¿Existen las depresiones? Es ésta una pregunta que merece la pena ser contestada ahora que tanto se habla de ellas. Es cierto que en este campo hay que enfrentarse al escepticismo conjugado del paciente, de sus familiares y a veces, hasta de su propio médico. Pero la depresión existe. Desgraciadamente, resulta a menudo difícil localizar y definir. Frecuentemente está oculta entre un conjunto de síntomas difusos y variados, o incluso es debido a causas patológicas que esconden sus signos precursores.
Para el psicoanalista, la depresión es una realidad. El doctor Pasche ha dado una definición dentro de la tradición freudiana “la esencia de la depresión es la despreciación del individuo por él mismo. Todos los otros signos, según el psicoanalista, se desprenden de esta autodespreciación”. Y añade “únicamente hablamos de depresión cuando percibimos un conflicto entre el yo y el super yo, que viene causado por la pérdida de un objeto. Lo que ocurre reviste la forma de un duelo (pérdida de separación de un ser querido, pérdida de un afecto o de un ideal o desvalorización de una religión). En realidad, el objeto causante del duelo es un objeto narcisista de autoestima. La pérdida del objeto es en sí la pérdida del afecto por sí mismo. La autodeterminación entraña un sentimiento de culpabilidad y cuando el individuo llega a estar obsesionado, es cuando empieza justamente a hacer un esfuerzo por superarse y comienza a autocurarse”
¿Permite esta definición que el médico general establezca la diferencia entre una verdadera y una falsa depresión? Probablemente no, por lo cual necesitará recurrir a otros medios. Y, sin embargo, una verdadera depresión se distingue por la vivencia que se tiene de ella. Aunque el afectado no sepa exactamente lo que ha perdido, sabe que ha perdido algo. Aun en el caso de que presente todas las características exteriores de la verdadera depresión, la “falsa” carece de este autosentimiento. Ambas se entrecruzan, no obstante, en dos grandes categorías de enfermedades: las afecciones neurológicas y las endocrinas
Todas estas indicaciones siguen siendo generales, por ello, el médico deberá emplear toda su “astucia” para localizar en el enfermo un síntoma que pueda considerarse como propio de una verdadera depresión.
(información extraída de El médico informa, 1973)