Las personalidades histéricas se llaman también histriónicas. Son personas extravertidas, reaccionan ante la frustración con ansiedad, fobias o convirtiendo los conflictos en síntomas somáticos. Son egocéntricas, emocionalmente inestables con reacciones fuertes y prontos. Una de sus características más importantes es la necesidad de centralizar la atención y de manipular su entorno, lo que consiguen con los medios más sofisticados y llamativos, utilizando con frecuencia una forma teatral de expresarse que recuerda el histrionismo.
La histeria ha estado asociada durante siglos a las mujeres, como una enfermedad femenina derivada del útero. Ya en el siglo XX se supo que la histeria tiene mucho que ver con una alteración de la personalidad, a menudo reforzada por la educación, que afecta tanto a hombres como a mujeres.
En los niños pequeños, los comportamientos histéricos son bastante normales, porque todavía no han logrado establecer lazos afectivos altruistas. Los niños son egocéntricos y narcisistas y quieren que el mundo gire a su alrededor. Eso es normal hasta que aprenden a decir te quiero y a querer realmente, es decir, a anteponer el bienestar de los demás a su propio bienestar.
Pero si el niño tiene tendencia a desarrollar una personalidad histérica, será más difícil que alcance esa etapa de altruismo y mantendrá el egocentrismo durante toda su vida. Esto puede deberse en gran parte al refuerzo, es decir, a la facilidad que le dan los adultos para que consiga lo que desea accediendo a sus crisis y pataletas. Otras veces, aunque los adultos no se presten al chantaje del niño, éste desarrollará la personalidad histérica que le acompañará durante toda su vida.
También se da con frecuencia en los ancianos, que regresan a etapas infantiles y a comportamientos propios de los niños. Muchos ancianos recurren a crisis histéricas para llamar la atención constantemente. Hay ancianos que se quejan de la comida, de la temperatura y hasta del trato que reciben en instituciones, residencias, hospitales e incluso en su propia familia. Si las quejas son infundadas, cosa que siempre conviene investigar, podemos estar ante un caso de llamada de atención de tipo histérico.
Esa persona que monopoliza la atención en una reunión social, que trata de seducir a todos, que es capaz de convertir una sonrisa encantadora en la más feroz de los gestos si alguien escapa a su manejo, tiene un comportamiento histérico. Esa madre que hace una crisis de llanto y suspiros cuando sus hijos le dicen que van a cenar fuera con unos amigos tiene un comportamiento histérico. Si consigue culpabilizar a sus hijos para que no salgan, habrá conseguido su objetivo y dispondrá de un arma inestimable la siguiente vez que no quiera quedarse sola.
Las personalidades histéricas tienen las siguientes características:
- Conducta teatral. En muchas ocasiones estas personas parece que estén representando una obra en el escenario, sobre todo cuando se presenta una situación conflictiva. Se enfrentan a los conflictos con teatralidad y desde la posición de victimas de un ser maléfico superior que se empeña en hacerlas desgraciadas.
- El comportamiento teatral va acompañado de planteamientos fantasiosos y poco realistas. Muchas veces, las personas histéricas mienten, pero no siempre son conscientes de que es mentira, porque llegan a confundir su fabulación con la realidad.
- Les gusta llamar la atención y les importa mucho la opinión de los demás. Si alguien les muestra antipatía, tienden a creer que se debe a envidia o se sitúan inmediatamente en la posición de la victima que no sabe qué ha hecho para merecer ese rechazo.
- Suelen hacer amistades con facilidad, pero se vuelven posesivos y exigentes, reclamando atención de forma constante, porque necesitan gran atención y dedicación. Si no se les presta toda la atención que demandan, manipulan y culpabilizan valiéndose de cualquier método, desde enfermar hasta hacer intentos de suicidios.
- Sus reacciones son desproporcionadas, debido a su excesiva sensibilidad emocional. Son típicas las lágrimas, gritos y desmayos ante una situación que otra persona enfrentaría con un gesto o una exclamación de dolor o angustia
- Son inestables emocionalmente, con cambios bruscos de actitud, apasionamiento y escaso raciocinio. Esto les hace volubles en sus afectos. Quieren y odian apasionadamente en cuestión de segundos. En realidad, las personas histéricas solo se aman a sí mismas, porque son extremadamente narcisistas y egocéntricas y no han llegado a superar esa etapa y alcanzar la etapa del altruismo.
- Si algo va mal, suelen adoptar el papel de victimas. Es frecuente que una de estas personas se eche la culpa de algo malo que ha sucedido, pero se culpa en público y de forma teatral, como una víctima del destino.
- Son chantajistas y manipuladores, consiguen sus fines manejando y culpabilizando su entorno. Si es necesario recurren a enfermedades reales, no fingidas porque son capaces de somatizar sus conflictos. Pero este mecanismo no es consciente, es decir, la persona histérica que enferma para evitar que la familia salga de vacaciones, por ejemplo, no lo hace a propósito de una manera consciente, sino que se sugestiona con el malestar hasta llegar a enfermar realmente.
- Tienden a convertir sus conflictos en síntomas físicos que aceptan con resignación. Se llama belle indiferente a la aceptación resignada y casi mística con que el histérico admite sus síntomas fiscos con lo que se libra de otra situación y además culpabiliza a alguien. Las personalidades histéricas son muy sugestionables y pueden transformar fácilmente su malestar psíquico en una enfermedad física real. Hay niños que llegan a tener vomito e incluso fiebre el mismo día en que sus padres han decidido salir a divertirse y dejarlos con la canguro. Y es fiebre de verdad, de la que hay que llamar al médico, no una simulación. Hay personas adultas que llegan a padecer cólicos cuando han de enfrentarse a una situación no deseada. La somatización no es en absoluto voluntaria, sino totalmente inconsciente, pero en las personalidades histéricas tienen una finalidad conductual que muchas veces es la atención médica continuada y la preocupación de las personas del entorno. En la Edad Media algunos médicos equipararon la histeria de la mujer con la hipocondría del hombre. La hipocondría es esa preocupación exagerada por la enfermedad que muchas personas padecen y que los llevan constantemente de médico en médico.
- Si se produce un ataque histérico, se produce siempre en público, nunca a solas. Si es a solas, hay muchas posibilidades de que el ataque se haga público. A veces, el ataque histérico se confunde con el ataque epiléptico porque la persona cae al suelo en medio de convulsiones. Pero el ataque epiléptico no persigue una finalidad mientras que el histérico sí.
¿Qué hacer?
Las personas que sufren esta alteración son difíciles de tratar porque no pueden ver las cosas más que a través de su propio tamiz y son capaces de darle la vuelta a cualquier situación para enfocarla de modo que favorezca su propósito. Es difícil comprender a estas personas y mucho más aun satisfacerlas, porque se les ingenian para culpar siempre a los demás de lo que les sucede, puede llegar a ser hirientes y crueles con quienes las quieren y con muy volubles e inestables.
Lo mejor es evitar reforzar la histeria desde el principio, si es posible. Si accedemos a las demandas de una persona de estas características, estaremos reforzando sus síntomas y cuanto más lo reforcemos más se consolidarán. El comportamiento histérico buscar llamar la atención, por tanto, si no lo consigue, se extingue antes o después.
En todo caso, ante un comportamiento histérico, lo más correcto es no prestar la menor atención, es decir, no reforzar ese comportamiento, una vez que se sabe que se trata de un comportamiento histérico y no de otra cosa. La psicoterapia puede ser efectiva en muchos casos, aunque la personalidad histérica tenderá siempre a serlo, porque es una manera de ser, no una patología.
Desarrollar una personalidad histérica no significa necesariamente llegar a padecer una neurosis histérica. La personalidad histérica tiene ciertos rasgos y características que le hacen tender a la histeria, pero todo puede quedar en esa tendencia. La personalidad histérica siempre tenderá a dramatizar las situaciones, a sentirse victima, a necesitar ser el centro de atención, a manipular a su entorno, a chantajear a los demás, a somatizar sus conflictos, a padecer disfunciones y problemas psicosexuales. Pero la persona puede lograr un control de sus tendencias y conseguir dominarlas hasta cierto punto. Puede controlarlo y luchar contra su tendencia. Pero primero tiene que tomar conciencia de ella y después tiene que querer controlarla. Y para esto es imprescindible contar con la ayuda de un profesional.
(Información extraída de Los errores del alma: convivir con personas difíciles / Ana Martos Rubio, 2004)