El descanso es un aspecto fundamental en la vida diaria de cada persona; por tanto, en la persona mayor resulta también importante cuidarlo y procurarlo, teniendo además en cuenta sus características en esta etapa de la vida.
Mientras se produce el descanso, se combina el estado de reposo, es decir, quietud en relación al medio, con una gran actividad del cerebro que conduce a reparar y preparar todos los sistemas del organismo para el día siguiente.
Cuando se duerme se realizan diferentes ciclos del sueño y cada uno se compone de estas fases: a) Fase 1: conciliación del sueño; b) Fase 2,3 y 4 que van sucesivamente creciendo en profundidad y c) fase llamada REM o MOR (movimientos oculares rápidos), en la que se producen los sueños.
En las fases 3 y 4 se logra recuperar la fatiga muscular y en la REM se recupera la función psíquica (desaparece la fatiga mental).
¿Qué características tiene el sueño en la persona mayor?
- Por lo general hay una tendencia en las mayores a aumentar el tiempo total de sueño, aunque hay grupos que duermen nueve horas y otras cinco horas.
- Las fases 3 y 4 del sueño suelen ser menores, y se traduce en una disminución del sueño recuperador mental. Este fenómeno es más pronunciado en hombres que en mujeres.
- Suele presentarse un aumento de somnolencia y adormecimiento durante el día.
- También aumentan las dificultades en conciliar el sueño, pero cuando se logra, enseguida se entra en las fases anteriores.
Todas estas características llevan a la persona mayor a sufrir insomnio, bien por no dormir tiempo suficiente o bien falta de calidad en el sueño, que le llevará a un estado de fatiga general, irritabilidad y decaimiento.
Existe una serie de problemas físicos que van a causar una afectación del sueño, como son las enfermedades pulmonares con tos y dificultad respiratoria, enfermedades que cursen con molestias en las piernas, dolor abdominal o torácico que se produce por acidez gástrica o úlcera, orinar durante la noche, algún tipo de fármaco, etc.
También hay una serie de trastornos de sueño cuya incidencia aumenta con la edad, como la apnea del sueño que consiste en uno o varios ceses momentáneos de la respiración durante el sueño. Hay diversos tipos, como la apnea obstructiva, cuyo mecanismo de producción es una relajación de la musculatura de la parte superior del tracto respiratorio, o bien la apnea central, que se debe a una afección a nivel central de los centros respiratorio. También se pueden combinar los dos tipos anteriores.
Este trastorno puede agravar la situación a enfermos que ya tengan dificultad respiratoria o bien favorecer otras enfermedades como hipertensión arterial, deterioro de la función cerebral, sueño diurno, etc. Este trastorno se agrava si se asocia al consumo de alcohol y psicofármacos.
Otro trastorno lo constituyen las miclonías nocturnas de las piernas, que consisten en movimientos bruscos, que duran varios segundos, de flexionar y extender las piernas; suelen relacionarse con enfermedades metabólicas, como la diabetes o neurológicas.
¿Qué se puede hacer para dormir mejor?
Existen diversas medidas que permiten a la persona mayor dormir mejor y se estructura en tres bloques sucesivos para realizar
Medidas e higiene del sueño
Son muy importantes para un buen descanso y su hábito será en muchos casos suficiente para lograrlo. Algunas de estas son:
HABITACIÓN. En la medida de lo posible, debe tener suficiente espacio y ser la que se utiliza habitualmente. Debe ser silenciosa , tranquila y acogedora. También es necesario que esté bien ventilada y que asegure un buen nivel de oxígeno durante la noche.
Es básico que exista un sistema de luz de referencia para la persona mayor, que lo conozca y esté a su alcance, para que, si necesita levantarse por la noche, nunca lo haga a oscuras, ya que, si se unen el estado de somnolencia y la desorientación, pueden provocar una caída, la iluminación general durante la noche debe ser la menor posible.
También debe tener una temperatura adecuada, ni excesivo calor, ni excesivo frio, unos 18-20 grados, y correcto grado de humidificación (es decir, algo de humedad en el ambiente, que se pueda lograr con una simple cazuela de agua en la habitación)
COMIDAS. No deben ser copiosas ni abundantes en grasas, sobre todo las cenas, porque puede conllevar una difícil digestión. Tampoco debe consumir alcohol en exceso.
HORAS PREVIAS A ACOSTARSE. Evitar excitantes tres horas antes (bebidas, programas televisivos, conversaciones emotivas, noticias importantes, etc. Seguir la pauta de medicación prescrita, intentando no alterar el tiempo del sueño). Realizar actividades relajantes antes de dormir como escuchar música, un baño de agua templada, leer algo fácil y distraído, etc. Hacer ejercicio suave al atardecer.
Recién cenado o con hambre, no acostarse. Mejor es tomar una merienda-cena más fuerte y a la hora de acostarse, un vaso de leche templada. Procurar mantener la misma rutina en los hábitos todos los días, así como mantener los horarios de levantarse y acostarse.
LA CAMA. Ha de ser adecuada, con muelles en buen estado o de látex. La almohada debe permitir una colocación adecuada del cuello, sin forzar su postura. Las sabanas deben evitar el cizallamiento, por lo que no deben ajustarse en exceso a la cama. Es preferible que sea de algodón.
La cama también debe tener medidas de seguridad como barandillas laterales y frenos, dependiendo del problema fisiológico o psíquico que tenga el mayor. A veces requiere moduladores de elevación en la inclinación de la cama. También hay que tener en cuenta la necesidad de varias almohadas.
Es necesario ser consciente de que la postura corporal en la cama tiene que cambiarse como mínimo cada dos horas, para evitar las zonas de presión y posteriores heridas.
(información extraída de Guía de cuidados de personas mayores / Andrés Pérez Melero (editor) ; [autores Álvaro Noguera Macarena … et al.], 1999)