Sueños Interrumpidos: Todo sobre Sonambulismo y Terrores Nocturnos

Consisten en un estado de confusión que acompaña y sucede al despertar desde el sueño profundo. Generalmente sucede en el primer tercio de la noche. El sujeto aparece desorientado, con bradilalia, lentificacion de respuestas y conducta anormal. Se acompaña de afectación de la memoria retrógrada y anterógrada. Su prevalencia es mayor en la infancia, comenzando a los cinco años y su evolución es benigna. La hipersomnia idiopática favorece a la presentación de este tipo de parasomnias y con frecuencia se presenta en pacientes afectos de terrores nocturnos o sonambulismo. El polisomnógrafo muestra el inicio de estos episodios coincidiendo con despertares desde el sueño lento profundo.

Sonambulismo

Son episodios de conducta compleja que se presentan durante el sueño lento profundo, casi siempre en el primer tercio de la noche y abarcan desde incorporarse en la cama hasta furiosos intensos de huida. Pueden incluir además de la deambulación actos automáticos, semiintencionados, como vestirse, asearse, peinarse, comer, abrir puertas o ventanas, etc. a pesar de ello la coordinación es pobre. Estos episodios se acompañan de una amnesia anterógrada y retrógrada. La actividad motora durante los mismos puede cesar espontáneamente o bien el paciente regresa a la cama y sigue durmiendo en forma continuada hasta la mañana siguiente.

El registro polisomnográfico muestra que el episodio de sonambulismo se inicia desde un estadio de sueño lento profundo, con un brote de ondas lentas, delta, de voltaje elevado e hipersincrónicas y se acompaña de una mezcla de actividad de sueño y vigilia.

El sonambulismo puede aparecer desde el momento en que el niño aprende a andar, pero en la mayor parte de los casos se presenta a partir de los 4 años. En general, desaparece a partir de los 15 años y solo raramente lo presentan los adultos. La evolución es benigna y la mayoría de los individuos que lo presentan tienen un perfil psicológico normal. Es frecuente la existencia de antecedentes familiares de parasomnia entre la población afectada.

Boberly (1985) ve el sonambulismo el complementario del ensueño. Durante el ensueño el sujeto asiste a un espectáculo activo pero es incapaz de moverse. Durante el episodio de sonambulismo el sujeto se desplaza pero su actividad está desprovista de contenido onírico.

Si se despierta bruscamente el sonámbulo durante la deambulación, presenta una desorientación temporoespacial y puede presentar una intensa sensación de ansiedad, pudiendo llegar a agredir a la persona que lo ha despertado.

El diagnostico diferencial debe efectuarles con estados crepusculares secundarios a determinadas formas de epilepsia temporal, las cuales se activan durante el sueño. En general, estos últimos permiten una conducta más compleja y tienen unas características encefalografías bien diferenciadas.

El tratamiento farmacológico del sonambulismo basado esencialmente en la utilización de medicamentos que disminuyan la cantidad de sueño lento profundo, no puede considerarse enteramente satisfactorio.

Terrores nocturnos

Se caracterizan por un despertar repentino desde una fase de sueño lento profundo, aunque en algunas ocasiones pueden también aparecer en otros momentos del sueño lento. Se inician con un grito y se acompañan de una importante descarga del sistema nervioso autonómico que se traduce por taquicardia, taquipnea, sudoración profusa, midriasis, aumento del tono muscular y disminución de la resistencia de la piel.

Durante el terror nocturno el sujeto no responde a los estímulos externos y si se le despierta se observa que está desorientado y confuso. Este trastorno es prevalente en la infancia, entre los 4 y 12 años, y habitualmente se resuelve durante la adolescencia. Su incidencia es mayor en el sexo masculino que en el femenino.

La prevalencia de psicopatología en los niños afectos de sonambulismo es similar a la de la población general de la misma edad. Por el contrario, las evaluaciones psiquiátricas efectuadas en los adultos que presentan este trastorno muestran que la psicopatología puede estar asociada con los terrores nocturnos.

El diagnóstico diferencial debe efectuarse con las pesadillas. Usualmente en las pesadillas, el sujeto recuerda el vivido contenido onírico con gran detalle, mientras que el terror nocturno se acompaña de amnesia. Además, en las pesadillas no aparece la descarga autonómica que acompaña a los terrores.

 

(Información extraída de El sueño y sus trastornos / Rosa M. Raich, M. Dolores de la Calzada, 1992)

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