18 consejos para no pasarnos comiendo

Varios de los consejos que vas a leer son muy conocidos o se han divulgado a través de distintos medios, pero creo que encontrarás en ellos apreciaciones personales y matices distintos que los harán amenos y atractivos, máxime cuando han sido aderezados con la salsa del humor

  • Cuando en un llovioso y desapacible sábado, entran ganas de picar algo, sin necesitarlo, en vez de abrir el armario de la cocina y pegarle un bocado a un trozo de queso, cambiar el impulso por la sana costumbre de cepillar mis dientes, con lo que automáticamente desaparece de la mente el deseo de “ensuciármelos” de nuevo con la comida. Un conocido personaje mediático decía algo similar al recomendar masticar chicle, ya que así la boca está entretenida y con un sabor fresco que aleja la posibilidad de ocuparla con comida. Puede elegir cualquiera de las dos opciones o combinar ambas
  • Otro truco consiste en tomarse una infusión sin azúcar de algún preparado de hierbas. El hecho de sentir en la mano el calor de la taza, mirar cómo sube el vapor y pensar en algo relajante, provoca una sensación muy diferente al de haber sucumbido a esa innecesaria necesidad de ingestión alimenticia fuera de hora. Si además pone música estará adiestrando a su organismo a sentir un placer de diferente calado al placer de comer.
  • Pasear al perro también es una opción válida cuando le asalte la sensación de picar entre horas, con la atenuante de que aunque caiga en dicha tentación, mientras pasea va gastando las calorías que ingiere.
  • si a pesar de todo no puede resistir las ganas de picar algo: tenga preparado en la nevera un plato con tiras finas de zanahoria, tomates cherry, pepinillos agridulces o con coliflor blanda cruda ya cortada en arbolitos. Se entretendrá, comerá sano y se saciará más que con unas galletas o unos chips fritas saladas, grasientas e hipocalóricas.
  • En las comidas principales procure comer lo suficiente para aparcar el hambre, pero sin notar que le oprime el cinturón o el pantalón. Es bueno levantarse de la mesa con un poco de hambre, no con la sensación de estar repleto, sin posibilidad de ingerir ni un bocado más.
  • Retire de la mesa las fuentes, los pucheros y las cacerolas, una vez que se haya servido todo el mundo no deje demasiado tiempo al alcance de la mano las bandejas con trufas, bombones, pastas, galletas, turrones, pasteles, o trozos de bizcocho. Hay días “especiales” en los que el festival de calorías comienza a la 1 con el aperitivo y se llega a las 6 de la tarde, sin haber parado de comer y beber.
  • Aplace el postre siempre que no sea fruta: si hemos tomado un primer y un segundo plato, lo más probable es que nos sintamos bastante llenos. La única razón por la que nos atrae los postres “festivos” o los que tomamos fuera de casa, es porque están muy ricos, pero no son razones de orden energético sino puramente placentero. Otra posibilidad es no pedir el segundo plato diciéndole al camarero que con un primero y el postre es suficiente.
  • Cuando acudimos a un restaurante muchas personas se sienten un poco cohibidas ante la lógica y natural presión de un buen camarero o chef que mira tanto por su negocio como por la satisfacción del cliente, ofreciendo entrantes, primeros y segundos; y a veces decimos SI, cuando estamos pensando en un NO, eso no solo pasa en el ámbito nutricional, sino que también sucede con las relaciones humanas.
  • Otra opción en la visita a los restaurantes es elegir dos primeros; es una opción habitual por ser más ligeros y variados, los segundos siempre son carne o pescado con diferentes guarniciones. Si un día me apetece comer proteínas animales, entre los primeros o entrantes puedo escoger gambas, pulpo, mejillones, calamares, almejas, berberechos, navajas, etc. manjares marinos muy rico, abundante en vitaminas y minerales, y con pocas calorías, mientras no los ahoguemos en salsas aceitosas. Otra opción es pedir un primero potente que lleve de todo: paella o espaguetis a la boloñesa, pero entonces quizá sobren los entrantes.
  • Si hay legumbres en el menú, considere su elección porque hoy en día ocupan un puesto de honor en todas las recomendaciones dietéticas. Por cierto, los guisantes aunque son de color verde, no son verduras sino legumbres y pueden ser protagonistas de un plato, acompañados de un poco de sofrito de cebolla y zanahoria; no siempre tienen que estar en cantidad ínfima y como teloneros de un bistec o una pechuga de pollo, aunque en este caso, mejor guisantes que las consabidas patatas fritas.
  • Evite los restaurantes bufé libre o aquellos en los que no hay límite de cantidad ni de platos para elegir. Es muy tentador sucumbir al deseo de poder comer mucho por poco dinero y hay que tener mucha fuerza de voluntad para ser mesurado en estas situaciones; además hay que tener en cuenta que suelen presentar platos con bastantes salsas, muchas patatas fritas, pasta y arroz no integrales, y carnes con contenidos elevados en grasas.
  • No vaya a comprar al súper antes de comer, antes de cenar o teniendo hambre sin que usted se dé cuenta, pondrá en el carro productos que no necesita, por el estimulo que supone verlos en los estantes, colocados de una manera atractiva en esquinas y pasillos estratégicos. Una vez dentro del súper, desconfíe de ofertas que anuncian más cantidad de producto por el mismo precio o le animan a llevarse dos paquetes, dejando el segundo a coste menor
  • Haga la lista de los productos, que realmente necesita antes de salir de casa, de una manera tranquila, mirando bien su despensa, sus armarios, su nevera y congelador.
  • Compre un producto cada día o cada dos días: de esta manera es mas sencillo calcular lo que verdaderamente va a comer usted o su familia, un día concreto. Las compras semanales o mensuales con carros repletos hasta los topes suelen se peligrosas, al hacer acopio de alimentos, envases y productos que consumirá inconscientemente en dosis y frecuencia más elevadas de lo recomendado. No se preocupe si su nevera y sus armarios no están siempre llenos, ya que así su imaginación combinará mejor los ingredientes de los que disponga y si viene una visita inesperada, en vez de sentir vergüenza comuníquele que la familia está inmersa en un proceso de “reconversión bioenergética” y que solo tiene alimentos saludables.
  • Ni se le ocurra ir con niños pequeños hambrientos al súper: tendrá problemas de orden público y le montarán un buen “pollo” en los pasillos de las galletas o en el de las patatas fritas. Es probable que aunque no estén hambrientos, algunos niños pidan introducir en el carro productos festivos, pero algún día debe empezar la educación nutricional y enseñarle a elegir entre diferentes envases y alimentos; tendrá que esperar hasta los 6-7 años para que vayan comprendiendo y asumiendo la complejidad de las etiquetas y la hiperoferta de productos innecesarios y desequilibrados nutricionalmente que existe actualmente en los supermercados.
  • Visite más a menudo los mercados tradicionales donde se exponen hortalizas, frutas, setas, huevos, quesos, etc. de agricultores locales, con la ventaja de ser lugares a los que podrá llevar a niños de cualquier edad, sin el peligro de llenar las bolsas o el carro de compra con bollería o patatas fritas, además de disfrutar de la posibilidad de ver grandes calabazas, zanahorias o tomates de formas caprichosas, conejos, gallinas y grandes huevos de oca o de avestruz que llamará la atención de los más pequeños. Son lugares mucho más saludables e interesantes desde el punto de vista humano, nutricional, cultural y visual.
  • Comience siempre las comidas principales con algo de ensalada; le ayudará a calmar el hambre inicial, ya que la ingestión del agua y de la fibra que la ensalada contiene, le llenará lo suficiente para llegar a los platos fuertes y a los postres con menos hambre. Algunos autores recomiendan beber 1 o 2 vasos de agua antes de la comida; si tiene sed, no veo inconveniente, pero si no está sediento, ingerir ensalada como entrante o primer plato, le proporcionará agua de manera más sabrosa y entretenida, ya que tanto el tomate como la lechuga o el pepino contienen un 94-96% del liquido elemento
  • Ir de tapas es una divertida y muy hispánica manera de alimentarse, pero deberá ejercitar la memoria y tener en cuenta que la suma total ingerida de pinchos y raciones puede llevarle a una ingesta calórica mucho más elevada que la de una comida tradicional, sobre todo si tapea fritos, rebozados, embutidos, quesos, etc. y los pasa con bebidas azucaradas o alcohólicas, en vez de con agua. Además de la paella, la tortilla de patatas y la siesta, las tapan han sido la última genial aportación de la cultura mediterránea al imaginario nutricional

(Información extraída de Tú eliges lo que comes como prevenir el sobrepeso y alimentarse bien en familia Carlos Casabona, 2016)

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *