Demencia vascular

La demencia vascular (DV) es la segunda en frecuencia después de la enfermedad de Alzheimer. En el campo de las demencias, la demencia vascular posee un alto interés debido a su carácter de demencia potencialmente tratable, al menos por lo que respecta al control de los factores de riesgo vascular. Dentro de la demencia vascular, la demencia multiinfarto es la forma de demencia vascular más reconocida.

Históricamente, el concepto de demencia vascular procede de la evolución de la demencia arteriosclerótica descrita en el siglo pasado. Fue precisamente Alzheimer quien afirmó que no todas las demencias eran de tipo arterioesclerótico. Mingazzini en 1913 había señalado que la llamada demencia arterioesclerótica era debida a infartos cerebrales más que a insuficiencia vascular. En 1968, Fisher enfatizó de nuevo este concepto y en 1974 Hachinski propuso el término demencia “multiinfarto” para sustituir al término demencia arterioesclerótica, calificado de inexacto y equívoco. Las razones aducidas eran que la demencia de origen vascular era el resultado de la combinación de infartos cerebrales múltiples y por el contrario, no existía una relación directa entre la presencia de arterioesclerosis cerebral y demencia.

A pesar de la evolución histórica, el término demencia vascular continúa en la actualidad siendo conflictivo, ya que presupone, en cierta forma, que la enfermedad vascular es la causante de la demencia. El hecho de que no toda afectación cognitiva derivada de la patología vascular pueda ser considerada una demencia, y el hecho de que no todos los pacientes con enfermedades vasculares sufren demencia, nos lleva a considerar necesariamente hasta qué punto la enfermedad cerebro vascular y la demencia tienen una relación causal.

La polémica central en la literatura sobre la demencia vascular gira alrededor de la consideración del papel de volumen total de tejido cerebral infartado sobre la incapacidad mental, es decir, si la demencia deriva de la pérdida de masa cerebral o el factor realmente relevante es la localización de esta pérdida de masa. Otro aspecto conflictivo y debatido es el de si la definición de demencia usada para la enfermedad de Alzheimer es igualmente válida para el caso de la demencia vascular. Según los criterios DSM III-R de demencia, un paciente con un único accidente vascular, podría ser considerado demente, ya que presenta una pérdida de capacidades intelectuales que le impide la vida profesional y a menudo social, padece de una pérdida de memoria al menos en sus aspectos verbales, sufre afasia y frecuentemente de apraxia, agnosia y alteraciones del carácter, no está confuso y finalmente tiene una clara etiología orgánica. En contraste con este concepto de demencia, para los familiares y profesionales del campo clínico queda conceptualmente claro que un afásico no es un demente, sino que tiene limitadas algunas de sus capacidades intelectuales complejas.

Desde el punto de vista clínico, entre un 5-25% de los casos de demencia son de origen vascular. En los estudios neuropatológicos, el rango va entre 7 y 47% con una media de 15-19%.  Los casos mixtos representan un 9-18%. La demencia vascular representa la segunda causa de demencia después de la enfermedad de Alzheimer. La prevalencia en edades superior a 65 años es de 27 casos por mil habitantes. Hasta la edad de 74 años, la demencia vascular y la enfermedad de Alzheimer tienen una prevalencia similar, después de esta edad, la EA es la más común. El predominio masculino referido puede ser debido a la mayor incidencia de afectación vascular en hombres probablemente relacionada con los factores de riesgo vascular.

 

(Información extraída de Envejecimiento y demencias / Carme Junqué, Ma. Ángeles Jurado, 1994)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *