El entrenamiento o adiestramiento de los padres se refiere a procedimientos a través de los cuales se les enseña a alterar la conducta de su hijo en el hogar. Los padres se reúnen con un terapeuta o instructor que les enseña a usar una variedad de procedimientos específicos que modifican su interacción con su hijo, fomentan la conducta psicosocial y disminuyen la conducta problemática. El entrenamiento se basa en el criterio general de que la conducta problemática se desarrolla y favorece inadvertidamente en el hogar a través de interacciones padre-hijo des adaptativas.
Antecedentes
El impulso hacia el desarrollo del adiestramiento educativo de los padres puede atribuirse a distintas influencias. La más destacada es el desarrollo de las técnicas de modificación de conducta, especialmente los procedimientos basados en el condicionamiento operante. Hace 25 años, empezaron a aplicarse técnicas de reforzamiento a distintas poblaciones en diversas ubicaciones tales como hospitales, psiquiátricos, aulas normales y de educación especial y hospitales. En estas aplicaciones, el personal o los maestros eran entrenados para administrar aprobación y otras gratificaciones por la conducta apropiada, lo que a menudo conducía a cambios espectaculares en los síntomas psiquiátricos de los pacientes crónicos, en el comportamiento y el rendimiento académico de los escolar, en el habla y el auto cuidado de las personas mentalmente retrasadas y así sucesivamente. Las demostraciones señalaron que las personas que estaban en contacto directo con los pacientes, los residentes, etc. podían ser entrenados para aplicar procedimientos de reforzamiento y que el entrenamiento ejercía a menudo resultados espectaculares sobre la conducta. El éxito de las practicadas de reforzamiento y castigo en muchos ámbitos de aplicación tuvo un gran impacto sobre el tratamiento en general.
La extensión de las técnicas de reforzamiento y castigo al hogar formaba parte de este movimiento más amplio. Un motivo para extender las técnicas al hogar era incrementar su eficacia. Los programas en emplazamientos como escuelas o instituciones especiales eran a menudo efectos, pero los beneficios no se mantenían cuando los niños dejaban el emplazamiento y regresaban al hogar. El entrenamiento de los padres se consideró como una manera de incrementar la duración de los cambios en el niño, puesto que los padres tenían acceso a la mayor parte de la conducta de su hijo.
Otro impulso para el desarrollo del adiestramiento educativo de los padres fue la tendencia creciente hacia la desprofesionalización del tratamiento. En terapéutica en general, ha habido un movimiento hacia la utilización de personas que actuaron como terapeutas o para profesionales, en situaciones de la vida diaria. Estas personas proporcionaban un cuidado directo a los pacientes o asistían a los profesionales de salud mental.
El entrenamiento de los padres ha sido compatible con los movimientos de desprofesionalización y autoayuda terapéutica. Los manuales de autoayuda han sido preparados para una variedad de problemas subclínicos que los padres pueden experimentar con sus hijos. Para los trastornos clínicos o la conducta desviada, han aparecido programas de adiestramiento de los padres donde se les enseña a llevar a cabo el tratamiento en casa, bajo la supervisión de un instructor o terapeuta al que se consulta en un emplazamiento clínico.
Los programas de entrenamiento de los padres se han aplicado a poblaciones clínicas especiales incluyendo niños autistas, retrasados mentales, delincuentes y disminuidos fiscos, así como en niños normales. Las aplicaciones a niños con problemas de comportamiento han sido extensas. El entrenamiento de los padres ha sido especialmente relevante en esta población debido a la evidencia de que las interacciones específicas padre-hijo en el hogar mantienen la conducta problemática que los padres desean cambiar.
(Información extraída de Tratamiento de la conducta antisocial en la infancia y la adolescencia / Alan E. Kazdin; traducción de Xavier Corbera; revisión de la versión castellana, Josep Toro, 1988)