La ansiedad catastrófica es la ausencia absoluta de regulación de los propios sentimientos ¿cómo podemos ayudar al niño cuando se lanza al suelo a llorar y a sacudir la cabeza o se dedica a morder o a pegar a la madre o al padre o a correr sin control? Este episodio se agrava cuando el niño padece autismo y no puede expresar sus sentimientos debido a sus deficiencias del habla.
Primeros pasos
Cuando el niño se ve afectado por un episodio de ansiedad catastrófica, hay que centrarse en un episodio muy sencillo que no siempre se cumple: ayudarle a clamarse. No es el momento de reprocharle que se haya comido todas las golosinas o que le haya quitado el muñeco a su hermana. Tampoco es beneficioso gritarle. Muchas veces, la ansiedad catastrófica se contagia: los padres intentan calmarlo durante dos segundos y como están agotados del trabajo y no tienen ánimos para nada, se ponen muy nerviosos y se contagian. Se puede producir también la situación en que la madre grita al niño y el padre grita a la madre porque esta le grita, de tal modo que la escena empeora. Si hay otro hijo en la familia y contempla la escena de gritos y discusiones, acabará llorando.
Cuando el niño sufra una ansiedad catastrófica, ten en cuenta que no te puede oír ni te puede entender porque está fuera de control. Todo el mundo se siente muy mal cuando pierde el control. No le castigues ni le reprendas cuando está sufriendo un episodio de ansiedad catastrófica, lo empeorarías. Eso tampoco significa que tengas que dejarle morder o pegar, sencillamente, las sanciones y los límites llegarán cuando el niño se haya tranquilizado. Entonces, tendréis tiempo de hablar y calcular las consecuencias, pero este análisis no se debe realizar mientras el niño esté ansioso.
Otro error consiste en ignorar el episodio de ansiedad catastrófica. Se suele pensar que es una manera de no prestarle demasiada atención y de no reforzar al niño, pero es un punto de vista muy simplista. Para muchos niños con TEA, lo más difícil es conseguir que nos preste atención. Tenemos que conseguir que confíe en nosotros y que se sienta cercano, demostrándole que estamos a su disposición para ayudarle cuando se sienta angustiado. Así, nunca le debemos dar la espalda a un niño que sufra un episodio de este tipo de ansiedad. Acabar con la rabieta es un objetivo insignificante a corto plazo; lo que de verdad importa es convencerle de que le queremos y nos preocupamos por él y que puede confiar en nosotros.
Es desaconsejable encerrarle en su habitación y transmitirle el mensaje de que no piensas estar con él mientras lo pasa mal. Sin embargo, a veces, la mejor forma para calmar a un niño es estar con él o ella en un espacio pequeño, con pocos estímulos sensoriales. Cada niño se calma de una manera. Hay niños que necesitan balancearse y escuchar una voz suave y relajada. Otros necesitan que se les hable con un tono de voz medio. Aunque no entiendan las palabras, si le dices de una manera muy sosegada: “Tranquilo cariño, no pasa nada, ahora nos vamos a tranquilizar” y te apartas un poco para concederle algo de espacio, se sentirá más relajado.
Síntomas de alerta de ansiedad catastrófica
Algunos padres nos dicen que su hijo sufre un episodio de ansiedad catastrófica de manera repentina. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de niños experimentan una ansiedad gradual, de modo que, si detectamos los síntomas de alerta, podremos ayudarle a regular su estado de ánimo antes de que llegue a un extremo crítico. Los síntomas pueden ser sutiles o también se puede producir una situación que le lleve directamente a padecer un episodio de ansiedad catastrófica, como perder en un juego o ver cómo un compañero le quita un juguete
Si adviertes el inicio de un episodio de ansiedad catastrófica, haz algo en el mismo momento, no esperes a que su nerviosismo crezca. Podemos intervenir advirtiéndole de lo que está pasando con un tono de voz suave “Cariño, ya veo que te estás poniendo un poco nervioso” o pasando a otra actividad más calmada.
Si el niño se halla en la etapa pre verbal, indícale con gestos que entiendes lo que quiere hacer y reconduce su atención hacia una actividad más tranquila y relajante. Si, por ejemplo, no para de correr y se está sobre estimulando, puedes introducir un patrón rítmico más calmado para que te siga, como bailar al ritmo de música suave o lanzarle la pelota para que te la devuelva.
Prevenir la ansiedad catastrófica
En lugar de considerar la rabieta o el episodio de ansiedad como un comportamiento negativo y manipulador por parte del niño con autismo, lo podemos ver como una petición desesperada de ayuda. El niño se siente tan nervioso y desequilibrado que lo único que puede hacer es pegar patadas, gritar, o llorar. Lo cierto es que los niños no saben ejercer mucho control sobre sus vidas y tampoco entienden por qué no pueden hacer lo que quieren o por qué se ven obligados a hacer cosas que no quieren.
¿Cómo le podemos ayudar a entender que existen ciertas privaciones cuando es incapaz de entender las razones? Es importante señalar que no siempre tenemos que decir “no” de manera automática. Muchas rabietas se desencadenan cuando el niño se da cuenta de que no va a poder hacer lo que quiera. Sabes que no le vas a llevar al parque, que no le vas a comprar la golosina, que no le vas a dejar irse tarde a la cama, pero le concedes la oportunidad de opinar. Esta es una buena estrategia para prevenir rabietas y episodios de ansiedad que provengan del sentimiento de sentase abandonado.
Déjale expresar su deseo o fantasía. No tengas prisa en decir “no” (excepto en los casos de peligro como es obvio). Analiza por qué persigue un deseo concreto y pregúntale: ¿Quieres ir al parque? ¿Y qué vas a hacer ahí? ¿Vas a ir primero al columpio o al tobogán? ¿A quién vamos a ver en el parque? Cuando vayas, ¿querrás jugar a la pelota? Si le concedes la oportunidad de hablar sobre sus deseos, puede que consigas calmarlo. Si le motivas para que tenga ideas o planifique acciones, se sentirá comprendido confiará en ir mas tarde y tolerará mejor la frustración y los retrasos, que con frecuencia provocan rabietas.
Si el niño se halla en la etapa pre verbal, podemos dibujos lo que quiere hacer. Si dibujamos un tobogán o un columpio y le hablamos con una voz muy dulce y suave, podrá dominar mejor la demora. Si se siente muy ansioso ante una situación nueva, los dibujos también le ayudarán a hacer frente a la ansiedad.
En la terapia DIR/Floortime, la rabieta se utiliza como cimiento para mejorar la comunicación y las estrategias de negociación. En lugar de decir “no” tenemos que ayudarle a manejar la resolución conjunta de problemas. Por ejemplo, si intenta abrir la puerta para ir a la calle, en lugar de decirle ¡no! Que está lloviendo y arriesgarte a que se produzca una rabieta, puedes decirle ¿Quieres abrir la puerta y salir? Si asiente respóndele: Vamos a mirar por la ventana y así me enseñas lo que quieres hacer. Entonces puedes abrir la ventana, sacar la mano e invitarle a él a que saque la mano. A continuación, puedes explicarle: Mira está lloviendo. Nos vamos a mojar. En esta situación, incluso sería adecuado dejarle salir un minuto para que pisara la calle y se mojara un poco. Si insiste en salir a la calle a jugar a la pelota, ofrécele una pelota de espuma para que juegue en casa.
Si al final no te queda más remedio que decir “no”, el niño puede reaccionar con una rabieta, pero será mucho menos grave si has interactuado con él porque al menos se sentirá comprendido.
Factores que contribuyen a la ansiedad catastrófica y a las regresiones
Hay niños más sensibles a las sustancias químicas, como el poliuretano del parqué o de la pintura. Los adultos suelen padecer dolor de cabeza cuando se ven expuestos a sustancias química intensas, pero un niño hipersensible puede reaccionar padeciendo mucho estrés emocional. Los cambios en la dieta también influyen; por ejemplo, cuando un niño asiste a varias fiestas de cumpleaños en poco tiempo y recibe un aporte de azucares inusual. Hay niños sensibles al azúcar. La comida preparada también influye negativamente, pues este tipo de comida contiene conservantes y otras sustancias quimias. Los cambios en el entorno del niño o el paso de las estaciones con sus alergias asociadas pueden repercutir también en el estado psicológico del niño.
Los medicamentos constituyen un factor influyente. Si el niño está tomando antibióticos, el azúcar y las sustancias químicas puedan causarle un desequilibrio. A veces, la misma afección puede llevarle a un desequilibrio. Si el niño padece más regresiones y más ansiedad de lo normal sin causa aparente, tendremos que ir haciéndole revisiones médicas.
Por otra parte, los cambios en la dinámica familiar, tanto si son sutiles como si son acusados pueden ser factores muy influyentes. Otra causa con los cambios en el entorno escolar. Si el niño es muy sensible al sonido o a la estimulación visual y se desequilibra a medida que avanza el día, puede ir a dar un paseo con un ayudante cada hora con el fin de realizar una pausa. Hay ciertas actividades sensoriales, como saltar o jugar a la pelota, que le pueden ayudar a equilibrar su estado de ánimo si las realiza cada hora durante quince minutos. Si no es suficiente con esto, puedes reducir su jornada de escuela.
Si identificamos estos factores influyentes, estaremos contribuyendo a prevenir su ansiedad. Lo más importante es crear un entorno en el que el niño no se sienta tenso. Los padres se preguntarán ¿no tiene que acostumbrarse a estar en diferentes entornos? Sí, pero esa adaptación se producirá mas tarde. Cuando el niño domine el lenguaje y la comunicación gestual, le podrá avisar al padre y de este modo, podrá hacer frente a un abanico más amplio de experiencias. A medida que domine el lenguaje y el razonamiento y pueda expresar sus sentimientos y anticipar sus reacciones, se podrá ir adaptando a situaciones más complicadas. Sin embargo, a corto plazo tendremos que intentar prevenir la ansiedad de un niño con un sistema sensorial particular.
Aparte de identificar e ir modificando los factores influyentes, para enfrentarnos a una regresión o episodio de ansiedad catastrófica, debemos volver siempre al origen. Es muy probable que el niño se sienta no solamente tenso, sino también perdido y que tenga una percepción alterada de su ubicación física en el espacio y el tiempo. También será incapaz de pensar de manera coherente, mostrará ideas fragmentadas e ilógicas y se sentirá más perdido y ansioso todavía, lo cual constituirá un círculo vicioso. Tienes que conseguir que recupere la seguridad en sí mismo y deberás trabajar las competencias básicas deberás crear interacciones calmadas y reguladas que garanticen la empatía, el intercambio bidireccional de gestos, resolución de problemas, etc.
Será necesario reducir la jornada escolar, incrementar las sesiones de Floortime, facilitar una relación más cercana entre los hermanos o analizar los factores biomédicos. Un niño que se encuentre afectado por el estrés tenderá a sufrir más regresiones y episodios de ansiedad catastrófica.
(Información extraída de Comprender el autismo los trastornos del espectro autista y el síndrome de Asperger desde la infancia hasta la edad adulta / Stanley I. Greenspan, Serena Wieder; traducción de Victoria Martín Santamarta., 2012)