¿Qué beneficios obtienes de practicar mindfulness?

Todo lo que hacemos los seres humanos tiene una motivación, una razón de ser. A veces las motivaciones son inconscientes; en otras ocasiones nos auto engañamos porque las verdaderas razones de nuestros actos nos parecen inadecuadas y, en otros casos, los menos realmente conocemos el verdadero motivo de por qué actuamos. En el momento en que empezamos nuestra práctica de mindfulness también tenemos una motivación.

Algunas de las motivaciones más frecuentes para empezar a practicar mindfulness

  • Ser más felices
  • Tener mayor bienestar psicológico
  • Alcanzar una mejor concentración
  • Controlar las emociones
  • Tener más paz interior
  • No tener pensamientos
  • Tener mejor salud
  • Tener menos estrés

Un ejercicio habitual en los cursos de introducción a mindfulness, aparte de preguntar por la motivación, es pedir a los participantes que observen los tres primeros minutos de su práctica. La idea es responderse cada uno a la pregunta ¿cómo quiero que sea mi meditación? ¿Qué espero de ella?

El problema de la motivación en mindfulness

Hay dos grandes formas de funcionar a nivel mental: el modo hacer y el modo ser. El modo hacer es el que estamos acostumbrados a utilizar siempre y se caracteriza por tener un objetivo, algo que ganar o solucionar. Estamos acostumbrados a manipular la realidad, a modificarla, para alcanzar nuestras expectativas y objetivos. Con mindfulness se hace lo mismo: según nuestras expectativas, manipular el proceso meditativo para alcanzar lo que queremos. Así, en las prácticas intentaremos buscar la paz, el bienestar, la felicidad o el control de emociones y pensamientos.

Sin embargo, por definición, mindfulness constituye el modo ser, que se caracteriza por no tener un objetivo. No queremos que el mundo o nuestra mente sean o funcionen de una forma particular. Solo queremos experimentar lo que son, de forma natural, sin artificio ni construcción mental. Por eso, las expectativas distorsionan la realidad y la manipulan y, por tanto, es importante no tener una motivación especial durante las prácticas de mindfulness, simplemente se debe estar abierto a la práctica. Es una aparente paradoja: para que las prácticas de mindfulness sean beneficiosas, no debe haber expectativas o buscarse nada especial en cada una de ellas.

La explicación es que, si alguien busca algo concreto o tiene un objetivo especial en la práctica, ya no está practicando mindfulness, es decir, ya no está presente en la experiencia con apertura y curiosidad

La actitud correcta en mindfulness

¿Cuál es la actitud correcta para practicar mindfulness? Es decir, ¿cuáles deben ser nuestras expectativas?

No esperar nada. Este aspecto es uno de los más importantes en la tradición budista y se denomina, en japonés, mushotoku. No debemos tener una expectativa concreta. Debemos despojarnos de nuestras imágenes, representaciones y nuestras interpretaciones porque no son la realidad. En la meditación queremos descubrir la realidad tal y como es, no como quisiéramos que fuese. Dado que la meditación es un proceso de observación participativa, nuestras expectativas modifican la realidad, por lo que si tenemos una expectativa clara de cómo queremos que sea nuestra meditación, la estaremos distorsionando.

No pensar/no juzgar. Libérate del pensamiento conceptual porque nuestros pensamientos no son la realidad. La realidad es experiencia pura, directa, sin palabras. Los conceptos y razonamientos no son más que obstáculos en el camino. Si aparecen juicios del tipo bueno/malo, me gusta/no me gusta, la práctica fue buena o mala, es que ha aparecido el pensamiento conceptual.

Aceptar/no rechazar. Todo lo que aparece en la mente está bien. Acepta tus pensamientos y emociones, por desagradables, negativos o vergonzantes que parezcan. No te juzgues ni te critiques por tener tales pensamientos o por los fracasos que hayas tenido en la vida, y que aparecerán en la meditación. Aunque tú también eres esos pensamientos y emociones negativas, no eres solo eso, sino mucho más. Tu vida es un presente continuo y cualquier cosa que te haya ocurrido en el presente, si practicas mindfulness, no tiene por qué condicionar tu futuro.

No forzar. No tienes que forzar nada en la meditación, no hay que esforzarse. No debe haber violencia ni rudeza. El esfuerzo debe ser perseverante pero relajado y amable

No resistencia/soltar. No rechaces nada que aparezca en la mente (sobre todo eventos negativos), pero tampoco te aferres a ello (a los positivos). Son las dos caras de la misma moneda. Si te aferras a lo positivo tenderás a rechazar lo negativo ya que, desde en el momento en que hay juicio, surge el apego o el rechazo. Fluye con todo lo que ocurre en la mente, surfeando los fenómenos mentales sin dejarte atrapar por ellos. Pese a lo que podría parecer, dejar de aferrarnos a lo positivo suele ser más difícil que dejar de rechazar lo negativo.

Actitud amable hacia uno mismo. Uno de los elementos clave de mindfulness es la actitud de compasión y de amabilidad que debemos mantener hacia nosotros mismos. No debemos enfadarnos por perder la concentración o porque aparezca cualquier tipo de pensamiento o emoción. En las tradiciones orientales se compara la mente a un mono o a un niño pequeño. ¿Quién se enfadaría con un mono pequeño o un niño pequeño por sus travesuras? Esto es así porque en un principio no son responsables de sus actos. Tampoco la mente es responsable. Pensar continuamente es su naturaleza.

Mente de principiante. Tendríamos que poder experimentar cada nueva situación o relación interpersonal como si fuese la primera vez que la vivimos, libre del recuerdo de nuestros estereotipos y prejuicios, consecuencia de nuestras experiencias previas, que nos impiden ver la realidad tal cual es. Así, cada práctica de mindfulness es, en verdad, una nueva experiencia, y hay que estar abierto y con curiosidad, ante todo.

Paciencia. Los estudios dicen que una práctica constante de unos 20-30 minutos al día empieza a producir cambios psicológicos significativos a las 8-12 semanas. Sin embargo, no debemos tener prisa. Las cosas importantes en la vida solo se consiguen de forma gradual.

Los beneficios del mindfulness

Pese a que practiquemos mindfulness con la actitud correcta de desapego, es cierto que la meditación posee una serie de beneficios objetivos. Mindfulness se ha demostrado eficaz en los siguientes ámbitos: educativo, empresarial y laboral.

Ámbitos en los que mindfulness se ha mostrado efectivo

SANITARIO

  • Tratamiento de enfermedades médicas (como el dolor crónico, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y para tratar a los portadores del virus de la inmunodeficiencia)
  • Tratamiento de enfermedades psiquiátricas (como, por ejemplo, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno de conducta alimentaria, trastorno obsesivo o trastornos de personalidad)
  • Prevención del estrés y del malestar psicológico/desarrollo de bienestar psicológico.

EDUCATIVO

  • Aumento de la capacidad de concentración y del rendimiento académico
  • Mejora en las relaciones interpersonales
  • Mejor ambiente en las aulas

EMPRESARIAL O LABORAL         

  • Reducción y prevención del estrés laboral y de otros riesgos psicosociales (como, por ejemplo, quemado profesional o burnout, acoso psicológico o mobbing)
  • Aumento de la satisfacción laboral y mejora del ambiente laboral
  • Mayor rendimiento laboral
  • Mejora de la empatía hacia clientes/pacientes

Mindfulness y espiritualidad

Las tradiciones religiosas que desarrollaron mindfulness no lo hicieron para conseguir beneficios “materiales”, sino como parte esencial de su desarrollo espiritual. La medicina y la psicología siempre han considerado la espiritualidad como un tema marginal, cuando no tabú, dentro de su práctica habitual. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud, en los últimos años, ha reconocido la importancia de este tema al definir salud como “el estado de bienestar físico, psicológico, social y espiritual”.

La inmensa mayoría de las personas que practican mindfulness en la actualidad no lo hacen por motivos espirituales. Sin embargo, la experiencia demuestra que las motivaciones van cambiando con el tiempo. La práctica continua de la meditación va modificando la perspectiva del yo en los meditadores y cambia también su concepción del mundo

El desplazamiento del “modo hacer” (con una búsqueda incesante de objetivos externos) hacia un “modo ser” (donde lo importante es simplemente estar), hace que se vaya desarrollando un sentimiento de espiritualidad natural, no ligado a una religión específica, que es inmanente al ser humano. Una de las consecuencias más frecuentes de la práctica es el desarrollo de lo que se ha llamado “interser”, es decir, un sentimiento de conexión y pertenencia que nos hace sentir uno con toda la humanidad y con el cosmos.

Con los años de meditación, no es excepcional que algunos practicantes de mindfulness vuelvan sus ojos a la tradición y muestren afinidad hacia el budismo o hacia otras tradiciones religiosas.

Práctica: entrar y salir de la meditación

Dice la tradición budista que, aún más importante que lo que ocurre durante la meditación, es lo que sucede al entrar y salir de la meditación. Cada vez que inicies una meditación pregúntate por tu motivación ¿Qué quieres alcanzar? Si quieres algo concreto forzarás la meditación para alcanzarlo. Es mejor no tener una expectativa específica y que la motivación sea simplemente practicar “estar presente” o simplemente la compasión, es decir, querer que todos los seres, incluido uno mismo, puedan alcanzar la felicidad.

La salida de la meditación también es clave. Normalmente, cuando acabamos una meditación formal pensamos, de manera más o menos consciente: Ya está, ya ha terminado. Ya puedo volver a mi vida normal. La meditación o práctica informal, es decir, traer la idea de mindfulness hacia nuestras actividades rutinarias, como, por ejemplo, caminar con atención plena al desplazarse, es aún más importante que la formal, y el modo de reforzarla es integrar que no hay diferencia entre periodo de meditación y de no meditación. Por eso, la salida del periodo formal de meditación debe ser progresiva, con el propósito de no olvidar que, aunque haya acabado la meditación formal, continuamos meditando en la vida diaria.

Puntos clave

  1. Lo más importante de la meditación no es tanto lo que ocurre durante la meditación, sino cómo salimos y entramos de ella
  2. La motivación principal que debe guiar nuestra meditación es: simplemente practicar (estar presente, modo ser), o compasión, es decir, querer que todos los seres, incluido uno mismo, puedan alcanzar la felicidad
  3. La expectativa al meditar debería ser simplemente conocer la realidad, aceptar las cosas tal como son
  4. La salida de la meditación debe ser progresiva, no una ruptura entre meditación formal e informal. De manera que nos acostumbremos a que no es diferente el tiempo de meditación y la vida diaria.

(información extraída de Mindfulness, curiosidad y aceptación : manual práctico / Javier García Campayo y Marcelo Demarzo, 2016)

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