Autismo en la niñez: conductas, retos y habilidades

Aunque los niños con trastornos del espectro autistas son diferentes entre sí, y pueden tener afectadas facetas muy diferentes, los aspectos mas característicos están relacionados con la tríada de discapacidades: comportamiento social, comunicación e imaginación. Discapacidad en el comportamiento y la interacción social Los problemas de comportamiento de las personas con autismo varían de graves a leves. Los problemas mas graves son comportamientos anómalos, agresivos, llegando en ocasiones a causarse daño a sí mismos. Estos comportamientos pueden persistir durante años y ser muy difíciles de cambiar. En su forma menos severa, el autismo se parece a una dificultad de aprendizaje, pero incluso las personas con un autismo más leve tienen una discapacidad importante para desarrollar su vida en comunidad debido a los déficits en las áreas de comunicación y sociabilidad Normas y rutinas. Los niños con autismo reclaman consistencia y persistencia en su ambiente. Pueden insistir en comer en los mismos platos, a una hora determinada, sentados en un lugar preciso de la mesa. Pueden seguir el mismo orden al vestirse y mantener un esquema determinado en muchas de las actividades del día. Pueden ponerse muy nerviosos y estresados o incluso violetos si, por ejemplo, un cuadro está torcido en una pared o su cepillo de dientes ha sido movido de su sitio habitual. Cualquier cambio en las rutinas generales, por ejemplo, variar la ruta al colegio, unos cubiertos diferentes, etc. puede alterarles mucho, aumentando su ansiedad y generando rabietas o bloqueos. Estereotipias. Normalmente los niños con autismo tienen un aspecto físico normal y un buen control de sus movimientos. Sin embargo, es frecuente que presenten movimientos extraños y repetitivos. Estos comportamientos denominados estereotipias o actividades auto estimulatorias, pueden aislarles de otros niños, que se extrañan, asustan o burlan. Ejemplos de ellos sería aletear con las manos, balancearse hacia atrás y adelante, hacer giros, chasquear los dedos o andar de puntillas. Pueden repetir estos movimientos durante horas y de repente quedarse quietos en una postura determinada, durante un periodo prolongado. Además de estos movimientos algunos niños con autismo desarrollan fijaciones anómalas con algunos objetos. Pueden llegar a comportamientos lesivos o peligrosos para el propio niño o disruptivos para su relación con otros niños. como un ejemplo externo, un niño puede insistir en llevar sus heces desde el bajo hasta la clase. Otro comportamiento es simplemente llamativos, graciosos o pueden poner en situaciones embarazosas a los que están a su alrededor. Cuando los niños se hacen mayores pueden pasar meses centrados en un tema de su interés, aunque no amplían su campo de actividad, no le sacan partido, no se ve una evolución en su afición. La mayoría de los niños con autismo no parecen reconocer a las otras personas como seres importantes y tienen una gran dificultad para aprender esa relación social, ese dar y tomar entre diferentes personas. La comprensión del otro es pobre o no existe y muestran poco interés en comunicarse, excepto para conseguir algo que desean. Algunos evitan el contacto visual incluso en los primeros meses de vida. Pueden rechazar la atención y los síntomas de afecto o aceptar abrazos pasivamente. Al contrario de otros niños, raramente se enfadan cuando el padre o la madre se marchan o muestran placer cuando ven que vuelve. El comportamiento del niño con autismo puede afectar emocionalmente también a los padres que ven que sus abrazos, deseos de jugar juntos, de enseñar algo son rechazados o no compartidos Los niños con autismo también tienen dificultad para interpretar lo que otros piensan o sienten. Algunos de los gestos sutiles: una sonrisa, guiño, mueca, tienen poco significado para ellos. “Ven aquí” puede significar lo mismo tanto si quien lo dice está sonriendo y extendiendo los brazos para acogerle o con el ceño fruncido y los puños en las caderas. Sin la habilidad para interpretar gestos y expresiones de la cara y las sutilezas del lenguaje corporal, el mundo social es caótico, incomprensible y parece peligroso. Según el comportamiento social, se ha clasificado a los niños con autismo en cuatro grupos. Niños aislados. No participan en la interacción social y son a menudo descritos como “viviendo en su propio mundo”. Les gusta pasar largos periodos solos y la comunicación si existe se limita a cubrir las necesidades básicas Niños pasivos. No buscan de forma activa relacionarse con otros. Sin embargo, cuando se les incluye en distintas actividades, lo aceptan e incluso muestran su agrado. Raramente piden algo a sus cuidadores. Los otros niños a veces juegan con ellos como si fueran muñecos grandes. Niños activos pero raros. Estos niños desean relacionarse con otros niños, pero no tiene las habilidades sociales para hacerlo adecuadamente, no saben como dirigirse a los niños de los que quisieran ser amigos y cometen errores que causan rechazo Niños excesivamente formales. Es una discapacidad social que aparece en los adolescentes y adultos más capacitados, siendo más característica del síndrome de Asperger. Suelen tener unas maneras estiradas y muy rígidas para relacionarse con familiares, amigos y extraños. Es el hijo que se dirige a sus padres como Sr. Y Sra. Tal. no todos los niños encajan en uno de estos grupos y los padres pueden reconocer algunas de estas características en sus hijos en diferentes épocas. Discapacidad en el lenguaje Muchos niños con autismo tienen dificultades de lenguaje, siendo una de las primeras causas de preocupación de los padres. A los tres años de edad, la mayoría de los niños con desarrollo normal han superado una serie de etapas en el camino de aprendizaje de un lenguaje. Una de las primeras es el balbuceo y los pa-pa-pa y ma-ma-ma que hacen emocionarse a los padres. A la edad de un año, el niño dice palabras, se vuelve cuando oye su nombre, cuando se le ofrece o se le pide algo que no quiere, dice rotundamente lo que para algunos parece su palabra favorita ¡no! Y señalan con el dedo cuando quieren algo. El gesto de señalar tiene dos funciones básicas: pedir y mostrar. Los niños con autismo no lo

Autismo en la niñez: conductas, retos y habilidades Leer más »