El trastorno de Asperger es la denominación que figura en el DSM para el cuadro clínico descrito bajo la denominación de psicopatía autística por Hans Asperger. Las características del trastorno son:
- Empatía pobre
- Interacción social ingenua, poco apropiada o asimétrica
- Poca habilidad para hacer amigos
- Lenguaje pedante o reiterativo
- Comunicación no verbal pobre
- Interés marcado en temas limitados
- Torpeza motora
El DSM-IV-TR contempla para el trastorno de Asperger los mismos criterios que para el trastorno autista, con la diferencia de que el nivel formal del lenguaje y el cociente intelectual deben estar dentro de los límites normales.
El DSM-IV-TR mantiene una cierta imprecisión respecto a la integridad del lenguaje como criterio para el diagnóstico del trastorno de Asperger. Se debe cumplir la condición de que no exista un retardo “clínicamente significativo” en la adquisición del lenguaje y precisa, como dato indicativo del alcance de este criterio: palabras simples a la edad de 2 años y frases comunicativas a la edad de 3 años. Estas condiciones respecto al inicio del lenguaje son lo suficientemente amplias como para incluir dentro del trastorno de Asperger a niños con problemas leves en el lenguaje, cuyo límite con la exigencia del DSM-IV-TR para el trastorno autista puede ser difícil de precisar. Gillbert et al propusieron unos criterios diagnósticos según los cuales se establecía como condición que el lenguaje debía cumplir, al menos, tres de las siguientes características: retraso en el desarrollo, lenguaje expresivo superficialmente perfecto, lenguaje pedante, prosodia extravagante o alteración de la comprensión. Del mismo modo, los criterios diagnósticos propuestos por Szatmari et al hacen referencia al lenguaje, aunque refiriéndose únicamente a aspectos pragmáticos. Según estos autores, el trastorno de Asperger debe cumplir dos de las siguientes condiciones referidas al lenguaje: anomalías en la inflexión, verborrea incontrolada, parquedad de palabras, falta de cohesión en la conversación, uso idiosincrásico de frases o palabras y patrones de lenguaje repetitivos. No es sorprendente, por tanto, que se haya observado en una cuarta parte de los niños diagnosticados que el primer motivo de preocupación para los padres fuera una alteración relacionada con el desarrollo del lenguaje. El lenguaje está relativamente conservado en los aspectos semánticos y morfosintácticos, pero, al igual que en el autismo nuclear, está alterado en su vertiente pragmática. Por este motivo, los tests de lenguaje posiblemente no detecten ninguna alteración, a no ser que estén específicamente orientados a la identificación de trastornos pragmáticos.
Características del trastorno de Asperger en el lenguaje
El trastorno pragmático del lenguaje, presente en todos los casos de trastorno de Asperger, se expresa con alguna o algunas de las siguientes características:
Turno de la palabra. No se respeta la reciprocidad en el diálogo. En las conversaciones habituales está implícito un acuerdo tácito según el cuál uno habla después de haber escuchado la última sentencia del interlocutor, con el objetivo de que el diálogo sea una secuencia coherente. El niño con trastorno de Asperger tiende a asumir el rol de hablador exclusivo, por lo que prescinde del discurso del interlocutor y se convierte en protagonista exclusivo de la charla. Esto va ligado a una conversación relacionada con alguno de sus temas favoritos. También influye en este tipo de diálogo la dificultad para identificar los marcadores conversacionales que habitualmente funcionan como reglas tácitas de las conversaciones. La mirada y las pausas normalmente marcan el cambio de rol de “el que habla” a “el que escucha”. Al no detectarse estos signos se tiende al monólogo.
Inicios de conversación. Por lo general, en una conversación se va pasando de un tema a otro. Estos cambios están más o menos regulados por normas implícitas que facilitan la transmisión de ideas. También aquí intervienen marcadores no verbales, que deben interpretarse constantemente para poder introducir nuevos temas en el momento adecuado de acuerdo con la oportunidad de diálogo y la receptividad del interlocutor. El niño con trastorno de Asperger tiene dificultad para leer los signos no explícitos, y por tanto, tiende a cambiar de tema de forma anárquica.
Lenguaje figurado. Continuamente se emplean en las conversaciones metáforas, dobles sentidos, significados implícitos y formas de cortesía. El niño con trastorno de Asperger tiende a la interpretación literal, lo cual le hace perder o malinterpretar partes importantes del diálogo.
Clarificaciones. Cuando alguien está explicando algo, se debe estar constantemente pendiente de si el interlocutor entiende lo que se le dice. Existen distintos recursos conversacionales para asegurar que el relato consigue su objetivo. Para ello hace falta repetir frases con distintos giros, incidir en ideas de forma distinta y reiterar conceptos complicados. Todas estas condiciones están desfavorecidas en el paciente con trastorno de Asperger
Es muy común que exista además una alteración prosódica, que consiste en el uso de entonaciones y ritmo no adecuados al contexto. La imagen de “pequeño sabio” o de pedantería que sugiere este modo de hablar puede verse reforzada por el uso de palabras o frases rebuscadas, que se repiten de manera reiterativa.
El mutismo selectivo
El mutismo selectivo es otro problema relacionado con el lenguaje que comporta una limitación total o parcial de su uso en determinadas situaciones, especialmente en el colegio o con desconocidos. A pacientes con este problema se les ha diagnosticado trastorno de Asperger. Por ello, se ha propuesto que posiblemente exista, por lo menos en ciertos casos, una vinculación entre mutismo selectivo y trastorno de Asperger.
Algunos niños con trastorno de Asperger presentan hiperlexia. Muestran una capacidad extraordinaria para la lectura formal, coexistente con un bajo nivel comprensivo. Pennington et al explican este trastorno tomando como base la disociación que existe entre la destreza para aprender a leer y la comprensión semántica del material escrito.
En la medida en que se ha avanzado en el conocimiento del autismo, se han aproximado conceptualmente el trastorno autista y el trastorno de Asperger. La tendencia actual es la de incluir ambos trastornos dentro de un continuo, puesto que ningún síntoma específico marca una diferencia categórica. Incluso el lenguaje y la inteligencia, considerados los aspectos que deben señalar los límites entre el autismo y el trastorno de Asperger, no se pueden considerar totalmente preservados en el trastorno de Asperger, ni tampoco gravemente deteriorados de forma constante en el trastorno autista.
(Extraído de Trastornos del neurodesarrollo / editores, Josep Artigas-Pallarés, Juan Narbona, 2011)