Nombre del autor:Eva María Galán Sempere

Problemas de incontinencia urinaria en los hombres

Es bastante habitual encontrar a varones ancianos que han tenido problemas con la próstata y a quienes, como remedio a sus males, les han colocado una sonda vesical para permitir que la orina salga libremente de la vejiga, salvando así el obstáculo de la próstata. Bien es verdad que en ocasiones no queda otro remedio que actuar así, pero desde luego, el hecho de “soportar” la sonda urinaria conlleva unos inconvenientes que deterioran considerablemente la calidad de vida de cualquier sujeto. Por ello, es recomendable consultar al médico cuando aparezca cualquier problema para orinar, por pequeño que sea, para evitar que progrese la sintomatología y no correr el riesgo de acabar con una sonda vesical Los primeros síntomas La gran mayoría de las veces a partir de los 50 años se “despierta” la próstata, en el sentido de que aparecen por primera vez las molestias. Los síntomas casi siempre comienzan de forma poca manifiesta, y lo más probable es que solo se acentúen algunas molestias previas que habían pasado inadvertidas. Inicialmente, suele producirse una necesidad de vaciar la vejiga sobre todo por la noche, lo cual obligará a orinar con bastante frecuencia, tanto durante el día como por la noche. En esta fase es bastante típico que el sujeto tenga que buscar con “prisa” un baño, ya que siente necesidad de vaciar la vejiga inmediatamente y es posible incluso que a veces no le dé tiempo a llegar al WC y sufra algún escape involuntario de orina. Junto con este aumento de la frecuencia miccional, suele existir una disminución en el chorro de la orina, ya que se orina con menos fuerza y con un calibre más fino. Conforme pasa el tiempo puede ser que aparezcan algunas dificultades para empezar a orinar, notando ganas de vaciar la vejiga pero que no se puede orinar fácilmente. También es posible que después de orinar se note que no se ha vaciado por completo la vejiga y que se quede con ganas de orinar mas. Las dificultades aumentan Aunque no existen unas reglas flojas con respecto a los síntomas de los problemas prostáticos, habitualmente esas molestias iniciales van seguidas de otra serie de síntomas, sobre todo con dificultad para empezar a orinar, micciones muy frecuentes pero con escasa cantidad de orina, un chorro de orina muy finito y sensación de que la vejiga continua llena después de haber orinado. La progresión de estos síntomas suele indicar que la próstata está produciendo un obstáculo cada vez mayor para vaciar la vejiga. ¿Por qué pasa esto? La justificación de estos síntomas se debe a la estrecha relación que existe entre la próstata y la vejiga. Conforme la próstata va aumentando de tamaño, que es lo que ocurre a partir de la edad media de vida, puede ir provocando cierto grado de compresión sobre la uretra y la vejiga, actuando como un obstáculo parcial para vaciar la vejiga. Como este proceso de crecimiento de la glándula prostática es lento, hay tiempo suficiente para que el tramo urinario inferior se adapte a esta situación. Por ello suelen existir unos síntomas iniciales que indican un intento de compensar esta dificultad para vaciar la vejiga. Posteriormente aparecen otros síntomas que ya hacen pensar que el obstáculo al vaciado de la vejiga va siendo mayor y que no compensa solo con un mayor número de micciones. Lo ideal es consultar al médico en las fases iniciales, para tratar de evitar un mayor crecimiento de la próstata y que no tenga repercusiones sobre la función de los riñones o en el proceso de eliminación de la orina.   (Información extraída de Lo suyo tiene solución los problemas de la incontinencia urinaria Carlos Verdejo Bravo, 1994)

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Trastornos de somnolencia excesiva (DOES)

Las personas necesitan la cantidad de sueño que les permita estar bien despiertas, alertas y con energía a lo largo del día. Sin embargo, algunas personas se encuentran tan adormiladas durante el día que se quedan dormidas inadvertidamente, incluso cuando están activas o cuando muy pocas personas se quedan dormidas. La persona que está siempre con sueño puede experimentar también micro sueños o breves lapsos difíciles de percibir. Este tipo de reacción puede hacer a una persona propensa a los accidentes y tal vez incluso peligrosa cuando conduce, vuela o maneja determinadas máquinas. Las personas que se sienten adormecidas, durante el día hasta el punto de quedarse dormidas fácilmente, o bien tienen algún problema que les impide dormir adecuadamente durante la noche o bien tienen algún proceso patológico que les lleva a la somnolencia constantemente (Dement, 1983) Si bien existen muchos más casos entre la población de DIMS que de DOES, los últimos suponen una proporción mayor que los primeros de los casos que se ven en los centros dedicados a los trastornos de sueño. Dado que muchos del subtipo de DOES son graves y peligrosos para la vida, y al mismo tiempo requieren de una polisomnografía complicada para su diagnóstico, las personas que se quejan de adormecimiento excesivo durante el día deberían dirigirse a un centro especializado en trastornos del sueño. Los DOES se asocian más frecuentemente con trastornos de las funciones psicológicas y médicas. Una de las técnicas más importantes para determinar si la somnolencia ha llegado a niveles patológicos es la Prueba de Latencia de Sueño Múltiple. Se da a los individuos entre 4 y 6 oportunidades durante el día de dormir una siesta en el laboratorio del sueño mientras se les somete a una polisomnografia. Aquellas personas que se quejan de excesiva somnolencia durante el día se quedarán dormidas rápidamente (con una media de menos de 5 minutos) en todas estas ocasiones con independencia de la hora del día en que se encuentren. Las personas que duermen bien y están descansadas tardan entre 12 y 15 minutos o más, en quedarse dormidas cuando  tienen la oportunidad de echar una siesta durante el día. También se puede pedir a los pacientes que puntúen de 1 al 7 durante el día su nivel de estado de alerta en la Escala del Sueño Stanford. Existen múltiples causas de los DOES, algunas de las cuales son las mismas que las correspondientes a la categoría de los DIMS. Los subtipos que son aplicables tanto a los DIMS como a los DOES son los que están asociados a factores fisicopsicologicos, trastornos psiquiátricos, consumo de drogas y alcohol, trastornos respiratorios, inducidos por el sueño, mioclonia nocturna y piernas inquietas, otras situaciones medicas toxicas y medioambientales, así como las anormalidades no objetivas del sueño. El factor diferenciador fundamental es que la queja principal sea de sueño perturbado o de excesiva somnolencia durante el día. Hay tres subtipos que corresponden a los DOES: la hipersomnolencia del SNC idiopática, los DOES asociados  a otros síntomas de DOES y la narcolepsia. Los comentarios que se hacen a continuación sobre la narcolepsia se apoyan en gran medida en la descripción de William Orr proporciona en Hauri (1982). La narcolepsia es un trastorno grave que se caracteriza por pautas REM anormales, cataplexia, parálisis en el sueño y alucinaciones hipnagógicas. En el laboratorio del sueño, el neuroléptico muestra periodos REM tempranos dentro de los 15 primeros minutos de sueño. La cataplexia es una pérdida breve, repentina, del tono muscular esquelético que se presenta a menudo después de que el individuo ha tenido una reacción emocional como risa, enfado o excitación. El narcoléptico permanece consciente durante el episodio, lo que diferencia este fenómeno de un ataque. Alrededor del 60% de los narcolépticos experimentan cataplexias. La parálisis del sueño es la incapacidad total de mover los músculos en el momento de quedar dormido o de despertar. Si bien algunos individuos normales pueden experimentar este fenómeno al despertarse, la parálisis del sueño al dormirse es mucho más indicativa de narcolepsia. Las alucinaciones hipnagógicas consisten  en experiencias parecidas a los sueños muy vivas que tienen lugar en el momento en el que comienza el sueño. Por lo general, los neurolépticos comienzan a sufrir periodos de somnolencia excesiva durante el día cuando tienen poco más de 10 o 20 años. La historia familiar es un factor que contribuye significativamente, afectando este síndrome por igual a hombres y mujeres. (Información extraída de Tratamiento del comportamiento contra el insomnio persistente Patricia Lacks, 1993)

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Nueve normas de higiene del sueño

  No ir a la cama hasta que se esté soñoliento Levantarse aproximadamente a la misma hora todas las mañanas, incluyendo los fines de semana. Si piensa que debe de levantarse más tarde los fines de semana, hágalo un máximo de una hora más tarde No dormir siestas. Estas tres primeras reglas le darán un ritmo de sueño consistente y sincronizarán su reloj biológico. Con el tiempo, su hora de acostarse o la hora en que se siente soñoliento también tenderán a regularizarse. No beber alcohol dos horas antes de acostarse No consumir cafeína después de las 4 p.m. o dentro de las 6 horas antes del momento de acostarse. Aprenda qué comidas, bebidas y medicamentos contienen cafeína No fumar varias horas antes de dormir Hacer ejercicio regularmente. La mejor hora para hacer ejercicio es la primera hora de la tarde. Elimine los ejercicios físicos fatigosos después de las 6 p.m. Utilizar el sentido común para hacer que el entorno sea lo más estimulante posible para el sueño. Establezca una temperatura confortable y unos niveles mínimos de sonido, luz y ruido Si se está acostumbrando a ello, tomar un ligero piscolabis de carbohidratos antes de la hora de acostarse (ej. Galletas, leche o queso). No tomar chocolate o grandes cantidades de azúcar. Evitar tomar líquido en exceso. Si se despierta a mitad de la noche, no coma nada o puede comenzar a despertarse habitualmente a la misma hora sintiendo hambre. Regla 1. Túmbese con la intención de dormir solo cuando se sienta somnoliento y listo para ello Muchas personas que sufren de insomnio van a la cama antes de estar somnolientas. Si tuvieron dificultad en quedarse dormidas la noche anterior, probablemente se sentirán cansadas y pensarán que deberían acostarse más pronto esta noche. Algunas veces, esta gente pasa de 10 a 12 horas en la cama tratando de dormir 8 horas. Deje que su cuerpo le indique cuándo está somnoliento. Si va a la cama cuando está adormilado, es más probable que se duerma directamente, reforzando la asociación entre la cama y el sueño. Si no está somnoliento, puede que de vueltas, empiece a pensar y se despierte mental y físicamente. Esto únicamente reforzaría las pautas de los viejos hábitos que estamos tratando de eliminar. Recuerde, estar cansado no significa estar somnoliento o preparado para dormir. Algunas personas se preocupan porque piensan que si siguen esta norma no dormirán lo suficiente, ya que no pueden cambiar la hora de levantarse debido a su trabajo y horarios. Pero su cuerpo puede determinar cuánto tiempo de sueño necesita realmente para funcionar bien. Con el tiempo, le enviará este mensaje sintiéndose somnoliento cuando sea el momento adecuado de ir a la cama. Regla 2. Levantarse a la misma hora todas las mañanas independientemente de lo que haya dormido durante la noche o de lo descansado que se sienta. Utilice un despertador para asegurarse de que cumple este horario de despertar. Es importante que su cuerpo pueda establecer un ritmo regular de altos y bajos. Dormir hasta tarde algunas mañanas tiene el mismo efecto que el que produce en sus pautas de sueño viajar a través de distintos usos horarios. Muchas personas que duermen mal utilizan las mañanas de los fines de semana para tratar de recuperar algo del sueño que perdieron durante la semana. Se desaconseja hacer esto porque solamente exacerba los problemas de sueño. Si duerme durante las mañanas de los fines de semana, no podrá quedarse dormido a su hora habitual por la noche, estableciendo las condiciones típicas del insomnio para el resto de la semana. Regla 3. No dormir siestas durante el día La mayor parte de los expertos del sueño están convencidos de que dormir siestas casi siempre interrumpe el ritmo sueño-vigilia haciendo más difícil dormir por la noche. Una razón para esta interrupción es que la mayoría de la gente que duerme siestas lo hace algunos días pero no otros y duerme siestas a horas diferentes cada día. Si duerme siestas, puede que también interfieran en su capacidad natural de obtener la combinación necesaria de todas las diferentes fases del sueño. Los procedimientos descritos en las tres primeras instrucciones le ayudarán a adquirir un ritmo de sueño consistente, de manera que se sienta somnoliento y preparado para dormirse aproximadamente a la misma hora cada noche y se sienta alerta y listo para despertar a la misma hora cada mañana. Regla 4. No beber alcohol dos horas antes de acostarse A pesar de que el alcohol es un sedante, que si se consume adecuadamente puede ayudarle a relajarse y quedar dormido, conduce a un sueño intranquilo, no reconstituyente y crea una tendencia a despertarse durante la noche Regla 5. No ingerir cafeína durante las 6 horas anteriores a acostarse La cafeína es un poderoso estimulante cuyo efecto es de gran duración e interfiere en el ciclo natural del sueño. Mucha gente cree que el té contiene mucha menos cafeína que el café, aunque la verdad es que las dos substancias contienen cantidades parecidas de cafeína. Regla 6. Si es usted fumador, trate de no fumar en las horas anteriores a acostarse Al igual que la cafeína, la nicotina es un potente estimulante Regla 7. No utilizar ejercicios fiscos intensos antes de acostarse El ejercicio físico estimula el cuerpo y hace que resulte muy difícil dormir justamente después. El ejercicio físico realizado justamente antes de acostarse no estimula el sueño sino que tiene el efecto paradójico de despertarnos. De hecho, las personas adormecida y quieren permanecer despiertas para estudiar, a menudo realizan ejercicios físicos para espabilarse. Sin embargo, el ejercicio físico realizado a primeras horas de la tarde es algo recomendable y puede ser un buen sustituto de la cafeína para evitar la somnolencia típica de esas horas Regla 8. Organizar el ambiente de forma que resulte inductor del sueño Preste atención a factores como la luz, temperatura, colchones, nivel de volumen de sonidos y otros que tengan importancia. Una maquina de sonido blanco puede disimular los ruidos exteriores.

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Frases para hacer frente a la ansiedad

Las frases para hacer frente a la ansiedad están  concebidas par apartar su mente de las conversaciones internas miedosas del tipo “y si…” y redireccionarla hacia una postura más confiada y cómoda en respuesta a la ansiedad. Cuando nos sentimos ansiosos, somos mucho más susceptibles de lo que nos imaginamos a las frases “y si…”. Si se sugiere frases de más apoyo más realistas y tranquilizadoras, su mente empezará también a aceptar esas ideas. “con la practica repetitiva y con el paso del tiempo, acabará internalizando sus frases para hacer frente a la ansiedad hasta tal punto de que le vengan automáticamente a la cabeza cuando se enfrente a la ansiedad y las preocupaciones”. Existen tres tipos de frases para hacer frente a la ansiedad. Frases planificadas de antemano para afrontar una situación difícil Frases para utilizar al afrontar, por vez primera, una situación difícil o temida Frases para ahuyentar sensaciones incomodas de ansiedad o pánico Frases para preparase para afrontar una situación temida Hoy estaré dispuesto a superar un poco la línea de mi zona de confort Esta es una oportunidad para aprender a sentirme cómodo con esta situación Afrontar mi miedo a…. , es la mejor manera de superar la ansiedad que siento Cada vez que decido afrontar…, doy un paso más hacia liberarme de ese miedo Si doy ahora este paso, acabaré siendo capaz de hacer lo que deseo No hay forma correcta de hacerlo. Pase lo que pase está bien Sé que me sentiré mejor la próxima vez que me encuentre en la situación Haga lo que haga, lo haré lo mejor que pueda Me elogio por ser capaz de afrontar mi miedo a… Siempre hay una manera de retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para entrar en una situación temida Lo he manejado antes y puedo manejarlo ahora Relájate y no tengas prisa. No hay necesidad de presionarse No me pasará nada grave Es correcto que le dedique tiempo. Haré solamente aquello que esté preparado hoy para hacer Estaré bien. Antes ya he salido con éxito de ello No tengo que hacerlo perfectamente soy humano Mientras lo hago puedo pensar que me encuentro en un lugar tranquilo Puedo controlar mi nivel de ansiedad y retirarme de la situación en caso de necesidad Frases para sensaciones de sentirse atrapado Que no pueda salir de la situación en este momento no significa que esté atrapado. Me relajaré de momento y saldré de aquí nada La idea de estar atrapado no es más que un pensamiento. Puedo relajarme y olvidarme de esa idea Frases generales para hacer frente a la ansiedad o el pánico Puedo controlar estos síntomas o sensaciones Estas sensaciones no son más que un recordatorio de que debo utilizar más habilidades para afrontar la situación Puedo tomármelo con tiempo y esperar que pasen estas sensaciones Me merezco sentirme bien ahora mismo No es más que adrenalina…pasara en pocos minutos Pasará pronto Puedo superarlo Son solo pensamientos no realidad No es más que ansiedad, no permitiré que se apodere de mi Esta ansiedad no me hará daño, aunque no sea agradable Estas sensaciones o sentimientos no tienen nada de peligroso No necesito que estos sentimientos y sensaciones me detengan. Puedo seguir adelante No son más que pensamientos (ansiosos) nada mas ¿y qué? Anote sus frases en pequeñas tarjetas Una buena idea apara tener estas frases siempre a mano es anotar las favoritas en una pequeña tarjeta que puede llevar encima, en el bolso o cartera, o pegar en el salpicadero del coche. Siempre que sienta que se acercan los síntomas de la ansiedad, busque la tarjeta y léala. Recuerde, es necesario practicas muchas veces estas frases antes de internalizarlas plenamente. Al final, acabarán robando el sitio que ocupan las conversaciones internas temerosas y catastrofistas que mantienen en marcha la ansiedad. El esfuerzo que ponga en la práctica de estas frases merecerá la pena. Afirmaciones Las frases y las estrategias para afrontar la ansiedad, ayudan a disminuir la ansiedad del momento. Las afirmaciones sirven para el momento, aunque resultan también útiles a largo plazo. Le ayudaran a cambiar la creencia instaurada que tiende a perturbar la ansiedad. Su objetivo es ayudarle a cultivar una actitud más constructiva y fuerte hacia la ansiedad que experimente. En lugar de ser una víctima pasiva de la ansiedad, podrá cultivar una actitud de dominio activo. En lugar de sentirse inútilmente atrapado o superado por el pánico, temeroso o preocupado, podrá cultivar una actitud de mayor confianza y fe en su capacidad de superar la ansiedad. Las afirmaciones siguientes tienen como objetivo ayudarle a cambiar las actitudes y creencias básicas que contribuyen a su ansiedad. Leerlas un par de veces no sirve para marcar la diferencia. Repetirlas diariamente durante semanas  o meses, sin embargo, empezará a ayudarle a cambiar su perspectiva básica sobre el miedo en una dirección constructiva. Una forma de hacerlo es repasar la lista despacio una o dos veces al día. Reflexione sobre cada afirmación a medida que vaya leyéndolas. Incluso mejor, grabe la lista y deje unos segundos de silencio entre una y otra afirmación. Escuche luego la lista grabada cada día, relajadamente, para reforzar una actitud mas positiva y confiada hacia usted mismo y su vida. Pensamientos negativos y afirmaciones positivas para combatirlos Esto es insoportable. Puedo aprender a afrontarlo mejor ¿ y si esto sigue y no para nunca? Lo iré haciendo poco a poco. No tengo que pensar en el futuro Me siento dolido, mal posicionado respecto a los demás. A algunos nos toca andar por caminos más tortuosos que a otros. Ello no me convierte en un ser humano menos valioso aunque cumpla menos cosas en el mundo exterior ¿Por qué tengo yo que ocuparme de esto? Hay personas que parecen tener más tiempo libre para disfrutar de su vida. la vida es una escuela. Por las razones que sean, al menos por ahora, me ha tocado el camino más duro…un recorrido más complicado. Esto no me hace ser malo.

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Características del niño con discapacidad intelectual

El desarrollo del niño con DI debe ser considerado inmerso en el proceso evolutivo normal, que implica las etapas evolutivas: sensorio motora, pre operacional operaciones concretas y operaciones formales, independientemente del periodo evolutivo que sea capaz de alcanzar y las destrezas que pueda desarrollar. Cada niño con DI tiene unas características personales, tanto en capacidad intelectual como en constitución física, salud, déficits asociados, experiencias socio-familiares, estimulación, etc. por lo que es difícil y poco prudente establecer unas características excesivamente concretas y enriquecedoras. Como suele ocurrir con cualquier otro niño, la conducta personal y social de los niños con DI, aun siendo muy diferentes, puede configurarse en una serie de características comunes con diversa graduación. No todos los aspectos que relacionamos deben influir en el mismo niño. Por la misma razón, alguna de estas características, también puede presentarse en niños “normales”. Por tanto no son definitorias de Discapacidad Intelectual, pero deben tenerse en cuenta y valorar su incidencia en cada caso concreto de los aspectos que se explicitan, sobre todo en relación con las categorías ligeros y medios: Aspectos físicos Desarrollo motor por debajo de sus pares Desequilibrio estatura/peso Escaso dominio de la funcionalidad del cuerpo Reducida habilidad psicomotriz en general Pobre imagen corporal Escasa habilidad manual Dificultad en coordinación: ojo, mano, oreja, pie Dificultad en actividades que exigen equilibrio: paso sobre talón, línea o hilo Locomoción carente de agilidad Posible afectación de otros órganos: vista, oído Problemas de salud Aspectos cognitivos Curiosidad superficial Capacidad de atención reducida y con tendencia a la dispersión Selección de aspectos irrelevantes Déficit perceptivo, entendido como aprehensión de la información Déficit de memoria, con mejores actuaciones en reconocimiento espacial No utiliza de forma espontanea estrategias de aprendizaje y retención Dificultad en el procesamiento de la información Adquisición de lenguaje como los demás niños aunque más lentamente Presenta dificultades de construcción lingüística y suele hacerlo con expresiones concretas Limitado e inseguro en solución de problemas, centrándose más en claves externas Poco interés por juegos simbólicos Prefieren juegos estructurados y concretos Dificultad de generalizar a problemas nuevos las estrategias aprendidas Sin embargo tiene posibilidad de aplicar lo aprendido en situaciones idénticas Aspectos personales El retraso mental no implica enfermedad mental, aunque pueda generarse Bajos auto concepto y autoestima Dispone de un historial de fracasos Tendencia a evitar el fracaso más que buscar éxito Posible ansiedad, generalmente inducida por el entorno Problemas de afectividad Cambios de humor Insuficiente autocontrol y auto cuidado Estereotipias Hiperactividad Falta de motivación intrínseca Dependencia de las decisiones de los demás Posibles problemas de personalidad, a veces como reacción a situaciones conflictivas Falta de creatividad Puede ser un excelente colaborador en tareas adecuadas a sus posibilidades Aspectos sociales Conocimiento social limitado, aislamiento Reducida intervención en relacione sociales: juegos, actividades de estudio, trabajo, relación con sexo opuesto Posible sometimiento para conseguir aceptación Indefensión y reducida agresividad Aunque puede tener reacciones impulsivas y disruptivas Susceptible de abusos Puede adquirir destrezas sociales Intentos de relación que desaparecen por carencia de aceptación y esfuerzo Relación con otros niños con DI y con niños de menor edad cronológica y más cercanos a su Edad Mental Son capaces de lograr cierta autonomía en su cuidado personal Pueden conseguir una capacitación profesional práctica De los aspectos descritos cabe destacar que deben tomarse como puntos de observación para, a partir de ellos y  constatado el grado de incidencia en el sujeto, establecer estrategias de desarrollo y/o superación del problema, dado que hay una gran diversidad de situaciones según la organicidad y grado de desarrollo del lenguaje solo gestual, coloquial, etc. Así el niño considerado como ligero, sin etiología orgánica o trastorno grave, evoluciona de forma muy parecida a un niño normal, adquiere el lenguaje mas tarde pero puede expresarse y alcanzar su independencia personal y laboral. Por su parte, el niño con DI catalogado como medio estará más limitado en su progreso, con escasa vida independiente y necesitado de mayor supervisión. El sujeto con DI severo se encuentra muy afectado en su movilidad y control de esfínteres, por tener el SNC dañado y con escasas posibilidades de comunicación. Su inhabilidad para solucionar sus necesidades básicas necesita control permanente. El individuo con DI profundo, con problemas neurológicos graves, tiene la movilidad más restringida, no controla esfínteres, es pobre en comunicación y suele presentar comorbilidad con otros trastornos graves del desarrollo.     (Información extraída de Discapacidad intelectual: desarrollo, comunicación e intervención / coordinadores, José́ Manuel García, Juan Pérez Cobacho, Pedro Pablo Berruezo Adelantado, 2002)

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¿Cómo y cuando aparece el autismo?

El niño en cuestión presenta un desarrollo normal durante el primer año y medio de vida y hacia esa edad, 18 meses, la mayor parte de los padres empiezan a mostrar sospechas de que algo raro está sucediendo. El niño procede de un embarazo y parto normal. No presenta mayores dificultades en la alimentación que las observadas en otros niños. El desarrollo y adquisición de hitos motores se realiza dentro de los parámetros de la normalidad. El desarrollo de la comunicación y de la relación social también se sitúa dentro de la normalidad durante el primer año de vida. El bebé presenta y adquiere pautas intersubjetivas primarias, muestra interés en los juegos circulares de interacción y desarrolla pautas tempranas de anticipación social. Hacia los últimos meses del primer año se esbozan conductas comunicativas y aparición en el primer año, de las primeras palabras. Durante este periodo de tiempo que se extiende hasta finales del primer año, tan solo se destaca la característica ausencia de la conducta de señalar, en especial, en lo que se refiere a funciones de tipo ostensivo y una cierta pasividad no bien definida. Hacia los 18 meses, los padres describen las primeras manifestaciones de alteración en el desarrollo. Como una especie de parón en el desarrollo. El niño pierde el lenguaje adquirido. Muestra una sordera paradójica por la que no responde cuando se le llama ni cuando se le dan órdenes y en cambio, reacciona a otros estímulos auditivos (por ejemplo, los anuncios de la TV). Deja de interesarse en la relación con otros niños. Gradualmente se observan conductas de aislamiento social. No utiliza la mirada y es difícil establecer contacto ocular con él. Por otro lado, la actividad funcional con los objetos y el juego es muy rutinaria y repetitiva. No muestra ni desarrolla actividad simbólica. Hace casi siempre las mismas cosas, rutinas y rituales. Muestra oposición a cambios en el entorno y se perturba emocionalmente a veces de forma intensa cuando se producen cambios nimios. Revière (2000) proporciona algunas respuestas a la posible significación que tiene este habitual proceso que nos describen las familias. De los estudios llevados a cabo parece desprenderse la idea de la existencia de un patrón prototípico de presentación del trastorno que se caracteriza por: Normalidad aparente en los ocho o nueve primeros meses de desarrollo, acompañada muy frecuentemente de una característica “tranquilidad excesiva” Ausencia de conductas de comunicación intencionada, tanto para pedir como para declarar, en la fase elocutiva del desarrollo entre el noveno y el decimo séptimo mes, con un aumento gradual de pérdida de intersubjetividad, iniciativa de relación, respuesta al lenguaje y conducta de relación Una clara manifestación de alteración cualitativa del desarrollo que suele coincidir precisamente con el comienzo de la llamada fase elocutiva del desarrollo. En esta fas resulta ya evidente un marcado aislamiento, limitación ausencia del lenguaje, sordera paradójica presencia de rituales, oposición a cambios y ausencia de competencias intersubjetivas y de ficción Además, Rivière proporciona algunos datos sugerentes, para apoyar la idea de que este patrón es especifico del autismo, cuando compara los informes retrospectivos de los padres con hijos diagnosticados de autismo y padres con hijos diagnosticados con retraso del desarrollo y rasgos autistas. Los datos que obtiene vienen a demostrar que este perfil es específico del autismo, o al menos permite diferenciar a los niños con autismo y retraso asociado de aquellos otros que presentan retraso del desarrollo con rasgos autistas asociados. Característicamente, en los niños con autismo, el patrón de pasividad, ausencia de comunicación y anomalía obvia posterior provoca preocupaciones en los padres de los niños autistas más tarde que en los padres de niños con retraso y espectro autista. Además, se asocia a menores grados de alteraciones médicas y neurológicas, se acompaña de sospechas más frecuentes de sordera  en el niño y se asocia con menor retraso motor en los niños con autismo que en los que tienen retraso y rasgos autistas. Indicadores de autismo típicos de la etapa 18-36 meses (Tomado de Rivière, 2000) Sordera aparente paradójica. Falta de respuesta a llamadas e indicaciones No “comparte focos de atención” con la mirada Tiende a no mirar a los ojos No mira a los adultos vinculares para comprender situaciones que le interesan o extrañan No mira lo que hacen las personas No suele mirar a las personas Presenta juego repetitivo o rituales de ordenar Se resiste a cambios de ropa, alimentación, itinerarios o situaciones Se altera mucho en situaciones inesperadas o que no anticipa Las novedades le disgustan Atiende obsesivamente una y otra vez, a las mismas películas de video Coge rabietas en situaciones de cambio Carece de lenguaje o, si lo tiene, lo emplea de forma ecolálica o poco funcional Resulta difícil “compartir acciones” con él o ella No señala con el dedo índice para pedir No señala con el dedo índice para compartir experiencias Frecuentemente pasa por las personas como si no estuvieran Parece que no comprende o que “comprende selectivamente” solo lo que le interesa Pide cosas, situaciones o acciones, llevando de la mano No suele ser él quien inicia las interacciones con los adultos Para comunicarse con él, hay que “saltar un muro”, es decir, hace falta ponerse frente a frente y producir gestos claros y directivos Tiende a ignorar completamente a los niños de su edad No juega con otros niños No realiza juego de ficción; no representa con objetos o sin ellos situaciones, acciones, episodios, etc. No da la impresión de complicidad interna con las personas que le rodean aunque tenga afecto por ellas Es de gran interés el preguntarse el ¿por qué? De esta presentación tan peculiar del trastorno y además, en un momento evolutivo anteriormente descrito. ¿Qué puede estar sucediendo desde finales del primer año de vida, en el desarrollo del niño tanto desde el punto de vista neurobiológico como psicológico para que se observe ese parón tan característico? En el desarrollo del niño normal y en un plano psicológico cuando el bebé humano ha construido mecanismos de intersubjetividad secundaria

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Estrategias y programas de rehabilitación para mejorar la memoria en el envejecimiento normal

La incapacidad para recordar se puede deber a fallos que ocurren durante alguna de las tres fases de la memoria, o sea, durante el registro o codificación, el almacenamiento o retención y la evocación o recuperación. Cuando alguien experimenta la sensación de angustia de “lo tengo en la punta de la lengua”, el problema se puede atribuir a una falta de atención en el momento de registro, a problemas durante el almacenamiento o a deficiencias para encontrar alguna clave que propicie la evocación. Hay estrategias dirigidas al paciente para cada una de las etapas de los procesos de memoria: Para mejorar el registro o codificación Mantenga una actitud abierta y positiva. Como la memoria es un proceso creativo, la intención de recordar y la activación emocional van a determinar la actividad que se desarrolla. Crea en usted. No permita que las expectativas negativas lo derroten. Si se descubre pensando que no puede recordar nombres, sustituya el pensamiento por “puede que olvide los nombres, pero voy a mejorar gracias a las técnicas” Haga una elección consciente de lo que quiere recordar. Es imposible recordarlo todo, así que dirija su energía a las áreas mas importantes para usted. Observe activamente y piense acerca de lo que quiere recordar. Es muy difícil recordar cosas que no hemos observado claramente o con interés. Observar activamente es el acto de prestar atención consciente a los detalles que vemos, escuchamos o leemos. Por medio de una observación activa podemos encontrar significado en una fotografía, una cara nueva, un paisaje, una conversación o lo que sucede en la calle. Esto contrasta con la actitud pasiva de dejar pasar lo que nos ocurre diariamente sin pensar o sin mostrar interés. Es importante el significado de lo que estamos aprendiendo. Analice cómo se siente, cómo le afecte y qué es lo que desea recordar. Hágase preguntas que refuercen el significado. Una clave para recordar es mantenerse interesado. Enfoque la atención en lo que desea recordar. Pregúntese a qué le presta atención; hacerlo aumenta inmediatamente nuestra atención y concentración. Una alta proporción de los problemas de memoria se debe a una mala capacidad para escuchar activamente Fortalezca la huella de la memoria mediante varias modalidades. Utilice los cinco sentidos. Tenemos diversos tipos de memoria y la capacidad de cada una es extraordinaria. Por ejemplo, un olor puede activar los recuerdos más vividos, pues el nervio olfativo está a solo dos sinapsis de la amígdala, centro de las emociones humanas. El recuerdo evocado por un olor no es más exacto que uno evocado por otras claves como imágenes. A pesar de que el olor no aumenta la exactitud, se ha encontrado que incrementa la intensidad de la evocación. Elabore sobre los detalles de lo que desea recordar. Un pensamiento breve y mal examinado es muy frágil y se olvida fácilmente. Cuando elaboramos sobre los detalles de un pensamiento o una idea, la codificación de la información es más profunda. Para lograrlo trate de entender qué sucede y relaciónelo con lo que ya conoce y la sensación que le provoca Trate de comprender antes de memorizar. Haga preguntas para aclarar y verificar la información. Para mejorar la retención o el almacenamiento Proporciónese tiempo para aprendizaje y la memorización. Olvidamos cuando estamos apurados. Es necesario darnos tiempo para consolidar lo que tenemos que recordar. El aprendizaje nuevo interfiere con el antiguo. Recuerde que el almacenamiento temporal es muy susceptible a las interferencias Evite las distracciones, dé tiempo a la consolidación. Después de estudiar cerca de una hora, es importante que se tome un descanso y haga algo que eleve sus noveles de adrenalina y norarenalina como correr, caminar, lavar ropa, barrer; actividades que ayuden a fijar los recuerdos. Cuando tenemos una experiencia muy intensa, la norarenalina aumenta la intensidad de la señal y ésta se guarda en la memoria. Después del descanso regrese y revise el material antes de intentar aprender algo nuevo Repita y practique. Revise la información. Dígala o léala en voz alta; subraye lo que considere importante, haga un resumen o revíselo. Repetir la información ayuda a mejorar el recuerdo, siempre y cuando se haya combinado con otras estrategias. Este repaso adicional mejora el tiempo de evocación y fortalece el aprendizaje Revisualización. “una imagen vale más que mil palabras”. La visualización es el proceso de crear una imagen mental de una tarea, un número, un nombre o un pensamiento abstracto. Trate de convertir las palabras en imágenes con significado y retenga la imagen en la mente durante unos segundos. Esta técnica se conoce como “el arte de la memoria” y consiste en asociar imágenes vividas de las cosas o palabras que se desea retener con un conjunto de lugares conocidos para recordarlas luego. Por ejemplo, para no olvidar comprar aceite: coloque la imagen de la botella sobre la mesa de la sala donde si llega a tirarla, dañará los muebles. También puede colocar en varios cuartos de su casa imágenes de lo que necesita. Este sistema fue ideado en el año 500 a.C. por Simónides de Creos, poeta griego quien desarrolló el sistema de los lugares de la memoria. Cuenta la leyenda que durante un banquete el poeta se salvó de morir aplastado por el derrumbe del techo y fue el único capaz de reconocer los cuerpos destrozados de los comensales al recordar los lugares donde estaban sentados. Asociación. Consiste en hacer una conexión mental entre lo que estamos memorizando y el conocimiento que ya tenemos. Otra manera de utilizar la técnica estriba en asociar los datos e ideas que tienen sentido para nosotros; por ejemplo, codificar o asociar el número confidencial de la tarjeta bancaria con la fecha del cumpleaños. En este caso también es importante repetir la información varias veces, memorizar en sesiones cortas y descansar diez minutos. Mientras aprende es importante evitar interferencias como las llamadas telefónicas o el ruido Genere instrucciones verbales acerca de lo que desea recordar. La auto instrucción es el proceso de darse un refuerzo mental o verbal para prestar atención a

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¿Cuáles son las reacciones emocionales ante el cáncer?

Cuando una persona padece cáncer en cualquier fase de la enfermedad, sufre un fuerte impacto emocional, su funcionamiento social y laboral puede estar afectad y este malestar se extiende a su familia y amigos. El diagnostico inicial supone un shock, a muchas personas les cuesta creer que pueda ser verdad, se sienten incapaces de tomar decisiones y no saben muy bien qué hacer, surge el miedo y la resolución ante la posibilidad de una enfermedad larga, riesgo de muerte y ruptura de las metas vitales. Durante y después del cáncer es posible vivir con bienestar personal, familiar y laboral, si bien se requiere tiempo para habituarles y adaptarse a la nueva situación. Cada persona responde ante el cáncer y sus tratamientos de un modo diferente, que puede ser variable, de forma que a veces el estado emocional cambia de día en día y de hora en hora. Las reacciones más frecuentes experimentadas por la persona afectada de cáncer son una combinación de las siguientes emociones que se describen a continuación. Miedo El cáncer es la enfermedad más temida, ello se debe a que en nuestro medio social se sostienen mitos que hacen que el cáncer sea sinónimo de muerte inevitable, dolor, incapacidad, desfiguración y sufrimiento ante el que nada se puede hacer. Estas creencias son absolutamente falsas, en la actualidad los tratamientos permiten la curación de la mitad de los pacientes, en otros casos se logra controlar la enfermedad como una condición crónica y siempre se puede disponer de cuidados efectivos para eliminar o paliar el dolor, los síntomas negativos y el sufrimiento o mejorar el bienestar durante la enfermedad. En todos los casos siempre hay algo que se puede hacer. El cáncer suscita miedo pero ¿qué es lo que tiene usted? ¿Tiene miedo a morir? ¿Tiene miedo de sufrir? ¿Es el miedo de que no pueda cumplir sus objetivos vitales? ¿Tiene miedo por sus hijos? Identificar aquello que uno teme es el primer paso para poder hacerle frente. Puede preguntar y asesorarse. Compartir los sentimientos con los familiares, el equipo médico y el psicólogo constituyen una oportunidad para corregir concepciones erróneas y encontrar medios para superar los temores de una forma más eficaz. Hablar de lo que se tiene miedo, exponerse a ello directamente, es la mejor manera de superarlo. Si se siente con dificultades para hacerles frente debe consultar con el psicólogo. Incertidumbre El hecho de no estar seguro acerca de lo que puede suceder, en cuanto al pronóstico, los resultados de los tratamientos y posibles recaídas hace que muchas personas se sientan bajo la espada de Damocles. La preocupación y la rumiación acerca de posibles peligros elevan la ansiedad y puede perturbar la realización de las actividades domesticas, laborales, de ocio y la comunicación con los demás. Para hacer frente a la incertidumbre, en primer lugar se ha de reconocer cómo las dudas y la impredecibilidad producen malestar. A continuación, se han de comunicar las dudas, pedir información y contrastar pareceres con los profesionales sanitarios. Así como aceptar o reconocer que no se puede conseguir una seguridad plena, compartir estos sentimientos con los seres queridos y enfocarse a mantener las actividades valoradas que la persona estaría llevando a cabo si no estuviera pensando o dudando de forma continua. Negación Consiste en no reconocer la enfermedad, el alcance de su gravedad o las consecuencias negativas que pueda tener, debido a la aversión que suscita. Se caracteriza por no querer hablar de la enfermedad, su pronóstico, consecuencias o tratamientos, disminuir su importancia y delegar la responsabilidad en otros. Es una reacción normal a las malas noticias, la persona puede preferir ignorar, tratar de olvidar la situación y dejar que decidan otros si se siente abrumada por la información. Si es temporal y no interfiere con los tratamientos es una reacción adaptativa. Suele ser mucho más beneficioso ser consciente de los temores, expresarlo así a los profesionales sanitarios e ir asimilando la información acerca de cómo se está controlando la enfermedad y adquirir más confianza y seguridad como paso a una participación más activa en las decisiones. Tristeza y sentimientos depresivos Los pensamientos de victimización (qué desgraciado soy), de minusvaloración personal (me siento inútil) o sentimientos negativos acerca de uno mismo (me siento avergonzado de mi cuerpo), la focalización en las quejas acerca de las limitaciones o actividades que no pueden llevarse a cabo debido a la enfermedad o la renuncia  a proyectos deseados provocan estados de tristeza. La disminución de actividades sociales y laborales supone una pérdida de fuentes de gratificación y disminuye la autoestima. Con el objeto de no abrumarse por estos sentimientos, en primer lugar hay que mantener el mayor número de actividades gratificantes y que le hagan a uno sentirse bien, para ello se deben planificar y programar adecuadamente, así como alejarse de aquello que nos resulte molesto y perturbador. En segundo lugar, es efectivo comunicar las emociones y buscar el apoyo de familiares y amigos. Asimismo, hay que aprender a detectar los patrones de pensamiento negativo y sustituirlo por otros positivos que orientan hacia lo que se puede hacer para conseguir un mayor bienestar. Un 25% de los pacientes con cáncer puede desarrollar depresión. Conviene que usted se fije si ha sentido los siguientes síntomas: Tristeza continua la mayor parte del día Perdida de interés o placer en casi todas las actividades la mayor parte del tiempo Perdida o ganancia de peso significativa Enlentecimiento o inquietud y agitación casi todo el día Fatiga o perdida de energía Insomnio, despertarse muy temprano o dormir demasiado Dificultades de atención, recuerdo o toma de decisiones Sentimientos de culpa, minusvaloración personal o desesperanza Pensamientos frecuentes de muerte o suicidio, planes o intentos de suicidio Si cinco o más de estos síntomas le han sucedido casi diariamente durante las últimas dos semanas, y han sido lo suficientemente graves como para interferir con las actividades normales, entonces es necesario consultar con un psicólogo. Rabia o ira Una persona enferma con frecuencia se pregunta ¿Por qué me tiene que suceder esto

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Causas de la ansiedad en el deporte

El deporte y la competición deportiva implican una demostración pública y una evaluación social de la capacidad motriz. La práctica deportiva se puede considerar en algunos casos como una amenaza a la autoestima y puede resultar en ansiedad. En el deporte existen unos factores interpersonales y situacionales que están relacionados con la ansiedad. De la misma manera que ocurre en la ansiedad ante situaciones académicas o escolares, aquí también podríamos clasificar la mayoría de las causas en tres categorías: ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento, ansiedad cognitiva y ansiedad social. La ansiedad como consecuencia de una inadecuación aptitud-rendimiento surge porque la persona que tiene que actuar experimenta una diferencia demasiado grande entre el trabajo que tiene que realizar y la posibilidad que piensa poseer. Se trata de una sobreestimación de los requisitos de la situación y de la importancia de no fracasar. El hecho de que la ansiedad sea una función de la observación del atleta mismo lleva a dos importantes contradicciones. En primer lugar, lo que percibe el atleta no tiene que corresponder con la realidad. Es posible que un atleta sea muy aventajado y tenga miedo porque sobreestima los requisitos de la situación y la importancia de fracasar o de tener éxito. La ansiedad puede aparecer en cualquier momento, cada vez que el atleta percibe una desproporción entre los requisitos y sus posibilidades. Esto quiere decir que la ansiedad puede surgir antes de la actuación cuando se espera una mala actuación; durante la actuación, cuando el atleta nota que lo está haciendo mal y podría fracasar y también después de la actuación, cuando esta es interpretada como insatisfactoria. La ansiedad surge cuando se piensa que los requisitos para la actuación son inalcanzables de forma que el atleta experimenta una disminución de la autoconfianza. Se empieza a comparar la propia actuación con un criterio. Si la norma está orientada a un fin, se trata de una ansiedad que ha surgido por uno se ha puesto una determinada meta y no es capaz de alcanzarla. Por ejemplo, un atleta quiere correr los 100 metros en menos de 10 segundos. Antes de darse la salida está ansiosa porque considera que el objetivo autoimpuesto es inalcanzable. El criterio orientado a la norma es el criterio que considera la media de las actuaciones. Por ejemplo, una gimnasta siempre realiza un salto completo hacia atrás en un determinado sentido sobre la barra. Cuando un día en un entrenamiento la barra está colocada en otro sentido, de repente siente miedo y ya no se atreve. Otro ejemplo es el del jugador de voleibol que en el último entrenamiento antes del partido saca cinco de diez veces fuera del campo. Este jugador tendrá miedo al partido y estará preocupado por el posible fracaso de sus saques. Los aspectos relacionados con el resultado y la competición en sí misma también son de interés como fuente potencial de ansiedad. La relevancia de la importancia en los partidos o de los factores situacionales para el desarrollo de la ansiedad competitiva ha sido analizada por diversos autores y la falta de certeza sobre el resultado de una competición se ha considerado como responsable de entre un 15 a 23% de la ansiedad. El deporte también puede provocar ansiedad porque significa una amplia evaluación social de la capacidad o aptitud del atleta. Los datos sobre la aptitud del atleta son el resultado de una interacción con los padres, entrenadores, otros adultos significativos, compañeros de equipo y adversarios o de una comparación directa de aptitudes con iguales. Esta comparación determina muchas veces quien empieza en el campo y quién se va al banquillo, quién está de suplente y quien compite. En el ámbito del deporte infantil y juvenil es especialmente relevante el papel que juegan los adultos significativos ya que la ansiedad se basa en las percepciones del joven deportivas y los adultos son clave para darle formas a dichas percepciones. Sarason (1980) ha definido el apoyo social como la existencia o disponibilidad de personas en las que uno puede confiar, personas que se preocupan por nosotros nos valoran y nos quieren. Un número importante de estudios han puesto de manifiesto que las personas con un alto nivel de apoyo social en sus vidas son más resistentes a los agentes estresantes. En el entorno deportivo, la mayor parte del apoyo social proviene de la relación con padres, entrenador y compañeros. Scanlan (1984) demostró como los luchadores jóvenes que se sentían presionados por sus padres para competir presentaban niveles más elevados de ansiedad precompetitiva que aquellos otros en los que no existía tal presión y que un factor adicional desencadenante de ansiedad era la preocupación acerca de la posible apreciación negativa de padres y entrenador. En lo que se refiere a los compañeros, su actitud, tanto durante los entrenamientos como durante las competiciones, puede ser una fuerte importante de ansiedad. Por ejemplo, las jugadoras de la liga española de baloncesto hacen referencia  a la responsabilidad de las compañeras como generadoras de ansiedad ya sea por la actitud individualista o de desmotivación que en ocasiones puede adoptar durante los entrenamientos frente al grupo o por el clima de grupo enrarecido, pudiendo dar lugar a la generación de conflictos. El papel del entrenador es importante. La forma en que los entrenadores estructuran la situación atlética, las prioridades de objetivos que establecen o la forma en que se relacionan con los deportistas son determinantes del resultado de la participación deportiva y pueden constituir una importante fuente de estrés para los atletas. Smoll y Smith (1989) han desarrollado un modelo de conductas de liderazgo que permite entender estas complejas interrelaciones. Dicho modelo cognitivo conductual específica que los entrenadores se comportan de una determinada manera y los deportistas perciben y recuerdan dichas conductas, desarrollando una reacción evaluativa a la conducta del entrenador en función de dicha percepción. Los factores situacionales y las variables de diferencias individuales de atletas y entrenador median tanto la conducta del entrenador como la percepción y recuerdo del deportista. La conducta del

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El malestar emocional y los trastornos psicopatológicos en el cáncer

El malestar es la experiencia emocional aversiva que impacta el funcionamiento cognitivo, conductual, social, emocional y espiritual de los pacientes con cáncer. El malestar interfiere con la capacidad de afrontar el cáncer, sus síntomas fiscos y el tratamiento medico. Los datos actuales permiten afirmar que es el efecto colateral del cáncer del que menos se informa y el más común. El estudio clásico de Zabora y cols. (2001) realizado sobre 4496 pacientes de cáncer que fueron evaluados con el Inventario de Síntomas Breves (BSI) (Derogatis, 2000) mostró que un 35% de la muestra presentaban síntomas que requerían tratamiento psicológico, fundamentalmente eran los pacientes con tumores con peor pronóstico (cáncer pulmón, cerebral, páncreas e hígado) más jóvenes, con menos estatus socioeconómico, educativo y apoyos sociales. Hegel y cols. (2007) estudiaron a 236 mujeres con cáncer de mama en estado inicial, encontrando que el 47% evaluaban su nivel de malestar en niveles clínicamente significativos, un 11% presentaban depresión mayor y un 10% trastorno de estrés postraumático. Burgues y cols. (2005) en un trabajo con 222 a las que se siguió durante cinco años, mostraron cómo casi el 50% de las mujeres con cáncer de mama tenían depresión, ansiedad o ambas en el año tras el diagnostico, el 25% en el segundo, tercer y cuarto año tras el diagnostico y un 15% en el quinto año. El 45% de las mujeres que tuvieron recaídas experimentaron depresión, ansiedad o ambas en los tres meses siguientes al diagnostico de la recidiva. Los trastornos de ansiedad y depresión estaban asociados a trastornos psicológicos previos, carencia de apoyo social, ser más joven y haber sufrido acontecimientos estresantes previos. Kissane y cols. (2004) evaluaron la morbilidad psicológica en mujeres con cáncer de mama en estudio precoz (303) y con cáncer avanzado (200) mediante una entrevista psicopatológica estructurada, medidas de auto informe para evaluar la morbilidad psiquiátrica, calidad de vida y actitud ante el cáncer. Los resultados mostraron que las mujeres con cáncer en estadios precoces con edad media de 46 años y con un promedio de 3 meses tras la cirugía tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 45%. Las pacientes con metástasis cuya media de edad era de 51 años, con 63 meses de promedio tras el diagnostico del cáncer, tenían una prevalencia de diagnostico DSM-IV del 42%; un 36,7% de las mujeres con estadios precoces presentaban trastornos del estado del humor, el 9,6% sufrían depresión mayor y  el 27,1% distimia. Depresión y cáncer La prevalencia de trastornos del estado de ánimo en el cáncer en los diferentes estudios va desde el 23 al 35%. Los factores de riesgo de depresión para los pacientes con cáncer son los siguientes: Factores de riesgo relacionados con el cáncer: Depresión en el momento del diagnostico del cáncer Deficiencia para controlar el dolor Estadio avanzado del cáncer Deterioro o presencia de síntomas físicos asociados al cáncer Cáncer de páncreas Ser soltero y padecer de cáncer de cuello o cabeza Tratamiento con ciertos fármacos tales como corticoides, procarbacina, L-asparaginasa, interferón-alfa-interleucina-2, anfotericina-B Factores de riesgo sin relación con el cáncer Antecedentes personales de depresión, falta de apoyo socia, presencia de eventos vitales estresantes (separación, jubilación, paro, etc.) Antecedentes de intento o ideación suicida Alcoholismo o abuso de drogas, padecer enfermedades simultaneas que se asocian con síntomas depresivos (como derrame cerebral o infarto de miocardio) Conviene tener en cuenta que el diagnostico de la depresión mayor en personas sanas físicamente se basa de forma importante en síntomas de insomnio, pérdida de apetito y de peso, fatiga y falta de interés en el sexo. Estos síntomas pueden deberse al proceso de enfermedad o los efectos colaterales de los tratamientos, por ello en pacientes con cáncer la depresión se identifica mejor por la intensidad del humor depresivo, la perdida de interés y placer, el grado de sentimientos de desesperanza, la culpa, la infravaloración personal y la ideación suicida Suicidio y cáncer La prevalencia del suicidio en pacientes con cáncer es superior a la de la población general. El riesgo es más alto durante los primeros meses después del diagnostico o en los momentos siguientes a recibir malas noticias, tales como una recidiva. Los suicidios son más frecuentes entre los pacientes con cáncer oral, de faringe y de pulmón, y los pacientes positivos para el VIH con sarcoma de Kaposi. Los factores de riesgo para el suicido en el paciente con cáncer son los siguientes: Antecedentes de problemas mentales, especialmente los relacionados con la conducta impulsiva, como el trastorno límite de la personalidad Antecedentes de intentos de suicidio Antecedentes de suicidio en personas muy cercanas Diagnostico de depresión Abuso de sustancias psicotrópicas Defunción reciente de su pareja, familiares o amigos Escasez de apoyo social Diagnostico de cáncer oral, de faringe o pulmón Enfermedad en estadio avanzado y con mal pronostico Confusión o deliritum Síntomas físicos mal controlados, sobre todo el dolor, astenia, problemas respiratorios, pérdida de control de los intestinos y la vejiga. Déficits en cuanto a pérdida de la movilidad, incapacidad para mantener el auto cuidado y la higiene intima, pérdida de la vista o la audición, parálisis, incapacidad de comer o tragar sin ayudas físicas o de otros. Es preciso evaluar a los pacientes con ideación suicida. El riesgo de suicidio aumenta si el paciente informa que suele pensar en suicidarse y tiene un plan para hacerlo, si dispone de los medios para ello, si la acción del plan no se puede detener una vez iniciado y si se encuentra solo o aislado. El método de suicidio más común entre los pacientes de cáncer es la sobredosis de analgésicos y sedantes, y la mayoría de los casos ocurren en el hogar. Hablar sobre el suicido no provoca o aumenta el intento de suicidio del paciente, sino que muestra a la persona que nos preocupa, le permite describir sus sentimientos y sus miedos y lo provee de un sentido de control. Se deben controlar los síntomas que contribuyen a la situación, como el dolor, y tratar la depresión, la psicosis, la ansiedad u otros factores

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