El posible papel de la intervención psicológica en el tratamiento de los trastornos bipolares ha seguido un curso comparable al de un trastorno bipolar de tipo I, con síntomas psicóticos en ambas fases. Tras una fase inicial de grandiosa euforia psicoanalítica, en la que se asumió que la psicoterapia desempeñaría un papel fundamental en el tratamiento de la enfermedad bipolar y que las palabras “curarían” dicha enfermedad, los hallazgos neurobiológicos y farmacológicos parecieron inducir una gran fase melancólica para la psicoterapia a mitad de la década de 1970 y en la de 1980; pocos estudios, mucha confusión y una terrible pérdida de interés cuando se llegó a la conclusión, usando los versos de Alberti, de que “las palabras entonces no sirven”.
Los años de la década de 1990 se convirtieron en una época de optimismo para la psicoterapia del trastorno bipolar gracias, por un lado, a la eclosión de los nuevos fármacos eficaces para tratar este trastorno, eclosión que propició un renacimiento del interés y de la investigación clínica y terapéutica de los trastornos bipolares y, por otro lado, a la evidencia de que determinadas intervenciones psicológicas se habían mostrado muy eficaces como tratamiento complementario a los psicofármacos en otras enfermedades como la esquizofrenia. Todo ello propició que equipos en todo el mundo centraran de nuevo su interés en el papel de la psicoterapia aplicada a los trastornos bipolares, interés que se introdujo en la primera década de 1990 en la aparición de varias revisiones y manuales y, a partir de 1999, en la publicación de rigurosos estudios clínicos aleatorios sobre la utilidad de distintas técnicas.
Las intervenciones psicológicas propuestas para el trastorno bipolar a lo largo de la historia son muy diversas, pero la mayoría de ellas se han publicado sin un apoyo metodológico adecuado, sin grupos control ni evaluación de resultados a ciegas y basándose solo en descripciones anecdóticas de difícil extrapolación (Swartz y Frank, 2001). Por otra parte, la ausencia de análisis independientes para cada subtipo clínico o evolutivo de la enfermedad dificulta la interpretación de los resultados.
(extraído de Manual de psicoeducación para el trastorno bipolar. Autores: Francesc Colom, Eduard Vieta, 2004)