de toda la responsabilidad. La actitud más conveniente es la de una comprensión de las dificultades que puedan provocar y suponer para el niño el hacerse pis, combinada con una postura firme y de no tolerancia, por el sistema, de las “camas mojadas”. Esta actitud firme no ha de combinarse con enfados, pues como ya hemos visto, éstos pueden tener un efecto contrario al que esperamos conseguir. Tampoco conviene que seamos exigentes. No podemos exigirle al niño que mantenga la cama seca por la noche, el haberlo sería no comprender el problema, pero sí podemos exigirle que intente aguantar las ganas de hacer pis. El mensaje que tiene que llegar al niño, es que comprendemos que tiene ciertas dificultades, que son subsanables siguiendo una serie de procedimientos de los cuales ha de responsabilizarse. Especial cuidado hemos de tener en que todas nuestras atenciones y cuidados no coincidan precisamente con aquellos menos o días en los que el niño se ha pis, bien en forma de cambiar la ropa, bien en forma de regañinas, en forma de castigos, etc. Las gasas Un procedimiento muy utilizado por muchas familias para hacer más llevadero el problema, es la utilización de gasas, empapadores, toallas, mantas, etc. Su uso se intenta justificar con diversas razones: Evitar que el niño se enfríe por la noche Evitar que se estropeen las sábanas, el colchón, etc. Que esté más cómodo y que pueda dormir Ahorrar trabajo a la madre Las gasas no deberían utilizarse. Sobre todo, a partir de una edad, alrededor de los tres años. Es muy posible que mediante su utilización el niño esté mas como esa noche en particular en que se utilizan las gasas, pero a largo plazo no estamos beneficiando al niño, sino que estamos interfiriendo con el desarrollo de los mecanismos necesarios para que el niño deje de hacerse pis, a saber: cuando cualquier de nosotros tenemos un accidente de este tipo, cosa no totalmente infrecuente, la incomodidad de las primeras gotas nos despierta y nos hace visitar el cuarto de baño. Este mecanismo de corrección es el que suprimimos en el niño, al intentar que, mediante su uso, éste duerma lo más cómodamente posible. En muchas ocasiones, el niño se acostumbra a ellas y su piel se insensibiliza de tal manera que vienen a significar una forma más de “permiso” para hacerse pis y de eliminación de las consecuencias negativas que a los demás nos acarrea. Levantar al niño de noche Muchas familias se imponen la tarea de levantarse cada cierto número de horas. Ello, aparte de incómodo para los padres o responsables, tampoco es muy útil. El principal inconveniente es que cuando despertamos al niño lo hacemos independientemente del grado de necesidad subjetiva que éste experimente de ir al cuarto de baño y del grado de presión de orina en la vejiga, con lo cual, no le damos oportunidad para que llegue a asociar las señales internas causadas por una vejiga repleta con el despertar provocado por tales sensaciones. Restricción de líquidos Una recomendación muy común hecha tanto por profesionales o no profesiones, es que el niño reduzca la ingestión
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