A través de muchos libros de PNL o en alguno de los cursos sobre la misma, encontraremos información sobre como John Grinder y Richard Bandler la crearon allá por los años 70 del siglo XX, en la Universidad de Santa Cruz, en California. Su trabajo tuvo un objetivo muy ambicioso: descubrir por qué unos determinados psicoterapeutas obtenían unos resultados excelentes con sus pacientes y otros no.
Para ello escogieron a tres grandes de la época: Franz Perls, creador de la terapia Gestalt; a Milton Erickson, el gran genio de la hipnosis clínica y a Virginia Satir, gran maestra de la terapia familiar. Y aunque cada uno de ellos empleaba técnicas diferentes, se dieron cuenta de que tenían mucho en común en lo que representa a la creación de empatía, atención sobre el lenguaje verbal y no verbal y a todo aquello que denominaríamos microconducta.
Clásicamente a la PNL se le define como el estudio de la estructura de la experiencia subjetiva. Es decir, explora cómo organizamos lo que vemos, oímos y sentimos y cómo construimos y filtramos el mundo exterior a través de nuestros sentidos. Con todo ello construimos nuestra realidad. También explora cómo describimos eso con el lenguaje y cómo actuamos, tanto de forma consciente como inconsciente, para producir resultados.
Desde esta perspectiva se puede entender muy bien el porqué de este nombre tan raro:
- Programación: dicho sin anestesia “estamos programados”. Programados por nuestra familia, la escuela, la sociedad, por los diferentes modelos que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida y que nos hacen percibir el mundo, lo que somos, lo que es la vida, lo que es correcto o inadecuado, etc. Y, haciendo una generalización, podemos decir que la mayoría de estos programas quedan fuera de la consciencia. Es más, si hubiéramos nacido en el seno de otra familia, en otras circunstancias, en otra cultura, nuestros programas serían diferentes.
- Neuro: porque a través de nuestro sistema neurológico recogemos todo tipo de información conscientemente. Sobre todo, lo hacemos a través de nuestros sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato), consciente e inconscientemente. Y todo ello se traduce en una conducta o comportamiento al dar significado a toda esa información.
- Lingüística: se refiere a que utilizamos el lenguaje para ordenar nuestros pensamientos y conductas, darles sentido y comunicarnos con nosotros mismos y con los demás. Es decir, nuestros pensamientos se pueden transmitir mediante el lenguaje que los estructura. De tal manera que tanto lenguaje verbal como el no verbal refleja lo que hay en nuestro interior.
Y, ¿cuál sería la finalidad de la PNL? En pocas palabras, buscar la excelencia en el ser humano.
La PNL nos ayuda a entender el comportamiento humano, cómo hacemos para dar un significado a las cosas que nos pasan y a nuestra propia existencia. Nos ha conscientes del mapa (modelo) que hemos hecho del mundo. Estudia y disecciona las estrategias físicas, mentales y emocionales que utilizamos. Nos ayuda a ser mas conscientes de nosotros mismos y de los demás. Nos provee de conocimientos y herramientas para poder cambiar conductas y dar respuestas mas saludables ante las diferentes situaciones. Nos permite adecuar nuestras creencias y valores para ser más congruentes, eficaces y felices. Es darnos la oportunidad para ir creando la mejor versión de nosotros mismos,
Por todo ello, la PNL, nos puede aportar estrategias y recursos muy útiles y entretenidos, para prevenir y tratar el estrés.
Lo que nos estresa no son las circunstancias propias de la vida, sino el cómo cada uno de nosotros interpretamos esas circunstancias; el significado que les damos y cómo respondemos ante ellas. Según el profesional de este libro, en consulta se encuentra con personas que, ante cualquier contratiempo en su día a día, por pequeño que sea, responde estresándose. Con cosas tan nimias como tener que cambiar una bombilla que se ha fundido, el que se estropee la impresora, no encontrar sitio para aparcar a la primera, esperar la respuesta inmediata de un wasap que no llega o tener que hacer cola para pagar en un supermercado.
Cuando estas actitudes se van repitiendo en el tiempo, y vamos acumulando estrés de forma crónica, al final se traducirá en síntomas físicos, mentales, emocionales o enfermedad.
La PNL nos enseña a tomar conciencia de nuestra realidad, a darnos cuenta de si nuestros pensamientos nos ayudan a vivir mejor o nos crean infelicidad, si nuestras creencias nos aportan recursos o nos limitan en el desarrollo de nuestra existencia. Nos enseña a dar un mejor sentido a nuestra vida, las relaciones, el trabajo, la salud, etc. y junto con esto, nos aporta recursos y herramientas para el cambio hacia una vida mejor.
Así nos encontramos con las respuestas a las preguntas fundamentales:
- ¿Qué me pasa?
- ¿Desde cuándo?
- ¿Dónde, en qué circunstancias?
- ¿Cómo hago, mental, emocional y conductualmente para estar así?
- ¿Qué capacidades y recursos tengo o puedo adquirir al respecto?
- ¿Quiero cambiar?
- ¿Puedo cambiar?
- ¿Merezco cambiar?
- ¿Qué es lo realmente importante para mí?
Solo haciéndonos preguntas adecuadas, tendremos respuestas adecuadas.
Todo ello, tiene que ver, en gran medida, con nuestro diálogo interno. Lo que nos decimos a nosotros mismos y cómo nos lo decimos. Este diálogo es continuo, no para ni cuando dormimos. Y dependiendo como sea éste, así creamos nuestro estado interno y, como consecuencia, nuestra respuesta ante cualquier situación. Es decir, así construimos nuestra realidad.
(información extraída de Trata el estrés con PNL / José Pérez Martínez, 2017)