Nombre del autor:Eva María Galán Sempere

La depresión en la historia

La depresión se conoce desde el principio de la Historia de la Medicina. Hasta hace más o menos un siglo, se llamó melancolía. Los médicos de todos los tiempos han buscado las causas de esta terrible enfermedad y han aplicado remedios más o menos válidos. Dos han sido las causas históricas más importantes y frecuentes de la depresión: Exceso de bilis negra La cólera de los dioses La medicina humoral imputó la causa de la depresión a un exceso de bilis negra. Durante siglos, los médicos han creído que la salud es el resultado del equilibrio de cuatro humores principales: sangre, linfa o flema, bilis amarilla y negra. Si uno de esos humores prevalecía constantemente en el organismo, se hablaba de propensión. Si el humor preponderante era la bilis negra, el individuo era constitucionalmente propenso a la melancolía. Si la cantidad de bilis negra del organismo solamente excedía su cupo durante un periodo de tiempo, el individuo sufría melancolía. El tratamiento consistía en evacuar el exceso de humor acumulado en la sangre por medio de dietas, sangrías, evacuantes, diuréticos y eméticos. Otra de las causas históricas de la depresión ha sido el resultado de la cólera de algún dios que castiga implacable al humano transgresor de sus leyes. Y el tratamiento ha sido, por tanto, místico. Oración, rituales, sacrificios al dios enojado. Eso la enlaza con el sentimiento de culpa y muchos filósofos han entendido que el sentimiento de culpa procede del pecado original. Adán y Eva incumplen la ley de Dios y Dios les castiga arrojándoles para siempre del Paraíso. Los pecadores lamentarán siempre la pérdida de aquel estado de gracia e inocencia y llorarán hasta el fin de sus vidas su mala acción, a causa de la cual se han acabado sus días de felicidad. La situación de Adán y Eva es una excelente metáfora para comprender cómo el homínido se convirtió en hombre al adquirir la conciencia que lo distingue de los animales y cómo al adquirir la conciencia y darse cuenta de las cosas, perdió la ingenuidad animal que caracterizaba la vida en el Paraíso. Se acabó el vivir conforme a los instintos, se acabó el comportarse según las tendencias de la especie, se acabó el actuar siguiendo la programación genética. La conciencia hizo al hombre dueño de su destino y le embarcó en un proyecto existencial de futuro, de planificación y de entendimiento. Ya les había augurado la serpiente que serian como dioses. Y con la conciencia vino la culpa. La culpa supone concienciar que hemos trasgredido la norma social a sabiendas. Que hemos hecho algo prohibido y que esa acción nos va a costar el rechazo de nuestro grupo social. La culpa implica algo más que la conciencia, implica una conciencia moral. El sentimiento de culpa de Adán y Eva por haber perdido el bienestar del Paraíso es el sentimiento de culpa del hombre que pierde la tranquilidad de su conciencia. El sentimiento de vergüenza de Adán y Eva al hallarse desnudos ante Dios es la vergüenza del hombre que se siente indigno del amor de su Dios y rechazado por su grupo, porque ha trasgredido las normas. La culpabilidad por la pérdida de ese objeto de amor, de bienestar  o de tranquilidad espiritual es, casi siempre la causa de la depresión.     (Información extraída de Los errores del alma: convivir con personas difíciles / Ana Martos Rubio, 2004)  

La depresión en la historia Leer más »

¿Cómo detectar a una persona con personalidad histérica?

Las personalidades histéricas se llaman también histriónicas. Son personas extravertidas, reaccionan ante la frustración con ansiedad, fobias o convirtiendo los conflictos en síntomas somáticos. Son egocéntricas, emocionalmente inestables con reacciones fuertes y prontos. Una de sus características más importantes es la necesidad de centralizar la atención y de manipular su entorno, lo que consiguen con los medios más sofisticados y llamativos, utilizando con frecuencia una forma teatral de expresarse que recuerda el histrionismo. La histeria ha estado asociada durante siglos a las mujeres, como una enfermedad femenina derivada del útero. Ya en el siglo XX se supo que la histeria tiene mucho que ver con una alteración de la personalidad, a menudo reforzada por la educación, que afecta tanto a hombres como a mujeres. En los niños pequeños, los comportamientos histéricos son bastante normales, porque todavía no han logrado establecer lazos afectivos altruistas. Los niños son egocéntricos y narcisistas y quieren que el mundo gire a su alrededor. Eso es normal hasta que aprenden a decir te quiero y a querer realmente, es decir, a anteponer el bienestar de los demás a su propio bienestar. Pero si el niño tiene tendencia a desarrollar una personalidad histérica, será más difícil que alcance esa etapa de altruismo y mantendrá el egocentrismo durante toda su vida. Esto puede deberse en gran parte al refuerzo, es decir, a la facilidad que le dan los adultos para que consiga lo que desea accediendo a sus crisis y pataletas. Otras veces, aunque los adultos no se presten al chantaje del niño, éste desarrollará la personalidad histérica que le acompañará durante toda su vida. También se da con frecuencia en los ancianos, que regresan a etapas infantiles y a comportamientos propios de los niños. Muchos ancianos recurren a crisis histéricas para llamar la atención constantemente. Hay ancianos que se quejan de la comida, de la temperatura y hasta del trato que reciben en instituciones, residencias, hospitales e incluso en su propia familia. Si las quejas son infundadas, cosa que siempre conviene investigar, podemos estar ante un caso de llamada de atención de tipo histérico. Esa persona que monopoliza la atención en una reunión social, que trata de seducir a todos, que es capaz de convertir una sonrisa encantadora en la más feroz de los gestos si alguien escapa a su manejo, tiene un comportamiento histérico. Esa madre que hace una crisis de llanto y suspiros cuando sus hijos le dicen que van a cenar fuera con unos amigos tiene un comportamiento histérico. Si consigue culpabilizar a sus hijos para que no salgan, habrá conseguido su objetivo y dispondrá de un arma inestimable la siguiente vez que no quiera quedarse sola. Las personalidades histéricas tienen las siguientes características: Conducta teatral. En muchas ocasiones estas personas parece que estén representando una obra en el escenario, sobre todo cuando se presenta una situación conflictiva. Se enfrentan a los conflictos con teatralidad y desde la posición de victimas de un ser maléfico superior que se empeña en hacerlas desgraciadas. El comportamiento teatral va acompañado de planteamientos fantasiosos y poco realistas. Muchas veces, las personas histéricas mienten, pero no siempre son conscientes de que es mentira, porque llegan a confundir su fabulación con la realidad. Les gusta llamar la atención y les importa mucho la opinión de los demás. Si alguien les muestra antipatía, tienden a creer que se debe a envidia o se sitúan inmediatamente en la posición de la victima que no sabe qué ha hecho para merecer ese rechazo. Suelen hacer amistades con facilidad, pero se vuelven posesivos y exigentes, reclamando atención de forma constante, porque necesitan gran atención y dedicación. Si no se les presta toda la atención que demandan, manipulan y culpabilizan valiéndose de cualquier método, desde enfermar hasta hacer intentos de suicidios. Sus reacciones son desproporcionadas, debido a su excesiva sensibilidad emocional. Son típicas las lágrimas, gritos y desmayos ante una situación que otra persona enfrentaría con un gesto o una exclamación de dolor o angustia Son inestables emocionalmente, con cambios bruscos de actitud, apasionamiento y escaso raciocinio. Esto les hace volubles en sus afectos. Quieren y odian apasionadamente en cuestión de segundos. En realidad, las personas histéricas solo se aman a sí mismas, porque son extremadamente narcisistas y egocéntricas y no han llegado a superar esa etapa y alcanzar la etapa del altruismo. Si algo va mal, suelen adoptar el papel de victimas. Es frecuente que una de estas personas se eche la culpa de algo malo que ha sucedido, pero se culpa en público y de forma teatral, como una víctima del destino. Son chantajistas y manipuladores, consiguen sus fines manejando y culpabilizando su entorno. Si es necesario recurren a enfermedades reales, no fingidas porque son capaces de somatizar sus conflictos. Pero este mecanismo no es consciente, es decir, la persona histérica que enferma para evitar que la familia salga de vacaciones, por ejemplo, no lo hace a propósito de una manera consciente, sino que se sugestiona con el malestar hasta llegar a enfermar realmente. Tienden a convertir sus conflictos en síntomas físicos que aceptan con resignación. Se llama belle indiferente a la aceptación resignada y casi mística con que el histérico admite sus síntomas fiscos con lo que se libra de otra situación y además culpabiliza a alguien. Las personalidades histéricas son muy sugestionables y pueden transformar fácilmente su malestar psíquico en una enfermedad física real. Hay niños que llegan a tener vomito e incluso fiebre el mismo día en que sus padres han decidido salir a divertirse y dejarlos con la canguro. Y es fiebre de verdad, de la que hay que llamar al médico, no una simulación. Hay personas adultas que llegan a padecer cólicos cuando han de enfrentarse a una situación no deseada. La somatización no es en absoluto voluntaria, sino totalmente inconsciente, pero en las personalidades histéricas tienen una finalidad conductual que muchas veces es la atención médica continuada y la preocupación de las personas del entorno. En la Edad Media algunos médicos equipararon la histeria de la

¿Cómo detectar a una persona con personalidad histérica? Leer más »

Causas y síntomas de la diabetes

La diabetes es un trastorno metabólico producido por una disminución de la producción de insulina o por una mala utilización de la misma por parte de las células. La insulina es una proteína producida por el páncreas que permite la entrada de la glucosa en las células para poder ser utilizada por éstas como fuente de energía. Una lesión en el páncreas puede suponer variaciones en la cantidad de insulina y si falta ésta, se presentará una hiperglucemia, es decir, un aumento de la glucosa en la sangre ya que ésta no podrá penetrar en las células. Causas de la diabetes Existen múltiples circunstancias que pueden favorecer la aparición de una diabetes. Entre ellas destacan las siguientes: Herencia genética Obesidad y mala nutrición. Por mala nutrición no debe entenderse una ingestión escasa de alimentos, sino una ingestión excesiva, poco variada o limitada a alimentos ricos en hidratos de carbono Poco ejercicio físico Periodo de enfermedad violenta Consumo de muchos fármacos La probabilidad de padecer diabetes es mayor cuanto mayor es la edad Signos y síntomas de la diabetes Necesidad de orinar muchas veces y abundantemente (poliuria) Necesidad de beber mucha agua (polidipsia) Sensación de mucha hambre (polifagia). Aunque coma mucho, el diabético no se siente saciado Pérdida de peso Cansancio y fatiga En condiciones normales, la glucosa en sangre se mantiene entre unos límites de 70/120 mg/dl. El diabético presenta estos niveles aumentados. Tratamiento de la diabetes El objetivo del tratamiento es mantener los niveles de glucosa dentro de sus límites normales. En algunos casos estos se conseguirán mediante insulina, en otros ésta no será necesaria. En cualquier caso, una buena dieta y ejercicio físico son imprescindibles. Dieta La dieta es el pilar fundamental en el tratamiento de la diabetes. El diabético puede comer prácticamente de todo, pero evidentemente un exceso o una mala utilización de los alimentos puede suponer una descompensación de su enfermedad. Es imprescindible una buena distribución de las comidas. Éstas se repartirán en seis tomas: desayuno, a media mañana, comida, merienda, cena y antes de acostarse. De esta forma se pueden evitar complicaciones como la hipoglucemia. Las grasas deben tomarse solo en la cantidad necesaria. Hay que evitar engordar y que aumenten los niveles de colesterol. Así, los embutidos, mantequilla, nata, etc. se tomarán en bajas cantidades. Los aceites más aconsejables son los de maíz, oliva y girasol. Los alimentos proteicos tales como pescado, carne, clara de huevo se pueden tomar de forma normal. Es preferible que se coma más veces pescado que carnes y dentro de estas últimas son más aconsejables las de pollo, ternera y conejo Lo más importante es llevar un control de los hidratos de carbono. Para ello es necesario establecer las equivalencias por peso. Las verduras es mejor tomarlas en ensalada, para que conserven todas sus vitaminas. La fruta también se puede tomar en cantidades moderadas. El plátano y la uva son poco aconsejables por su alto contenido en hidratos de carbono, al igual que los frutos secos. La leche debe ser descremada, nunca debe ser condensada, por su alto contenido en azúcar. Las bebidas o refrescos artificiales contienen gran cantidad de hidratos de carbono, por lo que se debe restringir su consumo. Las infusiones, café, agua, pueden tomarse en las cantidades que se quiera, siempre y cuando no se les añada azúcar. Las bebidas alcohólicas, aparte del daño que producen, presentan gran cantidad de hidratos de carbono y su consumo en excesivo puede enmascarar síntomas de las complicaciones de la diabetes. Los edulcorantes artificiales, tales como la sacarina, se pueden tomar libremente. Sin embargo, el sorbitol, la fructosa, el manitol, no deben consumirse en cantidades abundantes. Es imprescindible no confiar en los llamados alimentos para diabéticos. Éstos llevan menos hidratos de carbono que el resto pero pueden llevar edulcorantes artificiales perjudiciales. Ejercicio físico Es beneficioso para todo el mundo, pero especialmente para el diabético. La edad no debe ser una barrera para realizar una actividad física, pues siempre hay un ejercicio recomendado para cada periodo de la vida. Debe realizarse 3-4 veces a la semana como mínimo, con una duración de 30-60 minutos cada vez, dependiendo del tipo de actividad. Lo más aconsejable es que se realice todos los días. Con un ejercicio mantenido, regular y suave, se pueden obtener grandes beneficios, entre los que podemos destacar: Disminuye la cantidad de glucosa en sangre Beneficia la respiración y mejora la actividad del corazón y la circulación Ayuda a reducir peso Produce sensación de bienestar Permite que la insulina del tratamiento se pueda administrar en dosis menores Es preferible realizar ejercicio cotidianamente que hacerlo esporádicamente. El médico o la enfermera serán quienes mejor puedan aconsejar sobre qué tipo de actividad es la más benéfica para la persona mayor diabética y en qué cantidad debe realizarse. Los ejercicios más recomendables son: caminar, andar, etc. El mejor horario para hacer el ejercicio en personas diabéticas es después de las comidas. Los riesgos derivados del ejercicio pueden aparecer cuando éste no se realiza de forma habitual o cuando se aumenta su intensidad. Es típica en estos casos la aparición de descensos bruscos de glucosa en sangre. Debido a esto, a veces es necesario modificar la dieta o el tratamiento de ese día. Para evitar la deshidratación, el ejercicio no debe realizarse en las horas más calurosas del día. Si no puede ser así, se tomará gran cantidad de agua. Antidiabéticos orales Son un grupo de medicamentos utilizados para el tratamiento de la diabetes en determinadas personas. Su administración es mucho más cómoda que la de la insulina ya que se trata de pequeños comprimidos que se toman unos 20-30 minutos antes de las comidas, en las dosis determinadas por el médico. Suele administrase cuando la dieta y el ejercicio no han dado los resultados esperados. Insulina Este tratamiento empieza a utilizarse si los demás no han logrado una compensación adecuada de la glucosa. La insulina no puede ser administrada por vía oral, sino que debe ser inyectada. El propio diabético o un familiar

Causas y síntomas de la diabetes Leer más »

¿Para qué sirve la ansiedad por separación?

El recién nacido depende por completo de los padres, que le proporcionan atención y cuidados básicos. Se pasan el día dándole el pecho, calentando biberones, cambiando pañales, lavándole, acariciándole, abrazándole, sonriéndole, hablándole, cantándole, haciéndole cosquillas, jugando con él, acunándole, etc. La relación es muy estrecha y consumo mucho tiempo. La vida se organiza y gira alrededor del bebé. Para facilitar esta dedicación, la ley concede el permiso de paternidad y maternidad. La maduración y el desarrollo permiten desplegar rápidamente mayores niveles de actividad. En poco tiempo se aprende a reconocer el rostro de los padres y a diferenciarlo de los desconocidos, a dar los primeros pasos y caminar. Estos logros amplían las posibilidades de explorar el mundo y brindan la oportunidad de separarse y marcharse por iniciativa propia. La ansiedad por separación cumple una función protectora al impedir que el pequeño, motivado por la curiosidad o por las ganas de jugar, se aleje demasiado y pueda perderse, tropezar y caerse, o sufrir cualquier otro percance. Desempeña el papel de ángel de la guarda que protege de potenciales riesgos. La evolución de la ansiedad por separación confirma su valor y utilidad en la primera infancia. Se halla presente desde el primer año de vida. Alrededor de la séptima semana, el bebé muestra ansiedad cuando se le separa de las personas en general, y en torno al séptimo mes cuando se le separa de los padres. Se intensifica rápidamente y entre el año y los dos años alcanza el cenit, de modo que durante el segundo año de vida, coincidiendo con la aparición de las primeras conductas de autonomía personal, como andar, la mayoría manifiesta cierta reticencia a separarse de los padres. A partir de esa edad la ansiedad empieza a disminuir y tiende a desaparecer gradualmente. Ansiedad del niño al separarse ¿de quién? En la mayoría de las culturas la responsabilidad principal del cuidado y crianza del niño recae en la madre, que es con quien el bebé establece el vínculo afectivo más estrecho. Por este motivo, la ansiedad de separación suele aparecer sobre todo cuando la madre está ausente de ahí que la gente se refiera a este problema como mamitis, crío enmadrado y expresiones similares. Sin embargo, el fenómeno puede presentarse con cualquier persona, padre, hermanos mayores, abuelos, tíos, niñeras, etc. que ejerza el papel del cuidador habitual. En instituciones para niños huérfanos y abandonados se ha observado apego a un monitor o una monja en concreto y síntomas de ansiedad por separación cuando el educador no está presente. Separaciones cotidianas y excepcionales La reacción problemática se desencadena cuando el niño está sin los padres o lejos del hogar. Hay dos clases de separaciones: Son acciones habituales que se realizan todos los días o muy a menudo, como asistir a clase, realizar actividades extraescolares, hacer un recado, ir a casa de un familia o de un amigo, quedarse en casa solo o con la empleada del hogar o acostarse y dormir en la habitación. En esas circunstancias el problema suele gestarse poco a poco y se agrava progresivamente. El niño llora, protesta, patalea, se queja de que le duele la barriga y de que tiene ganas de vomitar, al empezar el curso o al reanudarlo después de vacaciones de Navidad o Semana Santa o tras un periodo de ausencia por enfermedad. Mientras que el resto de compañeros se adapta rápidamente a la situación escolar, él se siente intranquilo al levantarse cada mañana para ir al colegio, tiene ganas de llorar cuando los padres se despiden, se siente mal porque no están con él, se preocupa por si han sufrido un accidente cuando se retrasan al recogerlo, piensa en volver a casa mientras está con el colegio y se niega a realizar actividades extraescolares. Son acontecimientos que suceden rara vez, de naturaleza positiva, como campamentos de verano, viaje de los padres, etc. o negativa, como hospitalización, divorcio o muerte de un ser querido. En estos casos, el problema surge bruscamente como respuesta a la situación estresante y traumática. Un niño vuelca accidentalmente la sartén y el aceite caliente le cae encima provocándole importantes quemaduras en gran parte de su cuerpo. Ingresa urgentemente y es sometido a sucesivas intervenciones quirúrgicas con el fin de regenerar el tejido dañado. Para prevenir infecciones, es aislado en una burbuja de la unidad de cuidados intensivos infantil. Durante varias semanas permanece separado de los padres a los que solo ve en la comida y cena. Tras el alta, regresa a casa y los padres observan un cambio radical de comportamiento. Antes jugaba solo sin problemas, ahora se pasa el día pegado como una lapa a las faldas de la mama o a los pantalones de papá. Antes comía y dormía sin dificultad, ahora ha perdido el apetito y tiene pesadillas. Antes iba a la escuela infantil con normalidad, ahora se niega en redondo a salir de casa. Valoración de la ansiedad por separación Para valorar la ansiedad por separación hay que tener en cuenta tres criterios: La edad del niño. Es normal que un pequeño muestre ansiedad por separación el primer día de guardería u otro más mayor al dormir en un campamento o quedarse en casa de un compañero por primera vez. La ansiedad por separación es muy común en la primera infancia, estimándose alrededor del 60% a los dos años y del 30% a los tres años. A partir de esa edad y hasta los cinco o seis, disminuye progresivamente. No obstante, persiste durante la infancia, aproximadamente el 10% y declina en la adolescencia al 2% La reacción infantil. Un escolar puede experimentar un ligero grado de ansiedad al volver al colegio después de una larga enfermedad, pero se considera excesiva la reacción extremadamente intensa, por ejemplo, vómitos o agresiones fiscas al padre, que le acompaña, que no tiende a remitir y que persiste durante semanas. Las repercusiones negativas. Si causa serio malestar, dolores de cabeza o de estomago, gran preocupación, si altera el ritmo de vida cotidiano, el niño no asiste

¿Para qué sirve la ansiedad por separación? Leer más »

¿En qué consiste el adiestramiento educativo de los padres?

El entrenamiento o adiestramiento de los padres se refiere a procedimientos a través de los cuales se les enseña a alterar la conducta de su hijo en el hogar. Los padres se reúnen con un terapeuta o instructor que les enseña a usar una variedad de procedimientos específicos que modifican su interacción con su hijo, fomentan la conducta psicosocial y disminuyen la conducta problemática. El entrenamiento se basa en el criterio general de que la conducta problemática se desarrolla y favorece inadvertidamente en el hogar a través de interacciones padre-hijo des adaptativas. Antecedentes El impulso hacia el desarrollo del adiestramiento educativo de los padres puede atribuirse a distintas influencias. La más destacada es el desarrollo de las técnicas de modificación de conducta, especialmente los procedimientos basados en el condicionamiento operante. Hace 25 años, empezaron a aplicarse técnicas de reforzamiento a distintas poblaciones en diversas ubicaciones tales como hospitales, psiquiátricos, aulas normales y de educación especial y hospitales. En estas aplicaciones, el personal o los maestros eran entrenados para administrar aprobación y otras gratificaciones por la conducta apropiada, lo que a menudo conducía a cambios espectaculares en los síntomas psiquiátricos de los pacientes crónicos, en el comportamiento y el rendimiento académico de los escolar, en el habla y el auto cuidado de las personas mentalmente retrasadas y así sucesivamente. Las demostraciones señalaron que las personas que estaban en contacto directo con los pacientes, los residentes, etc. podían ser entrenados para aplicar procedimientos de reforzamiento y que el entrenamiento ejercía a menudo resultados espectaculares sobre la conducta. El éxito de las practicadas de reforzamiento y castigo en muchos ámbitos de aplicación tuvo un gran impacto sobre el tratamiento en general. La extensión de las técnicas de reforzamiento y castigo al hogar formaba parte de este movimiento más amplio. Un motivo para extender las técnicas al hogar era incrementar su eficacia. Los programas en emplazamientos como escuelas o instituciones especiales eran a menudo efectos, pero los beneficios no se mantenían cuando los niños dejaban el emplazamiento y regresaban al hogar. El entrenamiento de los padres se consideró como una manera de incrementar la duración de los cambios en el niño, puesto que los padres tenían acceso a la mayor parte de la conducta de su hijo. Otro impulso para el desarrollo del adiestramiento educativo de los padres fue la tendencia creciente hacia la desprofesionalización del tratamiento. En terapéutica en general, ha habido un movimiento hacia la utilización de personas que actuaron como terapeutas o para profesionales, en situaciones de la vida diaria. Estas personas proporcionaban un cuidado directo a los pacientes o asistían a los profesionales de salud mental. El entrenamiento de los padres ha sido compatible con los movimientos de desprofesionalización y autoayuda terapéutica. Los manuales de autoayuda han sido preparados para una variedad de problemas subclínicos que los padres pueden experimentar con sus hijos. Para los trastornos clínicos o la conducta desviada, han aparecido programas de adiestramiento de los padres donde se les enseña a llevar a cabo el tratamiento en casa, bajo la supervisión de un instructor o terapeuta al que se consulta en un emplazamiento clínico. Los programas de entrenamiento de los padres se han aplicado a poblaciones clínicas especiales incluyendo niños autistas, retrasados mentales, delincuentes y disminuidos fiscos, así como en niños normales. Las aplicaciones a niños con problemas de comportamiento han sido extensas. El entrenamiento de los padres ha sido especialmente relevante en esta población debido a la evidencia de que las interacciones específicas padre-hijo en el hogar mantienen la conducta problemática que los padres desean cambiar.   (Información extraída de Tratamiento de la conducta antisocial en la infancia y la adolescencia / Alan E. Kazdin; traducción de Xavier Corbera; revisión de la versión castellana, Josep Toro, 1988)

¿En qué consiste el adiestramiento educativo de los padres? Leer más »

Causas de la conducta antisocial

Los factores de riesgo más importantes son los que predisponen al niño a la conducta antisocial y a continuar esta conducta en la vida adulta. No se ha abordado el modo cómo operan estos factores ni si están relacionados casualmente con la conducta antisocial. A partir del estudio de los factores de riesgo aparecen dos cuestiones relacionadas pero también distinguibles. ¿Hasta qué punto la conducta antisocial está influenciada por factores genéticos, ambientales o combinados? Muchos factores que sitúan al niño en riesgo de conducta antisocial pudieran ser debidos a influencias hereditarias y/o ambientales. Por ejemplo, la conducta antisocial de los padres puede conducir a una conducta antisocial en el niño a través de la acción directa de un factor hereditario o a través del modelamiento, unas prácticas de educación infantil defectuosa o la combinación de ambos hechos. Es necesario identificar el mecanismo específico a través del que ocurre la conducta antisocial. Aunque se demuestre que unas influencias genéticas o ambientales juegan un determinado papel en la conducta antisocial, esto no resuelve claramente cómo esas influencias conducen a conductas antisociales especificas. Por ejemplo, la disciplina paterna dura e inconsistente se asocia con la conducta antisocial, pero ¿a través de qué proceso? La investigación ha abordado cada uno de ambos interrogantes en grados variables. Influencias genético/ambientales El estudio de los factores hereditarios en la conducta antisocial ha conducido a una investigación fascinante que analiza tanto las influencias genéticas como las ambientales. Pueden citarse varias líneas de pruebas en apoyo del papel de los factores genéticos. Los estudios de gemelos se usan frecuentemente para demostrar el papel de las influencias genéticas, puesto que los gemelos monozigóticos son mucho más similares genéticamente que los gemelos dizigóticos. Si hay un factor genético expresado en un gemelo monozigótico, puede esperarse que la probabilidad de que esto ocurra en el otro gemelo sea más alta que si ocurre el mismo fenómeno en gemelos dizigóticos. Y los estudios con gemelos han demostrado, efectivamente, una mayor concordancia de criminalidad y conducta antisocial entre los gemelos monozigóticos que entre los gemelos dizigóticos. Atribuir estas diferencias de concordancia a factores genéticos supone que los ambientes de los diferentes tipos de hermanos están igualados. Sin embargo, los factores ambientales pueden ser más similares para los gemelos monozigóticos que para los dizigóticos. Esta mayor similaridad puede ser el resultado del modo como los padres reaccionan y favorecen las similaridades de los gemelos idénticos y ciertamente del simple hecho de que los gemelos monozigóticos sean del mismo sexo, mientras que los gemelos dizigóticos a menudo no lo sean. Los estudios de niños adoptados separan mejor las influencias genéticas y ambientales puesto que el niño a menudo es separado de sus padres biológicos al nacer. Varios estudios de adopción han demostrado que la conducta antisocial y la criminalidad en la descendencia son mayores cuando los parientes biológicos han manifestado esta conducta que cuando no lo han hecho. Los estudios de adopción también han confirmado la influencia de factores ambientales tales como unas condiciones adversas en el hogar, conflicto conyugal, disfunción psiquiátrica, la exposición discontinua o interrumpida al cuidado materno antes de ser situado en el emplazamiento adoptivo final y la edad en la que el niño fue adoptado. En estudios de niños adoptados, Cadoret y Cain encuentran que ser alcohólico uno de los padres biológicos, sufrir unas condiciones de vida adversas en el hogar adoptivo y tener unos cuidados maternos discontinuos predicen conducta antisocial en los adolescentes varones. Sin embargo, en los adolescentes en el que uno de los padres biológicos sea antisocial o mentalmente retrasado. Mecanismos a través de los que operan los factores genéticos y/o ambientales Varios estudios han intentado identificar los factores biológicos que distinguen los individuos con conducta antisocial. Estos factores, si se identificaran podrían sugerir ciertas condiciones que se transmiten genéticamente. En su día se propuso y difundió el criterio de que la conducta violenta podría ser explicada por anormalidades cromosomáticas Muchos estudios de conducta antisocial se han centrado en las diferencias bioquímicas. En una pequeña muestra de adultos agresivos con trastorno de personalidad se asoció el metabolismo alterado de la serotonina bajo con la conducta agresiva y suicida. Otros investigadores han identificado unos niveles superiores de testosterona plasmática entre los delincuentes violentos en comparación con controles normales. Además, en los sujetos normales la testosterona plasmática está positivamente correlacionada con la baja tolerancia a la frustración y con auto informes de agresión verbal y física, especialmente en respuesta a la provocación y la amenaza. Se han evaluado otros factores biológicos como posibles agentes causales. Por ejemplo, Mednick sugirió que los patrones heredados de activación del sistema nervioso vegetativo podrían influir en el grado en que las personas antisociales dejan de aprender a inhibir la conducta antisocial  a través  de una reducción del miedo y una activación reducida. En general, los mecanismos que puedan estar implicados en la conducta antisocial han recibido una escasa atención empírica. Hay obstáculos obvios para la teoría y la investigación de esta área. No es probable que una sola teoría explique la aparición de toda la gama de conductas calificadas de antisociales. Puede ser necesario considerar esta extensa área desde el punto de vista de los subtipos de conducta, los individuos y los ambientes, de manera que puedan desarrollarse y comprobarse mini teorías. Es probable que puedan identificarse unos procesos circunscritos que conduzcan a patrones específicos de conducta antisocial en ciertos individuos. (Información extraída de Tratamiento de la conducta antisocial en la infancia y la adolescencia / Alan E. Kazdin ; traducción de Xavier Corbera ; revisión de la versión castellana, Josep Toro, 1988)

Causas de la conducta antisocial Leer más »

Estrés en el cuidador de una persona con demencia

El estrés psicológico surge cuando una persona, en la interacción con su entorno, percibe una discrepancia o desequilibrio (real o no) entre las demandas de la situación y los recursos que ésta posee para hacer frente a ellas. Se inicia con una situación en la cual se produce un acontecimiento que es potencialmente amenazante y después la persona evalúa que efectivamente dicho acontecimiento es amenazante.  Por último hay una activación del organismo que se caracteriza como una respuesta de ansiedad (o estrés). Dicha respuesta no es parte del equilibrio normal del organismo, por tanto, la persona produce una respuesta adaptativa para restablecer el equilibrio. Si la respuesta de afrontamiento no ayuda a restablecer la homeostasis del organismo, la persona entrará de nuevo en el ciclo del estrés. Existe una gran variedad de fuentes de las cuales puede provenir el estrés como personal, familiar y social. En el caso del cuidador de una persona con demencia existe un gran estrés de carácter familiar, es una situación que tiene pocas posibilidades de control, que no va a cambiar por sí misma, y además es ambigua y recurrente, porque cada día el cuidador debe manejar la presencia de cambios cognitivos, afectivos y de comportamiento en su familiar así como el deterioro que acompaña la enfermedad. En la actualidad varios investigadores han intentado identificar de manera más específica los acontecimientos que causan un mayor nivel de estrés en el cuidador. Algunos atribuyen dicho estrés a la presencia de los cambios cognitivos en el paciente, mientras otros han encontrado que los cambios afectivos y de comportamiento tienen mayor importancia en el desarrollo de la respuesta del estrés. Lo anterior se puede explicar por el hecho de que el estrés no es el resultado exclusivo de la situación objetiva que experimenta la persona, sino que se produce a partir de evaluar la situación así como de las capacidades de afrontamiento y los recursos disponibles para hacer frente a las demandas percibidas. Entonces, aunque el proceso de estrés empieza con el acontecimiento potencialmente estresante, hay una evaluación cognitiva de la situación, en la cual el cuidador decide si las exigencias o demandas de la situación amenazan su bienestar. El cuidador evalúa si la situación es irrelevante, benigna-positiva o estresante porque significa daño/pérdida, amenaza o desafío para sí mismo. La situación del cuidador puede incluir pérdidas económicas, sociales o ambas y muchas amenazas como por ejemplo, el no ejecutar sus funciones lo suficientemente bien, el tener que renunciar al trabajo y el saber que el familiar no va a mejorar y se morirá. Además de evaluar las demandas de la situación, el cuidador tiene que tomar en cuenta los recursos de afrontamiento disponibles que puede emplear para manejar neutralizar dichas demandas amenazantes potenciales. Se pueden clasificar los posibles recursos en tres categorías: Físicos/biológicos: los elementos del entorno fisco de la persona y su propio organismo Psicológicos/psicosociales: su autoestima, sentido de control, creencias para sostener la esperanza y habilidades para solucionar el problema Sociales: la red social de la persona y los sistemas de apoyo social de los cuales se puede obtener información, asistencia y apoyo emocional. En resumen, el estrés se presenta cuando la interacción entre una persona y su ambiente le lleva a percibir una discrepancia entre las demandas de la situación y sus recursos biológicos, psicológicos o sociales, de afrontamiento. En el caso del cuidador, el acontecimiento trae consigo unas demandas inherentes que le lleva a evaluarlo como amenazante. El estrés que se sentirá depende en cómo éste evalúa estas demandas y sus habilidades para responder. Es la magnitud de esta discrepancia la que determina en parte el estrés que experimentará el cuidador. Si cree que no tiene las capacidades necesarias para manejar las demandas percibidas por la situación, a corto plazo se produce una respuesta de estrés que empieza con la activación fisiológica. Después se generan las respuestas emocionales, cognitivas y de comportamiento, que incluyen las respuestas de afrontamiento. Si el acontecimiento es de carácter recurrente, como en el caso del cuidador y éste no desarrolla habilidades adecuadas de adaptación que le permitan restaurar el equilibrio entre las demandas y sus capacidades de afrontamiento, se encontrará en una espiral de estrés constante, que a largo plazo tiene como consecuencia el denominado síndrome del cuidador. Síndrome del cuidador Las consecuencias del estrés a largo plazo suelen causar una serie de problemas en las diferentes esferas de la vida y la personalidad del cuidador, que incluyen: Problemas físicos El estrés a largo plazo tiende a producir una afectación del sistema inmunológico y puede llevar a que estas personas sean más vulnerables a presentar enfermedades como gastritis, problemas cardiovasculares y afecciones respiratorias entre otras. Asimismo, el esfuerzo que requiere el mover a una persona de edad avanzada y en ocasiones el peso elevado de ésta, lleva a que su cuidador pueda presentar problemas musculares como cervicalgias, lumbalgias, hernias y dolores de espalda. Problemas psicológicos Algunos de los problemas psicológicos que puede acarrear el estrés producido por el cuidado de un paciente con demencia incluyen sentimientos de depresión, ansiedad, aislamiento, culpabilidad e impotencia, problemas para conciliar el sueño, irritabilidad, dependencia de los psicofármacos, temor a la enfermedad, reacción de duelo, aparición de ideas suicidas y baja autoestima. Problemas en las relaciones sociales Es común encontrar que muchos de los cuidadores de personas con demencias debido a la gran cantidad de tiempo que dedican al cuidado del paciente, terminan por sacrificar aquellas oportunidades que puedan tener de disfrutar de tiempo libre para sus aficiones, vacaciones o para compartir con amigos y personas de su entorno más inmediato. Problemas laborales Las consecuencias del estrés también pueden afectar al ambiente laboral del cuidador, debido a que se irritan con facilidad, se sienten más tensos, les cuesta concentrarse, por tanto, presentan mayor propensión a tener accidentes, tiene un bajo rendimiento, presentan tasas elevadas de ausentismo e incluso pueden llegar a perder su puesto de trabajo. Problemas familiares La falta de apoyo, comprensión y colaboración de los demás miembros del grupo familiar suele

Estrés en el cuidador de una persona con demencia Leer más »

¿Cómo se puede detectar la demencia?

Demencia es el declive de las funciones cognitivas en comparación con el nivel previo de funcionamiento del paciente determinado por la historia del declive y por las alteraciones apreciadas en el examen clínico y mediante test neuropsicológicos. Un diagnóstico de demencia no se puede realizar cuando el nivel de conciencia está alterado por delirium, estupor o coma, o cuando otras alteraciones impiden el adecuado examen del estado mental. El diagnóstico de demencia es conductual y no se determina por la TC, el EEG u otras pruebas de laboratorio, aunque ciertas causas específicas de demencia pueden ser identificadas por estos medios. El término de demencia como pérdida intelectual se contrapone al de retardo mental, en el cual el intelecto nunca fue normal. Los criterios DSM-III-R de demencia son los siguientes: Pruebas evidentes de la memoria a corto y largo plazo. El deterioro de la memoria a corto plazo se manifiesta a través de la incapacidad de recordar el nombre de tres objetos al cabo de 5 minutos. El deterioro de la memoria a largo plazo se manifiesta a través de la incapacidad para rememorar hechos del propio pasado del sujeto o hechos conocidos por todos Al menos uno de los siguientes síntomas: Deterioro del pensamiento abstracto, manifestado por la incapacidad para encontrar semejanzas y diferencias entre palabras relacionadas entre sí, dificultad en la definición de palabras y conceptos, así como en otras tareas similares. Deterioro de la capacidad de juicio, indicado por la incapacidad de tomar medidas razonables en cuanto a cuestiones y problemas relacionados con el trabajo o el contacto interpersonal y familiar Otros trastornos de las funciones corticales posteriores, como afasia, apraxia, agnosia y dificultades constructivas. Modificaciones de la personalidad La alteración en A y B interfiere de forma significativa en las actividades laborales o sociales habituales o en las relaciones con los demás No aparece exclusivamente durante el curso de un delirium El estudio neurológico de las demencias, destinado a la detección de aquellas demencias de causa tratable, sería el primer paso a dar ante un supuesto caso de deterioro cognitivo. La evaluación de la demencia debe incluir una estimación de la gravedad de la enfermedad de manera que se pueda subdividir en demencia leve, moderada o severa. La escala de demencia de Blessed evalúa la competencia en las tareas prácticas de la vida diaria y los cambios de personalidad, interés e impulso. La GDS describe siete fases clínicas de declive cognitivo en la enfermedad de Alzheimer. Otra herramienta útil para la cuantificación de la demencia es la Clinical Dementia Rating Scale (CDR) de Hughes basada en las valoraciones globales del médico sobre el sujeto según sus habilidades. La escala va de 0 a 5 y contempla los siguientes aspectos: memoria, orientación, juicio, y resolución de problemas, vida social, hogar y aficiones y cuidado personal. La escala Mini-Mental de Folstein es uno de los instrumentos más populares para evaluar las funciones cognitivas en ancianos y dementes. Su popularidad deriva en parte de su brevedad, cuesta solo entre 5 y 10 minutos administrarlo. A pesar de que la escala MMF es útil como primera aproximación al estado mental del paciente, no aporta información válida acerca de funciones cognitivas especificas ya que éstas están medidas con un solo ítem cada una. Además algunas funciones neuropsicológicas como por ejemplo las gnosias visuales complejas o las praxias ideo motrices, que pueden ser elementos esenciales para valorar el deterioro de la enfermedad de Alzheimer, no están valorados en modo alguno. Otro inconveniente es la saturación de dicha escala en ítems de orientación lo que la hace demasiado susceptible a estados confusionales. La exploración neuropsicológica más extensa es muy recomendable en un estudio adecuado de demencias. Entre los aspectos a explorar destacan la memoria, el lenguaje, y las capacidades viso espacial. Clasificaciones de demencias Las demencias pueden ser clasificadas según diferentes criterios: la edad de inicio, la etiología, los signos neurológicos acompañantes o si son o no tratables. La clasificación más antigua divide las demencias en seniles y preseniles. Hoy, sin embargo, se considera que la demencia presenil y la demencia senil tipo Alzheimer son una sola entidad. Algunos autores consideran que la demencia presenil de Alzheimer es idéntica a la senil aunque usualmente tiene un curso más progresivo y con peor pronóstico, al igual que las formas de inicio temprano de otras enfermedades. La clasificación etiológica distingue entre las demencias y las enfermedades que cursan con demencia. Las primeras serian las primarias como Alzheimer o Pick y las segundas las secundarias, asociadas a hidrocefalia, enfermedades metabólicas, etc. Las demencias tratables son aquellas cuyo curso de deterioro puede ser detenido, en ciertos casos son potencialmente reversibles como las causadas por enfermedades vasculares, intoxicaciones, infecciones, tumores y otras. Las entidades principales de las cuales se han de diferenciar las demencias son: Deterioro normal para la edad Pseudodemencia depresiva Disfunciones neurológicas focales Estado confusional   (Información extraída de Envejecimiento y demencias / Carme Junqué, Ma. Ángeles Jurado, 1994)  

¿Cómo se puede detectar la demencia? Leer más »

Fases de la EMDR

La desensibilizacion y reprocesamiento por el Movimiento de los ojos (EMDR acrónimo ingles de Eye Movement Desensitization and Reprocesing) conlleva un protocolo de ocho fases. La Dra. Shapiro y la Asociación Internacional de EMDR son muy contundentes en su descripción de que sí es EMDR y qué no lo es; y si no uno elimina una de las ocho fases entonces no puede llamarse EMDR. Fase 1: historia del cliente y planificación del tratamiento La fase del historial del cliente y planificación del tratamiento persigue tres fines. La recogida de datos que se produce en esta fase ofrece toda la información para que el clienta pueda darnos un consentimiento informado. Dirige el proceso de selección del cliente y ayuda al terapeuta a identificar los potenciales objetivos de tratamiento que emergerán a partir del examen de los sucesos positivos y negativos del pasado, presente y futuro del cliente. Ésta es la fase en la que el terapeuta comienza a conocer al cliente. Esta fase de la EMDR no sustituye al proceso de recogida del historial clínico sino que enriquece tal información relacionada con la histórica específica de la EMDR. Fase 2: preparación Mientras que la recogida del historial y la planificación del tratamiento constituyen el trabajo de base para la EMDR, la fase de preparación establecer el marco terapéutico y los niveles apropiados de expectación para el cliente. En esta fase la finalidad principal es preparar al cliente para procesar un objetivo perturbador utilizando EMDR. A menudo se convierte en un aspecto fundamental para garantizar el éxito de la EMDR. Durante la fase de preparación el terapeuta comienza a establecer el escenario para el reprocesamiento efectivo. La Dra. Shapiro ha identificado tareas especificas que debe ejecutar el terapeuta antes de iniciar el reprocesamiento del material perturbador con el cliente: a) se ha garantizado la seguridad en la relación terapéutica, b) se ha explicado la teoría EMDR y se ha descrito el modelo, c) se han contemplado las preocupaciones, problemas y necesidades emocionales. Fase 3: evaluación Como la selección de objetivos ya se ha ejecutado en las fases previas, la fase de evaluación conlleva simplemente las mediciones y amplificación de los objetivos ya establecidos. Ésta es la fase en la que el cliente identifica los componentes de la diana y las medidas en base de su reacción para el proceso en su expresión más simple. El orden de los componentes EMDR se establece para acceder a estimular el material disfuncional que se trata. Es por ello que el nivel de angustia del cliente puede aumentar cada vez más durante el proceso y el terapeuta debe estar preparado para activar el procesamiento poco después de realizar la evaluación al final de aliviar la perturbación del cliente. Fase 4: desensibilizacion La fase de desensibilizacion comienza cuando el terapeuta instruye al cliente: “concéntrese en esa imagen o esas palabras. Advierta en qué parte de su cuerpo las siente y siga mis dedos”. Una vez dadas esas instrucciones, se inicia el reprocesamiento y se mantiene durante las subsiguientes series de EB hasta que la USP sea equivalente a 0, la VC a 7 y el chequeo del cuerpo esté limpia. Dos aspectos importantes de la fase de desensibilizacion se implementan cierto tiempo después de que se haya dado comienzo al reprocesamiento inicial. Fase 5: fase de instalación Cuando todos los canales de asociación revelados a lo largo del reprocesamiento están completamente limpios, el terapeuta puede proceder con la fase de instalación. Ésta es la fase en la que la CP se vincula con la imagen original. La instalación se produce cuando la auto-evaluación establecida por el cliente se integra plenamente en la información tratada. Para que sea posible, el terapeuta comprueba la idoneidad, aplicabilidad y validez de la CP manifestada en la fase de valoración. Fase 6: chequeo de las sensaciones corporales (body scan) El material disfuncionalmente almacenado con frecuente se manifiesta somáticamente. Tras instalar la CP del cliente, el terapeuta le pide que revalúe su cuerpo desde la cabeza hasta los dedos de los pies en busca de tensión, contracciones, sensaciones anormales o incluso cambios positivos residuales que puedan estar presentes. Al implementar el chequeo corporal en este instante, el terapeuta busca las creencias bloqueadoras residuales u otros materiales. La mayoría de las sensaciones cognitivas, emocionales y físicas aumentará la probabilidad de un efecto positivo del tratamiento. Se pide al cliente que concentre su atención en el suceso originalmente tratado y la incomodidad física identifica. El terapeuta respeta las series de EB hasta que haya desaparecido la tensión. Esto es lo que dice el terapeuta para dar inicio al chequeo del cuerpo. Si surgen sensaciones positivas, recurrimos a la EB para fortalecerlas. Si surgen sensaciones negativas, recurrimos a la EB para reducirlas y seguir reprocesándolas hasta que cedan o desaparezcan. Con las series estándar de EB, el cliente es capaz de reducir o eliminar las sensaciones negativas o aumentar las sensaciones positivas que se hayan identificado. Si las sensaciones fiscas no se disipan, pueden estar presentes otros canales o redes asociadas de información y deberán ser procesadas antes de dar por finalizada la presente sesión. Las sensaciones positivas que surgen se refuerzan con series breves. Es frecuente que un cliente manifieste una lesión obvia cuando chequea su cuerpo. Cuando se describen este tipo de molestias corporales, seguiremos adelante con el chequeo del modo prescrito. Pueden ser problemas crónicos o agudos que se presentan fisiológicamente pero que afectan también psicológicamente. En estos casos podrían ocurrir tres cosas: a) incomodidad puede disiparse o remitir completamente; b) el cliente puede recordar otro incidente que no se ha anticipado ni por el terapeuta ni por el cliente, que les llevará a ser reprocesado durante la siguiente sesión o c) que no haya cambio, porque la molestia corporal no se relaciona con el procesamiento presente. El aspecto clave a recordar durante el chequeo corporal es que el reprocesamiento del material disfuncional no se considera completado hasta que el chequeo corporal esté limpio. No progresaremos al siguiente objetivo hasta que

Fases de la EMDR Leer más »

Causas y tratamiento de la diabetes en personas mayores

La diabetes es un trastorno metabólico producido por una disminución de la producción de insulina o por una mala utilización de la misma por parte de las células. La insulina es una proteína producida por el páncreas que permite la entrada de la glucosa en las células para poder ser utilizada por éstas como fuente de energía. Una lesión en el páncreas puede suponer variaciones en la cantidad de insulina y si falta ésta, se presentará una hiperglucemia, es decir, un aumento de la glucosa en la sangre ya que ésta no podrá penetrar en las células. Causas de la diabetes Existen múltiples circunstancias que pueden favorecer la aparición de una diabetes. Entre ellas destacan las siguientes: Herencia genética Obesidad y mala nutrición. Por mala nutrición no debe entenderse una ingestión escasa de alimentos, sino una ingestión excesiva, poco variada o limitada a alimentos ricos en hidratos de carbono Poco ejercicio físico Periodo de enfermedad violenta Consumo de muchos fármacos La probabilidad de padecer diabetes es mayor cuanto mayor es la edad Signos y síntomas de la diabetes Necesidad de orinar muchas veces y abundantemente (poliuria) Necesidad de beber mucha agua (polidipsia) Sensación de mucha hambre (polifagia). Aunque coma mucho, el diabético no se siente saciado Pérdida de peso Cansancio y fatiga En condiciones normales, la glucosa en sangre se mantiene entre unos límites de 70/120 mg/dl. El diabético presenta estos niveles aumentados. Tratamiento de la diabetes El objetivo del tratamiento es mantener los niveles de glucosa dentro de sus límites normales. En algunos casos estos se conseguirán mediante insulina, en otros ésta no será necesaria. En cualquier caso, una buena dieta y ejercicio físico son imprescindibles. Dieta La dieta es el pilar fundamental en el tratamiento de la diabetes. El diabético puede comer prácticamente de todo, pero evidentemente un exceso o una mala utilización de los alimentos puede suponer una descompensación de su enfermedad. Es imprescindible una buena distribución de las comidas. Éstas se repartirán en seis tomas: desayuno, a media mañana, comida, merienda, cena y antes de acostarse. De esta forma se pueden evitar complicaciones como la hipoglucemia. Las grasas deben tomarse solo en la cantidad necesaria. Hay que evitar engordar y que aumenten los niveles de colesterol. Así, los embutidos, mantequilla, nata, etc. se tomarán en bajas cantidades. Los aceites más aconsejables son los de maíz, oliva y girasol. Los alimentos proteicos tales como pescado, carne, clara de huevo se pueden tomar de forma normal. Es preferible que se coma más veces pescado que carnes y dentro de estas últimas son más aconsejables las de pollo, ternera y conejo Lo más importante es llevar un control de los hidratos de carbono. Para ello es necesario establecer las equivalencias por peso. Las verduras es mejor tomarlas en ensalada, para que conserven todas sus vitaminas. La fruta también se puede tomar en cantidades moderadas. El plátano y la uva son poco aconsejables por su alto contenido en hidratos de carbono, al igual que los frutos secos. La leche debe ser descremada, nunca debe ser condensada, por su alto contenido en azúcar. Las bebidas o refrescos artificiales contienen gran cantidad de hidratos de carbono, por lo que se debe restringir su consumo. Las infusiones, café, agua, pueden tomarse en las cantidades que se quiera, siempre y cuando no se les añada azúcar. Las bebidas alcohólicas, aparte del daño que producen, presentan gran cantidad de hidratos de carbono y su consumo en excesivo puede enmascarar síntomas de las complicaciones de la diabetes. Los edulcorantes artificiales, tales como la sacarina, se pueden tomar libremente. Sin embargo, el sorbitol, la fructosa, el manitol, no deben consumirse en cantidades abundantes. Es imprescindible no confiar en los llamados alimentos para diabéticos. Éstos llevan menos hidratos de carbono que el resto pero pueden llevar edulcorantes artificiales perjudiciales. Ejercicio físico Es beneficioso para todo el mundo, pero especialmente para el diabético. La edad no debe ser una barrera para realizar una actividad física, pues siempre hay un ejercicio recomendado para cada periodo de la vida. Debe realizarse 3-4 veces a la semana como mínimo, con una duración de 30-60 minutos cada vez, dependiendo del tipo de actividad. Lo más aconsejable es que se realice todos los días. Con un ejercicio mantenido, regular y suave, se pueden obtener grandes beneficios, entre los que podemos destacar: Disminuye la cantidad de glucosa en sangre Beneficia la respiración y mejora la actividad del corazón y la circulación Ayuda a reducir peso Produce sensación de bienestar Permite que la insulina del tratamiento se pueda administrar en dosis menores Es preferible realizar ejercicio cotidianamente que hacerlo esporádicamente. El médico o la enfermera serán quienes mejor puedan aconsejar sobre qué tipo de actividad es la más benéfica para la persona mayor diabética y en qué cantidad debe realizarse. Los ejercicios más recomendables son: caminar, andar, etc. El mejor horario para hacer el ejercicio en personas diabéticas es después de las comidas. Los riesgos derivados del ejercicio pueden aparecer cuando éste no se realiza de forma habitual o cuando se aumenta su intensidad. Es típica en estos casos la aparición de descensos bruscos de glucosa en sangre. Debido a esto, a veces es necesario modificar la dieta o el tratamiento de ese día. Para evitar la deshidratación, el ejercicio no debe realizarse en las horas más calurosas del día. Si no puede ser así, se tomará gran cantidad de agua. Antidiabéticos orales Son un grupo de medicamentos utilizados para el tratamiento de la diabetes en determinadas personas. Su administración es mucho más cómoda que la de la insulina ya que se trata de pequeños comprimidos que se toman unos 20-30 minutos antes de las comidas, en las dosis determinadas por el médico. Suele administrase cuando la dieta y el ejercicio no han dado los resultados esperados. Insulina Este tratamiento empieza a utilizarse si los demás no han logrado una compensación adecuada de la glucosa. La insulina no puede ser administrada por vía oral, sino que debe ser inyectada. El propio diabético o un familiar

Causas y tratamiento de la diabetes en personas mayores Leer más »